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2002/06/26 06:00:00 GMT+2

La calle y las urnas

Comprendo que se resista a admitirlo (supongo que a nadie le gusta constatar su propio declive), pero la pérdida de fuelle político de José María Aznar es más que evidente. Al igual que el profundo cabreo que le produce comprobar que las cosas ya no son lo que eran: desciende su prestigio tanto en el interior como en el exterior, la oposición y los sindicatos se le suben a la chepa, CiU le enseña los dientes... y, para colmo, a la economía, su ultima ratio, le chirrían los goznes de mala manera.

De no ser Aznar como es y no estar inmunizado contra cualquier atisbo de autocrítica, se plantearía (y haría bien) qué parte de responsabilidad le corresponde en la aparición de tan feas grietas en las murallas de su fortaleza. Pero, para él, que se tiene prohibido conjugar el verbo errar en primera persona, sólo pueden ser otros los causantes de su decadencia: los conspiradores, los envidiosos, los demagogos, los irresponsables, los que no dudan en perjudicar a España para promocionarse ellos mismos... En fin, todos esos. Los demás.

Lo peor no es que el presidente de Gobierno rumie esos rencores, sino que los exhibe, y hasta trata de argumentarlos para defenderse de cara al público. Y eso, cuando se tiene sus muy limitadas dotes de polemista, puede (suele) tener efectos deprimentes. Porque, para ocultar la endeblez de sus posiciones, lanza contra sus críticos un tropel de acusaciones sin pies ni cabeza, absurdas, tremendistas, en plan «a mal Cristo, mucha sangre».

Tomemos la última con la que trata de castigar a Rodríguez Zapatero. Le acusa día sí día también de ser un irresponsable que convoca huelgas generales «para conseguir en la calle lo que no logró en las urnas».

Eso no es una argumentación, sino una suma de burdos infundios.

En primer lugar, Rodríguez Zapatero no convocó la huelga general, y pretender lo contrario es insultar a los sindicatos.

En segundo lugar, lo que el PSOE no consiguió en las urnas (el Gobierno) no podría lograrlo de ningún modo con una huelga, ni siquiera con la huelga general más general de todas, como sabemos todos desde la del 14-D, que precedió a un nuevo triunfo electoral de González.

¿Qué pretende Aznar? ¿Llamar golpista a Rodríguez Zapatero? Porque sólo los golpistas consiguen en la calle lo que no logran en las urnas. Golpistas como los que mandan en Argelia, o como los que trataron de hacerse con el poder en Venezuela, sin que, por cierto, Aznar haya dicho jamás ni una palabra en su contra.

Y es que este hombre se lía a pedradas y se olvida de que tiene el techo de cristal.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (26 de junio de 2002). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/06/26 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo diario huelga 2002 aznarismo zapatero preantología aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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