2003/11/21 06:00:00 GMT+1
Ayer oí la noticia del atentado de Estambul, pero apenas la escuché. Pasé el día ocupado y preocupado por algo que, si se considera a escala social, se descubre de inmediato que no vale la pena (considerarlo a esa escala, quiero decir) pero que, planteado como asunto estrictamente individual, puede convertirse en obsesivo: a primeas horas de la mañana una simpática dentista me hizo toda suerte de tejemanejes bucales, a resultas de los cuales me han desaparecido las dos paletillas que asomaban por debajo de mi bigote cuando sonreía -qué tiempos aquellos- y han sido reemplazadas por unas piezas de fabricación exógena, que estéticamente estarán todo lo bien que se quiera, pero que dan como resultado que el señor que aparece en el espejo cuando me miro no soy yo.
Eso por fuera. Por dentro, las encías sangraban y, como la simpática dentista me había prohibido enjuagarme, me pasé todo el puñetero día tragando sangre. No entiendo cómo no se me puso cara de vampiro. A lo peor se me puso y no me enteré, porque nunca he sabido cómo tienen la cara los vampiros.
De modo que oía lo de Estambul, pero tenía toda la atención ocupada en mis cosas, y como si nada.
Sólo hoy, cuando he despertado con menos signos de todo lo anteriormente descrito, me he hecho cargo de lo sucedido y me he puesto a pensar en ello.
Tuve hace años un compañero de trabajo periodístico -hace años que no tengo compañeros de trabajo periodístico- cuya capacidad de análisis se expresaba uniformemente del mismo modo: «¡Es la hostia!», decía. Todo cuanto de extraordinario sucedía en este áspero mundo le conducía a esa rotunda conclusión. Me he acordado de él, porque ése ha sido el resultado de mi análisis: «¡Qué hostia!», he exclamado, dando al análisis un ligero toque personal.
Luego ya me he detenido en los detalles. Y lo primero que se me ha ocurrido es que pocas cosas hay tan idiotas como la teoría ésa aznaro-bushoniana de la guerra preventiva contra el terrorismo. La experiencia demuestra que los intentos de acabar manu militari con la fuerza viva del terrorismo (digamos, para atenernos a la terminología de Claus von Clausewitz) sólo conducen a su extensión. Tanto más se universaliza el frente atacante, tanto más se amplía el escenario posible de la guerra. Para responder a la gran coalición del Nuevo Orden, tanto les da a los terroristas golpear en Nueva York, en Estambul, en Bagdad, en Londres... o en Astorga.
Dedicarse al terrorismo tiene muchos inconvenientes, sobre todo de tipo moral, pero presenta también algunas ventajas prácticas difícilmente discutibles. Para empezar, uno puede elegir cuándo y dónde golpea. Y a quién. Y a cuántos, más o menos. No es fácil apuntar directamente a los jefes -que serán todo lo que se quiera, pero no suicidas, y suelen moverse muy protegidos- pero a cambio puedes emprenderla sin ninguna dificultad contra sus múltiples súbditos, buena parte de ellos comprometidos con la causa de los jefes vía papeleta de voto.
¿Hay algún medio de combatir eficazmente el terrorismo? Algunos defendemos uno, que consiste en analizar las causas que enarbolan los terroristas para justificar sus acciones, ver lo que de justo hay en sus demandas y darle cumplimiento.
Es una vía cuya eficacia está por probarse, sin duda, pero que carece de contraindicaciones. A diferencia de todas las que están poniendo en práctica.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/21 06:00:00 GMT+1
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2003/11/20 06:00:00 GMT+1
Los franceses llaman embarras de richesse a la situación en que se encuentra el polemista que no sabe qué replicar a su oponente, pero no porque carezca de respuestas, sino por todo lo contrario: porque no sabe por qué argumento empezar, de entre los muchos que se le agolpan en la boca.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra tal vez no posea demasiadas habilidades, pero ésa nadie puede negársela: es especialista en provocar enormes embarras de richesse en sus oponentes.
Ayer hizo unas declaraciones tan disparatadas que darían holgadamente para escribir media docena de artículos de contestación. Pero tampoco es cosa.
Trataré de responder en plan telegrama a lo más llamativo.
1.- Dice que «los políticos catalanes» necesitan siempre «algún culpable para darle todos los meneos habidos y por haber, y casi siempre me cogen a mí».
Petición humilde: que cite una sola ocasión, ¡una!, en la que algún político catalán se haya acordado de su existencia sin que previamente él se hubiera hecho notar metiendo baza en los asuntos propios de la política catalana.
2.- Afirma que a él se le dan «tres leches» lo que pacten o dejen de pactar en Cataluña, porque a él lo que le preocupa es «el problema del tabaco de [su] tierra, porque hay 20.000 familias que se van a quedar sin comer».
Ah, ya. Seguro que fue en razón de esa obsesión tabaquera por lo que se fue el otro día a la reunión de las regiones europeas a echarse un mitin contra el «plan Ibarretxe», mitin que el propio presidente de la cosa europea le dijo, delicada pero firmemente, que no pintaba una mierda en aquel foro.
3.- Se queja: «Yo soy un estúpìdo metido a político porque pensaba que [con mis declaraciones contra Esquerra Republicana] ayudaba a Aznar y mi país, pero he visto que a ese señor no le interesa la unidad de España, sino darle leña a Zapatero y ponerme en una situación difícil en mi partido».
Respuesta: anda ya. Sabía perfectamente lo que hacía. Otra cosa es que le haya salido mal.
Que no se las dé de ingenuo. Es muchas cosas -la tira-, pero no ésa.
4.- Se mete con Carod-Rovira, al que acusa de creerse «el rey del mambo». Y lo razona: «Que diga todas las barbaridades que le dé la gana sobre mí, que tengo un 53% [de los votos]. Que con el 16% algunos se creen que les ha tocado la lotería.»
Sin discutir la apropiación personal que hace de los resultados electorales del PSOE extremeño, lo cierto es que él, o ellos, lograron en las últimas elecciones el 51,62% de los votos emitidos en su región (no el 53%), en tanto ERC ha conseguido el 16,47% en las autonómicas catalanas del pasado domingo. Bien. Pero, ¿qué pasa si traducimos los porcentajes en votos? Que comprobamos que los recibidos por el PSOE extremeño fueron menos de 340.000, en tanto que los logrados por ERC superaron los 542.000.
Vale, dejémoslo aquí.
Tampoco conviene abusar.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/20 06:00:00 GMT+1
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2003/11/19 06:00:00 GMT+1
El Gobierno de Aznar presiona a la Unión Europea para que no preste apoyo a la Comunidad Autónoma Vasca en materias fundamentales. Ayer se supo que la UE no respaldará el impulso al plan llamado «de la Y vasca», consistente en la comunicación de las tres capitales de la CAV por vía férrea de alta velocidad.
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha admitido a trámite el recurso presentado por la Diputación Foral de Álava contra el tratamiento parlamentario del «plan Ibarretxe». Hay quien subraya que la resolución se ha tomado por tres votos contra dos. Otros recuerdan que admitir a trámite no equivale a respaldar. Está claro que el que no se consuela es porque no quiere. Lo que buscaban los responsables peperos de la Diputación alavesa -que decidieron la presentación del recurso tras una reunión con los jefes de su partido en Madrid- es tener cancha para dar la murga, y eso ya lo han conseguido.
El presidente de la Conferencia Epìscopal Española, Rouco Varela, ha dado a conocer una declaración opuesta al «plan Ibarretxe». Lo presenta como un atentado contra la Constitución y como un intento de socavar la comunidad histórica española, que califica de «pluricentenaria». No plantea Rouco la cuestión en el terreno más favorable para su causa: si fuera necesario primar a las comunidades por su solera histórica, la vasca lo tendría de cine. Pero no se trata, obviamente, de eso, sino de caer bien al Gobierno de Aznar, que es el que prima a la Iglesia Católica.
El Tribunal Supremo ha vuelto a rechazar el incidente de nulidad -éste es el nombrecito del recurso- presentado por la Mesa del Parlamento Vasco, que alega que los tribunales centrales del Estado invaden sus competencias.
¿Vale la pena seguir? Lo señalado se refiere sólo a las últimas horas. Y dista de ser exhaustivo.
La presión sobre el Gobierno Vasco es anonadante. Se trata de un acoso constante, que somete al Ejecutivo de Vitoria a un desgaste tremendo, obligándolo a dedicar una parte sustancial de su tiempo a combatirlo, a responder, a tratar de neutralizar sus efectos...
¿Aguantará el tirón? ¿Resistirá la tentación de tirar la toalla?
Y si la tira, ¿quién saldrá ganando?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/19 06:00:00 GMT+1
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2003/11/18 06:00:00 GMT+1
Rodríguez Zapatero pide a Aznar que tome seriamente en consideración los resultados electorales de Cataluña. (Bueno, lo que le pide, en concreto, es que «los lea con cuidado», pero eso es sólo porque Zapatero está decidido a ser moderno, y ha comprobado que la intelectualidad moderna, tanto menos lee lo que aparece escrito, tanto más lee lo que no se escribe: lee películas, lee guerras y lee resultados electorales: todo sea con tal de no estudiar e interpretar, como los antiguos.)
En fin: pide Zapatero a Aznar que lea con cuidado y hasta con «inteligencia histórica» (sic) los resultados de las elecciones catalanas, y que tenga en cuenta «en qué punto estamos en la cohesión territorial y en la capacidad de un proyecto integrador».
Entendamos lo que quiere decir -aunque lo que diga sea un perfecto galimatías- y deduzcamos que se refiere a la creciente divergencia entre Euskadi y Cataluña, de un lado, y el resto de España, del otro. Y deduzcamos también, ya de paso, que considera que esa divergencia es un hecho negativo del que, en considerable medida, es culpable el PP y su Gobierno.
Las elecciones autonómicas catalanas han confirmado, en efecto, no sólo la existencia de esa brecha, sino también su hondura creciente. No me voy a detener aquí en ello, porque el asunto es muy complejo y esto es sólo una columna; no el Partenón entero. Pero habrá que reflexionar, y a fondo, sobre ello. Ciertamente.
Constatar esa divergencia y considerar la parte de culpa que la política del PP tiene en su agravamiento está muy puesto en razón. Lo que no lo está en absoluto -lo que parece más bien una broma de mal gusto- es que Rodríguez Zapatero pretenda que el PP es en buena medida responsable de ese problema... y el PSOE no. Que Aznar no tiene «un proyecto integrador» y él sí. Porque, si examinamos los grandes discursos teóricos y las grandes opciones prácticas que Aznar ha manejado en los últimos cinco años -desde que dejó de hablar catalán en la intimidad, más o menos-, veremos que en todo ello ha contado con el respaldo tácito o explícito del propio Zapatero.
¿Que le ha dado un apoyo desganado, resignado? ¿Que se lo han proporcionado, en lo fundamental, por miedo a ser tachado de esto o de lo otro? Sí; también eso se ha notado. Y es lo peor que podía ocurrirle. Porque ese modo suyo de aparecer en la escena política lo aboca al fracaso. Ante quienes repudian el cerrado centralismo aznarista, él aparece con todos los atributos del lacayo rastrero. Y quienes simpatizan con el esfuerzo uniformizador del partido en el Gobierno no ven qué podrían ganar quedándose con una copia desvaída del original.
«La mayoría de la opinión pública española está totalmente en contra de negociar nuevos marcos estatutarios para Euskadi y Cataluña. Si mostráramos alguna comprensión hacia esas demandas, jamás sacaríamos a los del PP de La Moncloa», dicen en Ferraz.
«¡Pues anda que los váis a sacar haciendo lo contrario!», da ganas de contestarles.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de noviembre de 2003) y El Mundo (19 de noviembre de 2003). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/18 06:00:00 GMT+1
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2003/11/17 06:00:00 GMT+1
El resultado de las elecciones al Parlamento de Cataluña tiene aspectos positivos, visto desde mi particular prisma. Me parece bueno el avance espectacular de ERC. También veo con simpatía el creciente peso de IC-EV. Me satisface particularmente que el PP, aunque haya subido -lo que no tiene nada de especial, vistos los medios propagandísticos puestos a su servicio-, se haya convertido en una fuerza insignificante dentro del mapa político catalán (aunque pueda influir notablemente en él desde fuera, como partido gobernante en Madrid). En fin, no es mala cosa, ni mucho menos, que CiU haya perdido lo suficiente como para que no le valgan los 15 escaños del PP para volver a las andadas.
Dicho lo cual, el reparto de fuerzas resultante no me resulta nada tranquilizador.
Veamos los gobiernos posibles a los que podría dar paso.
Un gobierno basado en la alianza PSC-ERC-IC tendría como principales ventajas la de desalojar a CiU de la Administración catalana, que controla desde hace demasiado tiempo, la de dar un sesgo menos derechista a la vida social catalana y la de perjudicar algo (algo, sin más) las expectativas del PP de cara a las próximas elecciones generales. Pero es muy poco probable, porque el proyecto de Maragall ha salido demasiado tocado del envite y porque Ferraz rechazaría de todas todas la alianza con ERC, por miedo a los ataques peperos que le acarrearía.
Un gobierno CiU-ERC es sin duda posible, pero quizá no tan probable como muchos imaginan. CiU sabe que ERC elevaría bastante el listón de sus exigencias. El propio Carod-Rovira citó ayer dos terrenos en los que apretaría las tuercas al máximo: adiós a las corruptelas en la Administración de la Generalitat y adiós al coqueteo con el PP en el Parlamento del Estado. Una CiU sin esas dos características resultaría casi irreconocible. Conozco lo suficiente a los dirigentes de CiU como para verlos mal en el papel que les tocaría hacer. Por decirlo gráficamente, Mas no se parece demasiado a Ibarretxe.
Sólo quedaría, en ese caso, un Gobierno posible: el formado por CiU en alianza con el PSC (sin Maragall, supongo). En un Gobierno como ése, CiU llevaría la voz cantante: el PSC entraría en él con el rabo entre las piernas y, aunque tuviera que cederle parte del pastel de la Generalitat y modular con más sutileza su voto en las Cortes de Madrid, podría seguir más o menos la senda del pujolismo. Doy por hecho que el establishment económico y político español e internacional presionará para que sea ésta la fórmula que finalmente salga adelante.
En mi criterio, ésa es la hipótesis menos deseable para quienes deseamos cambios en Cataluña y en España. Razón por la cual sospecho que tiene bastantes posibilidades de realizarse.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/17 06:00:00 GMT+1
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2003/11/16 06:00:00 GMT+1
Me sucede de vez en cuando que remato un escrito convencido de que he acertado más o menos a explicar la idea que me rondaba y que, al cabo de algún tiempo, me lo comenta alguien y descubro que no sólo no había conseguido explicarle bien le lo que pretendía, sino que le había dado a entender algo que ni siquiera se me había pasado por la cabeza.
El otro día escribí un apunte del natural en el que contaba una conversación entre un padre y una hija a propósito de un pueblo llamado La Font de la Figuera, cerca de Xàtiva, en la comarca valenciana del Xuquer. Y he recibido dos cartas de dos lectores que lo que han entendido es que yo considero que traducir al castellano los nombres vascos, catalanes o gallegos de unas u otras poblaciones es dar muestra de un inaceptable nacionalismo español. Incluso si uno está hablando en castellano.
La verdad es que no sólo no defiendo semejante posición -de hecho yo mismo suelo utilizar con frecuencia la vieja denominación castellana de algunas poblaciones-, sino que ni siquiera quería hablar de ese asunto.
Lo que trataba de caricaturizar reproduciendo el diálogo de la niña y el padre es la actitud, común a muchísima gente, que tiende espontánea e inconscientemente a considerar que su manera de ver, interpretar y mentar las realidades es la buena: la que expresa su esencia misma. Quise reflejar -sin mucho éxito, al parecer- ese particularismo primario y no demasiado culto que llevaba a los latinos a utilizar un único adjetivo (barbarus) para referirse a lo extranjero y, a la vez, a lo hostil, a lo cruel y a lo salvaje. No muy diferente del que ha llevado a algunos idiomas a dar el mismo nombre colectivo a todos los demás idiomas, como si lo que mejor los caracterizara fuera no ser el idioma por antonomasia, o sea, el idioma. ¿Nacionalismo? Sólo en la medida en que los nacionalismos dominantes suelen dar por hecho que si lo propio es dominante, en el ámbito que sea, es porque es lo lógico, lo natural, lo más adecuado.
Hablo de la lengua, pero la actitud a la que me refiero no se expresa sólo en el lenguaje: abarca a todos los instrumentos de interpretación del mundo. Muchísima gente -la inmensa mayoría, me temo- no relativiza su visión de la realidad, admitiendo que es sólo una de las posibles y dando por hecho que su comprensión está condicionada, e incluso determinada, por la posición que ocupa con respecto al fenómeno de que se trate. Relativizarse uno mismo y relativizar el valor de lo propio es probablemente uno de los ejercicios más dificultosos que podemos afrontar los humanos. También, eso sí, de los más interesantes y más productivos desde el punto de vista intelectual.
Pero para mí que este grupo de ideas no es de los que pueden explicarse echando mano rápida del relato de una breve charla de bar.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/16 06:00:00 GMT+1
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2003/11/15 07:00:00 GMT+1
Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán:
-¿Has visto? ¡Hasta los sindicatos están en contra del proyecto de Ibarretxe!
Me armo de paciencia. Ultimamente la tengo muy ejercitada.
-Eso no es exacto, Gervasio.
-¿Cómo que no? ¡Vaya que sí! ¡Lo acabo de ver en la tele!
-No; lo que tú has visto es lo que han dicho Méndez y Fidalgo, que respiran por sus heridas.
-¿Heridas? ¿Se puede saber de qué hablas?
-Claro -le cuento-. Es perfectamente lógico que Méndez y Fidalgo se opongan al ámbito vasco de decisión y defiendan el poder centralizado del Estado, porque el Estado les está concediendo en Euskadi un trato especial, como si fueran los sindicatos más representativos, cuando lo cierto es que allí están en franca minoría. No sé en qué medida se creerán que defienden la Constitución. En todo caso, lo evidente es que están defendiendo su chiringuito.
-De modo que, para ti, al final todo es cuestión de intereses egoístas, ¿eh? -murmura Gervasio-.
-No, pero cada cual tiene sus intereses, y conviene no olvidarlos -le digo, sin ánimo polémico-. Sería bueno que todos tuviéramos más en cuenta los problemas de nuestros enemigos. Si queremos forzarles a huir, tenemos que ofrecerles un puente de plata. Cerrar las salidas al enemigo es una opción suicida. Les obligamos al todo o nada. Y el «todo» puede pasar por encima de nuestro cadáver.
Gervasio parece perplejo.
-¿Estás pensando en Ibarretxe?
Me entra la risa.
-¿En Ibarretxe? ¡Estoy pensando en la gente! ¡En ti, y en mí! ¡En todos! Fíjate en la que están montando. ¡Qué disparate! Quieren impedir incluso que el Gobierno vasco pueda plantear la discusión de su propuesta en el Parlamento autónomo. Pues bien: si le cierran a Ibarretxe cualquier otra salida, si no le dejan más alternativa, lo más probable es que opte por convocar nuevas elecciones. Y supón que en esas elecciones obtiene la mayoría absoluta. E imagina que tira para adelante, valiéndose de ese apoyo, porque lo habría obtenido para eso. ¡Oh, venga, olvida por un momento mis opiniones, o las tuyas! Concéntrate en la consideración de esa hipótesis: ¿Crees que le conviene al Estado español un conflicto que le enfrente a una población que practica la resistencia pacífica, a lo Gandhi?
Gervasio calla por un momento. Pero retoma el hilo inmediatamente.
-La verdad es que no eres demasiado coherente. Has empezado con que los poderosos van a lo suyo y el resto les trae sin cuidado. Ahora me vienes invitándoles a preocuparse por el futuro del Estado español. De verdad: ¿no es un tanto caótico todo?
Ante lo cual, me rindo.
-Tienes razón, Gervasio. Demasiado caótico. Yo, por lo menos, agradecería una pizca más de sentido común. En general.
-¿De sentido común? ¿Seguro? -se me ríe.
-Oh, venga Gervasio. Ya sé que el sentido común es lo que funciona. De cordura, quería decir.
Pero lo dejamos. Me parece que los dos conocemos demasiado bien lo que piensa el otro. Tampoco es cosa de insistir.
Javier Ortiz. El Mundo (15 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de abril de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/15 07:00:00 GMT+1
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2003/11/15 06:00:00 GMT+1
Paseo por el dial de la radio internáutica a través de esos mundos del Señor.
Me detengo en una emisora parisina. Parece un espacio de qualité, para gente nada adicta al Top Ten. En plan exquisito: música con raíces, folk, world music, sincretismos varios y demás.
Como una parte importante de mis gustos va por ahí, me quedo. Para que me sirva de fondo. Y para informarme de novedades, de paso.
Pero me voy cabreando poco a poco. Constato que el espacio de esas músicas, caracterizadas hasta ahora por la predominante autenticidad de sus propuestas, está viéndose más y más invadido por gente que confunde el arte con el circo. Sobreabundan los especialistas en perfomances varias: tipas poseedoras de cuerdas vocales capaces de emitir notas altísimas y mantenerse en ellas durante la tira de tiempo -durante horas, para mi gusto-, cuartetos que podrían competir ventajosamente con las mayores orquestas en la cantidad y el volumen del ruido que fabrican, gente dispuesta a mezclar con tanta desenvoltura como carencia de criterio ritmos típicos del Cáucaso con acompañamientos propios de los mariachis mexicanos...
Todos ellos sin otra intención imaginable que la de dejar a la audiencia con la boca abierta.
Casi lo más cabreante de todo es el presentador del programa, encantado de aportar al mundo esta exhibición de vendedores de espejitos y abalorios. Sus tragaderas forman parte de la competición: son descomunales. ¡Todo le parece excelso! Y, encima, habla en un tono insoportablemente engolado, con un ligero acento norteamericano, como si de ese modo demostrara mejor su cosmopolitismo, su cultura y su elevado grado de exigencia.
El punto culminante del programa viene cuando el tipejo presenta a modo de primicia universal una pieza, obra de una niñata que, por lo que cuenta, es la autora de unos gorgoritos que vete a saber cómo fueron en origen, porque lo que sale por los altavoces es un bodrio ecualizado hasta el hartazgo. Descubro con indescriptible horror al cabo de un rato -y no sin esfuerzo- que la pieza en cuestión está inspirada en una bellísima canción popular de la Provenza, masacrada por la insensata de marras con la ayuda de varios modelnos especialistas en world music y en sintetizadores. ¡La madre que los parió a todos! Una canción que, a nada que la cante con algo de gusto alguien que no desafine demasiado, a capella incluso, te pone la piel de gallina, convertida en un crescendo semejante a la traca psicodélica final de A Day in the Life, de Lennon, pero sin Lennon, sin A Day in the Life y sin nada que valga un pimiento!
«Incroyable!», exclama el presentador cuando concluye el crimen.
Y yo, de acuerdo con él, por una vez.
Estoy encantado. Creo que hacía años que no me desahogaba tan a gusto sin ganarme media docena de enemigos más.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/15 06:00:00 GMT+1
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2003/11/14 06:00:00 GMT+1
En el bar de carretera, allá por el Alto Vinalopó, la niña pregunta al adulto:
-Papá, ¿qué quiere decir «La Font de la Figuera»?
-Quiere decir lo que dice: La Font de la Figuera -responde el padre.
-Oh, vale, sí... -dice la niña con aire de contrariedad-. Eso, en valenciano. Pero querrá decir algo, ¿no?
-Claro que quiere decir algo: es el nombre de un pueblo -contesta el hombre.
-¿Y no significa nada? -insiste la niña.
-Matilde -susurra el padre, mirando fijo a la niña-: estamos en el País Valenciano, de modo que es lógico que los pueblos tengan nombres en valenciano. Este pueblo, en concreto, se llama La Font de la Figuera. Y La Font de la Figuera significa exactamente eso: La Font de la Figuera.
-Pero -insiste la niña con nombre de acción de Telefónica adoptando el aire indignado de quien no logra que le entiendan ni siquiera las cosas más simples-, eso que se dice en valenciano se supone que significará algo, ¿no?
-¿Quieres decir en castellano? -hace él como que acaba de comprender.
-¡Pues claro! -estalla la cría.
-Sí, es verdad. Esa misma idea podría expresarse en castellano. Y en alemán. Y en serbo-croata. Pero el pueblo como se llama es La Font de la Figuera.
Y tras una pausa.
-Dime, Matilde... ¿Tú has oído hablar de Washington, verdad? ¿Y te has preguntado qué quiere decir Washington en castellano? ¿Y te has planteado la posibilidad de llamarlo por la traducción?
-¡Ya! -se encrespa aún más la niña-. ¡Pero Washington está en Norteamérica, y aquí estamos en España!
-Sí; ya me imaginaba que era eso lo que querías decirme desde el principio -finaliza el padre, que se ha fijado en mi interés en la conversación y me hace un gesto de desolación.
Le sonrío.
-Arkansas también está en los Estados Unidos. Es palabra amerindia -le comento.
El hombre me mira con simpatía:
-No es fácil educar a la contra.
Estoy de acuerdo.
-Un poco más arriba pilla Almansa -le digo-. Quizá convendría que empezara explicándole qué batalla se libró allí y qué resultado tuvo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/14 06:00:00 GMT+1
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2003/11/13 06:00:00 GMT+1
«¿Realmente es tan ejemplar el proceso de sucesión de Arzalluz en el PNV?», me pregunta un joven lector burgalés que oyó ayer la tertulia matinal de Radio Euskadi, en la que participé y que tuvo como invitado a un Josu Jon Imaz dispuesto a deshacerse en elogios hacia su rival en la carrera a la Presidencia del PNV.
Parece sin duda bastante mejor ese sistema de selección del candidato que el aplicado por José María Aznar en el Partido Popular para imponer a Mariano Rajoy, o incluso que el utilizado por Jordi Pujol para colocar a Artur Mas. En el caso del PNV, las bases locales tienen posibilidad de escuchar a los candidatos y de expresar su opinión.
De todos modos, conviene no pensar que las cosas son tan idílicas como aparecen. Eso que he llamado «las bases locales» constituye una realidad a veces bastante difusa. Hay muchos militantes del PNV que aparecen por las asambleas locales de ciento en viento. A algunos se les ve por el batzoki sólo cuando hay algo importante que votar. En ocasiones ha habido sorprendentes afiliaciones masivas -no siempre frustradas- justo en las vísperas electorales, tanto cuando había que elegir responsables internos como cuando se trataba de respaldar el cierre de tales o cuales listas de candidatos a parlamentarios, junteros o munícipes. Por esta razón, algunas agrupaciones han llegado a decidir que sólo tienen derecho a votar en las asambleas aquellos militantes que acreditan su presencia en un cierto número de asambleas ordinarias anteriores. Para asegurarse de que se trata, efectivamente, de militantes.
También conviene relativizar la pugna de guante blanco que están protagonizando Imaz y Egibar, que están casi empatados en el apoyo de agrupaciones locales (porque Imaz aventaja a Egibar en una veintena, pero una veintena son las que respaldan a Arzalluz, aunque éste haya anunciado ya que no quiere aspirar a la reelección, y Arzalluz dará su apoyo a Egibar). Y es preciso relativizar su pugna porque, a diferencia de anteriores ocasiones, en ésta no se va a decidir quién lidera el partido.
Bien encarnizada que fue a veces la reyerta cuando lo que se jugaba era quién iba a mandar y la línea que se iba a seguir. Si lo sabrá el propio Arzalluz.
Ahora el liderazgo no está en juego, porque el líder indiscutido del PNV es el lehendakari Ibarretxe. Se lo he oído decir al propio Arzalluz: «Me puedo retirar tranquilamente, porque sé que dejo la nave en buenas manos». Y no se refiere ni a Imaz ni a Egibar. Para dirigir el aparato del partido, cualquiera de los dos le vale. Es cierto que a Arzalluz le va más el estilo de Egibar. Sintoniza mejor con el espíritu de los jelkides mayoritarios en Gipuzkoa, Araba y Nafarroa. Aprecia más peligro en el acomodamiento burocrático de los que él llama carguistas, cuyo peso principal está en Bizkaia. Pero tampoco cree que Imaz sea emanación de éstos. Y da por hecho que los carguistas son conscientes de que, hoy por hoy, no tendrían ningún porvenir si se enfrentaran a Ibarretxe.
Dicho de otro modo: han hecho el ridículo los comentaristas sabiondos de la Villa y Corte que sostenían que Ibarretxe era sólo una marioneta de Arzalluz. Hace años que el lehendakari hace su propia política. Y la hace a su modo. Gracias a ella y al respaldo social que ha ido acumulando, se ha hecho de manera natural también con el liderazgo del partido. Arzalluz no ha decidido retirar su candidatura a la reelección hasta que ha constatado que Ibarretxe tiene las riendas y nadie va a arrebatárselas a corto o medio plazo. (Para uso de quienes especulan con que Arzalluz va a seguir dirigiendo el PNV «desde las bambalinas»: ni quiere, ni podría, ni sabría hacerlo. En lo único que tal vez Arzalluz no acabe de retirarse es de los contactos para lograr que ETA deje las armas. Pero ése es otro capítulo.)
Hay un problema nuevo que va a afrontar el nacionalismo vasco, eso sí: el fin de la bicefalia. Formalmente seguirá habiendo dos jefes diferentes, uno del Gobierno y otro del partido. Pero en la práctica eso se ha acabado ya. Se terminó esa dialéctica, de la que muchos peneuvistas se sentían orgullosos; ésa tensión supuestamente fructífera entre el pragmatismo y el doctrinarismo; esa capacidad para, de un lado, alimentar los sueños radicales de fin de semana y, del otro, tranquilizar el conservadurismo de los días laborables.
Pero tiempo habrá de seguir con todo esto, que hoy se me está haciendo tarde.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/13 06:00:00 GMT+1
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