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1998/11/07 07:00:00 GMT+1

Gran Bretaña y el «clan rosa»

Ácida disputa en la prensa británica: ¿es lícito aludir abiertamente a la homosexualidad de algunos ministros?

Como se sabe, la pasada semana dimitió Ron Davies, ministro para Asuntos de Gales, tras conocerse que había tenido una infeliz aventura en un parque que los gays de Londres utilizan como punto de encuentro. Al hilo de la noticia, un diputado tory, Matthew Parris, soltó por la brava en la BBC que al menos otros dos miembros del Gabinete de Blair -citó por sus nombres al influyente ministro de Industria y Comercio, Peter Mandelson, y al titular de Cultura, Chris Smith- son también homosexuales. Los aludidos protestaron airadamente, la dirección de la BBC impartió instrucciones para que se eviten ese tipo de referencias a la vida sexual de los personajes públicos y estalló la polémica.

Los partidarios de denunciar abiertamente la homosexualidad de estos ministros alegan que el dato es de gran interés colectivo. «En un mundo en el que se exige a los masones que salgan a la luz, para que la opinión pública vea que nadie hace favores impropios, es de rigor que el mismo criterio se aplique a los homosexuales», ha escrito Lord Tebbit, expresidente del Partido Conservador, paladín de la cruzada contra el clan rosa.

¿Es Lord Tebbit tan borrico que no ve la abismal diferencia que hay entre una opción sexual personal y la afiliación a una organización de socorros mutuos? Según esa lógica, también debería reclamar a los heterosexuales que avisaran de su condición. ¿O es que acaso cree que no existe el peligro de que un heterosexual dispense favores en función de expectativas eróticas?

Me irrita la idea que alguna gente tiene de la homosexualidad (y, por extensión, de la sexualidad). «Ten cuidado con Fulano, que le gustan los hombres», te sueltan. ¿Ah, sí? ¿No será más bien que le gustan algunos hombres? A mí, lo que es, no me gustan las mujeres. Todas, no: algunas me horrorizan, y otras muchas, ni fu ni fa. En todo caso, jamás he oído a nadie prevenir a una mujer diciéndole: «Andate con ojo con ése, que es heterosexual». Ni que denunciara el peligrosísimo predominio de los heterosexuales en este o aquel Gobierno.

La moral victoriana, hipócrita hasta el tuétano, continúa muy arraigada en la sociedad británica. Lo que en realidad desagrada a los portaestandartes de esta cruzada cutre no es que haya ministros homosexuales, sino que cada vez se tomen menos trabajo en actuar como si no lo fueran.

A este paso, cualquier día les sale un Calvo Sotelo con bombín remozando la consigna: «¡Más vale una Gran Bretaña roja... que una Gran Bretaña rosa!».

Javier Ortiz. El Mundo (7 de noviembre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de noviembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/11/07 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: el_mundo 1998 homosexualidad preantología política reino_unido ddhh | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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