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2001/05/05 07:00:00 GMT+2

Fraga, presidente

Dice Fraga que el euskara es una lengua «prehistórica, digna de un museo».

El euskara es una lengua viva. Para que se convirtiera en lengua muerta, habría que matarla. ¿Estaría pensando en eso? No lo descartemos: recuérdese que trabajó con mucho entusiasmo para un régimen que hizo lo posible por acabar con el euskara por la vía rápida.

De todos modos, y a nada que hubiera pensado antes de hablar, hasta él podría haber comprendido que su afirmación es absurda: no se puede conservar como reliquia algo que carece de materialidad. ¿Se imaginan que están visitando un museo en Roma y que el guía les dice: «Y aquí, frente a ustedes, el latín»?

El problema que representa Fraga no es Fraga. Fraga siempre ha dicho -y hecho- cosas así de desabridas. Los muchos estudios que ha realizado a lo largo de su prolongada existencia no han logrado reducir a extremos razonables su carácter sanguíneo e intolerante, tópicamente carpetovetónico. En cuanto se rasca un poco en su superficie institucional -y a menudo sin necesidad de rascar nada-, asoma la fiera que lleva dentro.

El problema no es Fraga, ya digo. El problema es que, siendo él así -con los antecedentes, incluso luctuosos, que tiene acumulados; estando todo el mundo al cabo de la calle de lo que es capaz de decir o de hacer en cualquier momento-, haya un partido supuestamente centrado que lo mantenga como presidente de honor y lo respalde una y otra vez en sus ambiciones de poder perpetuo. En ese sentido, el problema es el PP.

Reciente está el triste sino del diputado andaluz que se permitió hacer una broma racista creyendo que hablaba en privado. Su bobada, al lado de la afirmación de Fraga -hecha perfectamente en serio, con luz y taquígrafos-, resulta una niñería. Como candidato a lehendakari, Mayor Oreja debería reclamar la inmediata dimisión de Fraga por lo que sólo puede ser interpretado como un desprecio para el conjunto del pueblo vasco. Ni la ha pedido ni la pedirá. No sólo porque tiene un respeto reverencial de hondas raíces freudianas hacia el exministro de Franco, sino también porque sabe que es representativo de una parte nada desdeñable de las bases de su propio partido. De esas bases que festejaron su primera victoria electoral al grito de «¡Pujol, enano, habla en castellano!».

Si en España no surge una fuerza que articule la extrema derecha y le proporcione una expresión parlamentaria, es porque el PP se encarga de representarla a través de tótems como Fraga.

La vieja España no es tan vieja: sigue entre nosotros. De no ser así, sería el propio Fraga el que estaría en un museo: el de los horrores.

Javier Ortiz. El Mundo (5 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de mayo de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/05/05 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: oreja preantología el_mundo ultraderecha fraga pp franquismo 2001 euskal_herria lengua españa mayor euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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