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2005/09/19 06:00:00 GMT+2

Entre el «nunca» y el «por ahora»

Zapatero trata de blindar su mayoría parlamentaria para el caso de que le fallen Izquierda Verde y ERC a la hora de votar los Presupuestos del Estado. Baraja esa posibilidad a la vista de lo complicadas que se han puesto las negociaciones para sacar adelante el proyecto de nuevo Estatut catalán. ERC ya le ha enseñado un par de veces los dientes, amenazando con hacer depender su apoyo parlamentario en Madrid de la ductilidad del propio Zapatero con respecto a los asuntos de Cataluña.

Hace unos meses, el respaldo de ERC y de la amalgama parlamentaria de Llamazares era condición imprescindible para que el Gobierno de Zapatero pudiera sacar adelante cualquier proyecto legislativo importante. Ahora cuenta con una posibilidad alternativa. Lo único que necesita para materializarla es ganarse los votos del PNV. Sumados éstos a los del Bloque -su socio de gobierno en Galicia- y a los de Coalición Canaria -siempre dispuesta a alquilar sus escaños-, obtendría los 12 votos suplementarios que precisa para la aprobación de los Presupuestos.

No faltan los que establecen un paralelismo entre esa exploración alternativa que está propiciando ahora Zapatero con Josu Jon Imaz y el pacto al que Aznar llegó en su día con Arzalluz.

Es cierto que la comparación falla en un punto: Aznar tenía ya mayoría parlamentaria suficiente cuando negoció el apoyo del PNV a su investidura. A muchos nos pareció un misterio por qué el candidato del PP aceptó avenirse entonces a las condiciones que le impusieron los nacionalistas vascos, cuando podía prescindir de ellos sin mayor problema. Alguien me dijo que Aznar daba gran importancia a no salir elegido presidente con menos votos de los que había logrado en su día Felipe González. Es una explicación extraña, pero no descartable, dadas las peculiaridades psicológicas del personaje. El hecho es que tragó carros y carretas, incluyendo un punto al que casi nadie concedió entonces mayor importancia -salvo los negociadores del PNV, claro está- pero que la cobraría, y mucha, con el tiempo: accedió a la creación de Euskaltel, la red vasca de telefonía. También desbloqueó la negociación sobre el Concierto Económico y sobre varios puntos estatutarios.

A cambio, lo único que logró es que el PNV le respaldara en la votación de la investidura misma, pero en ninguna otra posterior.

En lo que sí cabe establecer un claro paralelismo entre las negociaciones que están llevando ahora Pérez Rubalcaba y Blanco, en nombre de Zapatero, e Imaz y Urkullu, en representación del PNV, y las que llevaron hace años los de Aznar con Arzalluz y con un tal Ibarretxe, al que casi nadie conocía por entonces en Madrid (*), es en la súbita disposición que muestra el Gobierno central a aceptar reclamaciones a las que durante meses y más meses ha estado volviendo la espalda, cual si se tratara de imposibles. Hablo de la fijación del cupo, de la ampliación de la plantilla de la Ertzaintza y de la devolución al Gobierno Vasco de lo que tuvo que gastar por culpa de la contaminación del Prestige y de la incompetencia del Ejecutivo de Madrid, entre otros puntos.

No sé si las negociaciones Ferraz-PNV llegarán a algún puerto concreto o no. Me imagino con qué disposición las encaran los del PNV, educados en la escuela del «más vale pájaro en mano que ciento volando». Si por darle su puñado de votos parlamentarios a Zapatero en Madrid en una votación concreta logran no sólo lo anteriormente mencionado, sino también que el PSE-PSOE respalde los Presupuestos del Gobierno Vasco -lo que partiría uno de los ejes de la línea política que los socialistas vascos han seguido en los últimos años-, no me cabe la menor duda que se lo darán, y se quedarán tan anchos.

De momento, lo que ha quedado claro una vez más es que los Gobiernos de Madrid -en lo que no tienen nada de excepción- se cierran en banda o conceden con plena generosidad según lo que precisan en cada situación para salir adelante. Su espíritu de principios lo resumió muy bien aquel perpetuo conspirador tramposo que fue durante toda su vida Francisco Fernández Ordóñez cuando dijo: «En política, "nunca" quiere decir "por ahora"».

 

(*) El propio Arzalluz tampoco conocía demasiado al discreto vicepresidente para asuntos económicos del Gobierno de Ardanza. Recabó su colaboración para aquel duro tira y afloja porque le habían dicho que se manejaba en los asuntos económicos como pez en el agua y que se conocía los vericuetos presupuestarios, incluidos los del Estado, como muy pocos. Tenía fama también de ser un negociador tenaz, por no decir implacable. Lo demostró sobradamente en aquella ocasión. Los propios negociadores del PP admitieron que en varios puntos de aquel pulso les había vencido por puro agotamiento.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de septiembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de septiembre de 2009.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/09/19 06:00:00 GMT+2
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