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2003/12/24 07:00:00 GMT+1

El voto del miedo

Es significativa la frecuencia con la que los premiados en la lotería de Navidad reconocen que van a dedicar el dinero «a pagar cosas que se deben» y «a tapar agujeros», como declararon anteayer, con esas mismas palabras, varios de los entrevistados copa de cava en mano (todos ellos premiados con cantidades menores, porque los más agraciados nunca aparecen en público: se vuelven discretísimos en cosa de minutos).

No hacían falta esas declaraciones, de todos modos, para constatar que el común de los españoles está entrampado. Casi siempre es la consabida hipoteca del piso la que pende sobre su cabeza de mes en mes. Pero con frecuencia no se conforma con el préstamo hipotecario y añade a eso el plazo del coche, o el del mobiliario, o el de los electrodomésticos... O varios a la vez. Y el de la tarjeta de crédito, por supuesto.

La mayoría llama suyo lo que sabe bien que es sólo relativamente suyo, porque su propiedad real sigue siendo cosa del Banco Tal o de la Caja de Ahorros Cual que, como deje de recibir los plazos acordados -así sean los últimos-, puede reclamar la posesión de los bienes adquiridos con el dinero que prestó o, si hace al caso, llevar al deudor ante la justicia.

Hay una diferencia clave entre quien no tiene para vivir y quien tiene para vivir comparativamente bien, pero a crédito. Quien no gana para cubrir sus gastos más elementales pese a romperse el espinazo trabajando no es imposible que acabe soñando con un cambio sustancial de las condiciones sociales y que haga lo que esté en su mano para provocarlo. En cambio, quien consigue sacar adelante a los suyos entrampándose hasta las cejas vive con el pánico de que alguien o algo mueva las frágiles piezas de su precario apaño. Se vuelve conservador, particularmente a la hora del voto, aunque con frecuencia reconozca que el régimen político, económico y social que él contribuye a mantener se basa en la usura y la injusticia.

En España hay mucho conservador funcional: gente que es crítica a la hora de la charla de amigos o del sondeo de opinión, pero rematadamente reaccionaria a la hora de las urnas.

En tiempos, allá por la vecindad de la Transición, se hablaba del «voto del miedo» con referencia al Ejército: había que tener cuidado con lo que se votaba, no fueran a enfadarse los militares y dieran un (otro) golpe de Estado sangriento. Si Felipe González ganó las elecciones de 1982 fue también -estoy persuadido- porque mucha gente pensó que el PSOE podía aportar más estabilidad política y social que la UCD, por entonces en proceso de avanzada descomposición. Por paradójico que parezca, el voto socialista fue también, en parte, un voto conservador.

Y en ésas seguimos. El voto del miedo continúa funcionando. Sólo que ya no es el temor a los militares. Ahora es el voto del miedo... al Banco.

Javier Ortiz. El Mundo (24 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/24 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: psoe 2003 españa felipismo lotería miedo ucd suerte conservadores el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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