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2003/01/02 07:00:00 GMT+1

El voluntariado

Me llevo muy mal con los voluntariados institucionalizados. Estoy a favor de arrimar el hombro cuando sobreviene una desgracia súbita y se hace imperioso intervenir sin demora. Pero me toca las narices que haya gente que haga gratis et amore tareas que corresponden al Estado.

No creo que mi actitud sea nada rara. La explicaré con un ejemplo ilustrativo. Imaginemos que se declara un incendio gigantesco y que, para afrontarlo, no basta con todos los bomberos de la zona. ¿Es buena idea que los vecinos acudamos a echar una mano? ¡Por supuesto! Pero pongamos que llegamos al lugar del fuego y nos encontramos con que las autoridades apenas han mandado bomberos, porque dicen... ¡que ya hemos ido nosotros!

Cámbiese fuego por fuel y se verá que eso es exactamente lo que ha sucedido con el Prestige.

El Estado empezó felicitando a los voluntarios por dedicarse a hacer lo que sus servidores a sueldo no hacían. Luego, cuando empezaron a caerle broncas por su inactividad, aseguró que enviaría soldados... «para cubrir las insuficiencias del voluntariado». Fue entonces cuando descubrimos las posibilidades que presenta lo que cabría llamar «el Estado subsidiario». «¡Vecinos: detened vosotros mismos a los delincuentes! ¡Pero, si no os bastáis, tranquilos, que os mandamos a la Policía!». O bien: «¿Os parece que las calles están sucias? ¡Fregadlas por turnos! ¡Los poderes públicos os cederán las fregonas y los cubos!».

Y así. No me extraña que se planteen como objetivo el déficit cero. Actuando así, podrían aspirar tranquilamente a tener superávit. Estaba yo en éstas, alimentando sentimientos encontrados con respecto a los voluntarios -en parte enternecido por su esfuerzo, en parte cabreado por la cantidad de castañas que estaban sacando del fuego al PP- cuando, de pronto, empecé a recoger testimonios que daban cuenta de un fenómeno nuevo: el profuso ir y venir de voluntarios estaba dando vida a una intensísima labor de contrapropaganda anti-PP. A lo que parece, un 90% de los jóvenes que acuden a trabajar a las costas alquitranadas vuelven a sus lugares de origen explicando urbi et orbi que los poderes la están cagando a base de bien. Leo ahora que la Xunta de Fraga ha decidido no admitir más voluntarios hasta febrero.

Hay dos explicaciones a tan sorprendente resolución. Una, la oficial, pretende que han decidido cortar el flujo de voluntarios porque no están en condiciones de asegurarles la infraestructura necesaria: cobijo, comida, etcétera. Sorprendente. ¿No tienen las Fuerzas Armadas españolas tiendas de campaña, barracones y todo cuanto se necesita para improvisar campamentos en cualquier parte?

Segunda versión: la Fragaxunta, empezando por don Manuel, está hasta salva sea la parte de los voluntarios que, amén de retirar chapapote como fieras, se asoman a los medios de comunicación echando pestes y luego aparecen en los lugares más singulares señalando con el dedito a los camaradas del PP local y poniendo de vuelta y media a sus divinos jefes.

Me creo más esta versión. Y me alegra.

Javier Ortiz. El Mundo (2 de enero de 2003). Basado en el apunte Las dos caras del voluntariado  publicado el 31 de diciembre de 2002 en Diario de un resentido social. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/01/02 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: el_mundo aznarismo fraga economía 2003 voluntariado galicia prestige estado | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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