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2000/12/30 07:00:00 GMT+1

El viento de siempre

Viernes 29. Es aún de noche. El viento sopla fortísimo. A unos 100 kilómetros por hora, parece.

Mi casa, situada en una colina, está totalmente desprotegida. Sólo un puñado de pinos la flanquean.

El viento se ceba con ella.

He bajado las persianas, por miedo a que revienten los vidrios de las ventanas.

Escucho el viento. Actúa por rachas. De repente, se calma. Zumba el silencio. Y, súbitamente, vuelve a arrancar, terrible, estremecedor, y todo tiembla.

Trato de establecer la cadencia, en un intento de que la Razón recupere terreno frente a la Naturaleza desatada. Pero el miedo me vence.

Sé tan poco sobre la Naturaleza. Nunca he vivido con ella. No la entiendo. ¿Por qué el ventarrón sigue esas rachas? ¿Y por qué es mucho más fuerte por la noche que por el día? Me da miedo.

Ahora la fuerza con la que golpea es impresionante. No quiero ni pensar en lo que estará sucediendo fuera. Imagino que habrá destrozos. Tiestos, tejas.

No me atrevo a salir. Lo mismo se me viene algo encima.

Ha parpadeado la lámpara. No sé si volverá a irse la corriente, como ayer, y tendré que continuar escribiendo a la luz de una vela, junto al fuego de la chimenea. Espero que no.

He puesto algo de música, supongo que para aferrarme a la civilización.

Se ha producido un apagón. Y luego otro. Y otro más. Éste ya mucho más largo.

Escribo ahora alumbrado por la llama de una frágil vela.

Dan las seis de la mañana.

Enciendo un transistor para escuchar las noticias. Si siempre me resultan extrañas las declaraciones políticas, en esta situación no consigo ni siquiera entender lo que pretenden.

Parece que ahora viene otro momento de calma del viento.

Oigo que hay un lío con el Parlamento vasco y las asociaciones de víctimas del terrorismo.

Me niego a decidir qué pienso de eso, si es que pienso algo. Quizá consiga reflexionar algo sobre ello cuando vuelva a tener electricidad.

O cuando amanezca.

O cuando se calme definitivamente el viento.

Hubiera querido escribir para esta ocasión algo sobre el fin del siglo, o sobre el milenio. No creo que vaya a vivir muchos. Es un acontecimiento en el que he pensado desde muy niño. Siempre creí que aprovecharía el momento para escribir algo solemne. No sé, o tal vez irónico.

Nunca pensé que me llegaría al umbral del 2000 asustado por el viento.

No por el del siglo I. No por el del XIX. No por el del XX. No por el del XXI.

Por el viento de siempre.

Javier Ortiz. El Mundo (30 de diciembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de diciembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/12/30 07:00:00 GMT+1
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