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1997/06/11 07:00:00 GMT+2

El tren de Europa

Un defensor del Tratado de Maastricht, presuntamente muy enterado, comparó hace tres o cuatro años el proceso de construcción de la Unión Europea con un recorrido en bicicleta: «Si paras de pedalear, te caes», sentenció. Me pareció una comparación bastante boba. Todo el mundo sabe que, si uno va en bici y para de pedalear, le basta con apoyar un pie en el suelo para no caerse. De lo contrario, la bicicleta tendría mucho más escasa aceptación como medio de transporte.

Otro, también supuestamente muy técnico, dijo que era «como un tren imparable». No me resultó tampoco muy brillante el símil. Daba una imagen tétrica del Tratado de la Unión Europea. «A mí, lo que es», me dije entonces, «no me apetecería lo más mínimo viajar en un tren incapaz de detenerse. Qué miedo».

En un principio atribuí este tipo de imágenes, ciertamente extravagantes, a la tendencia que tienen los neoliberales a presentar sus planteamientos no como la elección particular que hacen entre las diversas opciones que presenta la realidad, sino como el fruto de deducciones rigurosamente técnicas y, por ende, irrefutables. En efecto, los neoliberales poseen el irritante defecto de considerar que ellos carecen de ideología; que ideología es lo de los demás. Lo suyo, en cambio, pura Ciencia.

Eso, ya digo, es lo que pensé inicialmente. Pero la realidad me está demostrando que el símil entre la construcción europea y el tren imparable no es, desdichadamente, tan peregrino.

Lo estamos comprobando ahora mismo. Ha bastado con que el nuevo Gobierno francés proponga reflexionar sobre la posibilidad de introducir ligeros matices en los planes de la Unión Monetaria, de cara a darle un mayor contenido social, para que se organice la gran escandalera. Los mandamases de la RFA lo han dicho claramente: no hay nada que reflexionar; la moneda única tiene que llegar como y cuando quedó escrito en las nuevas Tablas de la Ley de Maastricht, y la política de cada Estado ha de subordinarse a ese acuerdo. No se cortan un pelo: según ellos, o el tren de Europa circula conforme a los planes trazados, o descarrila.

Pues qué mal. Si es así, habrá que concluir que quienes elaboraron esos planes son unos perfectos inconscientes.

Fabricaron un corsé que impide que los pueblos de Europa sean libres de fijar su propia jerarquía de valores económicos. Y eso atenta directamente contra el fundamento mismo de la democracia.

No discutiré si lo que ha votado el pueblo francés es bueno o malo: llamo la atención, simplemente, sobre el hecho de que los acuerdos de la UE le niegan la posibilidad de ponerlo en práctica, si no quiere mandar todo el invento al guano.

Han liquidado las soberanías nacionales sin abrir paso a una soberanía continental y nos han embarcado a todos en un tren que carece de frenos.

Y todavía quieren que aplaudamos.

Javier Ortiz. El Mundo (11 de junio de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de junio de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiqiuno.1997/06/11 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: europa el_mundo 1997 | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Muy acertada la elección del artículo justo después de la pantomima del domingo en Grecia. La uniformidad de los titulares de los periódicos de ayer (sin ir más lejos el ABC, El País y El Correo titulaban con exactamente las mismas palabras) no hace más que corroborarlo.

Escrito por: Quique.2012/06/19 10:37:43.292000 GMT+2

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