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1991/11/08 07:00:00 GMT+1

El sanmartín de Guerra

Pasaba por ser calculador frío y maquiavélico. Ha demostrado que no lo es. Que no lo es, por lo menos, a la necesaria altura. Le falta la frialdad necesaria y le sobra visceralidad, impaciencia, soberbia y, sobre todo, urgencia de venganza. Una urgencia que -todavía peor- ni siquiera acierta a disimular.

«Tendrán su sanmartín», vaticinó apenas hace un mes, maldiciendo a sus demasiados enemigos. Podía haberse limitado a pensarlo, a rumiarlo, a desearlo en silencio. ¿A qué la amenaza? Pero no: él cedió a la tentación de largar. Ahora sus enemigos gozan comprobando cómo, precisamente en las fechas del profetizado San Martín, a la hora del sacrificio de los cerdos, es él quien se encuentra en francas dificultades, con un amenazante cuchillo en el gaznate ferrazino.

«A todos los cerdos les llega su sanmartín». Creyó Guerra que se mostraba enérgico recurriendo al viejo dicho, pero evidenciaba tan sólo sus peores debilidades. De hecho, éste es uno de los aforismos menos lúcidos que haya destilado la sabiduría popular. La Historia, esa vieja y cruel harpía, no tiene por costumbre hacer justicia: por el contrario, se ha especializado en privilegiar a los cerdos -él debería saberlo- y en dañar a los honestos. Sólo en muy contadas ocasiones abandona a los déspotas. E incluso en estos casos -breves relámpagos de virtud en la larga noche de los siglos, no los castiga por haber sido canallas, sino por haberlo sido torpemente.

Un político que se pretenda hábil e inteligente no puede dejarse cegar por una sed de venganza personal: el objetivo es demasiado pequeño. Alfonso Guerra lo está haciendo. Y lo está haciendo, además, muy mal, porque se le nota. Su obsesión monográfica le empuja a amontonar demasiados enemigos, a combatir simultáneamente en demasiados frentes, a apuntar demasiado pronto demasiado alto. Va de torpeza en torpeza. Ya no envía, como antaño, dardos envenenados; reparte coces alocadas a diestro y siniestro.

Con lo cual la discusión se nos desplaza bastante, aunque sin salirse del reino animal: lo que hace un mes era una discusión sobre cerdos, ahora es ya tan sólo un asunto de burros. Esté tranquilo Guerra: los asnos suelen morirse de viejos.

Javier Ortiz. El Mundo (8 de noviembre de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de noviembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1991/11/08 07:00:00 GMT+1
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