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1996/07/03 07:00:00 GMT+2

El hecho diferencial

El president Pujol reclama una «nueva lectura» de la Constitución que permita el reconocimiento pleno del «hecho diferencial de Cataluña».

Se trata de una proposición que está llena de sobreentendidos. Y ésa es la primera dificultad. Porque algunos de esos sobreentendidos yo, por lo menos, no soy capaz de sobreentenderlos, sencillamente porque no los entiendo.

Para empezar, no está nada claro a qué se refiere Pujol cuando habla de «el hecho diferencial». No puede ser que aluda a que el pueblo de Cataluña es diferente (sería una obviedad: todo pueblo lo es). Si reclama para Cataluña un estatus político diferenciado, exclusivo, sólo puede deberse a que da por hecho que el pueblo catalán no sólo es diferente, sino que es más diferente que los demás.

Y eso es mucho pretender.

En dos sentidos.

Primero, porque, dentro de ese bloque que él hace con «los demás», hay pueblos que, amén de contar con una personalidad propia tan diferenciada como la catalana, tienen una conciencia de ella por lo menos igual de fuerte: es el caso, bien llamativo, del pueblo vasco.

Y segundo -y éste es un punto clave-, porque Cataluña no se diferencia tanto de «los demás». De todos los demás, quiero decir. El pueblo catalán comparte algunos de sus signos nacionales más distintivos -la lengua, en primer lugar- con el pueblo valenciano y con el pueblo de las Baleares. Y una cosa es que Jordi Pujol haya renunciado a la reunificación política de todos los países en los que la lengua de Ausías March sigue viva («de Salses a Guardamar», que se decía), y otra, muy diferente, que pretenda privar a sus germans de llengua de los beneficios del «reconocimiento pleno del hecho diferencial».

Lo que nos remite al meollo de la cuestión, y al punto en que la reivindicación del president Pujol me parece no solamente injusta, sino también absurda. Me refiero a su empeño en que Cataluña alcance cotas de autogobierno no sólo muy altas -contra lo que no tengo nada-, sino más altas que las del resto de las comunidades autónomas. Su afán en lograr que el Reino de España se componga, en último término, de dos únicos elementos: Cataluña, de un lado, y la resta del Estat, del otro.

Se trata de una concepción que, como digo, me parece injusta: no veo en qué podría perjudicar al pueblo catalán que otros pueblos tengan posibilidades de autonomía -posibilidades, insisto: que las usen o no es otro asunto- tan amplias como las suyas.

Y es una concepción también absurda -añado- porque no tiene la menor posibilidad de éxito: ni el pueblo vasco, ni el gallego, ni el valenciano, ni el canario, ni el andaluz... ninguno aceptaría que lo metieran forzadamente en una amalgama autonómica de segunda división caracterizada por el hecho fundacional... de no ser Cataluña.

No sé si por otra vía iremos a algún lado. Pero por ésa está claro que no iríamos a ninguno.

Javier Ortiz. El Mundo (3 de julio de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de julio de  2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1996/07/03 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo cataluña 1996 pujol aznarismo preantología pujolismo aznar españa | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Gran elección de artículo.

Escrito por: Quique.2012/07/26 09:43:20.029000 GMT+2

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