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2000/02/26 07:00:00 GMT+1

El frente único contra ETA

Una de las razones que me incitan a maldecir con la mayor rotundidad el terrorismo de ETA es que, al enfrentarme a él, me encuentro, quiera que no, con compañías odiosas e indeseables.

La existencia del terrorismo genera una gran división social: de un lado se sitúan aquellos que lo practican, lo apoyan o lo justifican; del otro, quienes lo rechazan. Por unas u otras razones; tanto da.

Ahí reside el problema: en ese «tanto da».

A nadie le cabe duda de que el general Rodríguez Galindo está en contra de ETA. Lo mismo que Rafael Vera, José Barrionuevo y Felipe González. Y que Bayo y Dorado. Y que Roldán. Y que Rodríguez Menéndez. Todos ellos son radicalmente anti-etarras: vaya que sí.

Ahora Rosa Díez aparece como adalid del campo anti-terrorista, festejada por todos los medios. Pero yo no olvido que es la misma Rosa Díez que dijo sin inmutarse hace unos años: «Algunos autos de la Audiencia Nacional matan más que las bombas de ETA». Curiosa jerarquía, la suya.

¿Estará toda esa gente en mi bando? ¿Estaré tal vez yo en el suyo? Hago lo posible por evitarlo. Respeto cualquier decisión que tomen los demás, pero, en lo que a mí respecta, jamás he acudido ni acudiré a ninguna manifestación en la que pueda toparme con la desagradable sorpresa de que a mi lado camina uno de los culpables del sádico asesinato de Lasa y Zabala, o del de García Goena, o del secuestro de Segundo Marey.

Suele decirse que la política hace extraños compañeros de cama. No me vale ni como excusa: uno se acuesta con quien le da la gana; y, si no queda otra cama, duerme en el suelo. O vela.

Las opciones morales han de primar sobre las políticas.

Pero la contradicción surge en el momento en que dos opciones morales del mismo signo chocan entre sí y se anulan mutuamente. Porque tan imperativo ético es el que nos mueve a oponernos al terrorismo de ETA como el que nos obliga a rechazar el terrorismo de Estado.

¿Lleva esa consideración a adoptar una posición «ambigua» o a pretender situarse en «tierra de nadie», como algunos pretenden? No lo sé. Sé, eso sí, que nunca me ha echado para atrás tener que mojarme, siempre que fuera en aguas pasablemente limpias.

También sé que, si el llamado Estado de Derecho hubiera dado prueba de la coherencia y el coraje de los que tanto presume y hubiera condenado al ostracismo político y expulsado de la vida pública a todos cuantos tuvieron -o tienen aún- relación con los GAL, ahora este problema no se plantearía.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de febrero de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de febrero de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/02/26 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: españa 2000 eta euskal_herria euskadi el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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