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1995/08/19 07:00:00 GMT+2

El espectáculo del fútbol

Anda la intelectualidad muy soliviantada por la asamblea ésa del fútbol en la que unos tipos de aspecto la mar de raro optaron por la Liga de los dos patitos mientras una nutrida masa de aficionados -o varias, no sé bien- vociferaba fuera.

-¡Menudo espectáculo! ¡No tenemos remedio! -me soltó ayer mi buen amigo Gervasio Guzmán, indignado de primera.

Supuse que habría tenido arte y parte en el evento.

-¿No tenéis remedio? Vaya, pues qué pena. Lo siento.

-¡No, hombre, no! Digo todos nosotros, como pueblo. No tenemos remedio. Aquí ocurre de todo: que si los GAL, que si Intxaurrondo, que si la sequía, que si la pesca...

Le corto en seco antes de que me enumere todas las desgracias del país desde Juan Guerra hasta nuestros días, cual columnista de pocas ideas o comentarista de a tanto el folio.

-...Quiero decir que suceden cosas gravísimas y no se moviliza nadie, y luego, por esta tontería del fútbol...

Gervasio es un chico excelente, pero lo suyo no es la originalidad: ese argumento de la movilización lo he oído en los últimos días algo así como medio millón de veces.

Por mi parte, y para no perder la costumbre, estoy en contra.

Por dos buenas razones.

En primer lugar, lo de la movilización no puede plantearse en abstracto. La experiencia muestra que hay movilizaciones que son inútiles, pero otras no. No vale para nada reunir a medio millón contra el ingreso en la OTAN, ni peregrinar a Madrid en columna compacta desde León o desde Linares, ni levantar barricadas para protestar por la reconversión naval. Esos son esfuerzos inútiles y la gente, que es muy intuitiva, lo sabe. Una manifestación multitudinaria pidiendo la dimisión de González no merecería ni un mohín oficial. En cambio, unos cuantos miles de forofos bajo el sol representan una fuerza social apabullante, ante la que la autoridad no puede sino ceder, para evitar males mayores.

Lo que Gervasio y tantos otros toman como vergüenza no es, en rigor, sino puro pragmatismo: el personal se manifiesta cuando ve que su pretensión es alcanzable. Por ejemplo, cuando aspira a una Liga de veintidós. Movilizarse para que el felipismo no haga pifias le parece, en cambio, una pretensión sin sentido, propia de utópicos.

Yo entiendo que haya gente que se lance airada a la calle por un quítame allá esa división de fútbol. Parto de que España es un país «de pan y toros», según escribió una mano anónima -dijeron que Jovellanos- ya cuando Godoy.

Siendo así -y así es-, no me parece que tenga nada de extraño que el personal monte en cólera cuando, tras comprobar que el pan está por las nubes, ve que quieren condenarlo además a distraerse con circos de segunda. Y es que lo alienado no quita lo exquisito.

Javier Ortiz. El Mundo (19 de agosto de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de agosto de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1995/08/19 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: gervasio_guzmán 1995 el_mundo fútbol | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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