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2004/07/29 06:00:00 GMT+2

Desfachatez

Los ex ministros Acebes y Zaplana hicieron ayer ante la Comisión parlamentaria del 11-M una exhibición de desfachatez realmente portentosa.

Algunos comentaristas muestran hoy en los periódicos su asombro por la granítica solidez del edificio de patrañas levantado por este par de legionarios de Aznar. Hasta los hay que presentan su desfachatez como prueba de que se ajustaban a la verdad. Les pasa a estos adalides del PP lo mismo que al par de ex ministros en cuestión (y que a muchos otros mentirosos): acaban por creerse sus propias mentiras. A mí no me sorprendió el monolitismo de sus respuestas. Llevan ya muchos meses representando el mismo papel. Es lógico que dominen el libreto.

Mintieron una y otra vez. En innumerables extremos. Mintieron tanto que llegaron a crear una insólita dificultad técnica: no había tiempo material para tomar nota de todas sus mentiras. Recuerdo una sola parrafada de Ángel Acebes que me dio para rellenar medio folio de brevísimas notas con el mero enunciado de las falsedades que estaba acumulando sobre la marcha. En algunos momentos parecieron dedicarse al prototípico ejercicio circense del «más difícil todavía». Así, cuando llegaron a poner en duda que el atentado tuviera una relación directa con la participación del Ejército español en la guerra de Irak. O cuando insistieron en que sigue siendo una incógnita «la autoría intelectual» del atentado, insinuando la posibilidad de que el comando que puso las bombas fuera algo así como una subcontrata de ETA.

Ellos no me decepcionaron. Sí bastantes de los diputados miembros de la Comisión. Los hubo que demostraron padecer dificultades de expresión oral próximas a lo patológico. Otros (o los mismos, a veces) dieron la irritante sensación de que ni siquiera se sabían bien la asignatura. Por momentos, el papel de los diputados fue directamente patético.

Cada cual tiene sus debilidades, y la mía es Eduardo Zaplana. El ex presidente cartagenero de la Comunidad Valenciana, que se estrenó en el cargo prometiendo que iba a aprender en el más breve plazo la lengua de Ausías March -porque eligieron a un presidente que ignoraba una de las dos lenguas oficiales del país- y que se fue para Madrid al cabo de los años sin siquiera farfullarla, estuvo a la elevada altura del listón que él mismo colocó en su intervención televisiva de la noche del 12-M, cuando aseguró, con toda la jeró, que no ha mentido en su vida. Es ese mismo Zaplana al que le grabaron una conversación telefónica dentro del sumario del caso Naseiro, en la que se le oía confesar a su interlocutor que él se dedica a la política para hacer dinero. El mismísimo Zaplana que hace dos semanas acudió a Valencia a proclamar que él respalda totalmente a Francisco Camps, su sucesor en el cargo, y que acaba de saberse que participó a las pocas horas en la cena en la que un nutrido grupo de parlamentarios del PP decidieron boicotear a Camps en las Cortes valencianas por el bonito procedimiento de no acudir a un pleno de gran importancia y dejarlo en minoría.

No me defraudó ayer. Estuvo a la altura de su biografía.

Como Acebes, el del comando Dixán, asunto sobre el que también volvió ayer sin inmutarse.

La que más desentonó fue Ana Palacio. Mintió también mucho, pero mal. Se le notaba que mentía. Y lo menos que se le puede pedir a un mentiroso profesional es que parezca sincero.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de julio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/07/29 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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