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2005/08/08 06:00:00 GMT+2

Democrático Benidorm

Tengo oído que el sociólogo Mario Gaviria, profesor de la Universidad Pública de Navarra, fue el ideólogo del proyecto turístico que hoy es realidad en Benidorm. El plan se puso en marcha en la época en que Eduardo Zaplana (*Pedro Zaragoza) ejercía de alcalde de la ciudad.

Gaviria lo explica así: «Benidorm se ha adelantado a su tiempo, es la concreción urbanístico-arquitectónica del derecho a las vacaciones pagadas y a la pensión de jubilación, logros del Estado del bienestar en Europa. Benidorm es el símbolo de la Europa rica, de la democratización del turismo de la sociedad de masas, y como tal hay que entenderlo. Los nostálgicos de un Mediterráneo tercermundista, con pequeños pueblecitos de pescadores serviciales y serviles, los amantes de las playas solitarias y/o privatizadas tampoco caben en Benidorm».

No hay nada como ridiculizar al oponente y atribuirle lo que no dice para refutarlo con más comodidad.

Quienes ponemos en cuestión el modelo turístico de Benidorm no deseamos que existan pueblecitos pesqueros habitados por gentes «serviciales y serviles». De hecho, que yo sepa, la gente servil no es patrimonio exclusivo de los pueblecitos pesqueros. Tampoco pretendemos -¿por qué habríamos de hacerlo?- la privatización de las playas, cosa por otro lado venturosamente imposible, según la legislación española. Con argumentaciones de esa categoría se hace imposible establecer una polémica sensata.

El pasado sábado nos acercamos a La Cala, zona costera que, aunque forma parte del municipio de Finestrat, está de hecho integrada en el complejo turístico de Benidorm. Fuimos a la búsqueda de un restaurante de playa, ponderado en alguna publicación especializada, que luego resultó muy caro y bastante malo. También llevábamos la idea de darnos un baño previo a la comida, pero renunciamos, a la vista del panorama.

Hacía tiempo que no me acercaba a Benidorm en verano. Eso hizo que el efecto me resultara más anonadante: los espantosos rascacielos de apartamentos y más apartamentos sin ninguna pretensión de armonía arquitectónica, las tiendas anodinas, iguales a las tiendas de los destinos playeros de medio mundo, las playas atestadas, la orilla del mar lo mismo, el griterío mareante... ¿Ésa es «la concreción urbanístico-arquitectónica del derecho a las vacaciones pagadas»?

Se parte de una idea de las vacaciones según la cual la playa, el sol de justicia y la aglomeración son ingredientes obligatorios. No tendría por qué ser así. Comprendo que los padres con criaturas prefieran las playas -tienen a los churumbeles entretenidos sin demasiado riesgo-, pero hay mucho turismo adulto al que cabría ofrecer otros objetivos no menos estupendos e igual de baratos. Eso sin contar con que todavía quedan playas mediterráneas en las que, incluso en temporada alta, cabe disponer de una porción razonable de arena en la que tumbarse y de un mar en el que dar cuatro brazadas sin chocar con nadie. Yo estoy en el monte, pero a apenas 20 minutos de mi casa, carretera abajo, hay una playa larguísima, inacabable, en la que es posible tomar el sol y bañarse muy tranquilamente.

Benidorm no sólo es un lugar problemático para el descanso (apuesto a que la mayoría vuelve a su casa más agotada que cuando la dejó, aunque allá ella, si ése es su deseo). También aporta graves inconvenientes infraestructurales y de servicios para los habitantes de toda la comarca. Los casi cinco millones de turistas que pasan por Benidorm a lo largo del año gastan un cantidad enorme de agua, que sólo se consigue importándola y detrayéndola de otras necesidades, incluida la agricultura; producen una basura difícil de recoger y dificilísima de eliminar; utilizan masivamente los servicios de una Sanidad Pública que pagamos entre todos... Podría seguir con la lista de los inconvenientes de un modelo turístico que hace las delicias de los tour operators... y de los especuladores inmobiliarios.

Y ya que hablo de especuladores. Se acaba de anunciar que los terrenos que fueron expropiados en su día para que sirvieran de zona de expansión a Terra Mítica van a ser recalificados, a la vista de que no habrá expansión del parque de atracciones de Zaplana, que ha supuesto un tremendo fiasco, y serán utilizados para edificar más hoteles y más edificios de apartamentos. Con lo que la «concreción urbanístico-arquitectónica del derecho a las vacaciones pagadas» y la «democratización del turismo de la sociedad de masas» encontrarán una aún más elevada expresión.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de agosto de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de julio de 2017.

* Nota del 9 de agosto de 2005.- ¿En qué estaría yo pensando? Quien estaba al frente de la alcaldía de Benidorm cuando el megaproyecto turístico se puso en marcha -y quien aplicó con total entusiasmo las teorías de Mario Gaviria- fue Pedro Zaragoza, y no Zaplana, como escribí ayer. El murciano llegó bastante después, presto a meter la cuchara, según su propia confesión. Pero aquello había tomado carrerilla en los inicios del boom turístico mediterráneo, a finales de los 50.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/08/08 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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