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2003/06/04 06:00:00 GMT+2

Dejar de fumar

Hace un año que dejé de fumar. Por lo que veo, tomé la decisión coincidiendo con el Día Internacional de la cosa. Supongo que no me di cuenta porque, en caso contrario, no lo habría hecho: odio los Días Internacionales Pro-Esto o Contra-Lo-Otro.

Me cuentan que somos muy pocos los que logramos prescindir del fumeque sin respaldo médico. Y menos todavía los que lo hacemos al primer intento. Y todavía menos los que lo hacemos sin que el médico nos haya echado la bronca tras mirar la radiografía pulmonar correspondiente. No alcanzamos el uno por ciento. Se ve que es mi destino: estar en estruendosa minoría.

¿Qué balance hago de la cosa? Resumo. Me ha desaparecido la tos matinal. Me canso menos al subir escaleras y cuestas. Puedo subir mejor algunas notas cuando canto.

Nada demasiado espectacular.

He experimentado algún otro cambio que no me atrevo a valorar. Por ejemplo: mi sentido del olfato ha mejorado mucho, pero eso no está nada claro que me beneficie, dado que la mayoría de los olores disponibles en la realidad son bastante desagradables.

Lo que creo que no he hecho es actuar como converso. Ya se sabe que los neófitos de toda suerte tienden a ser los peores fanáticos, los más intransigentes. Me he puesto en guardia contra ello. Trato de no dar la vara a quienes fuman. Ni siquiera he presionado a mis próximos para que dejen de fumar (de hecho, lo hacen casi todos). Ahora: es verdad que el humo molesta. Y no sólo en los recintos cerrados. Admito que a veces tuerzo el gesto incluso cuando siento que están fumando en mis cercanías en la calle.

Pero -y a eso es a lo que voy- sigo pensando, igual que hace un año e igual que hace dos, que la creciente pureza que exhiben los poderes públicos en relación al tabaco es una coña marinera. El dióxido de carbono emitido por los motores que funcionan con hidrocarburos son mucho más nocivos para el equilibrio medioambiental y la salud ciudadana que el humo del tabaco, y los gobiernos no hacen nada serio contra eso. Vayamos al fondo de las cosas: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son infinitamente más nocivos para la salud que el tabaco. El capitalismo mata más que el tabaco, que el alcohol, que la heroína...

No fumo, hago ramadanes cada dos por tres, no me drogo... pero tampoco me dejo tomar el pelo.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (4 de junio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/06/04 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2003 tabaco jor diario | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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