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2006/10/23 07:00:00 GMT+2

Daños colaterales de Putin

La tentación era demasiado fuerte y Vladímir Vladimírovich no se privó de caer en ella –o sobre ella, tal vez conviniera decir– con la rudeza propia de un entusiasta de todas las violencias, incluida la machista. «No tenéis autoridad moral para impartirme lecciones de nada», vino a decir Putin con gesto desafiante a los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea reunidos con él en Lahti, en la Finlandia exrusa.

La técnica defensiva basada en el ataque es tan vieja como la historia de las peleas humanas. Tan vieja como impresentable. La UE echa en cara a Putin (con mucha delicadeza, como para que no se diga) la deplorable situación de los derechos humanos en Rusia, la brutalidad de los métodos en los que el Kremlin asienta su dominio –no sólo en Chechenia, pero también, y muy llamativamente, en Chechenia– y el carácter corrupto del capitalismo que sus antecesores y él han creado ex nihilo con el reparto compinchado del botín de la propiedad estatal soviética. Y Putin responde argumentando que ningún Estado está libre de pecado.

No seré yo quien lo excluya. Pero las causas procesales hay que llevarlas una a una. Si Putin considera que quienes hoy le acusan tienen también culpas pendientes, presente las correspondientes hojas de cargo y proponga que se examinen mañana mismo. Pero no hoy. No a la vez.

La lógica a la que Putin apela, no por implícita menos obvia, podría formularse así: como todos somos culpables, no hay ningún culpable. O bien: puesto que el número de crímenes cometidos por todos los estados del mundo es inabarcable, más nos vale olvidarnos de ello y hacer como si no se hubiera producido ningún crimen.

Excuso decir que la argumentación altanera y chabacana de Putin no convenció realmente a nadie. Pero todos los jefes de Estado y Gobierno europeos, que horas antes habían preferido no dar por oídas las alabanzas del presidente ruso a las habilidades violadoras de su homólogo israelí, inclinaron la cabeza consternados y se apresuraron a pedirle que no se enfadara.

Porque Putin no tendrá razón, pero, a cambio, tiene mucha energía disponible. Petróleo, gas... Es el cardenal Cisneros del siglo XXI. Abre las ventanas del auditorio Sibelius, donde se celebró el encuentro –honrado sea el compositor del Vals triste–, y señalando orgullosamente hacia el Sur, masculla a los líderes europeos con un gesto de inconfundible altanería: «¡Éstos son mis poderes!».

Y ellos murmuran: «¡Hágase su voluntad!».

Y a los derechos humanos, y a las periodistas que investigan los crímenes de guerra, y a quienes claman contra el imperio de unas relaciones económicas de tinte inequívocamente mafioso, que les den. Son daños colaterales.

La UE ha dejado constancia de que tales excesos no le convencen mucho, o por lo menos no del todo. Y con eso cree que ya ha cumplido.

Javier Ortiz. El Mundo (23 de octubre de 2006). Hay también un apunte con el mismo título: Los daños coletares de Putin. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2006/10/23 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: putin europa el_mundo capitalismo rusia 2006 chechenia ddhh | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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