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1998/01/07 07:00:00 GMT+1

Como el otro

Los humanos somos nosotros y nuestra circunstancia. Con dos excepciones: los muy pobres, que no tienen ni para circunstancia, y los políticos profesionales, que son sólo su circunstancia.

Cuando llegó al Gobierno, Aznar arrastraba el sambenito de ser persona mediocre y sin interés. Sin carisma, que decían los listos. Me barruntaba yo que el tal carisma, que a González le atribuían a espuertas, podía tener no poco que ver con el ejercicio del Poder. Y mira por dónde: aún no lleva ni dos años en La Moncloa y ya empieza a ser el que mejor sale librado en los sondeos de opinión. Sigue igual de soso -así me lo parece a mí, al menos-; pero un soso con mando supremo resulta mucho menos soso. Capone decía que cuatro ases pierden contra cuatro reyes y un revólver. El revólver es el Poder. El Poder es la circunstancia.

De entrada, Aznar ya ha conseguido lo que parece esencial para gobernar durante mucho tiempo en España: se está ganando magnis itineribus el apoyo de los jubilados, y cuenta cada vez con más adeptos en las ciudades de menos de 50.000 habitantes. Así lo ha revelado un estudio que Álvarez Cascos presentó en diciembre ante la dirección de su partido.

El PP está siguiendo en todo las huellas del PSOE. En parte por voluntad propia, en parte por la lógica misma de las cosas. Hay una porción considerable de la sociedad española que tiende espontáneamente a estar con el que está: es conservadora, en el sentido más literal de la palabra. Teme lo nuevo, lo incierto. Y siente un respeto reverencial por el Poder. Constituye lo que equivocadamente se ha venido llamando el franquismo sociológico. Fue la España que no luchó contra Franco, y hasta lo aplaudió, pero no por identificación ideológica, sino por horror al vacío. La misma España que prefirió la reforma a la ruptura. La misma que acabó sosteniendo a González: ¿cómo iba a estar mal un Gobierno al que piropeaban los grandes de la tierra, que nos metía en Europa -porque, como es sabido, hasta entonces estábamos en Oceanía- y que organizaba Juegos Olímpicos y Expos de ensueño? Ahora, esa misma España se pasa con armas y bagajes a Aznar, que nos lleva de cabeza al euro y que tiene unas macrocuentas que son la envidia del Financial Times.

González llegó al Gobierno aupado por los sectores más dinámicos de nuestra sociedad -más dinámicos no quiere decir muy dinámicos-, partidarios de un cambio sin traumas. Luego fue perdiendo su afecto. A Aznar, a su modo, le está ocurriendo lo mismo: el estudio presentado por Alvarez Cascos evidencia que el PP empieza a ser mirado con prevención por los más jóvenes y los habitantes de las grandes ciudades. Pero a Aznar, como en su día a González, ese fenómeno no le inquieta gran cosa. Porque a él no le preocupa de quién le vengan los votos, con tal de que le vengan.

Ellos son muy diferentes. Pero hay que ver cuánto les va igualando la circunstancia.

Javier Ortiz. El Mundo (7 de enero de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de enero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/01/07 07:00:00 GMT+1
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