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1996/11/13 07:00:00 GMT+1

Aznar y Cuba

La especie humana, versión fin de siglo, encierra algunos misterios que me fascinan.

Los hay de muy diverso tipo e importancia. Por ejemplo: ¿qué les pasa a los intérpretes pop italianos, que desde hace veinte años cantan todos como si sufrieran espantosos ataques de estreñimiento?

O bien: ¿por qué los futbolistas han de tener derecho a pasar en casa la Navidad y no, en cambio, los revisores de tren, las azafatas o los periodistas, dicho sea sin el menor resquemor gremial?

De todos modos, de entre todos los enigmas insondables, el más inescrutable, para mí, es el que encierra la política del Gobierno de Aznar con respecto a Cuba.

«Contra Cuba no tengo nada; contra tu régimen tengo todo», le soltó el otro día Aznar a Castro. ¿Qué clase de afirmación es ésa? ¿Por qué se creyó el presidente del Gobierno español en la obligación de hacer constar, para empezar, que no tiene nada contra Cuba? ¿Temía que hubiera alguna duda? Y, en segundo lugar, ¿qué es tener «todo» contra el castrismo? Aznar sabe -lo descubrió Mercedes de la Merced ya hace años- que ni siquiera Franco lo hizo todo mal. El régimen de Fidel Castro es una dictadura; intolerable, como todas. Pero hay dictaduras y dictaduras. La de Franco en los 70 no fue igual que la de Franco en los 40. La de Castro no es del género de las de Doc Duvalier o los Trujillo. No se defienden mejor las libertades políticas negando la realidad de los beneficios sociales conquistados.

Por lo demás, ¿a cuento de qué viene introducir una consideración ideológica dentro de una relación entre Estados? ¿Le espetará Aznar lo mismo a Hassán II en la próxima ocasión que lo vea? ¿Le tuteará, le soltará que contra Marruecos no tiene nada, pero contra su régimen «todo», y le propondrá luego un simpático intercambio de calcetines? ¿Y hará lo propio con los dirigentes chinos, que lavan con fregonas made in Spain la sangre de sus fusilamientos à gogo y se quitan con chupa-chups españoles el mal sabor de boca que les deja ese sistema tan suyo de buscar el equilibrio demográfico?

No se entiende. No se entiende por qué alguien que convierte la realpolitik en piedra angular de su política exterior -hasta el punto de tener relaciones distendidas, de Estado a Estado, con los regímenes más corruptos y sanguinarios- se solivianta únicamente con el de Castro. Los exiliados políticos de los países que mantienen relaciones diplomáticas con España tienen expresamente prohibido desarrollar aquí «cualquier tipo de actividades... que puedan perjudicar las relaciones de España» con sus países de origen (LO 7/1985, art. 26, c). Pero Aznar ve bien que el diputado Guillermo Gortázar, miembro de la Ejecutiva de su partido, le sirva de anfitrión en España a Mas Canosa, hombre de fortuna anticastrista -los dos: él y su fortuna- y adalid de la Ley Helms-Burton, condenada en la reciente Cumbre Iberoamericana.

¿Por qué trata Aznar tan mal a Castro y tan bien a Mas Canosa? Quizá sea sólo cuestión de suerte: ya he dicho que Mas Canosa es un hombre muy afortunado.

Javier Ortiz. El Mundo (13 de noviembre de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de noviembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1996/11/13 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: preantología el_mundo fidel_castro cuba 1996 aznarismo mas_canosa aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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