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2005/07/23 07:00:00 GMT+2

Algo es algo

Hace muchos, muchos años, recién llegado Felipe González a La Moncloa, una amiga me presentó a su novio, recién elegido para un alto cargo del Gobierno socialista. Exmilitante de la izquierda radical, mi amiga trató de tomarnos el pelo a los dos. Me dijo: «Aquí donde lo tienes, es un reformista».

Le respondí con mucha seriedad: «Pues me alegro. A ver si reforma algo».

A lo que él, con una sonrisa, contestó: «Lo intentaré».

No mentía. Lo intentó. Y acabó expulsado del PSOE por oponerse a la primera Guerra del Golfo (y por decirlo en voz muy alta). Lo laminó Jorge Semprún, que ya había salido del PCE muy entrenado en materia de purgas, por activa y por pasiva.

Quince años después de aquel episodio, yo sigo en las mismas. No espero de los políticos que hagan revoluciones. Con tal de que emprendan reformas que mejoren las condiciones de vida del pueblo, los doy por aceptables.

Pero qué va.

La experiencia me ha demostrado que las diferencias entre los dos principales partidos del Parlamento español -PP y PSOE, PSOE y PP, que tanto me da el orden- son más de estética que de ética. Así que pasan un cierto tiempo en el ejercicio del poder, el uno y el otro acaban por asemejarse como una boñiga a otra boñiga. Cada cual con sus particulares olores, pero siempre haciendo el juego, el uno y el otro, a los fuertes, para desgracia de los (¡y las!) débiles.

¿Pretendo decir con esto que me da igual quien gobierne, puesto que ha de ser el uno o el otro? Pues no.

He conversado muchas veces en los últimos años con amigos de Galicia quejosos de lo mismo: «¡Es que no hay modo humano de librarse del infierno de Fraga sin pasar por el purgatorio de Pérez Touriño!». En Valencia he oído hablar en términos muy similares. Recuerdo que no poca gente de izquierda pasaba por las mismas angustias, sólo que al revés, a comienzos de los noventa, con referencia a los gobiernos de Felipe González: «¿Cómo sacar de La Moncloa a estos de los GAL y de Filesa sin contribuir a que sea la gente de Aznar la que los sustituya?».

Quizá la culpa la tenga la edad, pero lo cierto es que con el tiempo han ido abandonándome ese tipo de angustias existenciales. Sigo sin creerme en la obligación de elegir entre dos males -nunca votaré ni al PP ni al PSOE, aunque me aspen-, pero me parece buena cosa que ninguno de los dos se eternice en ningún poder.

Lo malo que tiene un Gobierno que se perpetúa es que poco a poco deja de ser un Gobierno para transformarse en un régimen. Crea un entramado demasiado denso de intereses, de pautas, de hábitos consolidados.

Cuando eso sucede, el cambio de gobernantes se convierte en una cuestión de mera higiene.

Se lo decía el otro día a un amigo gallego: «Puede que abras la ventana y no entre aire fresco, pero por lo menos entrará otro aire». En fin, que algo es algo.

Javier Ortiz. El Mundo (23 de julio de 2005). Basado en el apunte del mismo nombre Algo es algo, publicado la víspera. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/23 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: pp españa el_mundo pérez_touriño fraga semprún felipe_gonzález psoe galicia 2005 valencia aznar pce | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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