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2005/10/27 06:00:00 GMT+2

A la deriva mental

Suelo bromear diciendo que una de las muchas ventajas que tiene el comentarista de prensa sobre el político profesional es que el primero -yo mismo, por ejemplo- elige de qué habla y cómo lo hace, en tanto que el segundo está obligado a abordar todos los problemas que afectan a la sociedad, y además debe proponer soluciones concretas. Si yo no sé cómo narices meter mano a un asunto, con quedarme calladito, asunto concluido.

Pero el objetivo -por lo menos en mi caso- no es quedar bien, sino ayudar en algo, y las evasivas no aportan nada.

Digo esto porque llevo un par de días dándole vueltas al bloqueo de puertos que están llevando a cabo los barcos pesqueros, causando un montón de perjuicios a un montón de gente. Y no acierto a alcanzar conclusiones claras.

Enumeraré los principales razonamientos que me hago.

Me consta que, para que una acción reivindicativa sea eficaz, tiene que hacerse notar. Si la protesta no causa ningún problema a nadie, nadie se ve forzado a prestarle atención.

Tampoco ignoro que, siendo cierto lo anterior, la acción emprendida debe guardar cierta proporcionalidad. El mal causado por la protesta no puede ser muy superior al mal que la ha provocado.

Es obvio que el constante incremento del precio de los carburantes causa un gran daño a la pesca. Pero no sólo. También a la agricultura. Y al transporte por carretera. Y a la labor de los viajantes y representantes. ¿Hay que apoyar que el Estado conceda ayudas excepcionales a algunos de esos sectores -a los que tienen capacidad para crear problemas serios al resto de los ciudadanos- y dejar a los demás en la estacada? Por decirlo de otro modo: ¿debemos respaldar que algunos paguen menos -a costa de los demás: no hay otro modo- o hemos de exigir que se rebaje el precio de los carburantes, en general y para todos?

He señalado arriba que los perjuicios causados por la acción reivindicativa deben elegirse con cierto sentido de la medida. Los puertos que están siendo bloqueados son puertos no pesqueros, dedicados al transporte de mercancías y pasajeros, y el bloqueo está suponiendo que no sólo muchas empresas, sino también muchos trabajadores, están resultando gravemente perjudicados. Las pérdidas que están causando los patronos de pesca con su protesta son superiores a las que sufren ellos por culpa del aumento del precio del gasóleo.

Bien. De acuerdo con estos argumentos, debería concluir que no hay que respaldar el bloqueo de puertos.

Pero tampoco me convence esa conclusión. Primero, porque no creo que deba instaurarse el principio de que las luchas sectoriales son insolidarias; que lo único aceptable es el viejo «o todos o ninguno». Eso, en la práctica, y dado que casi nunca se logra movilizar a todos, equivale a conformarse con que no mejore ninguno. Segundo, porque me cuesta mucho oponerme a una protesta que tiene una base justa. Y, en fin, y en el caso no muy probable pero tampoco imposible de que finalmente los pesqueros sean desalojados por la fuerza -no necesariamente a cañonazos: hay otros modos-, tampoco quisiera hacerme cómplice de ello.

Con lo que vuelvo al principio. No sé a qué carta quedarme.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de octubre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/10/27 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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