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2013/11/02 10:50:53.422000 GMT+1

La estampida

Habrán visto las imágenes. Diputados votando y largándose apresuradamente para poder aprovechar el puente de primero de noviembre. Muchos, como Joan Coscubiela, tendrán sus buenas razones, como no perder el avión que te lleve con los tuyos. Si no queremos que nos impongan jornadas laborales de sol a sol, no entiendo por qué habría que exigírselas a los diputados, desde nuestra ilusoria posición de patrón (papelón que asumimos con nuestros equipos de fútbol, con los diarios de los que nos hacemos socios y, peor aún, con nosotros mismos).

Es cierto que los medios se han limitado ha mostrar la estampida y no el debate previo. Sin embargo, no por ello deja de ser menos indignante. La votación que los diputados despacharon deprisa y corriendo se refería a las enmiendas a la totalidad que los partidos de la oposición habían presentado contra la reforma del sistema de pensiones, el pensionazo propuesto por el Partido Popular, que en la práctica supone una apropiación indebida de ingresos presentes y futuros para los de abajo. Todas las enmiendas fueron rechazadas por mayoría absoluta, la del PP. Y podemos apostar a que, de no haber dispuesto de mayoría absoluta, una propuesta no muy diferente hubiera sido aprobada por los dos principales partidos del Congreso (y alguno más), pues la reducción del gasto público en pensiones forma parte de los compromisos contraídos con la Unión Europea y responde al corsé presupuestario autoimpuesto con la reforma del artículo 135 de la Constitución. De modo que lo más indignante no es que sus señorías, y especialmente las de la oposición, abandonasen el parlamento como lo hicieron. Es que si no hubieran acudido al mismo hubiera dado exactamente igual.

No dudo de las buenas intenciones de los diputados de izquierda que, ocasionalmente, logran que alguna intervención suya tenga éxito en Youtube. No niego el trabajo que conlleva tomarse en serio la tramitación parlamentaria de propuestas y enmiendas, intentar que se escuchen voces distintas en el hemiciclo y mantener al mismo tiempo el contacto con "la calle". Pero en el contexto actual, ha quedado sobradamente demostrado que quien quiera hacer oposición real al ejecutivo español -que no es más que un apéndice enfermo del europeo- no lo puede hacer desde el Congreso, mucho menos desde el Senado. En ese teatro de variedades ya no se puede hacer otra cosa que lo que a muchos no les queda más remedio que hacer en un empleo que detestan: cumplir. En el caso del diputado, mostrar el desacuerdo y a veces el enfado. Representar, ya que no a los ciudadanos, al menos un papel, como el de rebelde con causa. Hacerse un currículo que poder presentar en las elecciones de 2015: "yo me opuse a esto", "yo ya dije lo otro", "siempre estuve en todas las manifestaciones". Dando el callo. Mientras el gobierno, imperturbable, ejecuta.

Solo que este callo no produce nada, políticamente hablando, salvo más callos, y cada vez más dolorosos. Luego se quejan de los ciudadanos desagradecidos. Se suceden las votaciones y las derrotas, y lo peor de todo es que se resiste reivindicando concesiones pasadas. Como el famoso Pacto de Toledo, que segregó las fuentes de financiación entre el Estado y la Seguridad Social, presentando a ésta como algo distinto de aquél. Ya en su día el Círculo de Empresarios advirtió que el pacto de marras no era más que una tregua. Los últimos hechos consumados le dan la razón.

Sin llegar a despreciar la importancia de las citas electorales, el horizonte electoral no puede ser el que determine nuestras acciones. Simplemente, no podemos esperar a ver qué pasa con el Congreso en 2015. Una eventual fragmentación parlamentaria a partir de ese año, en función de lo que suceda en el 2014 (elecciones al Parlamento Europeo, referéndum por la independencia en Catalunya) puede abrir un poco el juego político y devolver cierta utilidad al trabajo en el Congreso, pero esto es claramente insuficiente, y la posibilidad de un pacto de gobernabilidad PP-PSOE resulta bastante verosímil. Además, cualquier estrategia política que se pretenda alternativa al régimen cleptocrático vigente no puede ser meramente representativa, ni nostálgica ni declarativa, expresión de una impotencia. Está obligada a ser disruptiva, creativa e ilusionante, arraigada en la materialidad de nuestras vidas. Algo que los partidos políticos y sus servidumbres difícilmente pueden ofrecer, a menos que previamente se haya producido una convulsión social. Esta es la que hay que trabajar políticamente. Si no, la próxima estampida será la de los ciudadanos.

Escrito por: Samuel.2013/11/02 10:50:53.422000 GMT+1
Etiquetas: representación elecciones pensiones diputados indignación democracia estrategia congreso | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Gracias Samuel has estado sembrado!

pero si el desmantelamiento del Estado de Bienestar, si el descubrimiento de una corrupción generalizada y  perpetuada en el tiempo, si el clientelismo de los medios de comunicación, si la connivencia de los tribunales, si la vulneración de los derechos de la mujer, si los millones de parados, si la nueva ideología bajo palio de la educación, si el robo de las pensiones a los ancianos, si la retirada de las ayudas a los dependientes, si la subida del iva, si ...(son tantas las cosas), no ha logrado que España de un grito unánime de indignación, solo grititos dispersos aquí y allá, qué nos garantiza que los zombis que componen este pais quieren cambiar las cosas? hasta donde yo contemplo todo lo que desean los españoles es volver lo antes posible a 2007 y están convencidos además que este gobierno los llevará, el  7%  que dista entre el Gobierno y la oposición así  lo demuestra.No puedo ni imaginar el que dista entre el Gobierno y la izquierda, donde quiera que esta se encuentre.  

        

 

Escrito por: udsyyo.2013/11/06 23:28:46.406000 GMT+1

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