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2010/01/07 09:48:13.846000 GMT+1

Forastero en tierra extraña

Uno de los elementos que más me atraen de la literatura y el cine de aventuras, de ciencia ficción o de fantasía (géneros que hoy día se entremezclan) es la idea del viaje, ese desplazamiento espacial y temporal que nos transforma no sólo con el descubrimiento de olores, colores, y sonidos inéditos, sino con el contacto con personas con vidas e historias increíbles. El famoso prólogo de Star Wars ("hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana") nos transportaba desde el principio al otro lado del universo, un no lugar que, sin embargo, nos resulta familiar, porque se construyen a partir de materiales ya conocidos. El pensamiento utópico, que nació con la sedentarización y el abandono de la cultura nómada, tiene en la tradición occidental raíces históricas tan profundas como el mito bíblico de la tierra prometida. Su encarnación más potente probablemente sea esa fantasía europea que es América, el Nuevo Mundo donde pueden hacerse realidad los sueños de bienestar y libertad, para lo cual es necesario una Frontera que siempre hay que superar. Aunque sea a costa de otros.

Cómo no, desde América nos llega la película Avatar, del canadiense James Cameron, quien nos conduce a un nuevo mundo que recrea con gran detallismo y una perfección técnica pasmosa, apoyada en un empleo inteligente del 3-D y de la tecnología digital de captura de movimiento. Intentaré dar pocos detalles de la película, que pueden encontrarse fácilmente en cualquier lado, pero quien no la haya visto mejor que no siga leyendo.

La historia de un ex marine hemipléjico (Sam Worthington) que acepta trabajar como "avatar" para una compañía minera en la luna Pandora, habitado por los llamados na'vi, permite al director recrear un Eden alienígena, con su bestiario y una flora propia de los fondos marinos, y sus buenos salvajes amenazados por la codicia de los humanos. El relato funciona bien al principio, cuando el espectador se pone en la piel del protagonista, como si fuera otro avatar, para acompañarle maravillado en su exploración (entre los humanos quienes salen mejor parados son los científicos dirigidos por el personaje que interpreta Sigourney Weaver). Pero tan pronto como pasa el asombro y nos integramos en el universo que nos propone Cameron, la narración pierde fuelle y se hace demasiado previsible. Los préstamos de otras películas y relatos -por no hablar de los videojuegos- son evidentes: tanto en los elementos narrativos (Bailando con lobos; Pocahontas; The Matrix) como en el imaginario (El Señor de los Anillos; Apocalypto; King Kong). La banda sonora de James Horner también recurre a lo seguro: por momentos suenan acordes casi idénticos a los de Tiempos de gloria, Enemigo a las puertas y otras composiciones del propio Horner. Lo cual no sería un problema si no acabáramos perdiendo el interés por la suerte de los personajes, si la historia estuviera mejor contada, si James Cameron no tuviera pretensiones de autor y si la Twentieth Century Fox no proclamara a los cuatro vientos que pretende "revolucionar" el cine. Algunos diálogos son propios del último George Lucas y las escenas del ritual tribal colectivo rozan el ridículo.

A pesar de sus defectos, la mayor parte de la crítica estadounidense ha acogido la película de manera entusiasta, considerándola poco menos que una obra maestra, sobrevalorando sus aciertos, que indudablemente los tiene. Los calificativos son superlativos: "La mejor película del 2009", "Nunca habréis experimentado nada igual", "una de las películas más hermosas que jamás habréis visto". Sin embargo, los mismos críticos reconocen la debilidad de la trama. Parece como si la prensa hubiera cerrado filas en torno a un carísimo proyecto en la que la industria cinematográfica de Hollywood se jugaba el tipo, al apostar decididamente por una tecnología que puede controlar aunque no pueda monopolizar. El recuerdo de El cantor de jazz (1929) viene a la cabeza: lo importante no sería tanto su calidad como el camino que abrió.

Un aspecto significativo es el político, como han resaltado sobre todo los periodistas y blogueros conservadores a propósito de sus supuestos valores progresistas. Si a James Cameron le surgió la idea inicial poco tiempo después del éxito de Bailando con lobos, el proyecto sólo comenzó a tomar forma después de la invasión de Iraq. La agresión colonial que muestra la película nos recuerda a la estadounidense en Iraq, aunque esté ambientada en la jungla, como en Vietnam. Lo cual podría haber dado lugar a una comparación interesante entre el reciente imperialismo y el mito fundacional americano. Los mercenarios emplean expresiones neocon como "conmoción y espanto" o "combatir el terror con el terror". La compañía minera destroza la selva -y de paso el mundo na'vi- en su búsqueda de un mineral llamado irónicamente "unobtainium". Motivos suficientes para que algunos analistas de izquierda, como el antisionista Gilad Atzmon, la aplauda. Para Atzmon,  lo más importante es que, por una vez, "nosotros" seamos los malos y "ellos", los buenos, y que Hollywood ensalce a quien se rebela contra "los suyos" por motivos éticos. 

Los límites de esta interpretación son más que evidentes en la era del comandante en jefe Obama. La denuncia de Cameron es puramente moralista. Si los militares-mercenarios -cuya parafernalia tanto gusta a Cameron- cometen atrocidades se debe a que siguen órdenes y persiguen causas equivocadas, en este caso las de una compañía privada que pretende saquear la tierra de los na'vi. Es la "guerra equivocada" que criticara Obama, pero también el capitalismo "inmoral" y "avaricioso" de las corporaciones petroleras o Wall Street. Lo cual quiere decir que hay "guerras justas" y un capitalismo "moral" (¿verde?). Por ello, que los na'vi constituyan una representación estilizada de los pueblos originarios de Norteamérica no es casual. Su idealización de alguna manera deshumaniza -aunque sea de manera angelical- a los pueblos indígenas a los que se remite, que no eran unos simples salvajes que habitaban una naturaleza virginal, sino que constituyeron sociedades políticamente complejas con una historia propia. La pureza y virtuosismo de los na'vi es directamente proporcional a sus carencias en relación con la civilización dominante. Por este mismo motivo guardan muy poca relación con el pueblo iraquí en el momento de la invasión, en este sentido mucho más cercano al estadounidense. O con los afganos, somalíes o yemeníes, cuya religión y tribalismo constituirían de este modo una suerte de reverso tenebroso de lo que debe ser un buen salvaje.

Se comprende por qué la Fox de Rupert Murdoch no tiene inconveniente alguno a la hora de promover este mensaje. Porque la crítica del capitalismo y sus implicaciones sociales y ecológicas no puede basarse en la denuncia de la avaricia de algunos ni en la añoranza de paraísos perdidos o imaginarios, sino en la comprensión de su funcionamiento normal y cotidiano, en hacer visible lo invisible. Del mismo modo, no podemos pasar por alto que la "guerra justa" tiene un contenido policial y moral que legitima, por ejemplo, arrasar un país como Yemen por el intento de atentado de una persona, haciendo caso omiso además al intervencionismo previo de los estadounidenses en aquella zona (actualmente, la mitad de los presos de Guantánamo son yemeníes). Lo destacable es que la tenue "autocrítica" que propone Avatar aspira a hacerla aceptable ante públicos no estadounidenses, y en muchos aspectos huele bastante a un sofisticado estudio de mercado. De paso, sirve para legitimar, por contraste, formas supuestamente más amables de dominio.

Podrá objetarse que una gran producción como ésta, orientada al entretenimiento y a atrapar el mayor número de espectadores posible, difícilmente se adentrará en semejantes vericuetos. Tal vez, pero precisamente por este motivo, que no traten de vendernos lo que no es.

Escrito por: Samuel.2010/01/07 09:48:13.846000 GMT+1
Etiquetas: cine estados-unidos capitalismo utopía guerra colonialismo | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Y olvidas un dato: http://www.20minutos.es/noticia/598598/6/ ¿A que es formidable? Por un lado logra que su peli sea "apta para todos los públicos", con lo cual hace caja, y por el otro logra que más gente se interese por los DVDs, con lo cual hace caja. Que "Avatar" sea la mejor peli de 2009 será cuestión de gustos, pero ésta es sin duda la escena de sexo más rentable económicamente de toda la historia, aún más que las de "Garganta profunda" y demás clásicos del porno.

Ayer fui a ver "Avatar" con la familia -no lo digo por disculparme, es que las citas familiares suelen ser así-, y el regusto que me dejó es justamente lo que tú describes. Ya sabía de antemano que era una versión de "Pocahontas", pero luego vi que no se conformaron con tomar prestado de esa peli. Y desde luego, no me pareció una crítica radical del sistema en que vivimos, con tópicos como el del buen salvaje amenazado por el malvado hombre blanco. No es que unos sean buenos y otros malos, sino que unos y otros han creado diferentes relaciones de poder, con distintas implicaciones económicas y ecológicas. Además, los malos se fueron, ¿pero quién asegura que no volverán otros?

Por todo eso siempre me lo paso mejor con los comics de Jodorowsky: "La Casta de los Metabarones", "Los Tecnopadres", "El Incal"... Porque siempre me sorprenden, dando mil vueltas a "La Guerra de las Galaxias" y demás clásicos, y porque proponen una crítica implacable del mundo en que vivimos, más afín al Tao y a las cosmovisiones de los mapuches y otros pueblos amerindios que a la gauche caviar del Primer Mundo.

Escrito por: Gonzaga.2010/01/07 15:35:58.114000 GMT+1

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