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2011/04/03 11:52:29.211000 GMT+2

El gobierno humanitario

La gestión del movimiento de los indeseables implica una forma específica de gobierno, según el antropólogo Michel Agier, que lleva más de una década estudiando los campos de refugiados, desde los desplazados internos de Colombia a los refugiados somalíes en Kenia. Agier, que llegó a formar parte además del consejo de administración de Médicos Sin Fronteras, este gobierno -que él denomina gobierno humanitario- constituye un dispositivo especial, que se ha desarrollado sobre todo en África, y que se caracteriza por la "permanencia de la catástrofe, la urgencia sin fin, el segregamiento de los indeseables, cuidados médicos condicionados por el control, el filtrado y el confinamiento." Características que incorporan lógicas totalitarias de control. Fuera de África, pienso en un caso extremo: Gaza.


Un refugiado egipcio se aferra a sus documentos de identidad mientras espera en una guagua que se dirige a desde Libia a un campo de refugiados en Túnez (24 de febrero de 2011). Antes trabajaba en la construcción en Zuara (Libia). Foto: Yannis Behrakis/Reuters.
La revista Hommes & Migrations entrevistó a Michel Agier en un número dedicado a África (N° 1279, mayo-junio de 2009). En ella se recogen observaciones interesantes de Michel Agier sobre el gobierno humanitario. Traduzco algunos extractos de la misma (los subrayados son míos):

"H&M: Usted ha estudiado la realidad de los refugiados en dos continentes. ¿Podemos decir que hay particularidades propias de África? ¿A la vez en el tipo de desplazamiento, las razones o las situaciones que estas migraciones generan?

(...)
Podemos decir que las situaciones de guerra y de persecución crean de manera general el exilio como consecuencia de la imposibilidad de vivir en alguna parte. Las situaciones siempre difieren y sin embargo son siempre iguales, ya se trate del exilio de los armenios durante los años veinte, los españoles a finales de los años treinta o las poblaciones de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En suma, son todas oleadas de refugiados que, por llegadas masivas, por pequeños grupos o incluso individualmente, abandonan lugares donde la vida se ha vuelto imposible. Todavía hoy el fenómeno es al mismo tiempo diferente y el mismo en el fondo, parecido a lo que conocimos durante el siglo XX e incluso antes. Con la globalización, que, por retomar un concepto de Michel Foucault, puede ser considerada como una globalización de la "sociedad de control", se da un incremento estadístico de la movilidad, pero de manera muy desigual. Sin embargo, yo me inclino por decir las cosas de una manera optimista: constato simplemente que nos encontramos hoy ante un gran proceso de repoblamiento del mundo. Muchas cosas se están transformando por razones políticas, ecológicas, económicas y esto provoca movilidades que a veces son muy fuertes. El planeta se recompone y se estima que habrá centenares de millones de personas desplazadas de aquí a cincuenta años. En este caso, casi tenemos ganas de decir: "acompañemos este movimiento.""

(...)

H&M: No todo se juega en una dinámica Norte/Sur, basta con observar las movilidades interregionales, Sur/Sur.


Efectivamente, las personas se desplazan mucho en África; lo vemos principalmente con el fenómeno de los refugiados. Las diásporas barren todos los continentes y no se sitúan en esta dinámica Norte/Sur, sino que la atraviesan. Es importante que situemos esta realidad de las diásporas, sobre todo desde un punto de vista demográfico. Podemos ver en ella a la vez una solución y un problema. Algunos ven en efecto una solución, porque en el exilio mantienen un vínculo, es un poco como un "hogar" que se desplaza en el mundo.

Por ejemplo, en África los comerciantes hausa organizaron redes comerciales en diáspora, que sirven a la vez de marco comercial y geográfico de circulacion de las personas que provienen de una misma región. Con el tiempo, todo esto se transforma bastante, y no podemos hablar únicamente de un estado diaspórico, incluso aunque la diáspora hausa sea muy conocida. Hay miembros muy anclados localmente, con una "hausaizacion" de las redes que se han ampliado enormemente.

(...)

"De este modo, si miramos el detalle de eso que, en los círculos de las ciencias sociales, llamamos una "diáspora", este concepto, que tiene connotaciones tan fuertes, no siempre permite dar cuenta de la realidad de las personas dispersas. Algunas grandes diásporas hacen que sobreestimemos a veces la eficacia de la diáspora en relación con otras formas de migración. Ahora bien, no hay necesariamente una estrategia deliberada en la elección de una localidad de instalación. La idea de la diáspora, definida como "transporto mi lugar", se difumina y se transforma en el mundo, pero coincide con una visión de las elites.

H&M: En África, ¿estos movimientos de refugiados adoptan formas diaspóricas?


El caso de los somalíes es bastante claro a este respecto. Trabajé en los campos de Dadaab, que se encuentran en Kenia, cerca de la frontera somalí. Allí constatamos que se trata de un caso de compromisos y de combinación de factores locales muy importantes con redes más amplias. Se formaron redes triangulares entre las personas que se quedaron en Somalia, las que se asentaron en los campos de Dadaab y finalmente quienes se instalaron en Kenia, en un barrio somalí de Nairobi. Sin embargo, estos últimos no son refugiados, pues se trata de un barrio y no de un campo. En efecto, en África se es refugiado cuando se decide partir hacia un campo. Entonces se es contabilizado y atendido como tal.

H&M: Pero ¿estas cifras son fiables? ¿Son producidas por las organizaciones internacionales, los Estados, las ONG?


Para dar cifras, primero hay que producir categorías. Ahora bien, el problema de los controles de población, ya sea en Kenia o entre Guinea, Liberia y Sierra Leona, se plantea cuando las personas se presentan en la frontera. La atribución del estatuto de refugiado
prima facies se añadió en 1967 al dispositivo de Ginebra de 1951 para caracterizar estas nuevas situaciones políticas. En 1951, la Convención de Ginebra nace a la salida de la II Guerra Mundial, en plena guerra fría y se refiere a todos los que vienen del Este tras haber escapado a un sistema político opresivo. Todo perseguido se denomina refugiado político, por cualquier razón y en una acepción bastante amplia.

En 1967 se añadió el estatuto
prima facies: constatamos en efecto que, en un contexto dado, las poblaciones pasan la frontera y se instalan al otro lado. En este momento, las organizaciones humanitaras crean una primera acogida. En un segundo tiempo, o bien los refugiados son instalados en campos organizados por ACNUR a al menos 50 km de la frontera, o bien parten ellos mismos y, en este caso, consideramos que se las arreglan por sí solos y entonces ya no son contabilizados como refugiados, ni pueden beneficiarse de las ayudas que se otorgan para favorecer la instalación.

En contextos de violencia muy identificados, solo se reconocen como refugiados a los que se instalan en un campo. La prueba es la carta del PAM (Programa Alimentario Mundial), que actúa como una especie de "carnet de identidad" y certifica que la persona es beneficiaria de la ración alimenticia en un campo determinado. Para circular, esta persona necesitará una derogación para poder salir del campo. A veces, los que desean permanecer fuera del campo durante un período más largo da un poco de dinero a los policías para que les dejen circular. Entre Somalia y Kenia se crean formas de organización de las redes familiares y sociales entre las personas instaladas en el barrio somalí de Nairobi (comerciantes que trabajan en el sector informal), los que se quedaron en los campos y pueden salir o recibir dinero proveniente de las comunidades de Kenia y aquellos que se quedaron en Mogadiscio. No hay que olvidar tampoco a aquellos que, instalados en Dadaab, reciben dinero de miembros de la familia que emigraron a Europa o a los Estados Unidos. Dadaab, que era al principio una aldea pequeña, creció considerablemente. Allí nos encontramos incluso con pequeños bancos que actúan de corresponsales de Western Union, donde los refugiados van a buscar el dinero que reciben.


Mujeres somalíes con sus niños esperando una ración alimenticia en un centro gestionado por GTZ en el Campo de Refugiads Ifo en Dadaab, Kenia (4 de noviembre de 2009). Dadaab es el mayor campo de refugiados de África y alberga 250.000 personas que huyeron del conflicto somalí. Fotografía: Kate Holt/AFP/Getty Images.
Encontramos los que se quedan -desplazados internos-, los que emigran a Nairobi con un estatuto incierto, los que se refugian en los campos y los que, instalados en Europa o en otras partes, serán para la mayoría considerado como inmigrantes económicos, porque se les discute la prueba de su situación como refugiados. Hay por tanto tantas situaciones diferentes como tipos de categorías según las organizaciones internacionales o los Estados.

(...)

H&M: ¿Se incita a vivir durante mucho tiempo en los campos aunque, por definición, sean temporales?

He ahí la gran paradoja. Existe una forma de cristalización de los campos. Todo el mundo ha tomado conciencia de la duración de los campos y de lo que ello implica en términos de precariedad. Esta situación se vuelve pronto invivible para estas personas porque se prolonga más allá de la urgencia inmediata a la que puede responder el dispositivo humanitario. Después de algunas semanas de gestión de la urgencia inmediata, debida a un conflicto o a una situación médica que demanda el reagrupamiento de las personas, éstas se instalan en la duración y se establece toda la gran maquinaria humanitaria. Entonces ni los humanitarios ni los refugiados quieren que esta situación termine. El dispositivo tiende a autorreproducirse. En África, muchas ciudades comenzaron por un campamento.

H&M: ¿Puede un campo producir riqueza económica?

Esto depende del período y del campo en cuestión. En el plano histórico, un campo es una forma de creación de una nueva ciudad, por medio de los recién llegados, la creación de comercios, de estructuras de poder y de gestión del espacio. Actualmente, tenemos dispositivos muy artificiales al principio y muy controlados después: este movimiento natural de campamentos puede derivar en una ciudad pero, por razones geopolíticas, económicas y políticas, se propone este tipo de desarrollo al tiempo que se prohíbe. Todo lo que se asemeja a la vida que recomienza se prohíbe. Es el caso de la reventa de las raciones alimenticias. Aunque éticamente discutible, esto forma parte de la reanudación de la vida social y económica. La ración alimenticia no cubre las necesidades reales. Están obligados a revender una parte de fécula para procurarse verduras o proteínas.

H&M: ¿Las autoridades locales son capaces de tomar el relevo y proponer otra forma de gobierno de los campos?


Podemos decirlo así, pero habría que ver caso por caso. Siempre es un tema polémico y de debate entre las organizaciones internacionales y los poderes locales. Me asombra ver cómo ACNUR -gran organización que tiene el mandato de la ONU de gestionar todos estos fenómenos- acepta con demasiada facilidad la instalación de campos de refugiados cuando sería posible, teniendo en cuenta su origen onusiano y su poder político y económico, negociar con los gobiernos africanos para pasar a una asistencia individual más que a la instalación en campos. No hay nada peor que insertarse de manera duradera en un campo, en lugares escogidos al margen de la vida real. Se dan situaciones de conflicto muy violentas que conducen a veces a la intervención de la policía. Es lo que sucedió frente a la demanda de los refugiados liberianos en Guinea a los que ACNUR opuso el hecho de que, mientras no aceptaran ir al campo, no tendrían derecho a nada, sabiendo que los campos en cuestión estaban a más de 600 km de la frontera, en plena Guinea selvática.

(...)

H&M: De manera muy esquemática, ¿puede dibujarse una especie de cartografía de estos movimientos de refugiados en el contexto africano?

Es una pregunta muy complicada, y la cuestión evoluciona. Durante los años noventa y hasta 2004, una zona muy importante se situaba en África Occidental, a lo largo del río Mano (Guinea, oeste de Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona). Hubo también, incluso desde los años setenta, un foco en Angola, en Congo y en Zambia, con campos de angoleños que subsisten todavía en Zambia. Muchos campos acogían desplazados que no habían atravesado la frontera y que no dependen por tanto de una organización internacional.

Sin embargo, desde 2006 ACNUR tiene el mandato no de la gestión de los desplazados sino de los campos de desplazados. Lo cual muestra bien su especialización en el ámbito de la gestión. Hubo discusiones internas en la ONU, entre el OCHA - la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios- y el ACNUR y es finalmente esta última quien obtuvo el mandato para los 'refugios de urgencia' y los campos. Se concluyó que esto incluía los campos de desplazados.

Hoy nos encontramos con desplazados internos en Darfur y con refugiados en la zona que hay entre Sudán, Chad, Uganda o incluso Kenia, que acoge sudaneses o somalíes, así como al este de la República Democrática de Congo, con numerosos desplazados. Sin embargo, en las zonas fronterizas siempre es difícil saber si las personas han atravesado realmente las fronteras. Recientemente los episodios de violencia que se han producido en Sudáfrica contra zimbabuenses crearon una situación particular.

Por seguir en África, hay muchos más desplazamientos de población por causa de conflicto de un país a otro, y con frecuencia entre países vecinos simplemente. Los más pobres no parten o permanecen como desplazados internos; los que pueden partir al país vecino o a otros desarrollan estrategias diferentes para ir más lejos.

La tesis que defiendo es que para África se trata de una manera bien extraña de entrar en la globalización. Las personas descubren el mundo con las organizaciones internacionales, el personal humanitario, los ejércitos onusianos, la cultura de lo humanitario, la realización de proyectos, los cambios del modo de vida, de hábitat; todo ello entraña en el fondo un fuerte cambio cultural. En gran parte, en la actualidad África entra en la globalización "por debajo" y en contextos de violencia."

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Escrito por: Samuel.2011/04/03 11:52:29.211000 GMT+2
Etiquetas: michel-agier kenia acnur globalización áfrica migrantes campos somalia migraciones refugiados | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Samuel, un post impecable. Tras rumiarlo saqué tres paralelismos que querría compartir. Uno, con la trampa del desempleo que subyace en los subsidios de ídem. Para que un refugiado acceda a una misérrima ayuda, debe someterse al vejatorio circuito del campo de refugiados, mientras que si vive por cuenta propia le irá igual de mal o peor. Haces bien al destacar que una asistencia individual sería más útil.

El otro paralelismo (más obvio que el anterior, supongo) es con los controles de epidemias -no hace falta remontarse a los tiempos de la peste, aunque fue mi primer pensamiento. Los refugiados son estigmatizados, y para colmo muchos se acaban creyendo su condición de apestados, por haber perdido toda posibilidad de arraigar.

Y el último me remite a un libro que tengo ganas de leer: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2&id=1676 Blanc bo busca negre pobre, por Gustau Nerín. La cooperación internacional es un dispositivo de poder para cronificar los males del Tercer Mundo, y a mi juicio también los campos de refugiados.

Muchas gracias nuevamente, saludos.

Escrito por: Gonzaga.2011/04/05 20:45:8.228000 GMT+2

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