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2010/01/28 11:06:14.107000 GMT+1

¿Cambiar sin molestar?

Ayer miércoles, el mismo día en que fallecía el historiador Howard Zinn, autor del clásico "A People's History of the United States", Barack Obama pronunciaba su primer discurso sobre el estado de la nación. En él, reconoce la difícil situación geopolítica, económica y social por la que atravesaba su país cuando llegó al poder y las dificultades que está teniendo para llevar a cabo el cambio prometido.

Obama es plenamente consciente de su debilidad, pues por más presidente que sea necesita conseguir mayorías suficientes en el Senado y en la Cámara de Representantes, cámaras pobladas por unos congresistas más preocupados por el "business as usual" (es decir, por favorecer el retorno de la inversión de sus donantes) que por emprender ninguna reforma seria que favorezca a los más empobrecidos. Pero en vez de apoyarse en el movimiento de rechazo a la política de George W. Bush que le llevó a la victoria electoral, para articular con esta base social una narrativa política diferente, Obama trató de forjar, desde el primer día, un consenso en el seno del establishment que incluyera también a los conservadores más recalcitrantes, los que le ponen a caldo día sí día también. Tanto en su discurso de investidura como en el discurso de ayer Obama ha insistido en la unidad por encima del conflicto y la discordia.

En España tenemos experiencia reciente sobre este modo de proceder en la figura de José Luis Rodríguez Zapatero, quien pasó de implorar pactos sobre cualquier cosa con el anterior gobierno Aznar a ceder la agenda política a una derecha ultramontana (la del PP, pero también la de su propio partido) en la mayoría de los temas, desde la fallida negociación con ETA a la política migratoria, pasando por educación. La preocupación mayor, tanto de Zapatero como la de Obama, siempre ha sido la unidad nacional (de España y de los Estados Unidos, respectivamente), que en ambos casos se expresa mediante en la defensa del consenso bipartidista. Una unidad nacional que en Estados Unidos suele ir de la mano de una ceguera imperialista: la política exterior de Barack Obama está seriamente condicionada por este factor. 

Así las cosas, la vara de medir de toda política posible continúa siendo un neoliberalismo que ha hecho aguas por todas partes, y cuyos últimos estertores están por venir. La reforma sanitaria, aún en su versión recortada, está todavía pendiente de un hilo. Se parte del principio de que el gasto público es malo en sí mismo, si no va destinado a los ricos o al ejército, de ahí que Obama haya prometido una congelación de buena parte del gasto civil a partir de 2011, para horror de los neokeynesianos. La maquinaria liberticida de Bush sigue prácticamente intacta. Y el espantajo de Al Qaeda vuelve a salir de las videotecas, en la versión remozada de una oscura organización que desde las montañas de Waziristán o Yemen produce ultracuerpos en Europa o en Nigeria, activa células durmientes, o abre campos de entrenamiento en el Sahel como si fueran centros comerciales.

Si algo se logra con el tan cacareado consenso es evitar precisamente el cambio, o por lo menos un cambio democrático que cuestione seriamente los intereses de quienes quieren crear un mundo feo, inseguro y sucio. Howard Zinn, en una de sus últimas intervenciones, criticaba a los movimientos sociales de su país con las siguientes palabras: "Nuestro trabajo como ciudadanos es valorar lo que está haciendo Obama. Pero no medido simplemente frente a lo que hizo Bush, porque frente a Bush, todo el mundo parece bueno." Para ello, es necesario el disenso: "Sí, el desacuerdo y la protesta dividen, pero en el buen sentido, porque representan exactamente las divisiones reales de la sociedad. Estas divisiones existen -los ricos, los pobres-, tanto si hay disentimiento como si no, pero cuando no lo hay, no hay cambio. El disenso tiene la posibilidad no de terminar con las divisiones de la sociedad, pero sí de cambiar la realidad de la división. Cambiar el equilibrio de poder en favor de los pobres y los oprimidos." Descanse en paz.

Escrito por: Samuel.2010/01/28 11:06:14.107000 GMT+1
Etiquetas: españa estados-unidos howard-zinn economía historia zapatero psoe neoliberalismo | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

Yo aún diría más, porque la martingala del consenso y la negación de los antagonismos trasciende la dimensión política. Yo lo percibo hasta en las relaciones familiares (de hecho, lo he sufrido). Hay quien no quiere admitir un conflicto por temor a la reacción del otro, aún cuando ese otro va a enfadarse haga lo que uno haga. El paralelismo con Obama y Zapatero está claro. Como hace unos días recordabas la necesidad de trabajar las condiciones subjetivas, me parece que ésta es una de ellas: puesto que los conflictos existen, vale más admitirlos, y a ser posible darles una solución lo menos violenta posible.

Escrito por: Gonzaga.2010/01/29 15:06:42.899000 GMT+1

¿Qué es eso que veo a la derecha de EGUNKARIA LIBRE? ¿Hay etarras por aquí? ¿Asesinos quizá?

Escrito por: eldelamoto.2010/02/01 11:24:44.172000 GMT+1

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