Sabíamos que estaba mal, pero seguro que eramos muchos los que esperábamos que el final no llegaría tan pronto. Desgraciadamente, Etxeberria ha muerto a escasos días de cumplir los 60 años.
Con respecto a los obituarios, Ortiz decía que no se debía hablar de uno mismo en referencia al difunto. Y esa será, seguramente, la regla madre de los obituarios, pero este apunte no lo es, ni yo soy un periodista. Simplemente soy un bloguero juntaletras.
No he tenido una relación estrecha con Konatxe, pero sí que hemos coincidido en diferentes ocasiones. Tengo guardada en la memoria la primera vez que me topé con él, allá en mis años mozos: su cara ya era conocida en la televisión y lo vi un verano en Hondarribia, en la calle San Pedro, tomándose un cognac en un copazo. Esa sería la primera cosa que resaltaría de su figura: era un bon vivant.
En el acto de despedida que le hicieron este viernes en su pueblo, Elgoibar, destacaron que "le gustaba crear grandes proyectos", pero que también era un "hombre obstinado, testarudo y terco". Eider Rodriguez, por ejemplo, relató en el texto publicado en el diario Berria ( Nire lagun kontrabandista) la enganchada que tuvieron cuando se conocieron. No es la única que ha llegado a mis oídos.
A mí, en cambio, Hasier siempre me ha tratado bien y detrás de ello creo que había dos razones bien grandes: una, la alargada sombra (sin connotaciones negativas, obviamente) de Javier Ortiz, porque Hasier publicó una columna en El Mundo del País Vasco durante varios años; dos, le descubrí un escritor como Rafael Chirbes con motivo de la publicación de "Crematorio" y le invité a presentarlo a finales del 2007 en el Centro Cultural Ernest Lluch de San Sebastián.
En el obituario de Gorka Erostarbe (Kultur eltzeko perrexila) hay un punto lateral que me parece destacable: the organization (ETA) le dedicó folio y medio de un Zutabe por los artículos que Etxeberria publicaba en el diario Gara (recogidas posteriormente en un libro titulado Patri maitea).
Quedarán en nuestra memoria un buen número de proyectos en los que participó, el trabajo desarrollado durante todos estos años: la gran mayoría de ellos en euskera, tanto en televisión (ETB) como en Internet, girando todos ellos alrededor de la cocina, de la literatura, del arte... Dos destacables: su empeño en el portal Zuzeu y su esfuerzo en Sautrela(el lunes, 3 de abril, le dedicarán un programa especial a las 22:15 horas). En castellano, su trabajo mano a mano con David de Jorge en Soitu (Recetania).
Añado en este apunte dos dedicatorias en castellano a Hasier: una lleva la firma de Francisco Javier Barrera (Hasier) y la otra es obra de Juan Carlos Etxeberria (Hasier Etxeberria. In memoriam). Esta última entrada comienza en euskera, pero luego continúa en castellano.
¿Cuándo borraremos su contacto de la agenda? Lo mantendré durante algún tiempo, pero seguro que un día descubriré que la imagen que aparece en el perfil de WhatsApp no se corresponde con la de Hasier y, finalmente, cederé y lo borraré.
He tenido una semana movida: por dentro y por fuera. Se ha muerto una persona a la que sentía cercana (Tiburtzio "Diurtxio" Aranburu); en el trabajo hemos despedido, por jubilación, a otra (María Antonia Plaza); y hemos tenido una asamblea general, algo poco habitual en nuestra empresa.
Tiburtzio Diurtxio Aranburu
El miércoles a primera hora me llamó mi madre para decirme que se había muerto Diurtxio. Tenía 91 años y llevaba unos cuantos ya fuera de nuestro mundo por culpa del #galtzeimer.
Ane Lardi y Maitane Toledo entrevistaron a una cuadrilla de amigos del barrio Gurutze de Oiartzun en el 2008. La foto superior de Tiburtzio la he cogido de la web "Oiartzuarren baitan". Las grabaciones forman parte de un proyecto más grande denominado Ahotsak, el cual tiene como objetivos "la recopilación y difusión del patrimonio oral y dialectal del País Vasco". De aquel cuarteto sólo queda uno con vida: Santos Xantua Mitxelena. Hay dos vídeos en bruto de casi una hora en estos enlaces: OIA-060 y OIA-061.
El funeral tuvo lugar el jueves en la iglesia de Oiartzun y eso también me tocó, porque estos ritos de despedida a las y los viejos en nuestros pueblos son auténticos y conmueven. Antes de que la familia accediera al templo siguiendo el ataúd con el cadáver, yo era de los más jóvenes entre las escasas 200 personas allí reunidas. Mientras contemplaba las caras y gestos de quienes tenía en perpendicular, algunas ideas giraban en mi cabeza en aquella visita de ida y vuelta al siglo XX.
En el coche, con mi madre de acompañante, llevé el disco "Songs from the Road" de Leonard Cohen y puse más de una vez esta canción: Hallellujah.
María Antonia Plaza
Conté hace unas pocas semanas que esta taquillera del Teatro Victoria Eugenia se había retirado a mediados de febrero. Este viernes a la noche algunos compañeras y compañeros nos juntamos en torno a una mesa de una sociedad de la Parte Vieja (muchas gracias a Jontxu y a las personas que cocinaron).
No tenía la intención de publicar fotografías, pero hoy creo que esto es necesario. Espero que lo entiendan ellos. En la imagen superior aparecen Erruben Egaña y María Antonia Plaza, de izquierda a derecha respectivamente. Erruben ha sido una persona muy conocida por trabajar en el Centro Cultural Egia. María Antonia, por su parte, ha atendido las taquillas de los teatros Principal y Victoria Eugenia durante más de 25 años.
Tampoco era mi intención la de hablar en público en la cena, pero viendo que la gente no se animaba (y con la ayuda del alcohol) dije, de manera atropellada, unas cuantas cosas. Me sucedió algo parecido el miércoles en la asamblea.
A fin de cuentas mi intención era agradecer a María Antonia y a Erruben el trabajo hecho todos estos años. Básicamente porque sin gente como ellos la institución la lleva clara.
No sé muy bien qué me/nos pasa, pero veo a Donostia Kultura en un momento crítico. Si la nuestra fuera una empresa de mierda, intentaría pasar y punto. Pero es una institución pública financiada principalmente con el dinero de la ciudadanía (mejor dicho: de la ciudadanía que paga impuestos). Somos más de 200 trabajadores y cuenta con un presupuesto que supera los 26 millones anuales (hablo de memoria). Y el trabajo es apetecible: ¿quién no trabajaría, a priori, en el mundo de la cultura?
Mucha responsabilidad de lo que pasa es del equipo directivo (no los veo finos y, muchas veces, arreando únicamente su montura). Pero todo no es "responsabilidad única de los de arriba": no me gusta ese rollo maniqueo de buenos y malos. Los miembros de la dirección tienen su parte, pero las y los trabajadores también tenemos la nuestra. ¿Qué hemos hecho estos últimos años? ¿Hemos procedido correctamente? ¿Nos creemos parte de un todo o también vamos a lo nuestro? Hay que parar y reflexionar.
La gente está caliente, porque acaba de finalizar un proceso de valoración de los puestos de trabajo. En el ámbito de las administraciones públicas, esto significa que se revisan las funciones de cada uno y su correspondiente contraprestación económica. Suele ser como abrir la caja de Pandora y las aguas bajan revueltas durante una buena temporada.
Pero la cosa se calmará y las aguas volverán a su cauce. ¿Y luego qué? Espero que todas las personas, especialmente las que tienen mayor responsabilidad, tengan la suficiente claridad de ideas los próximos meses para que se tomen las decisiones correctas.
Un par de fotografías más como remate: en la primera aparece toda una institución del fenecido Patronato de Cultura. Nekane Amiano tiene ahora 78 años y sigue, como siempre, sin callarse lo que piensa, esté delante suyo quien esté. Junto a ella Maixabel Azpitarte.
En la segunda, aparecen varias personas que han trabajado estos años con María Antonia Plaza. La mayoría son o han sido taquilleras y taquilleros.
Me escribió hace unos días Gari Araolaza. Toca en un grupo que se llama Melissa and the Jacks y quería información sobre bares de San Sebastián en los que se puede actuar. En vez de responderle inmediatamente con un par de nombres o tres, hice una consulta en Donostia Kultura y hoy le he enviado unas cuantas opciones. Lo he trabajado un poco más y se me ha ocurrido pegarlo por aquí.
Una aclaración: ya sé que la música en directo en nuestra ciudad tiene sus problemas, pero no es este el motivo de este post.
El principal objetivo del circuito Dkluba es "promover la música independiente en los barrios de Donostia, fomentando especialmente la participación de los grupos locales.". El grueso de la programación musical está en Intxaurrondo, pero también hay opciones en Larratxo, Egia y Lugaritz. Podéis escribir a dkluba punto zirkuitua arroba gmail punto com.
Una cuestión más unida a la anterior, el servicio municipal Musikagela está "dirigido a los grupos de la ciudad que hacen música amplificada. Trata de impulsar y dinamizar la actividad musical de la ciudad con salas de ensayo, conciertos, cursos, asesoría y otra iniciativas que ayuden a este fin. Las infraestructuras están ubicadas en los centros culturales de Egia e Intxaurrondo". En el enlace se especifican las vías de contacto.
Katapulta: "Katapulta es una plataforma creada para impulsar a creadores y creadoras vinculados con Euskadi". Además, "Katapulta Tour Gipuzkoa es un circuito de música y artes escénicas de pequeño formato impulsado por el Departamento de Cultura, Turismo, Juventud y Deportes de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en colaboración con Kutxa Kultur, Donostia Kultura y Buenawista Prolleckziom’s". Esta última asociación tiene el Rincón del Músico en la red.
Kursaal Eszena: más allá de la liga local, organiza unos 20 conciertos al año.
Como cuestión previa, conviene saber que el pasado año el Ayuntamiento aprobó una normativa que aligeraba la tramitación de los permisos municipales para actividades culturales. Hay que comunicar el concierto y, partir de ahí, no deben de poner muchas pegas para organizar habitualmente bolos en bares y espacios por el estilo, aunque me interesa el contraste también con los bares. O sea que si no es la cosa tan sencilla, dejad un comentario por aquí.
Actualización de marzo de 2019. La iniciativa Arteak Ireki ha unido a músicas, músicos y amantes de la música en directo a cuento de un decreto del Gobierno Vasco muy restrictivo para los locales que programan conciertos.
Dabadaba: el local más vivo de toda la escena rockera (entiéndase en sentido amplio) de la ciudad. En poco menos de tres años han conseguido situarse como referencia incluso en la escena internacional.
Le Bukowski: 25 años dando caña en el 18 de la calle Egia del mismo barrio (¿quién no ha tocado allí?), han bajado el pistón últimamente, pero sigue programando varios bolos al mes.
Doka Antzokia: No llegan al número de concierto del Dabadaba, pero hay muchas opciones de ver música en directo también aquí.
Mogambo: otro local que lleva 25 años en la brecha. En Trintxerpe... y ahí siguen.
Guardetxea: ha habido cambios en la gestión, pero se pueden organizar conciertos y más cosas en este local situado en la ladera de Urgull.
Altxerri Bar: uno de los pocos templos del jazz que queda. Ha debido de cambiar de manos a finales de año pasado, pero siguen programando música en directo.
Be Club: en su época se llamaba Be Bop. Local señero del paseo Salamanca.
Eiger edaritegia. Si te gusta la música negra. Más DJs que conciertos.
Akerbeltz. Otra referencia importante con solera. Aquí también más DJs que música en directo.
Tanger Bar: un clásico de la calle Okendo. Hacen conciertos de vez en cuando.
Koh Tao Café: al lado del anterior. También programan ocasionalmente.
La Taberna de Egia: ese sitio donde te tomas el último trago camino de Gazteszena o el primero después de la función.
Txondorra: también en Egia y con programación habitual.
P.S: muchas gracias, especialmente, a Idoia y Juan Luis por la información. Si echas en falta algún sitio, házmelo saber en los comentarios y lo añadiré cuando pueda.
Esta pasada semana se han difundido vía WhastApp fotografías y datos personales de una persona que se habría pasado una buena temporada en la cárcel por violación. Según parece, algún ertzaina se fue de la lengua. Hay un mensaje de voz femenino, que se ha extendido como la pólvora, en el que se dice que un primo suyo ertzaina le ha contado que hay que andarse con mucho cuidado. Noticias de Gipuzkoa también le dedicó una pieza y ahora mismo está todavía entre las más leídas del portal.
Antes eran los medios de comunicación quienes tenían la capacidad de crear alarma social pero ahora también contribuyen a ello las redes sociales (y no solo Twitter y Facebook: me parece que WhastApp tiene más peligro).
Todos creemos saber de comunicación, pero es un oficio. Y no deberíamos darle credibilidad a lo primero que nos llega y mucho menos difundirlo a los cuatro vientos.
El autobús ultrafacha
Otro sucedido de esta pasada semana: me da que nos ha arrastrado tal y como algunos perros lo hacen con su dueño (o le llevas tú o te arrastra él). Deberíamos pensar y reflexionar bastante al respecto, porque los promotores han conseguido un eco mediático que no lo hubieran soñado hace unos días.
Soy vasco y no estoy orgulloso (de ETB)
No, no estoy nada orgulloso de ETB. No puedo decir demasiadas cosas del programa Euskalduna naiz, eta zu? Además del video, en su día vi un cacho de un programa en directo pero no me interesó demasiado. ¿Cuántos programas hay ahora mismo en antena que están pidiendo a gritos ser retirados de la parrilla tras pedir perdón por lo penosos que son?
Unas cuantas ideas.
Los vasco-hablantes hemos dicho algunas cosas en euskera que pensábamos que no llegaban fuera de nuestro radar. Pues parece que eso está cambiando. Y es bueno saber que lo dicho en euskera también tiene repercusión, aunque suene un poco naif esta idea.
Me resulta muy extraño escuchar en el video-resumen lo que se oye a algunas personas que cuentan con mucha experiencia delante de las cámaras.
Una anécdota. Un periodista se acerca micrófono en mano, y acompañado de un cámara, a una amiga para hacerle así como quien no quiere la cosa una pregunta que vale una tesis doctoral. Le pilla de sopetón y no tiene ganas de responder y quedar como una imbécil. Este tipo de hechos suceden a menudo, pero a veces los periodistas no entienden que la persona que pretenden cazar se niegue a responder.
Los boicots y los prietas las filas. ¡Qué pereza y qué miedo!
¿Dónde se ha metido el director del programa?
Para acabar, cuatro reacciones que me han gustado y una que no me ha gustado nada, la última.
Domingo por la mañana. Subo del Antiguo a Igeldo andando. Se para un coche delante mío y se baja una chica que me pregunta que dónde pueden desayunar por allí cerca. Son poco más de las 9:00. "Será difícil que encontréis algo abierto en pueblo (Igeldo). Si no tenéis prisa, yo bajaría tranquilamente disfrutando del paisaje hasta Orio. Allí seguro que tendréis algo abierto". Es lo que hice yo el viernes: ir a Orio.
Vía Twitter supe que Harkaitz Cano, Oier Aranzabal y Rafa Rueda ofrecían una charla musicada en la casa de cultura con su proyecto Abesti bat gutxiago (Una canción menos).
Aparqué el coche, vi marcar a Xabi Prieto (victoria de la Real) y para adentro. En el link superior hay una breve retransmisión tuitera en euskera.
No nos juntamos muchas personas, pero el ambiente era relajado y se estaba muy a gusto. Se notaba que el responsable del centro, Imanol Urkizu, es del oficio. Hacía que todo fluyera con sencillez.
Oier comentó que este tipo de sitios son oro puro para muchos músicos. Me acordé de que una amiga me había dicho la víspera que la vida cultural también se estaba centralizando en las capitales (es de Bergara y citó a Donostia y a Bilbao). Los pueblos quedan al margen. Sí, es cierto que hay motivos para preocuparse, pero, como he dicho anteriormente, esta plaza oriotarra es acogedora.
Oier y compañía han adelantado esta misma semana que estos días van a grabar un EP con varias canciones de Pete Seeger en los Estudios Garate de Andoain. Si quieres descargarte digitalmente el EP Pete Seeger gogoan, haz click en la web y pon tu correo electrónico.
El tuit conduce a un audio de "Peter Punk", poema de Leopoldo María Panero interpretado por Ruper Ordorika.
El archivo sonoro está sacado de este vídeo y aquí podéis escuchar la explicación de Ordorika (espero que os lleve a este punto: 1h 28 min 10 seg; porque los vídeos incrustados no respetan esa indicación).
Ruper cuenta que esta canción sólo la toca en sus conciertos madrileños y que la usa como cierre de los mismos.
No tengo muchos poemarios en casa, pero casualmente sí uno de Leopoldo María Panero: "Contra España y otros poemas no de amor" lo compré en 1995 en la librería Lagun. Y el poema reza así:
Juan Carlos Infante: "Kutxabank me ha tenido cinco años sin luz ni agua y me ha blindado la puerta hasta conseguir echarme de casa"
A pesar de que Kutxabank le echó de su casa, el irunés Juan Carlos Infante ha continuado viviendo en ella. Es el banco el propietario, pero la justicia ha dispuesto que Infante puede continuar viviendo en su piso y ha instado a Kutxabank a negociar. Sin embargo, Infante nos ha contado que el banco no quiere negociar, que por orden de Kutxabank ha estado cinco años sin luz ni agua y que le han cambiado la cerradura hasta cinco veces. Este pasado mes de enero le blindaron la puerta y, finalmente, ha dado su brazo a torcer: no puede más y su único objetivo es no pagar nada más por el piso, porque, con el añadido de intereses abusivos, Kutxabank le demanda 160.000 euros.
El 3 de enero le pusieron una puerta blindada para que no pudiera entrar en casa y, desde entonces, Infante se pasó un mes con la misma ropa y con 20 euros en el bolsillo, porque tenía el resto de sus pertenencias dentro. Previamente, el banco le denunció por la vía penal; el irunés podría haber acabado en la cárcel. "Son unos mafiosos”, añade. Pero contemos su calvario desde el principio para entenderlo mejor.
Juan Carlos tiene 41 años y, cuando tenía 19 o 20, se compró un piso pequeño y viejo; ha vivido allí más de veinte años. Se quedó sin empleo y, mientras cobraba la prestación y el posterior subsidio, continuó pagando la hipoteca, pero cuando se acabaron ambas intentó llegar a un acuerdo con la Kutxa de entonces; “la respuesta fue que, una vez comenzado el proceso de impago, no cabía su interrupción" y hacia el año 2010 el banco consiguió la propiedad de la vivienda y lo desahució."Me dijeron: 'Como favor, te daremos media hora para que puedas retirar todas las cosas’ y, como me negué, me dieron a firmar una hoja en la que ponía que dejaba allí todo voluntariamente”. En vez de eso, al día siguiente, Infante ocupó su casa y se puso en contacto con Stop Desahucios e intentaron negociar un alquiler social, “pero nada”. Su caso tuvo mucha repercusión en los medios y cree que Kutxabank fue a por él: “Como consecuencia del ruido mediático, me dijeron de manera agresiva que despedirían a varios trabajadores de la sucursal de Irun y que era por mi culpa; me han tratado como un delincuente. Les hizo mucho daño el eco en los medios y tienen sed de venganza. Quisieron llevar mi caso por la vía penal para que acabara en la cárcel, pero el juez paralizó el proceso”. El juez le dio la opción de seguir en su casa e instó al banco a negociar. Pero es el banco quien tiene la propiedad de la vivienda y eso ha creado situaciones límite.
“No nos han respondido nunca, no quieren un acuerdo”
“No nos hemos sentado nunca a negociar –dice Infante–. El abogado de Stop Desahucios y yo les hemos enviado cartas, les hemos propuesto un alquiler social y no nos han respondido nunca; no quieren un acuerdo”. Ahora, además, ni siquiera él quiere seguir en la casa: “Psicológicamente ya no puedo más. No puedo ni quiero volver a esa casa. He pasado cinco años sin luz ni agua por orden de Kutxabank y las condiciones son insoportables”. Cuando fue a hacer el pago a Iberdrola , le dijeron que Kutxabank había ordenado que no se le suministrara energía. Durante un tiempo estuvo trabajando en una gasolinera y el banco le retiraba un porcentaje de la nómina. Tras cambiarle la cerradura en cinco ocasiones, le pusieron una puerta blindada y consiguieron su objetivo: Infante no ha vuelto al piso desde entonces y está en una pensión pagada por los servicios sociales. “Para poner una puerta blindada, hace falta mucho tiempo y justo lo hicieron cuando me pasé un día entero fuera de casa. ¿Mucha casualidad, no? ¿No me habrían espiado?”
“Te quitan la posibilidad de tener un futuro”
“Es duro perder tu casa tantos años después, pero mi objetivo actual es finiquitar la deuda con la dación en pago”. Mensualmente se le han ido acumulando a la deuda intereses de demora de un 30% y, ahora mismo, el banco le solicita más de 160.000 euros, “cuando casi tenía pagada la casa. ¡Imagínate! ¡Si llevo pagando la casa desde que tenía 20 años! Me piden el doble de su valor teniendo en cuenta la tasación. Es totalmente abusivo. Además, es terrible estar todos los meses metido en este círculo vicioso. Te afecta a la hora de buscar trabajo y te impide avanzar. Te quitan la posibilidad de tener un futuro. Es como estar encadenado”.
Infante ha acudido al Ayuntamiento y el alcalde de Irun se ha mostrado dispuesto a mediar en el asunto y hablar con el banco para que, a cambio del piso, no le pidan más dinero. Juan Carlos cree que va a ser un proceso largo y su prioridad actual es la búsqueda de un piso pequeño en alquiler (dos días después de hablar con él, consiguió las llaves del piso). Puede utilizar para ello la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), con la ayuda de los servicios sociales para la entrada. Dice que todo es muy lento, con mucha burocracia por medio.
“Desde el momento en que te dicen que te van a desahuciar, me parece un error que la Administración no tenga ningún protocolo ni ningún mecanismo en marcha. En la pensión, hay una familia de cinco personas y una madre sola con su hija impedida, todos ellos desahuciados. Y el Ayuntamiento tiene pisos de emergencia vacíos. No lo entiendo”.
“Al final cometeré alguna locura”
Después de escuchar este embrollo, hemos hecho una pregunta ingenua: ¿Al banco no le resulta más sencillo negociar en vez de llegar a esta situación? “Sí, pero no quieren crear precedentes: no quieren que los demás piensen que pueden hacer lo mismo. A veces los bancos llegan a acuerdos para que dejen la casa lo más pronto posible y no se haga público porque, de lo contrario, cualquiera puede pedir la repetición de la jugada: tienen miedo de eso. Y es que a día de hoy se siguen practicando muchos desahucios, incluso de personas que están en alquiler”.
Nada más tomarse el café que compartió con nosotros, Juan Carlos Infante se dirigió al Ayuntamiento. Tiene que hacer frente a un montón de cosas, a muchos dolores de cabeza, y ve su futuro muy negro. “Estoy al límite, muy tocado psicológicamente. Llevo mucho tiempo sin dormir y al final cometeré alguna locura: explotaré”.
Esta tierra es nuestra,Fundación Robo hace una versión de This Land is Your Land de Woodie Guthrie.
Este viernes me encontré con María Antonia Plaza (una de las taquilleras del Teatro Victoria Eugenia). Ayer sábado, 11 de febrero, fue su último día de trabajo, porque se jubila tras 25 años en los teatros Principal y Victoria Eugenia (tal y como se lo contó hace unos días a Mitxel Ezquiaga: El contacto con el público me hizo feliz). Al enterarse, han sido muchos las y los donostiarras que se han acercado a darle las gracias a una sorprendida, emocionada y avergonzada María Antonia.
Ayer también dijó adiós Garoa Kultur Lab. Una noticia triste y más teniendo en cuenta que era unos de mis sitios preferidos de la ciudad: "No abrimos la librería por motivos económicos y no la cerraremos por motivos económicos. Hemos tomado una decisión difícil, una decisión personal, una decisión íntima. Ha sido una decisión dura, pero firme".
Poco se puede decir ante semejantes razones: únicamente agradecer su trabajo (Imanol, Eneko, Oier, Ines, Aritz, Patri, Kepa, Lander y Sara) y apuntar que este año puede haber 200 actividades culturales menos en el barrio de Gros.
Y destaco esta frase: "Yo creo que la base de la innovación es ese paso atrás: muchas veces para ir hacia adelante, debes pararte un poco, dar dos pasos para atrás y ahí empieza todo".
También quiero resaltar otra idea que Imanol ha repetido estos días. Dice estar agradecido por la repercusión que ha tenido el cierre de la librería (muchos negocios cierran la puerta cada día y no son noticia), pero entiende que hay mucha gente (joven y no tan joven) haciendo cosas (o intentando hacerlas) y que es ahí donde hay que poner el foco.
Tirando de ese hilo, cuatro cosas:
1.- Ya acabó Donostia 2016. Punto. Pantalla superada. Tenemos que mirar hacia adelante y no podemos estar continuamente poniendo sobre la mesa las deficiencias de ese proyecto.
Eso sí, no ayudan mucho esos recordatorios horrorosos que han puesto delante de los locales donde ha habido actividades de la capitalidad. En el caso de Garoa será una especie de lápida (si haces click encima de la foto, tienes la oportunidad de ver cinco fotos más de ayer).
2.- Las instituciones: en San Sebastián el peso de la cultura institucional es muy grande, pero muchos trabajadoras y trabajadores que no son funcionarios (incluidos creadores, artistas y activistas varios) viven en situación precaria.
Fuera de ese paraguas institucional, aprecio, por ejemplo, lo que hacen Le Bukowski, Dabadaba, Doka, Guardetxea... (como también apreciaba lo que hacía Kortxoenea).
Ahora bien, ya estoy mayor y me da por pensar mal: parece que durante el 2016 ha habido algunos expedientes en el Ayuntamiento que han estado parados y que se han reactivado, con consecuencias negativas, este 2017. Todo será legal, pero mírese el espíritu y no tanto la letra de la ley.
3.- Estos últimos años el turismo ha crecido vorazmente en nuestra ciudad. ¿Hasta cuándo? Me gustaría ver datos de verdad, información, y no esos datos triunfalistas de ocupación que se sueltan cada vez que hay que valorar el número de visitantes.
Tal y como están las cosas, seguramente habrá que sacrificar algunos espacios para los turistas y nosotros, los ciudadanos, portarnos como tales en esos ámbitos. Algo beneficioso: se ha revitalizado la vida en los barrios.
4.- Habrá que organizarse: nos gusta pagar pocos impuestos y que la Administración lo solucione todo, pero eso es imposible. Siempre hay grupos organizados y si nosotros (ciudadanos, trabajadores... rellena tú mismo el colectivo) no nos organizamos, lo tenemos claro.
No quedará entonces más remedio que llorar como donostiarras lo que no supimos defender como ciudadanos, pero tal y como dice el músico Joseba Irazoki "No podemos estar llorando todo el rato".
He tenido una mañana movidita y hasta bien avanzada la misma no me he centrado demasiado con los periódicos y las redes sociales. En una de estas, me he encontrado con un tuit de Fermin Muguruza citando una entrevista que le había hecho Eduardo Madina.
He leído luego que la entrevista es larga (20 páginas) y que se había publicado en el número de febrero de la revista Jot Down. Esta revista se vende conjuntamente con el diario El País (3 euros más el precio del periódico del día: hoy domingo 5,80 en total). He bajado a la calle, me he dirigido al kiosko más cercano, lo he comprado y he empezado a leerla.
La mayoría de lo leído no me ha resultado novedoso, pero aún y todo hay momentos en los que me he emocionado.
La entrevista está dirigida a público español (así lo entiendo yo: no es nada peyorativo) y hace un repaso a la carrera de Fermin desde Kortatu hasta nuestros días pasando por Negu Gorriak, su carrera en solitario, etc. Se citan cuestiones locales e internacionales (ETA, GAL, el affaire Galindo-NG, Cataluña, México, etc).
Dentro de este contexto, me ha gustado mucho leer en Twitter a algunas personas que habían descubierto hoy la palabra zubigile (en euskera, quien tiende puentes) y lo bonita que les parecía.
Es de agradecer el esfuerzo de ambos por entenderse, porque el encuentro, a priori, cumple todas las condiciones para que les den de ostias los más intransigentes de una y otra acera.
Ahora bien, tengo una propuesta para ambos: hay que jugar el partido de vuelta. Es decir, Fermin ha de entrevistar a Madina y estaría bien que el resultado se publicara en un medio de comunicación del País Vasco.
No sabía (o al menos no lo recordaba) que el editor jefe del diario mexicano La Jornada era un navarro llamado Josetxo Zaldua. La víspera del triunfo de Trump, el primer domingo de noviembre, Berria publicó una entrevista hecha por Igor Susaeta: «Independentistok politika egiten ikasi beharra daukagu». Susaeta es un periodista en excedencia que lleva varios meses en Ciudad de México y que va contando cómo le va en un blog en euskera: Mexiko Hiritik (Desde la Ciudad de México).
El punto de vista de Zaldua es interesante porque lleva en Latinoamérica desde comienzos de los 80. Habla de México, de La Jornada y del periodismo en general, de la izquierda, de su paso por ETA y de cómo ve las cosas en Euskal Herria y, finalmente, de la situación en los países de Sudamérica (Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador).
Josetxo Zaldua «Los independentistas hemos de aprender a hacer política»
Josetxo Zaldua (Elizondo, 1951) es muy futbolero. Siempre que tiene necesidad de ello, escribe una columna sobre fútbol en La Jornada y en la televisión de su despacho siempre hay algún partido que ver. Zaldua era un fino centrocampista de la cantera de Osasuna, pero se destrozó la rodilla con 18 años. Ese fue el primer golpe que recibió; el segundo vino unos diez años después, cuando tuvo que exiliarse al ser acusado de ser miembro de ETA. «La mía es la historia de varios cientos de personas más, la de quienes antes y después de mí tuvieron que tirar por esa vía. Mis labores en la organización no tenían ninguna importancia...»
Llegó a México a comienzos de los 80, y fue entonces cuando comenzó a «reconstruir» su vida. Pronto encontró trabajo en el periódico Unomasuno y, junto con otros compañeros y compañeras, creó La Jornada en 1984. Fue corresponsal en Centroamérica entre 1983 y 1990; de toda Latinoamérica entre 1990 y 1995. Desde 1996 es editor jefe del periódico.
Está muy agradecido a la vida, porque le parece que «ha tenido mucha suerte», y también muy agradecido a México. Aunque tuvo que pasar 25 años sin pisar Euskal Herria, cuando se muera, «y no será muy tarde», ha dejado dicho que parte de sus cenizas sean llevadas a Amaiur, Navarra. «Los restos de mis padres también están allí». Cada vez que vuelve, siente que ha necesitado de su tierra.
Fotografía: Igor Susaeta
México: periodismo y política
Igor Susaeta: La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha ofrecido recientemente este dato: desde el año 2000, han matado a 114 periodistas en México. ¿Hasta qué punto condiciona esto la actividad de los periodistas?
Josetxo Zaldua: Yo creo que no la condiciona. Ahora bien, conviene diferenciar dos cosas: no es lo mismo ser periodista en Ciudad de México o serlo en zonas calientes por la influencia del narco. Las compañeras y compañeros que trabajan en la periferia violenta del norte y del sur de México han de tener en cuenta los peligros que corren, pero trabajan de la misma manera. Admiro la pasión de estos compañeros. A los enviados especiales de nuestro periódico que trabajan en esas zonas les digo siempre que no queremos mártires, que son ellos mismo quienes deben valorar lo que pasa y que no tienen por qué correr riesgos, pues no merece la pena perder la vida por una noticia.
Igor Susaeta: La Jornada es un diario de referencia para la izquierda mexicana. Vuestro principal leitmotiv es dar voz a quienes no tienen sitio en el resto de medios. ¿Basta con eso para competir en el mercado?
Josetxo Zaldua: Sí. Hay un valor que cuidamos por encima de cualquier otro: la credibilidad. Es muy difícil conseguir la credibilidad, y la puedes perder en una fracción de segundo; y recuperarte de ese golpe es casi tan complicado como subir el Everest en pijama. Nosotros, por ejemplo, no publicamos fotografías que insultan el sentido más básico —el buen sentido, claro—, porque pensamos que no aportan nada informativamente hablando. Al contrario: ayudan a embrutecer la sociedad. Pero, cuidado, que también podemos equivocarnos, pero en ese sentido también somos modélicos en este pueblo. A nadie le gusta reconocer que ha metido la pata, pero nosotros sí que lo hacemos.
Igor Susaeta: «Siempre hemos tenido una difícil relación con los poderes político y económico». Es una frase tuya. ¿Habéis tenido que superar más obstáculos que el resto?
Josetxo Zaldua: Claro que sí. Los representantes de los ámbitos político y empresarial tienen miedo a la hora de hablar con nosotros; para ellos es más cómodo hablar con otros medios. Ven a un periodista de La Jornada y piensan: «¿Qué me va a preguntar?». Por decirlo de alguna manera piensan que somos el diablo, porque creen que molestamos; de todas maneras, seguro que nosotros también hemos ayudado a crear esa imagen y no me avergüenzo de ello.
Igor Susaeta: En tu opinión, en México no sólo peca de falta de credibilidad el discurso gubernamental, sino que también el de todos los políticos. ¿Piensas que la política institucional se ha rendido y que la gente está asqueada?
Josetxo Zaldua: La gente está muy cansada y eso queda claro cada vez que hay elecciones. Cuando no hay confianza en los políticos, la gente demuestra su enfado no acudiendo a votar; por eso son las democracias más débiles. La principal falla de México es que la ciudadanía no se cree ninguna palabra de sus dirigentes. Si las autoridades, sean de donde seam, dicen que algo es negro, nosotros, la gente, decimos: «Pues mira no, es blanco». Es un drama.
El exilio
Igor Susaeta: Te acusaron de ser miembro de ETA y tuviste que huir del País Vasco en 1978. ¿Es eso una carga que tienes que sobrellevar durante toda tu vida?
Josetxo Zaldua: No, nunca ha sido una carga para mí. Es agua pasada, aunque son historias dolorosas. Creo que muchas cosas se hicieron mal, pero fue la situación que nos tocó vivir a los jóvenes de entonces, cuando estás en medio de ese remolino... Ahora, a posteriori, es muy fácil juzgarlo todo y aquí siempre se habla de buenos y de malos. Puedo aceptar que las víctimas fueron las buenas, pero para nosotros aquel era un conflicto abierto. El modo de combatirlo es discutible, claro, y no hay dudas de que generó mucho sufrimiento.
Igor Susaeta: En los 80 fueron muchos los fugados que recalaron en México. ¿Por qué?
Josetxo Zaldua: Los principales representantes de la diplomacia vasca eran Telesforo Monzon y Santi Brouard y se tomó la decisión, previa consulta con varios civiles muy respetados en nuestro mundo, de crear una comisión. Fueron estos quienes viajaron a varios países latinoamericanos para cumplir con un cometido diplomático-humanitario. Esta delegación solicitó a varios gobiernos que abrieran las puertas a un colectivo de personas que ya no tenían nada que ver con ETA. Con una condición: todos aquellos que optaran por esta vía debían olvidarse de todo.
Dos países abrieron la puerta: México y Venezuela. A comienzos de la década de los 80, llegamos a México entre 50 y 60 refugiados. Tras ese cupo, cerraron la puerta, cambió la realidad, la política, porque también fue cambiando la visión con respecto a ETA...
Igor Susaeta: El fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, dijo en alguna ocasión que habría que estudiar la situación jurídica de los refugiados. ¿Cuál es tu situación y la de gente cercana a ti?
Josetxo Zaldua: Mi situación se puede resumir muy fácilmente: la Audiencia Nacional española hizo público un documento certificando que yo, Josetxo Zaldua Lasa, no tenía ninguna causa pendiente. Fue entre 1995 y 2000. De todas maneras, antes de que esos supuestos delitos estuvieran prescritos —no me juzgaron estando yo presente—, tenía en vigor un pasaporte español expedido por la embajada de España en México. Viajaba con mi nombre, aunque no iba a España y mucho menos al País Vasco.
Euskal Herria
Igor Susaeta: Desde el punto de vista jurídico, ¿cuál es la diferencia entre los fugados vascos y los refugiados de otros conflictos?
Josetxo Zaldua: Cuando llegué a México, conocí a guerrilleros de casi toda Latinoamérica. Había aquí refugiados chilenos, uruguayos y argentinos. Era impensable que sus gobiernos enviaran a México escuadrones de la muerte para eliminarlos. Estos refugiados comenzaron a llegar siendo presidente Luis Echeverría Álvarez [1970-1976]. Es una persona con claroscuros, pero fue la persona que abrió las puertas a los refugiados sudamericanos. No tenían estatus de refugiado político, pero sí que les dio cobijo y permiso de residencia.
Igor Susaeta: ¿Qué se puede hacer con respecto a la situación de los refugiados vascos?
Josetxo Zaldua: Cada caso es diferente. Bueno, tampoco es que nosotros tengamos que aparentar que padecemos una demencia: todo cambia dependiendo de si hay o no algún delito de sangre por medio. De todas maneras, habría que lograr un acuerdo amplio que posibilitara la regularización de estos compañeros. Ellos sólo tienen una cosa en la cabeza: volver a Euskal Herria legalmente. Pero no podrán volver mientras no se les asegure que no perderán su libertad al hacerlo. España, dejando al margen la temible cerrazón del PP, debería afrontar este problema desde el punto de vista humanitario.
Igor Susaeta: Han pasado cinco años desde que ETA anunció el fin de la actividad armada. Sin embargo, parece que el proceso de paz sigue estancado. ¿Cómo se puede desbloquear esta situación?
Josetxo Zaldua: Con el gobierno de Mariano Rajoy es muy difícil. Quien no entiende que Euskal Herria es una nación sin estado, no entiende nada. A través de vías democráticas y con la convocatoria de un referéndum, Euskal Herria y Cataluña desean decidir con toda naturalidad y respeto quedarse o no en España, tal y como sucede en Quebec o Escocia, por ejemplo. Y no entiendo que el intento de impedirlo sea considerado algo democrático. Puedo entender que haya reparos, sí, pero creo que este proceso abierto producirá alguna buena noticia que alegre e ilusione más a unos que a otros. Y, para eso, es necesario hacer política. Sobre todo en Euskal Herria, porque hay mucho por hacer. Puede que no sólo erráramos demorando la lucha armada. Soy de los que pienso que nos equivocamos, pero bueno: lo hecho, hecho está, y hay que trabajar sobre ello. Nosotros, los independentistas, hemos de aprender a hacer política.
Igor Susaeta: En opinión de Brian Currin, los agentes vascos deberían conseguir un acuerdo para apretar a Madrid, pero cree que entre los «partidos independentistas» hay falta de confianza mutua para dar más pasos hacia adelante.
Josetxo Zaldua: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Currin. La cuestión radica en saber cómo puede trajabar el nacionalismo extremo con el nacionalismo moderado; por decirlo de alguna manera, con el elitista. ¡Y en el PNV hay mucha gente que no tiene nada de élite! Hemos de construir puentes, pero sólo conseguiremos ganarles por la vía política.
Por otro lado, me parece perjudicial que el independentismo caiga en el victimismo. Pongámonos manos a la obra y tratemos de convencer a la gente con nuestro programa.
La izquierda en Latinoamérica
Igor Susaeta: Cuando eras enviado especial, conociste varios procesos en Latinoamérica. Entre otros, viste cómo se respondió al neoliberalismo en la década de los 90 en Venezuela, Brasil, Ecuador... ¿Está en decadencia ese movimiento de izquierdas?
Josetxo Zaldua: El caso de Brasil es emblemático, porque el establishment (los partidos tradicionales y las empresas) ha mostrado que sabe cómo debilitar a los recién creados partidos progresistas, porque sabe cómo aprovecharse de sus errores. Lula [Da Silva] llegó al poder y todos nos quedamos con la boca abierta, porque no pensábamos que algo así pudiera suceder en un país como Brasil. Y, cuidado, porque no fue casualidad: el PT había hecho una gran labor social. Cuando se hizo con el poder, puso en marcha magníficas políticas para sacar del pozo a gente marginada. ¿Qué pasa? Que en Brasil los contrastes son tremendos. El establishment se sintió amenazado y los medios de comunicación pusieron en marcha una estrategia, la cual trajo consigo una cadena de errores, dejando a la vista la corrupción del partido y del gobierno de Lula, por ejemplo. Hubo un golpe de estado blando y este es el modelo que ahora mismo está de moda en Latinoamérica. Es un lugar apropiado para los golpistas, pero sucede que ahora ya no puedes sacar los tanques a la calle; ahora se hace de otra manera, sin derramamiento de sangre. Te ahogan poco a poco.
Igor Susaeta: ¿Y qué esta pasando en Venezuela?
Josetxo Zaldua: En Venezuela no hay chavismo sin [Hugo] Chaves; para lo bueno y para lo malo, es un personaje irrepetible. [Nicolás] Maduro no es eso, y el traje de Chaves le queda muy grande. Tal y como le ha sucedido al PT en Brasil, le han perseguido salvajemente desde dentro y desde fuera, pero sus políticas no ayudan demasiado.
Hay otro tipo de casos, de gente que ha hecho las cosas de otra manera: [Rafael] Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia. Esos países, y sus dirigentes, tienen otra tendencia. Morales viene de la montaña, por decirlo de alguna manera. No es un hombre ilustrado clásico, sino un hombre hecho a sí mismo: es inteligente, sensato, alguien que ha tenido una vida muy dura. Además, hay que tener en cuenta si esos dirigentes, sean hombres o mujeres, han sido capaces de hacer piña: es algo fundamental en cualquier orden de la vida. En el caso de Correa, sin embargo, estamos hablando de un tipo ilustrado formado en los EE.UU. No es extremista, pero sí que es nacionalista, alguien que defiende su país como buenamente puede. Es verdad que tiene conflictos con los indígenas, pero también con los medios de comunicación y con los ricos.
Igor Susaeta: Pasado mañana hay elecciones en los EE.UU. ¿Qué hay en juego? ¿Cómo puede afectar uno u otro resultado?
Josetxo Zaldua: Tanto Donald Trump como Hillary Clinton son cuervos: Clinton no tanto, pero también. Los analistas norteamericanos se han fijado en una cuestión: el botón nuclear. Porque quien se sienta en la Casa Blanca lo tiene a mano. Trump es un tipo enloquecido. Si llega al poder, y tiene muchas opciones, más allá del peligro que tiene de pulsar el botón nuclear, no creo que cambie el orden establecido; lo echarían, tal y como hicieron con John F. Kennedy, por ejemplo.
A mediados de diciembre, el escritor Ramon Saizarbitoria recibió la Medalla de Oro de Gipuzkoa. Preparó un discurso de 20 minutos que publicó íntegro el portal Zuzeu: Ramon Saizarbitoria: “Ez dugu beste erremediorik originalak izatea baino”. La intervención es bilingüe, por lo que he traducido la parte que Saizarbitoria leyó en euskera. He mantenido la de castellano separada sangrando los párrafos a la derecha. Reparte varios zurriagazos aquí y allá. Imagino que cada uno se habrá quedado con los que afectan al prójimo y no se verá reflejado en los que le corresponden.
Discurso de Ramon Saizarbitoria al recibir la Medalla de Oro de Gipuzkoa
Nos denominaron la generación del 64, porque Gabriel Aresti publicó aquel año “Harri eta Herri”, y quizás también porque fue una buena añada vínicola. Entre otros estábamos Ibon Sarasola, Arantxa Urretabizkaia, los Arregi (Rikardo, Joseba...), Anjel Lertxundi, Patri Urkizu, los hermanos Lasa (Mikel y Amaia), Xabier Kintana, Mari Karmen Garmendia, Joxe Austin Arrieta, etcétera.
Además de que éramos jóvenes, nuestra principal característica es que éramos estudiantes y, muchos de nosotros, donostiarras, por lo menos quienes formábamos el núcleo de Lur. Y que deseábamos vivir como cualquier estudiante de la época, reivindicándonos como jóvenes rebeldes; con nuestras barbas, bigotes y melenas, con tabardos y Montgomerys (Ibon Sarasola, sobre todo, con Montgomerys), pero todo ello sin renunciar al euskera.
Reivindicábamos que la modernidad no es enemiga del euskera. Y quizás lo que mejor defina esa idea fue el festival que organizamos en el teatro Victoria Eugenia el 23 de enero de 1966-este año se ha cumplido el 50 aniversario, precisamente en este 2016 tan especial-; allí reunimos a los cantautores que más tarde formaron Ez Dok Amairu; a los hermanos Zuaznabar les hicimos tocar trajeados una txalaparta que entonces estaba a punto de perderse y, como presentador del acto, me tocó soltar aquello de "Jóvenes: sed yeyés o lo que queráis, pero ante todo sed siempre euskaldunes".
El alma mater o pater de aquel acto, como de tantos otros, fue Iñaki Beobide, director de Jarrai Antzerki Taldea (grupo de teatro), y en la revista Argia dijo que le había tocado recibir anónimos que lamentaban nuestro comportamiento, porque traicionábamos el alma y las esencias vascas. Estaba claro que entonces había euskaldunes a quienes les parecía un pecado mortal cantar como Iparragirre ayudados de una guitarra.
He de reconocer que nos gustaba provocar (a mí al menos me gustaba mucho). Mi primer artículo se tituló “Ez naiz jatorra” (nota: No soy puro, auténtico, verdadero, castizo... depende del contexto). Hoy me avergüenza mucho aquella especie de manifiesto en el que me mostraba contrario a todo lo que fuera la esencia de la vasquidad, cualquier cosa que apareciera como característica de dicha identidad. Proclamé mi no-jatorrismo contra todo lo que simbolizaba la txapela. Éramos anti-folkloristas, o mejor dicho contrarios al folklorismo, contrarios a quienes se tenían como euskaldunes jatorras arrinconando el euskera pero tocando el txistu y bailando el aurresku.
Denunciábamos la postura de los acólitos de Oteiza, es decir, la de convertir nuestra identidad en mero folklore y especulación metafísica; y dimos prioridad al idioma. Euskaldun es quien habla el idioma, remachábamos orgullosamente, porque considerábamos el euskera un elemento integrador, algo que nos definía más allá de dónde habíamos nacido o de lo que pensáramos o dejáramos de pensar.
Me siento en la necesidad de ilustrar con un par de pinceladas el contexto en el que nos tocó vivir, para que los más jóvenes se hagan una idea.
En mi infancia, la vida de casa y la de la calle estaban radicalmente diferenciadas. Las de todos los niños lo estaban, pero la de los euskaldunes mucho más. Tanto es así que había compañeros de clase de quienes no supe hasta mucho después de dejar el colegio que eran euskaldunes. También recuerdo a otros que venían de los pueblos de los alrededores, a quienes les delataba el acento y les llamaban boronos.
Recuerdo una anécdota de la infancia en la que mi padre trataba de convencer a un conocido suyo de que educara a sus hijas e hijos en euskera. Me resultó extraño escuchar a mi padre valiéndose de argumentos utilitaristas como que ser bilingüe valía para aprender otros idiomas y dejando a un lado los argumentos abertzales "euskara da gurea" (el nuestro es el euskera) que usaba con nosotros, con mis hermanas y conmigo, cuando nos pasábamos al castellano.
Más tarde, cuando comenzamos a pergeñar un cómic, seguramente también empujados por Beobide, le pedía a mi madre que tratara de venderlo a las baserritarras (caseras que acudían a vender sus productos) del mercado San Martín. La pobre volvía abatida porque le decían que sus hijos sabían castellano y que no necesitaban tebeos en euskera. Es decir, que la Guardia Civil no tiene ninguna necesidad de entrar en nuestras cocinas para prohibir el euskera.
Tengo la sensación de que cuando en la calle nos cruzábamos con otro crío vascohablante le mirábamos con los ojos de quien mira a alguien que tiene la misma marca que tú. Y recuerdo, por decirlo todo, que algunas personas adultas nos saludaban con simpatía cuando nos escuchaban a mi hermana y a mí hablando en euskera en la calle; e incluso nos paraban, generalmente curas y frailes viejos, para decirnos que debíamos resistir. Y recuerdo que a nosotros nos fastidiaba, porque lo único que queríamos era ser normales.
En aquella época muchos intelectuales vascófilos se pasaban al castellano en cuanto la conversación adquiría un nivel elevado, incluso para polemizar con asuntos filológicos relacionados con el euskera. Yo los solía ver aquí al lado cuando este edificio albergaba la biblioteca provincial y José de Arteche era su bibliotecario.
Perdónenme, pero el recuerdo se me va a aquel espacio entre dos salas de lectura en el que solía estar un sombrío escribiente con bata gris que hacía uso de una escupidera de porcelana. Y aquel día en el que estaba yo consultando el fichero, José de Arteche me reconoció, me preguntó en euskera si era yo, y señalándome con dedo acusador me gritó, con voz de trueno, que tendría que pedir perdón de rodillas a Euskal Herria por lo que había escrito. Lo dijo en euskera, entre dos salas grandes repletas de gente, y me sentí morir de vergüenza, dado que pensarían que me acusaba de robar libros, puesto que muy pocos debían entenderle y muchos menos deducirían que el motivo de la bronca era que, con mis 24 años, venía de publicar una novela sobre el aborto a la que el hoy reputado grafista Alberto Corazón había puesto una Santa Bernardette en la portada.
Porque dentro de nuestras posibilidades, siguiendo la senda de Txillardegi, Aresti, Beobide -Beobide siempre-… y algunos otros más, nosotros pretendíamos expandir el euskera por todas las ramas del saber. Esa voluntad se hizo factible en la colección Hastapenak de la editorial Lur. Una colección que inauguró no por casualidad el libro póstumo de Rikardo Arregi titulado “Politikaren atarian”.
Rikardo fue una persona clave en nuestra generación: era el más maduro, el más trabajador, el mejor preparado intelectualmente de todos nosotros. Además de ser un joven atractivo, era abierto, realista, sensato y contaba con una gran visión política. Con la perspectiva que me han dado los años, me atrevería a afirmar que él era uno de los pocos que tenía sentido político. Cuando la mayoría pretendíamos asaltar los cielos, él ya había previsto que el futuro era esto que tenemos ahora y que había que prepararse para mejorarlo.
Una noche, ya de madrugada, me dijo en la plaza de Andoain: “Egunen batean gipuzkoako diputatu izango naiz gorteetan" (Algún día seré diputado por Gipuzkoa en las Cortes). A mí me resultó chocante aquel deseo suyo. No pudo cumplirlo porque la muerte se lo llevó demasiado pronto en un accidente estúpido, pero quienes lo conocimos sabemos que era capaz de eso y, si se lo hubiera propuesto, también de ser lehendakari.
Nos conocimos aquí al lado, en el Bar Lasarte de la calle Elkano, en una cita organizada por un dirigente (se entiende que del PNV). Debíamos acudir con un periódico bajo el brazo, no recuerdo cuál, y yo debía preguntarle: “andoaindarra al zara?" (¿Eres de Andoain?), y él a mí: “eta zu donostiarra al zara?" (¿Y tú eres donostiarra?)… Una medida totalmente inútil, porque al día siguiente ya éramos amigos y andábamos jugando a la pelota en el frontón de su casa.
Rikardo era un intelectual y un hombre de acción. Un hombre encorbatado como Camus, pero sin cigarro. Suya fue la idea ambiciosa que se extendió por toda Euskal Herria de hacer una campaña de alfabetización, campaña que luego dirigiría su hermana Begoña. Pasamos varios años de pueblo en pueblo hablando de cualquier tema, robando tiempo de la formación que tanto necesitábamos.
Éramos diferentes: él más serio, yo más revoltoso. Él me animó a que escribiera. Zeruko Argia también estaba cerca, en los Capuchinos, y Rikardo se encargaba, con la ayuda de José Manuel Toledo, de la colección política “Erriak eta gizonak” (Pueblos y hombres). Yo creé una nueva colección, “Gazte naiz” (Soy joven), más ligera y literaria por decirlo de alguna manera. Debía de tener 21, Rikardo 23, porque recuerdo que mataron a John Kennedy y, por tanto, era 1963. Kennedy era la cabeza del imperio, quien invadió Bahía de Cochinos. Rikardo le dedicó un artículo titulado “Gizon bat hil dute” (Han matado a un hombre). Un buen título, que me marcó para siempre, y que me da a entender cuál sería su postura ante la violencia política que hemos sufrido durante años.
Me resulta inevitable citar en este acto a Ibon Sarasola. Ibon era intransigente con la tontería, con la vulgaridad, con el afán de notoriedad, con las horteradas. Disponía de un fino olfato, era muy sagaz a la hora de descubrir eso tan especial de un texto, eso que hace que lo califiquemos como literario... para descubrir ese tono literario, quiero decir.
A Ibon le envié el manuscrito de mi primera novela, Egunero hasten delako. Quiero decir que estaba escrita a mano y que era un texto único; es decir, que me quedé sin ninguna copia. Debía de tener una gran confianza en el servicio postal o muy poca en la calidad de mi novela, y no me importaba perderla, porque un escritor famoso me dijo tras leerla que no tenía un euskera muy bueno. Pero la cuestión es que a Ibon le gustó y que me ayudó a reescribirla. Quizás sin su ayuda no habría publicado aquella novela y no habría ni segunda ni siguientes novelas; no sé si debo agradecerle el empujón.
Reconozco que durante mucho tiempo él ha sido mi lector modelo. Que mientras escribía me he parado muchas veces a preguntarme qué es lo que pensaría Ibon si lo leyera... Si torcería el gesto al leerlo.
Tampoco quisiera dejar sin citar algunas personas mayores, gente ya reconocida entonces. Porque no fueron pocos quienes nos ayudaron y apoyaron: por ejemplo, Karlos Santamaria y Koldo Mitxelena. Mitxelena pregonó que la juventud tiene la razón biológica, para expresar así que el euskera unificado no tenía marcha atrás. También tenemos que reconocer que Euskaltzaindia (la Academia de la Lengua Vasca) nos abrió sus puertas muy pronto; y que le dio a la campaña de alfabetización todo el apoyo que pudo.
La mayoría de las reuniones de Euskaltzaindia se hacían aquí, en este palacio. Aquí, en los alrededores de la plaza Gipuzkoa, se han materializado los acontecimientos más importantes que ha vivido el mundo de la cultura en euskera. Aquí nació la prensa vasca, aquí se oyó por vez primera euskera en un teatro y, por eso, quiero resaltar la relación entre Donostia y el euskera.
Asimismo, quiero homenajear a una generación donostiarra que me precedió un siglo antes, una generación que no ha recibido el reconocimiento exterior, formada por escritores de ideas y profesiones liberales. Antonio Arzak, Indalezio Bizkarrondo, Marcelino Soroa, Bitoriano Iraola, Serafín Baroja…
Es sabido que el hijo de Serafín, Don Pío, no amaba demasiado San Sebastián, quizás por llevarle la contraria a la figura de su padre; porque el amor que Serafín profesaba por Donostia era inmenso. Y, por decirlo todo, porque seguramente el hijo no le perdonaba que un ingeniero de minas perdiera el tiempo y las ganas escribiendo óperas en euskera en vez de enriquecerse. Pío Baroja dejó dicho de su padre y de sus amigos, con bastante desprecio creo yo, que ellos escribían sobre lo externo para los lugareños, mientras que él escribía sobre lo local para que fuera conocido fuera.
Teníamos el mismo objetivo que Don Pío achacaba a su padre. No podía ser de otra manera, porque escribíamos en euskera sin la menor intención de ser traducidos y conviene tener en cuenta que, al igual que Txillardegi, yo mismo había ambientado una novela en el extranjero.
Pero las cosas han cambiado, ya que hoy en día son varios los escritores vascos leídos más allá de nuestras fronteras, aunque la intención del poeta Etxepare y del instituto homónimo, euskara jalgi hadi mundura, se haga las más de las veces en castellano; ya que las obras en euskera cada vez se traducen más y antes a ese otro idioma nuestro. Son muchas las consecuencias que esta nueva manera de proceder puede acarrear a la evolución de nuestra literatura, y aunque la mayoría sean positivas, tampoco conviene obviar que el hecho de que nuestras obras compitan con sus traducciones en las librerías de Euskal Herria tiene también sus riesgos.
Hemos crecido a gran velocidad y crecer nos obliga a enfrentarnos a nuevos desafíos. Resulta evidente que había que andar el camino y debemos felicitarnos por los indicadores que, como la tasa de hablantes, difícilmente pueden ser más positivos. Pero tampoco debemos incurrir en un optimismo imprudente, el optimismo de aquel que cae de lo alto de un rascacielos y, al pasar por el piso 17, cuando le preguntan ¿qué tal?, dice: de momento voy bien.
Tengo la sensación de que nos encontramos a medio camino hacia alguna parte, con el culo entre dos sillas, si se me permite la expresión; entre el desarrollo y el subdesarrollo, por decirlo así. Y como es sabido, los especialistas en desarrollo advierten que en muchos aspectos la fase intermedia puede ser la más peliaguda, puesto que no es raro que concurran en ella factores negativos de los otros dos estadios. Lo que pretendo señalar es la necesidad de evitar caer en la autocomplacencia, de ser autocríticos y ponerse a considerar si no sería útil tratar de recuperar algunas actitudes y prácticas del pasado. Añoranzas de aquellos tiempos, nostalgia de viejo, es posible.
No me hagáis demasiado caso, porque probablemente se haya apoderado de mí la melancolía del viejo. Si tuviera que crear hoy una nueva colección, la titularía “Zaharra naiz” (Soy viejo), pero seguiría pregonando que sigo sin ser jatorra.
Y diría que el mundo va como va, que no podremos jamás superar la incertidumbre, que siempre seremos especiales. Y que la mejora no vendrá de copiar miméticamente lo que hacen los grandes, que el inglés o el castellano, ni siquiera el catalán, nos sirven de modelo, y que no nos queda otro remedio que ser originales.
Echaría mano del compromiso de cuando éramos más pequeños y más pobres, del entusiasmo de cuando no teníamos apoyo institucional; echo en falta aquel tiempo en el que la gente acudía a los euskaltegis (academias para el aprendizaje del euskera) por amor, por solidaridad y porque era divertido; cuando los padres y las madres optaban por las ikastolas porque en ellas se desarrollaban los proyectos más avanzados o porque el profesorado era el más comprometido. Extraño la época en que los límites entre la cultura y la subcultura, la literatura y la subliteratura era mucho más definidos.
Me apena la creciente antropologización del término cultura. Que cualquier cosa, correr con un eslogan en la camiseta, tirar de una cuerda de un lado a otro de un puente, abrir un grupo de paraguas ¡de colores! en una playa, cocinar bacalao al pil-pil en una plaza, se considere cultura.
Me da rabia la reducción de lo cultural al entretenimiento, que las inversiones en cultura se tengan que justificar como medio para traer turistas que compren camisetas Basque Country y coman banderillas. Me da pena que muchos jóvenes abandonen la escuela sin saber leer, sin saber música y que se intente obviar que disfrutar de lo mejor requiere entrenamiento.
Me saca de mis casillas la vanidad de la juventud que para significarse e infravalorar a la mayoría que se euskalduniza en la escuela va pregonando por ahí su dialecto de barrio. No puedo aguantar el euskera muchas veces incomprensible usado en ETB (Euskal Telebista). Me da rabia la actitud de quienes justifican el simplismo de su trabajo en aras de la difusión. Me parece lamentable la tendencia a vestir la demanda de creatividad cultural. Resulta insoportable pagar y promocionar con dinero público la vulgaridad y la basura, sobre todo la dirigida a los jóvenes y, especialmente, en la escuela. Porque ayer como hoy pienso que la calidad nos puede salvar.
Preferiría que algunos no fueran tan lejos en sus reivindicaciones; no me parece inteligente pedir más de lo que podemos gestionar. Me desconcierta lo exigentes que somos en nuestras reclamaciones, muchas veces hasta resultar intolerantes con los más debiles, y qué tibios y dóciles en otras situaciones en las que se arrincona y desprecia el euskera.
No entiendo a quienes son incapaces de asumir que el euskera necesita de todos, incluido a los que no lo hablan. Me parecen tan patéticos los que llevan la boina con orgullo como los que se avergüenzan de ponersela.
Podría continuar ad infinitum o ad absurdum, pero he superado ya el tiempo razonable. Me voy tal y como he comenzado: muchas gracias por este honor que recibo en nombre de una generación. Todo lo que he hecho antes y ahora lo he hecho disfrutando, nadie me debe nada, por tanto. Y nadie me puede quitar la pena de no haber hecho más cosas y mejor. Muchas gracias.