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2016/03/01 23:05:00 GMT+1

Spotlight aquí, ahora

Hoy se ha hablado en las redes sociales mucho de la salida de prisión (¡ya era hora!) de Arnaldo Otegi. Además, en la tuitesfera en euskera, también ha dado que hablar un artículo de opinión (Spotlight hemen, orain) firmado por el periodista Alberto Barandiaran. No he visto la película Spotlight, una de las triunfadoras de la pasada gala de los Óscar, pero sí sé que habla de abusos sexuales a menores practicados por curas en Boston (EE.UU). Barandiaran comienza en América, pero trae el tema a casa. A Irun, concretamente. Años 70. Traduzco del euskera.

'Spotlight' aquí, ahora

En una de las escenas de la película Spotlight, el protagonista, veterano periodista de investigación del periódico Boston Globe, le pregunta a un antiguo compañero de clase cuál era el deporte que practicaba en los tiempos del instituto. «Estaba en el equipo de béisbol», le responde. «Yo jugaba a rugby. El Hermano Talbot dirigía el equipo de hockey. Si uno de nosotros dos hubiera elegido el hockey, hoy, quizás, no estaríamos aquí». El Hermano Talbot había violado a varios jóvenes en una escuela de un distinguido barrio de Boston en la década de los 70. Aquellos jóvenes no eran especialmente atractivos, ni especialmente jóvenes, pobres o ricos. Les gustaba el hockey y el Hermano Talbot dirigía el equipo de hockey de aquel instituto. Eso era todo.

El Boston Globe puso en marcha una extensa investigación sobre esos casos a principios de la década de los 90. Gracias al trabajo desarrollado por el grupo denominado Spotlight, quedó demostrado que la Iglesia Católica había silenciado, durante décadas, todos aquellos abusos de Boston, y que había ayudado y protegido a los culpables. Más tarde se supo que no sólo había sucedido en Boston. Salieron a la luz casos similares en otras ciudades estadounidenses y europeas. También en África y en Asia. Es decir, el problema era sistémico. Tocaba a todos los estamentos de la Iglesia Católica.

Los periodistas del Boston Globe se hicieron con el prestigioso premio Pulitzer gracias a este trabajo de investigación, y el filme Spotlight ha conseguido el Óscar a la mejor película este año. Me lo recomendaron vivamente dos jóvenes periodistas. Les despertó tal pasión que se preguntaban dónde se escondería en nuestra tierra un escándalo semejante. Se mostraban muy dispuestos a investigar con ganas y a airear trapos sucios. Que a ver dónde estaba ese escándalo entre nosotros.

Cuando éramos jóvenes, sufrimos abusos en el colegio La Salle de Irun. El Hermano Valerio, el tutor, aprovechaba la última hora de la semana para situarse ante nosotros y hablar tranquilamente, en un ambiente distendido. Se sentaba en la parte delantera de su mesa, o en los pupitres de la primera fila, mirando hacia nosotros, y comenzaba a reflexionar en voz alta, como si estuviera entre amigos. Remarcaba frecuentemente que lo que allí se decía no podía salir de aquella habitación. Que era nuestro ámbito de confianza. Si alguien se iba de la lengua, ello suponía una traición al grupo. Que sólo de aquella manera conseguiríamos hacernos confesiones mutuas. Que aquello era bueno.

Una vez nos dijo que conocía a jovenzuelos como nosotros que se tocaban mutuamente el pene como una manera de mostrar "confianza o amistad". Que no conocía una muestra más auténtica de la amistad que la masturbación recíproca.

Teníamos trece años.

Cuando tocaba tutoría, hacía que nos sentáramos encima de nuestras mesas, con los pies en los pupitres, de frente. Ponía sus manos en nuestros muslos y nos daba fuertes abrazos. Metía su mano debajo del jersey. Su temperamento era un tanto colérico y se enfadaba si nos apartábamos. Nos inoculaba la idea de haber pensado mal. Su palabra clave era "confianza".

En aquella época, trabajaban mucho los ejercicios espirituales, las convivencias. Eran voluntarias y Valerio consiguió convencer a nuestra cuadrilla. Seis amigos fuimos con él a una casa del Antiguo de San Sebastián a pasar un fin de semana. Era verano porque había regatas. Casualmente, una de las tres habitaciones que nos tocó era demasiado pequeña, y cuando llegó la hora de acostarse, Valerio nos dijo que había sitio en su habitación para que alguno de nosotros lo acompañara. No sé cómo, pero los turnos se formaron muy rápidamente y yo me quedé sin sitio. Me puse tozudo con Valerio: que echaría un colchón al suelo y que ya me arreglaría con Iñaki. No le gustó. Se pasó todo el día siguiente de mal humor. Se quejó de que no había confianza. Cuando cogimos el tren de vuelta a casa, todos nos relajamos como si nos hubiéramos quitado un gran peso de encima.

Sí, yo podría haber sido un miembro del equipo de hockey.

Me atrevería a decir que aquí no se hablado ni investigado de verdad jamás lo sucedido durante tantos años alrededor de la educación relacionada con la Iglesia. Cómo se ha tolerado todo eso. Cómo se ha callado. No hemos preguntado, no hemos escuchado, no hemos contado. Y aquí, nosotros, tenemos un Pulitzer.

Porque no fue sólo el Hermano Valerio, y porque no fueron únicamente abusos relacionados con la pasión sexual. En la misma escuela y época, un profesor perdió los nervios en cierta ocasión y le dijo a Pedro Pablo que saltara por la ventana: "Pedro Pablo, hala, tírate por la ventana si te da la gana". Y Pedro Pablo se tiró por la ventana.

No llorábamos. No nos quejábamos. Irun, década de los 70.

Trasladaron de colegio al Hermano Valerio porque en una de aquellas tutorías se le fue la mano y se quejaron los padres. Le cambiaron de colegio.

Es cierto que la película Spotlight despierta un deseo hacia nuestra profesión. Una especie de grito: que el periodismo tiene la capacidad y, sobre todo, el deber de denunciar las injusticias.

Hoy, aquí.

Escrito por: iturri.2016/03/01 23:05:00 GMT+1
Etiquetas: alberto_barandiaran irun berria abusos_sexuales traducciones iglesia | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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