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2020/05/26 21:05:00 GMT+2

Mirando por la ventana

O por el balcón. El nuevo deporte nacional.

Leihotik begira

Lunes por la mañana. A eso de las 11:00 se oye un golpetazo. Hay un crío en el suelo, en medio de la calle. Parece que ha sido atropellado por un coche. No sé qué ha pasado. Viste la camiseta de la Real y tiene cerca, unos metros más allá, un monopatín. No parece demasiado grave, pero sí aparatoso. Hasta que llegue la ambulancia y la policía, el tránsito de vehículos se detiene. Varias personas, sobre todo un hombre, tratan de consolarlo con mucho tacto mientras lloriquea. Llega la ambulancia, atienden al herido y se libera la calle. Todo sigue su ritmo habitual, como si no hubiera pasado nada.

El accidente sucede enfrente del garaje de los servicios fúnebres. Los primeros días del encierro me fijaba en la entrada y salida de vehículos. No era muy fluida, pero la persiana se elevaba un par de veces al día y eso me producía cierto desasosiego.

En la parte superior del garaje, está la terraza de los vecinos del piso contiguo. Calculando mal y pronto, unos 80 metros cuadrados. Un lujo esos días de confinamiento. La pareja y sus dos hijos usaban el espacio como lugar de esparcimiento, a pesar de no ser un sitio muy discreto. Jugaban al baloncesto, al frontenis, etc. Ahora es el hijo quien practica, de vez en cuando, kick-boxing.

Una mañana de sábado escuché a una mujer joven llamándole la atención a un señor que debía de estar en la plaza. Por aquel entonces eso estaba prohibido. La mujer le echaba en cara su poca vergüenza. Que como podía estar leyendo el periódico así de tranquilo mientras su crío, el de la mujer, no podía salir a la calle. No se escuchó ninguna respuesta del hombre de la plaza.

Este fin de semana he visto a un hombre sacudiendo la escoba muy marranamente. Espero que los vecinos de la terraza inferior no se percataran de ello.

Ya han pasado los aplausos de las ocho. Alguien tocaba el pito y bastantes vecinos nos asomábamos al balcón o a la ventana. Afortunadamente a nadie se le ocurrió poner música. Como leí por ahí, parece que había gente que no se daba cuenta de que todos tenemos algún aparato reproductor de sonido en casa. Y quien no lo tiene, quitando las excepciones de rigor, es porque no quiere.

Compruebo que se me está agotando el bote de la paciencia. Lo percibí de primera mano el sábado con mi madre. Fuimos a dar un paseo a Hondarribia. Una mujer ya talludita golpeó su bicicleta contra un robusto banco de piedra que se interpuso en su camino. La ayudamos a levantarse y cruzamos un par de frases con ella. Mi madre le dijo que igual era el momento de dejar a un lado la bicicleta. Debí permanecer callado, pero le dije que, por favor, se callara. Que cuando una persona se ha caído al suelo de aquella manera tan burda no es el momento más adecuado para decirle que lo deje. Pero eso se puede decir de manera correcta o tal y como se lo dije yo.

Cuando el teletrabajo me lo permita, seguiré mirando ese cielo. A ver si el bote de la paciencia sube de nivel.

Leihotik begira, sarrera hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2020/05/26 21:05:00 GMT+2
Etiquetas: ama donostia hondarribia covid19 | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

¿No pasarás de "controlador de balcón" a "controlador de playa", no? ;-) 

Escrito por: Iñaki Murua.2020/05/27 17:04:9.123345 GMT+2
https://imurua-botxotik.blogspot.com/

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