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2007/12/11 17:00:00 GMT+1

Las cosas de Nando (XVIII) A su lado

Nando nos cuenta cómo vivió el nacimiento de su segunda hija. Señor Piñeiro, sepa usted que aquí también se le quiere.

Preparada la maleta: en un lateral la ropa de Sofía; en el otro, la ropa de Naroa.

En otro lateral, de mi armario, días antes coloqué un pantalón vaquero gris claro y una camiseta, verde tierra. Sería la semana 36.

Preparada la ropa, repasé el guión. Llegado el momento me encontraré en una habitación y utilizaré palabras de cariño y ánimo. Dicho así parece fácil, pero llegado el momento, suelen aparecer  frases de este tipo:

¡Ánimo, cari!, ¡Ya falta poco! ¡Un último esfuerzo!, frases que aunque se digan suave y con todo el amor del mundo, suenan a patrón de trainera.

Si bien tenía claro el vestuario, con el guión decidí esperar.

Entramos en el paritorio y me ausenté un instante. Fui al baño más cercano, me quité el reloj, me lavé las manos y la cara, me limpié los dientes y coloqué un par de gotas de agua de colonia a ambos lados de mi cuello.

Volví al paritorio y una enfermera, sin apreciar que venía vestido para la ocasión, me ofreció una bata verde y unas pantuflas. Las gotas de colonia quedaban por fuera. Viéndolo así, asistiría de verde.

Entramos hacía las 5 de la tarde y un aparato controlaba las contracciones, enseguida entendimos que la fuerza de las mismas se reflejaba en un contador donde un número indicaba su intensidad. Hablamos, y sobre todo, nos agarramos de la mano.

Dos horas más tarde nos dijeron que había llegado el momento.

Me coloqué a un lado y apenas hablé. Alguna caricia y muy suavecito cortas frases de cariño.

Cuando estábamos “empujando”, apareció una ginecóloga, se colocó frente a mí y se subió a un escalón. Yo, sin entender nada, miré hacia arriba y vi como “caía “ sobre la tripa de Sofía. Estaba intentando entender esta técnica cuando oí llorar.

Ese primer llanto era de Naroa. Besé a Sofía, sentí mis ojos de lágrimas llenos y antes de que se colocara en el pecho de su madre, en silencio dije: “bienvenida Naroa, sepa usted que se la quiere”.

Naroa y Sofía se abrazaron. Yo seguía a su lado cuando Teresa, que así se llamaba la matrona, me invitó a situarme a su lado. Acepté la invitación y ella me explicó la situación. Limpiamos la placenta, vi la bolsa donde había estado Naroa, colocamos un par de puntos y desinfectamos.

Ya en casa y en un cambio de pañal aproveché para hablar con ella:

Como le comenté al nacer, se la quiere. Si le parece, el resto lo vamos viendo.

Tarde de noviembre, 21. Decir que ellas espléndidas. Un placer a su lado estar.

Desde la felicidad y el suave querer, informando para pedradas

Escrito por: iturri.2007/12/11 17:00:00 GMT+1
Etiquetas: nando nacimiento naroa_piñeiro | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

jajajajajajaja!
grande, nando, muy grande!
lo de "que sepa usted que se la quiere" me ha destrozado la muela...

Escrito por: alajaina!.2007/12/12 11:13:25.490000 GMT+1

A mí lo de "el resto lo vamos viendo". Pero me ha gustado, sobre todo, la ternura.

Escrito por: iturri.2007/12/12 19:08:59.613000 GMT+1

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