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2016/10/24 21:20:00 GMT+2

Juan Gorostidi: «En el ámbito intelectual estamos rodeados de propagandistas»

Retomo las traducciones de entrevistas o columnas interesantes en euskera. Y lo hago con una entrevista hecha por Gorka Erostarbe a Juan Gorostidi y publicada en Berria el domingo 23 de octubre: «Propagandistaz inguratuta gaude esparru intelektualean». Os dejo directamente con ella, porque me ha dado mucho que pensar y poco más puedo añadir yo. Un matiz: las negritas de las respuestas son mías.

«En el ámbito intelectual estamos rodeados de propagandistas»

El escritor Juan Gorostidi cuenta la derrota de una «generación zombi» en su libro ‘Zazpigarren heriotza’ (La séptima muerte). Desde una perspectiva transformadora, cree en un movimiento popular autónomo renovado.

Juan Gorostidi. Fotografía de Ion Urbe (Argazki Press para Berria)

Fotografía de Ion Urbe (Argazki Press para Berria)

«Soy escribiente, no escritor». Juan Gorostidi (Pasaia, Gipuzkoa, 1956) comenzó a escribir tarde. O al menos a publicar lo escrito. En el 2011 publicó Lau kantari. Beñat Achiary, Mikel Laboa, Imanol Larzabal eta Ruper Ordorika (Pamiela). No era una biografía al uso. Tomando como eje la carrera de los cuatro cantautores, escribió un ensayo planteando nuevas reflexiones sobre el canon de la canción de autor, más allá de los datos biográficos. A las puertas del verano, publicó Zazpigarren heriotza. Autonomiaz eta bortxaz, dolu baterako arrastoak (Erein), otro libro insólito. Una mezcla de biografía personal, memorias, crónica política, ensayo y reflexión. Hinca el diente a algunas cuestiones y dolencias varias de los últimos 40 años de la historia del País Vasco, siempre con una voz crítica argumentada e ilustrada (con numerosos ejemplos y referencias culturales locales y foráneas).

A finales de aquella febril década de los 70, se metió de lleno en el movimiento popular autónomo de Errenteria (Gipuzkoa) —en los movimientos obrero, popular, antinuclear...— para optar más tarde por un exilio interior tras la «derrota de la izquierda». Es un exilio que no aparece en el libro — «quizás escriba sobre ello»—… Luego vinieron sus viajes a África y a Oriente, su dedicación a la agricultura, el aprendizaje de las artes marciales y otras disciplinas orientales... En la actualidad es profesor de taichi en Donostia. «Trabajo a media jornada. Me basta. Prefiero dedicar el resto del tiempo a leer y escribir».

Esta semana se han cumplido ya cinco años desde que comenzara a escribir el libro. Porque fue el 21 de octubre de 2011, tras la decisión de ETA de dejar las armas, cuando se puso manos a la obra, escribiéndole una carta a su hija. Lo que cuenta a continuación es la derrota de una generación; además, el libro recoge un buen número de motivos para la reflexión así como otros tantos para la interpelación.

Gorka Erostarbe:  «Estamos demasiado habituados a escondernos en juegos cobardes. Pero ha llegado la hora —si es que llega alguna vez— de escuchar atentamente la voz del Eco », dices. ¿Cuál es ese Eco escrito con letra mayúscula?

Juan Gorostidi: Ese Eco es una cita de Bernardo Atxaga. Estaba presentando un libro sobre Kortatu y se refería a Fermin Muguruza. Muchas veces, sobre todo cuando somos jóvenes, mucho más cuando nos ponen un micrófono en la mano, nos crecemos y soltamos lo que soltamos. Pasado un tiempo, igual nos avergonzamos de lo dicho o de lo hecho. Viene de ahí. Hemos vivido una época en donde hemos identificado una actitud resistente, liberadora, con una forma muy simplista y muchas veces reaccionaria de entender la radicalidad. Reaccionaria porque actuábamos por reacción, entre otras cosas. Claro, si ves la calle llena de policías, tú tienes una reacción, la de la furia. Y si golpean a alguien, te rebelarás si tienes alguna inquietud, pero actuarás movido por la reacción. Eso se puede hacer en un determinado momento, pero luego, desde una perspectiva liberadora, cuando hablamos de radicalidad, tiene que haber una reflexión, un balance y habrá que pensar qué nos lleva a esa situación.

Gorka Erostarbe: ¿No se ha reflexionado aún sobre ese Eco?

Juan Gorostidi: Hemos vivido una época silenciosa: cómo es posible haber reflexionado y hablado tan poco durante tanto tiempo sobre estos temas tan importantes. Creo que en nuestro mundo estamos muy marcados por la carga de ese silencio: cuidado con lo que dices, porque eso tendrá consecuencias, tendrá eco. Entonces, gritamos o permanecemos en silencio. También sucede que, pasado un tiempo, ese eco es pura distorsión. Y no puedes llegar a entender no solamente el mensaje, sino tampoco el contexto, el ambiente y la música de ese ruido. Estoy hablando de cuestiones de hace 35-40 años... Es prehistoria. Piensa qué desfase tenemos.

Gorka Erostarbe: La cuestión del silencio es la historia de la derrota de una generación: la de aquella que pretendía transformar el mundo a partir de la década de 1970.

Juan Gorostidi: Nuestra generación no ha aceptado la derrota; ahora bien, conviene matizar. No es nuestra generación. Es una minoría que nos distinguimos dentro de nuestra generación. En la lucha, en las asambleas y en la militancia, estábamos unos pocos solamente, aunque el ruido era grande y parecía que realmente éramos el motor o la vanguardia de una fuerza transformadora. Teníamos esa sensación; la revolución era una cuestión del día siguiente. ¿Qué sucede cuando, casi de un día para otro, todo eso desaparece? O asumes que ha sucedido algo y que no te has enterado, y debes trabajarlo, o sueltas un «adelante, amigos» y te encastillas en lo tuyo. Había 100.000 detrás de la pancarta, y ahora son cuatro, pero hay que seguir hacia adelante...

Gorka Erostarbe: ¿Y qué es lo que pasó?

Juan Gorostidi: Está la vanidad y la no aceptación cuanto tú has puesto mucho y cuando has implicado a mucha gente con consecuencias tremendas. Hay que vivir el duelo de la derrota y, para ello, conviene en primer lugar aceptar lo sucedido. Si no aceptas la derrota, no podrás pasar el duelo. Y si no pasas el duelo, entras en una fase de desvarío puro. Se crea una distorsión y construyes fetiches como sustitutos de una pérdida que no aceptas. Desde una perspetiva transformadora, tenemos ahí un problema tremendo con una consecuencia muy concreta: la de convertirte en un zombi político. Desde una perspectiva conservadora, contemplan el espectáculo y se ponen como locos: «Podemos estar tranquilos con esta gente: montarán alguna de vez en cuando, pero están tan fuera de la realidad».

Gorka Erostarbe: Has puesto el foco en la derrota de esa generación en la izquierda abertzale, sobre todo. Utilizas términos comos suplantación y usurpación.

Juan Gorostidi: Si hablamos sinceramente de la izquierda abertzale, hay que hablar de ETA. Ha sido ETA, al menos hasta el 2011, el referente intocable y prácticamente único. Quien se apartaba de ahí, y la mayoría lo hizo, se convertían en malditos automáticamente. Da igual que fueran los de ETA-Berri, los troskos, los poli-milis, los de Aralar... Había también una mayoría en ETA que decía "por aquí no vamos bien", pero bastaban cuatro echados para adelante para hacer una acción espectacular y recuperar una especie de simpatía y de capital simbólico para continuar siendo referentes. Debajo de los discursos, de los análisis o de las cosas racionales, pero con muchísima más fuerza, hay determinadas inercias. El motor de esas inercias está escondido y no nos dimos cuenta de qué inercias hay por debajo. Por ello ha tenido ETA éxito durante tanto tiempo, un éxito entrecomillado. Había mucha gente que pensaba: «Que hagan ellos el trabajo y nosotros, cada uno a su manera, daremos un apoyo activo o pasivo o un voto». Las consecuencias de todo ello han llegado hasta hoy. Y es grave.

Gorka Erostarbe: Hablas también del mito de la revolución...

Juan Gorostidi: Y ha habido una gran distorsión. Se pensaba que cuanto más se golpeaba, más radical se era. Se creía que el uso de las armas, el uso de la violencia era revolucionario por sí mismo. ¿Cómo se puede pensar esto mirando un poco la historia? Si hay algo que el poder puede asimilar, eso es la violencia. Ellos tienen el monopolio, ¿cómo no lo van a manejar? Ahora estamos en tierra de nadie, sin saber muy bien qué ha pasado, porque hemos olvidado tantas cosas...

Gorka Erostarbe: ¿Le pondrías alguna pega a ese movimiento popular autónomo que fue suplantado?

Juan Gorostidi: Por supuesto: soy muy crítico. Para empezar, lo digo en el libro: ¿eramos autónomos? ¿Había un movimiento autónomo? ¿Era realmente un movimiento con autonomía propia? Pues no. Había una gran falta de madurez. No había capacidad para entender que una cosa era ocupar un espacio, porque no había partidos, no había sindicatos ni elecciones... En un sentido amplio, la izquierda abertzale no estaba organizada. Pero ese movimiento tenía más de reactivo que de constructivo. Cuando se dio aquel fracaso, nosotros también -hablo ahora en nombre de la autonomía, aunque no me guste utilizar ese nosotros- nos quedamos fuera de juego. La mayoría de la gente que estaba en torno a los autónomos tiró hacia la izquierda abertzale institucional (Herri Batasuna), siguiendo una falsa radicalidad. A mi juicio, no había una verdadera madurez para plantear la autonomía. No teníamos medios ni capacidad. Tenemos que analizar estas corrientes profundas, porque de lo contrario no nos enteraremos de nada. No vale decir «tú actuaste mal y yo bien». No es un ajuste de cuentas. Se necesita un estudio en profundidad. Y dónde están esos análisis si vivimos rodeados de propagandistas...

Gorka Erostarbe: De todas maneras, ¿la salida del túnel, de haberla, estaría en un resurgimiento del movimiento popular autónomo, no?

Juan Gorostidi: Es evidente. Cuando hoy se habla de autonomía ya no es un término extraño. También en la izquirda abertzale, ahora que ha comenzado la crítica, se reivindica la autonomía: han de ser movimientos autónomos, soberanos, hay que respetar su dinámica. Ese discurso existe, pero hace diez años, hecha esta pregunta a un militante, no habría sabido qué responder: «¿Qué son? ¿Comandos autónomos?» diría como mucho. El concepto era también extraño. La última generación —la que ha planteado una respuesta a la última crisis, los menores de 30 años— está recuperando esta cuestión. En medio de todos los debates de los procesos políticos está el modelo de organización. Quienes se consideraban revolucionarios y liberadores han vivido bajo un modelo insurreccional que debía haberse superado hace sesenta años. Y me da que no nos hemos dado cuenta de la transformación que ha tenido el sistema de dominación y de las consecuencias de ello. A partir de la década de 1960 no cambia sólo el modelo económico, sino que ahí viene la crítica de Guy Debord, la sociedad del Espectáculo; y todos estamos dentro de este sistema. Cómo imaginarás un espacio liberado si eres tú mismo el modelo de ese sistema. Fue la autonomía quien puso encima de la mesa ese debate en las décadas de 1960-1970. La Historia nos ha pasado por encima, pero son temas muy actuales.

Gorka Erostarbe: En el libro manejas muchas referencias culturales: la película The Act of Killing o la novela Asteburua. ¿Qué papel tiene la creación en la deconstrucción de los fetiches antes citados?

Juan Gorostidi: La creación es imprescindible y tiene que ser algo prioritario. El inicio de la creación es la pregunta y el no-lugar. No puedes crear si no estás en crisis. La verdadera creación siempre choca con el sistema de dominación. En la actualidad, la cultura institucional es un elemento decorativo y discursivo del poder y de la estructura social. Ahí también los «espacios liberados» son cada vez más difíciles. Pero, de todas maneras, mientras estemos vivos, y no nos convirtamos en zombis, nos preguntaremos cuál es nuestro sitio y qué aportación podemos hacer. La creación, de por sí, supone un cuestionamiento del sistema de dominación. Ese custionamiento ha de ser radical; porque si no te conviertes en propagandista. Y, aquí, la mayoría de las aportaciones que aparecen en el escaparate cultural tienen esa función propagandístico-decorativa. Cómo poner un bonito lazo a eso de que «es lo que hay, no hay más». Esa es la clave del discurso neoliberal: «¿De qué te quejas si vives muy bien?». La creación debe ocupar ese lugar incómodo y decir «no». Ahora bien, somos capaces de decir que «no», pero ¿qué haremos de ahí en adelante? Cada creador, cada persona deberá replantearse su sitio...

Gorka Erostarbe: ¿Ocupa la creación ese lugar?

Juan Gorostidi: Aquí el pensamiento está muy mal visto. Yo veo a mi generación como una generación zombi. Si no eres capaz de tirar hacia adelante con lo que te ha pasado, vivir un duelo y sacar conclusiones, te quedas fuera de la historia en tu delirio. La creación es coger el toro por los cuernos. La creación no es una cosa bonita. Por ello, cuando se dice, por ejemplo en la música, «qué bonito, qué sentimiento...», ¿hacia dónde vamos con eso? ¿Desde cuándo está unida la hermosura, en ese sentido tan vulgar, con el arte?

Gorka Erostarbe: Y en ese sentido valoras, por ejemlo, el discurso de Itxaro Borda.

Juan Gorostidi: Es de mi generación y ha escrito varias novelas y diversos trabajos. Es una de las mayores poetas y, en mi opinión, está marginada. En el País Vasco los movimientos más interesantes están en los márgenes. El Norte de Euskal Herria y Nafarroa están al margen. Sí, le dan una etiqueta, una, le dan el Premio Euskadi (de literatura), le dejan escribir su columna en el periódico... ¿Pero quién lee lo que escribe? «Uff, es muy difícil, es muy rara». Ahí tienes la historia de una francotiradora y eso es una creadora. Nosotros que estamos tan orgullosos de nuestras cosas deberíamos tratar algo mejor a la gente rompedora. Boga Boga es la mejor novela que se ha hecho sobre ETA. Lleva años reflexionando, y apenas ha sido considerada por alguien, con la excepción de alguno que otro que está en el mundo literario. Pero es una persona totalmente marginal. Ella ha vivido la suplantación y la usurpación en el movimiento feminista, en la cultura y demás en Iparralde de una manera notoria. ¿Quién habla de ello?

Gorka Erostarbe: Y, en cambio, criticas en tu libro la conversión de Joseba Zulaika.

Juan Gorostidi: Sí, Joseba Zulaika ha dicho de sí mismo que es converso, no lo he dicho yo; es el camino que han tomado algunos. El PNV está deseoso de abrazar conversos otra vez. Zulaika reconoce que nuestra generación está marcada por ETA, etcétera, y dice más o menos: «Me he dado cuenta desde la distancia (Estados Unidos) del milagro de Bilbao. Lo ha dicho el New York Times». Desde luego, si lo ha dicho, será verdad. Yo no tengo nada a título personal o moralmente hablando contra un converso. Pero sí que pediría un poco de peso en la argumentación. En ese salto mortal, ¡pasas de estar con Oteiza en contra de una sucursal que vampiriza la cultura vasca a, de repente, quedarte admirado con el milagro de Bilbao! Todavía hoy es un secreto de Estado el contrato del Guggenheim; veinte años después no sabemos cuánto nos cuesta; ¿de qué hablamos? Es un asunto grotesco.

Gorka Erostarbe: ¿Ves algún otro discurso atractivo que supere el frentismo o, siguiendo el tópico, el nivel de la crítica se ha hundido por debajo de cero?

Juan Gorostidi: Mi impresión es que está ganando el academicismo y que, dentro del mismo, domina el postomodernismo. Como todo es líquido y relativo y discutible... a ver quién suelta la mayor humorada. Es gente formada y con capacidad, pero por debajo lo que veo es un posicionamiento dentro de ese sistema de poderes y de la academia, grandes esfuerzos y estrategias para tener un nombre. Un intento por sobresalir, pero desde el punto de vista del contenido... lo único que veo es el desierto.

Gorka Erostarbe: ¿Por qué hay ese vacío de contenido?

Juan Gorostidi: Dentro de ese sistema de poder, las cosas están muy encastilladas. Y eso supone que la más mínima disidencia está castigada. Los intelectuales, quienes se postulan para ello, están más pendientes de asegurar su carrera y su poltrona que de hacer aportaciones constructivas. La mayoría de los intelectuales que sobresalen hoy en día son intelectuales orgánicos. Es decir, gente que está al servicio de un movimiento, de una tendencia, de un partido. Estamos rodeados de propagandistas en el ámbito académico-intelectual. Y quienes se salen del guion son apartados sistemáticamente a las tinieblas.

Gorka Erostarbe: ¿Por ejemplo?

Juan Gorostidi: Se dice el pecado, no el pecador... pero es cierto que en el libro cito a mucha gente, no buscando enfrentamientos personales, sino como reflexiones en torno a una obra pública. Hay un empeño por la confrontación con algunos autores –Joseba Zulaika, Joseba Sarrionandia…–; y en un nivel inferior, Joxe Manuel Odriozola, Andoni Olariaga, Mitxelko Uranga… el historiador Raúl López-Romo o gente que ha destacado en temas que toco: Luis Elberdin, Jose Luis Álvarez Santacristina Txelis, el mismo Arnaldo Otegi. Todos nos llenamos la boca diciendo que la comunicación y la crítica son imprescindibles, pero nos basta con las etiquetas y las descalificaciones por lo bajo. Cuando vea que hay una confrontación sincera que asume riesgos, entonces cambiaré de opinión.

Gorka Erostarbe: ¿El movimiento autónomo se nutrirá más de la calle que de los intelectuales orgánicos o del munco académico?

Juan Gorostidi: Sí, es evidente. La política tiene de por sí una tendencia a la usurpación y a la suplantación. Quieres tratar una parte de ti mismo como algo universal. El filósofo barcelonés Santiago López Petit decía que en la política actual lo posible no es transformador y lo transformador no es posible. Parece que cuando echas manos de este discurso vas con tu pesimismo a arruinar la ilusión. Pero no. La historia tiene algunos momentos que son impredecibles y ahí está la levadura. Estamos en uno de los momentos más inestables; todos lo reconocemos. Todos sabemos que el planeta es inviable desde un punto de vista ecológico; que la crisis económica no tiene solución y que estamos dentro de una crisis social y política. Que se están poniendo en entredicho todos los modelos. Siempre habrá una generación más joven, ese reciclaje... Y aunque las corrientes principales estén muy fuertes en ese reciclaje, siempre hay espacio para la sorpresa. Siempre hay una rebeldía posible para quien quiere estar en cualquier juego de poder, ya sea en el parlamento, en la universidad o en la institución literaria. Ante esa gente que no desea que se toque su cuota de poder con la excusa del «Dejadme en paz. Seguid a lo vuestro, pero no ahoguéis lo poco que hay». Cuando veo a algunas personas menores de 30 años, me parece que ahí sí hay algo, y una mirada rigurosa, la de quien no está dispuesta a tragar con todo... Me da que, afortunadamente, habrá sorpresas.

Gorka Erostarbe: ¿Las mejores aportaciones al movimiento transformador vienen del campo del feminismo?

Juan Gorostidi: Sin ninguna duda: tenemos que poner al feminismo como principal potencial del movimiento transformador. Es un reto milenario, no es cuestión de dos generaciones. Las mujeres tienen toda la razón a la hora de decir basta y, en principio, hemos de darles la razón en todas sus reivindicaciones. Pero más que de femininismo, debemos hablar de feminismos, porque es un movimiento plural que también está luchando por la hegemonía interna. Quien hoy tiene mayor eco es la que está más ligada a la izquierda abertzale, pero que también quiere tener voz propia. En la medida en que desea tener voz propia es muy interesante, pero si comienzas a pedir tu cuota en la estructura patriarcal y opresora... esa estructura no te vale. La cuestión es cómo construir eso. Es muy problemático, pero de venir algo, vendrá por ahí.

Escrito por: iturri.2016/10/24 21:20:00 GMT+2
Etiquetas: gorka_erostarbe traducciones juan_gorostidi berria | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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