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2014/05/29 15:32:41.326260 GMT+2

Soraya y los orgasmos felicérrimos

Ya cantaba Alfredo Kraus aquello de Alegría, lejos de la oda beethoviana, pero con la impronta lírica tan elegante de que hacía gala el tenor canario. Y es que la gente anda últimamente  en España feliz como la vida misma. En la España de la señora vicepresidenta, al menos. Esto es un despiporre generalizado, un orgasmo felicérrimo, que es que hay hasta que inventar términos para idealizar la visión-risión-ficción de doña Soraya. En las calles españolas corre un vendaval de júbilo debido a la mejora, a la recuperación, que es la versión rajoyniana de los brotes verdes, o quizá habría que decir brotes verdis, porque esto es de coro de Aida, con su celeste y todo. Claro que verdiano es también el impetuoso Di Quella Pira, y eso ya le mola menos a la vice y al ministro de Interior, que nos mira de reojo. Lo que tenga que arder, que sea con las llamas del  regocijo, en una lumbre coqueta que acompañe los despertares de la ciudad en las colas del Inem.

Que sean fuegos de artificio y dicha los de los ciudadanos que aclaman entregados los síntomas de recuperación económica. Porque la  exultación recorre los recovecos de la España que deja de ser quisquillosa para retornar al porompompero y las onanistas claves folclóricas alentadas por los vivas a la causa. “Como en España no se vive en ningún lado”, proclaman con gozo quienes ni siquiera saben situar Portugal en el mapa. Que seremos españoles, pero lo de ser ibéricos es ya otra cosa. Y eso que cuando nos piden que pintemos en un folio España, le ponemos la cara con las napias de Portugal y todo. Ingratos.

España es hoy una feria de carcajadas, un rostro de felicidad exultante, una sonrisa astronómica, porque hay mucho que celebrar. No, no me refiero al fichaje del marido de la vice por Telefónica. Eso ya lo habrá festejado Soraya llevando una bandeja de pasteles al Consejo de Ministros, que para eso dan buenos consejos a las grandes empresas de esta España de claves humorísticas,  algazaras y confetis. Sí, tenía que salir el confeti, ustedes perdonen, pero es que yo por el confeti, mato. España es una verbena con sus calles recorridas por esas hileras de banderas de países entre las que nunca veremos las de Camerún ni Mongolia.

España es un fiestón dándole al marchuqui, que  tenemos tanta alegría que se nos escapa por las comisuras de los labios de Cañete. Alegría por el paro, por la catástrofe inmobiliaria, por el saqueo de la banca. Alegría porque, carajo, sólo tenemos dos millones de niños pobres. Risas y cascabeleo, faralaes y unas gambitas a la plancha, que hay que cantarle coplas a eso de ser el país de la OCDE donde más crecen las diferencias. Que seremos probes, pero felices. Felices incluso de serlo, que lo sepa la vice, que sale de paseíllo entre los clamores de los clarines y el chunda chunda de un pasodoble patrio y va esquivando el jolgorio generalizado.

Cómo no ser un ejército de fieles y felices ciudadanos agradeciendo la reforma laboral, la explotación, los mini salarios, los hachazos a las ayudas sociales o los recortes en Sanidad. Cómo no aullar desbordantes y gozosos en las noches de luna llena, como velludos licántropos cayendo en el delirio ante las privatizaciones y las torturas al Estado del bienestar. Cómo no dedicarle una sonrisa a la vice, que quizá alguna vez nos la encontremos en el metro o en cualquier otro transporte público una buena mañana en plena campaña electoral, acompañada por alborozados y fornidos guardaespaldas. Cómo no.

Cómo no reírnos de nuestras desgracias, de las históricas, de las heredadas, de las genéticas, de las filosóficas, aunque sólo sea por complacer a nuestra vice. 

Escrito por: Jean.2014/05/29 15:32:41.326260 GMT+2
Etiquetas: pp españa portugal inem paro cañete alfredo_kraus sanidad soraya | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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