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2011/10/03 16:02:52.422000 GMT+2

Rubalcaba el restaurador

Un corrector no puede tomarse ciertas licencias. En ningún caso se admitiría que por su cuenta y riesgo decidiese cambiar el final de una novela. Pero en política las paradojas se hacen a menudo carne. Rubalcaba se ha convertido en las últimas semanas en un bote gigante de tippex, corrigiendo, rectificando los errores del que aún es su presidente. Ni siquiera cabe aplicar aquí eso de borrón y cuenta nueva, porque la novedad está vedada en determinados círculos. Rubalcaba fija en las antípodas de su predecesor muchas de sus propuestas, mientras los movimientos intestinos comienzan a generar una alarmante aerofagia. Echar mano de la vieja guardia parece una apuesta por el voto maduro, un intento desesperado por atraer  a duras penas –lo de penas lo digo con todas las de la ley- a la parte del electorado que siempre confío en el gran embaucador de labios gruesos y chaqueta de pana. Eran otros tiempos, y no se peinaban canas. No se dan cuenta, o no quieren darse cuenta, de que es una cuestión de credibilidad, más allá de la euforia endógena, casi ombliguista que se ha vivido en una conferencia política en la que los rostros de las primeras filas evidenciaban pocos cambios después de tantos altibajos, tras tantos desencantos. Ha sido, además,  una escenificación al margen de la realidad, porque en época de vacas flacas la realidad no gusta. Y para acompañar a las vacas flacas se ha apostado por recuperar a las sagradas. Y ha sido, una vez más, un cónclave cerrado, sin autocrítica. No ha habido propósito de enmienda. El mea culpa es un tabú atrapado entre telarañas.  Dijo en cierta ocasión Gabriel García Márquez que Felipe González aparentaba que te escuchaba pero en realidad nunca hacía “ni puto caso”. Eso es algo que se ha heredado en un partido que ha sido el único, por cierto, capaz de generar grandes expectativas e ilusiones en la sociedad española. El único. Pero también ha sido el único que cuenta en su debe con un apunte consistente en haber hecho añicos esa ilusión. Deberían aprender de una vez por todas que rectificar continuamente no es de sabios, sino un defecto propio de quien no acierta nunca con la tecla.

Escrito por: Jean.2011/10/03 16:02:52.422000 GMT+2
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