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2008/11/16 22:39:58.585000 GMT+1

No me gusta tu cara

¡Otra vez se me acaba el fin de semana! Menudo fiasco. El tiempo será oro, pero no hay forma de venderlo al peso. Languideció la foto de vedettes mundiales, que juegan a solucionar los males de un mundo enfermo con ejercicios de reanimación equivocados. Los neoliberales insisten en que la culpa no es del capitalismo. Pues nada, que le carguen el muerto a Ibarretxe, si es que Pío Moa y su orquesta aún no lo han hecho.

Las noticias  cayeron durante el fin de semana  en forma de granizo, con las mismas cantinelas de siempre. Ya no sé qué informativo voy a ver. Los noticiarios de Telecinco llevan los genes de El Caso. (¡Piqueras, tronco, que se está yendo la mano con el colorante!).

Un chico apellidado Ussía es la última víctima de unos porteros de disco que tienen el cerebro de adorno. De joven frecuenté poco las discotecas, pero tuve algún que otro altercado con varios meapilas de aspecto rudo y encefalograma crónicamente plano que jugaban a emular a San Pedro, como si el garito de turno fuese un paraíso. Había uno que se llamaba Jacobo (cuanto más grande, más bobo) que trabajaba en un tugurio del madrileño barrio de Argüelles que era el paradigma de la memez supina. Eran los tiempos del “No pasas porque tu cara no me gusta”. Y yo siempre tenía una respuesta del tipo “No importa, no he venido aquí  a que me beses, sino a divertirme y dejarme la pasta en el local del tío que te paga”. Ni que decir tiene que cualquiera de aquellos porteros con los que me enternecía  me hubiera podido partir la cara sin demasiado esfuerzo, pero me libré. A veces, por muy poco. Siempre me consideré un buen mediofondista. Después de 1.000 metros, Jacobo tiraba la toalla. Nunca podía mantener mi ritmo.

Jacobo, como todos los de su especie, gozaba jugando a ser un  matón, un Chuck Norris de tres al cuarto. Jacobo, como todos los de su especie, era algo así como una enorme ventosidad con forma humana. Lo malo es que ese tipo  aerofagia podía antes y puede hoy  matar, y nadie hace nada por evitarlo. Al menos no quienes debían. Nuestra vida depende muchas veces de que al portero de un garito  le guste o no nuestra cara.

Escrito por: Jean.2008/11/16 22:39:58.585000 GMT+1
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