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2008/04/03 23:11:53.605000 GMT+2

Manuel Pizarro, un millonario de usar y tirar

 En el PSOE están dando palmas con las orejas ante la posibilidad de que el guirigay que hay montado en el PP sobreviva durante los próximos cuatro años. La antropofagia política y  la aerofagia electoral dominan el ambiente gélido de los señores de la gaviota. El ave voladora que aparece junto a la doble “pe” parece estar infundiéndole a los suyos más gafe e infortunio que el albatros de Samuel Taylor Coleridge a los osados marineros de la celebérrima Rime of the Ancient Mariner.

La crème de la crème de los señores conservadores que se amontonan bajo las siglas populares protagoniza un nuevo capítulo de una novela que bien podría haber firmado una Agatha Christie con jaqueca y delirio psicotrópico. Aunque  lo cierto es que la calidad literaria no da para algo más allá de un  panfleto con tintes Losantianos.

Calidad editorial y pajarracos al margen, algunos enloquecidos fieles de la itinerancia entre el "no sabe/no contesta" y el "depende" se llevaron las manos a la cabeza al toparse con el cadáver político de Mariano Rajoy en el capítulo 13. Los sospechosos son tantos,  que el libro requiere de una guía de lectura. El único que parece descartado como sospechoso por los detectives de la trama es Acebes, que a la hora del crimen político estaba en misa. Por lo demás, sorprende que a Manuel Pizarro no se le haya escapado ni una lágrima en las páginas impares de la obra.

El fichaje rajoyniano estaba recogiendo sus bártulos fríamente mientras un miembro de la policía forense trazaba  con una tiza el perfil de Mariano, que yacía  en el suelo, de forma figurada, que es como siempre le ha gustado a Mariano hacer las cosas.

Pizarro tenía prisa. Para él, el reciente óbito no le provocaba ni frío ni calor. “Yo me voy a mis endesas”. Por sus acciones los conoceréis, que diría aquél.

 Con Pizarro,  el autor de la obra tenía trabajo. La introspección psicológica necesaria para afrontar con garantías el retrato del personaje político conllevaba demasiado esfuerzo. Pizarrín es un hombre de éxito, un estandarte de la casualidad, del estar en el momento oportuno en el lugar oportuno, como cuando compró a puñados las acciones de Endesa, unas horas antes de que Gas Natural anunciara su OPA sobre la eléctrica. O tuvo fortuna, o supo hacerla, sin más. Por eso no es de extrañar que, al contemplar el cadáver político de Mariano sobre las frías baldosas del salón se limitase a silbar los más célebres fragmentos del  Carmina Burana como si la cosa no fuese con él.   

Atrás quedaba el flechazo, también político, vivido por el gallego y el turolense, con el patrocinio de Aznar y la bendición de la COPE, representada para la ocasión por un simpático monaguillo de las ondas. Pizarro fue la apuesta recia de los rancios. Le hicieron un pasillo de plata en el partido, pero la cagó. A las primeras de cambio, la cagó. En un debate televisivo -y televisado, que eso fue lo peor-  frente a Pedro Solbes, Pizarro echó a la hoguera su plan de pensiones político.  Su intervención fue tan inverosímil, fría, ñoña y patética, que convirtió al apagado señor de los números del PSOE en un latin lover de la comunicación de masas. Al lado del malhumorado Pizarro, hasta Solbes resultaba fotogénico.

Pizarro enterró su candidatura ante un tipo que esa noche sólo era capaz de tener un ojo abierto. Era como si Solbes se bastara con su mitad buena para dar la vuelta al ruedo, cortando las orejas de su rival político. Fue una gran decepción para los señores de derechas. Y Mariano empezó a mirar a otro lado.

 El multimillonario hombre de rostro avinagrado y expresión amenazante y altiva pasó de ser el fichaje estrella a calentar el banquillo, junto a las gaviotas sin alas, aquellas que dejaron de volar tempo atrás. El héroe de Endesa perdió su escasa  credibilidad política y su trayectoria fue la misma que la de un globo recién inflado que se le escapa de las manos a su dueño, emprendiendo una aventura frenética sin rumbo fijo, con el sonido amargo y chispeante  de una pedorreta. Ése fue el final político de Pizarro, una pedorreta. Y por una vez, y sin que sirviera de precedentes, con Manuel Pizarro se hizo bueno el dicho de No hay que mezclar los negocios y la política.

 

  

Escrito por: Jean.2008/04/03 23:11:53.605000 GMT+2
Etiquetas: pp cope pedro_solbes gas_natural mariano_rajoy endesa coleridge psoe manuel_pizarro acebes aznar | Permalink | Comentarios (4) | Referencias (0)

Comentarios

Coño, ¿así se llamaba Coleridge??

Escrito por: Belén.2008/04/04 13:36:5.861000 GMT+2

Oui, eso quiso su señor padre

Escrito por: Jean.2008/04/04 16:49:48.964000 GMT+2

Ya le gustaria a este pais arruinado y roto contar con la sabiduia y bien hacer del Sr Pizarro para que pusiera este pais donde merece y no ser la verguenza y el hazmerreir de Europa, y depl resto de mundo.  Que indignacion me produce decir que soy Española despues de ver labor del onpotente Sr Solves y su corrala.

 

Un saludo

Escrito por: .2008/12/17 10:06:17.097000 GMT+1

 Más que un Pizarro, parece que lo que hace falta es un batallón de profesores de ortografía.

Escrito por: Jean.2008/12/17 11:10:17.215000 GMT+1

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