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2009/06/05 00:01:6.056000 GMT+2

All'armi

Cuando el espíritu no acompaña, todo se hace cuesta arriba. Cuando buscas un resquicio de luz entre las tinieblas de la incomprensión, puedes perder la paciencia en el intento, y los músculos del ánimo acaban atrofiándose. Hoy he elegido a Emmylou Harris  para que suene de fondo mientras busco palabras para teñir un día de vida, un día de perplejidad y resentimiento. Echo de menos a un amigo, los ojos anuncian borrascas y el picoteo de las teclas se torna impreciso. Qué putada, me repito puntualmente, cuando el pasado se me viene al presente para arrojarme recuerdos a las heridas. Hay una mezcla de pena y resentimiento. ¡Cuánto te echo de menos, Javier!

Ahora es Motorhead quien toma el relevo recordándome con rabia que Dios nunca estuvo de mi lado. Para quien no cree en seres pintados a mano por la necesidad, la conveniencia y  el comprensible miedo de los humanos, se convierte en un contrasentido mostrarse crítico y recriminatorio con algo en lo que ni siquiera se cree. Pero son cosas de mi ateísmo, que dormita en un deísmo de conveniencia y baratijas. Llevo un rato despojándome de palabras, llevándolas al muro de las lamentaciones de mi blog y aún no he recalado en mi pretensión inicial, que no es otra que la de golpear en la mesa de esa democracia que se ha convertido en la coartada de los necios, de esa democracia que se muestra decrépita, manoseada, golpeada, disfrazada y vejada. ¿Por qué convierten las urnas en inodoros? Acontecimientos planetarios, desmadres, verborrea sucia, chascarrillos a destiempo, y ese pobre diablo que se ha creído que es un dios y anda con medio bigote y  la vanidad devorándole las entrañas. Pajines, fabras, pepinos, rajoys y otros ladradores poco mordedores, que han llevado la política española al esperpento, al sinsentido, al vertedero de las ideas, a la cloaca del intelecto, a la puñetera mierda, por hablar claro y sin sonajeros.   

El discurso de los dos principales partidos políticos españoles bucea en una ciénaga. No era esto,  claro que no era esto. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta humillante tomadura de pelo? ¿Cuándo madurará una sociedad de la que se descojonan a mandíbula batiente esos progresistas de pacotilla y esos otros recalcitrantes ricachones y meapilas del más rancio conservadurismo? ¿Cuándo diremos basta, castigando a esos pájaros en las urnas, realizando el esfuerzo de mirar algo más allá de un horizonte convenido por los medios de comunicación militantes? En las respuestas mudas se mascan las siluetas de la socorrida cantinela: “Es que tenemos los políticos que nos merecemos”, resoplan  los pensamientos en los rebaños, donde no se conoce mundo más allá del redil. ¡No! Yo, no quiero vivir en un redil, yo  no me  merezco estos políticos,  yo no me parto los cuernos con la vida cada mañana para que el lugar donde me toca vivir esté en manos de estos atrofiados vividores, de estos espabilados trepas y tahúres fulleros.  Yo no acepto las reglas de un juego en el que las cartas estuvieron siempre marcadas, y en el que los ases de la manga contienen sangre y vísceras desde el principio de la partida. No me merezco corruptos. Yo no quiero ver sentados en los escaños a los señores del desparpajo, a los postuladores del odio y de la dañina y aberrante picaresca, que se luce como si fuera una gala o una condecoración memorable. No quiero que revuelvan mis tripas estos sátrapas, esta chusma mezquina que no defiende ni el interés general, ni persigue el bien común. No consiento que hagan malabares ni prestidigitación  con  la justicia y la ética, porque de las chisteras sólo salen conejos, y a los sumo trajes gratis, no ideas para cambiar el mundo que se cae hecho añicos.  Hoy, como el Calaf de Turandot elevo la voz para pedir que nadie duerma, que nadie dormite en la tierra del olvido, que nadie permita que su conciencia y su consciencia miren a otro lado. Basta de nanas y canciones para estúpidos. Basta de esta putrefacta hipnosis colectiva, de este aturdimiento que se ha transformado en un atontamiento histórico e histérico. ¿Qué país queremos? ¿Qué Europa pretendemos? ¿Es que no queda más remedio que elegir entre lo malo y lo peor? Ésta es una cortapisa falsa, un argumento sucio al que nos han empujado leyendo un pentagrama plagado de manchas desde los tiempos de la orquestada transición. Hoy, como el  Manrico de Il Trovatore de Verdi, elevo la voz para decir “All’armi”, a esas armas que son los votos. Miremos bien que no nos las hayan cargado con ideas de fogueo, y elevemos la voz, porque yo no me merezco esto. Y usted tampoco.    

 

 

Escrito por: Jean.2009/06/05 00:01:6.056000 GMT+2
Etiquetas: il_trovatore javier_ortiz harris calaf turandot emmylou | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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