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2012/05/21 09:43:42.917000 GMT+2

Horas bajas para la Justicia

Uno de los responsables de las mayores atrocidades cometidas en suelo europeo después de la 2ª Guerra Mundial, el general servobosnio Ratko Mladic, tras haber permanecido fugado desde que en 1995 se dictó la orden internacional para su busca y captura, fue detenido hace un año y, por fin, extraditado a La Haya y puesto a disposición del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), con sede en la capital holandesa.

Lo que parecía un brillante triunfo de la justicia internacional en un flagrante caso de crímenes contra la humanidad, a pesar de la tardanza en llevar ante los jueces al más destacado ejecutor, se ha visto recientemente empañado a causa de ciertos errores burocráticos que han obligado a un aplazamiento de la vista, dos días después de su comienzo. Varios miles de páginas conteniendo pruebas acusatorias, que debían haber sido entregadas a los abogados defensores del exgeneral, no llegaron a su destino y la defensa ha solicitado seis meses de plazo para estudiarlas.

La acusación asumió el error y ha aceptado el aplazamiento del juicio, lo que ha causado cierto desánimo entre las víctimas que llevan años esperando la voz de la justicia y, a la vez, ha aumentado la euforia de quienes ven en Mladic "un príncipe guerrero del nacionalismo serbio" y se oponen a su enjuiciamiento. Pero para la mayoría de la opinión pública internacional que, sin ser víctimas ni admiradores del victimario, desearíamos el reforzamiento de los instrumentos supranacionales capaces de impedir la repetición de hechos análogos, este lamentable tropezón se suma a muchas otras circunstancias que deterioran la credibilidad de la justicia universal.

No sobra aquí un inciso aplicable a los lectores españoles: si al ya bajo crédito que posee el ejercicio de la justicia en nuestro país, tras una serie de inexplicables resoluciones y sorprendentes actividades de quienes deberían estar investidos de esa ponderación y ecuanimidad que cabe exigir en los que la imparten, añadimos serias dudas sobre la justicia internacional ¿qué esperanzas se pueden poner en ese "tercer poder", en el ámbito nacional o internacional, cuya función es controlar según Derecho a los otros dos?

La cuestión hay que plantearla en otros términos. La creación de tribunales internacionales para perseguir ciertos delitos ha tenido siempre por objeto ejercer una justicia que no estuviese determinada ni influida por los revanchismos y las rivalidades o parcialidades políticas de las diversas justicias nacionales. Pero se advierte que la justicia internacional acaba sometida a la política internacional, del mismo modo que la justicia nacional está influida por la política nacional. La observación de la realidad lleva incluso a sospechar que la justicia internacional acaba siendo menos imparcial y más politizada que la nacional.

El escritor y político canadiense Michael Ignatieff ha escrito así al respecto en The New York Review of Books: "La justicia internacional se convierte en justicia para los delincuentes de los Estados derrotados o tan débiles que no pueden rechazar la jurisdicción. No existirá una verdadera justicia internacional hasta que alguna de las grandes potencias permita que sus ciudadanos sean juzgados en La Haya. Ninguno de los miembros del Consejo de Seguridad con derecho de veto -EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido- enviaría voluntariamente al Tribunal Penal Internacional (TPI) a alguno de sus ciudadanos en el caso de ser acusado de crímenes contra la humanidad".

Comentando la tan extendida opinión entre el pueblo y los dirigentes estadounidenses de que su país es una nación especial, predestinada por la divinidad para extender por el mundo los más elevados ideales, Ignatieff puntualiza que ningún otro Estado ha invertido más que EE.UU. en el desarrollo de una jurisdicción internacional para los crímenes contra la humanidad, a la vez que se ha esforzado por lograr que las leyes cuyo cumplimiento exige a los demás no se apliquen en su país: "EE.UU. sería en verdad un país excepcional, ya que tanto alardea de anteponer sus ideales a sus intereses, si fuese capaz de romper con lo hasta ahora habitual y mostrase su fe en la justicia internacional, entregando al TPI a alguno de sus ciudadanos, si se presentase la ocasión. Ese día, si alguna vez llega, está muy lejano".

No obstante, una mirada retrospectiva a la Historia nos muestra que, a pesar de todo, se ha avanzado mucho por este camino y han quedado atrás épocas ominosas en las que ni siquiera el concepto de Justicia existía tal como se entiende hoy, es decir, equitativa y universal. Los tribunales creados para exigir responsabilidades por hechos atroces (Ruanda, Yugoslavia, Camboya, etc.) han condenado ya a numerosos criminales y, aunque imperfecta, costosa y sometida a presiones políticas, la justicia internacional permite abrir algunos caminos a la esperanza.

CEIPAZ, 20 de mayo de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/05/21 09:43:42.917000 GMT+2
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2012/05/18 10:02:9.690000 GMT+2

Sintomatología de la guerra: el petróleo

En la ya larga historia bélica de la humanidad, las guerras han estallado cuando los dirigentes de las sociedades humanas -sean éstas tribus, clanes, reinos, imperios o Estados- necesitaban disponer de ciertos recursos de los que carecían, o de los que solo disponían en poca cuantía, para acrecentar su (1) poder, (2) riqueza, (3) prestigio o (4) hegemonía regional o universal. Todas las guerras, incluso las civiles, pueden clasificarse en alguno de esos cuatro apartados, cuando no en varios de ellos a la vez. Los generales que se sublevaron contra la República española deseaban hacerse con el poder; casi todas las guerras coloniales tuvieron por objeto apoderarse de las riquezas naturales de los pueblos colonizados; el Imperio y el Papado guerrearon por cuestiones de prestigio; y los sucesivos imperios que se han sucedido en el mundo (salvo algunos asiáticos orientales) han derramado la sangre de sus soldados en busca de una hegemonía que podría darles todo lo demás.

Religión, carbón, petróleo, metales raros, zonas o enclaves estratégicos, puertos, salidas al mar, disputas dinásticas, agravios históricos, odios étnicos, fronteras vulnerables, delincuencia, contrabando... han sido los motivos concretos que han llevado a unos Estados a luchar contra otros en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. En los últimos meses se advierte una clara sintomatología que apunta hacia un recurso fundamental para el mundo de hoy: los hidrocarburos energéticos.

Michael Klare es un veterano investigador estadounidense, algunas de cuyas obras tuve ocasión de traducir y prologar en tiempos pasados, cuando la seguridad de la humanidad se veía amenazada por la Guerra Fría y, desde distintos ámbitos, compartíamos preocupaciones comunes. Acaba de publicar un interesante libro titulado The Race for What’s Left: The Global Scramble for the World’s Last Resources ("La carrera por lo que queda: la rebatiña global por los últimos recursos mundiales"), donde identifica los síntomas de nuevos e inminentes conflictos en torno al petróleo.

En los primeros meses de 2012 se advierten ya estallidos que anuncian una agravación del conflicto petrolero mundial. Klare identifica seis puntos críticos que han sido objeto de la atención de los medios de comunicación; cinco de ellos se han revelado durante el mes de abril.

El día 7 de ese mes, buques de guerra chinos y filipinos protagonizaron un incidente en torno a una pequeña isla del Mar de la China Meridional. La tensión se alivió después, pero ambos países reclaman la soberanía sobre unos fondos marítimos en los que se han descubierto nuevos yacimientos de hidrocarburos. El día 10, tropas del nuevo Estado de Sudán del Sur ocuparon unos yacimientos que, según el tratado de independencia, pertenecen a Sudán; la aviación de este país bombardeó varias localidades de su vecino meridional. Aunque entre ambos países hay serios conflictos étnicos y económicos, el reparto de los recursos petrolíferos del antiguo Sudán es el eje del problema.

El 16 de abril Argentina anunció la nacionalización de YPF, la principal empresa petrolífera del país, participada mayoritariamente por la española Repsol YPF, creando un conflicto con España y con la Unión Europea. Aparte de las tendencias nacionalistas del régimen argentino, se trata de obtener más beneficios económicos y políticos de sus recursos naturales, que incluyen grandes yacimientos de gas de pizarra, considerados los terceros del mundo.

Por estas mismas fechas, la Cumbre de Las Américas en Cartagena de Indias apoyó la reivindicación argentina de las islas Malvinas. Si la guerra de 1982 se hizo por prestigio nacional, las cosas han cambiado desde que unas recientes prospecciones han confirmado la existencia de vastos recursos de petróleo y gas natural en las aguas del archipiélago. El 22 de abril, Egipto cortó el envío de gas natural a Israel, en un ambiente de algaradas populares y atentados contra los oleoductos. No se trata solo de discrepancias en el precio a pagar sino en el uso del suministro petrolífero como arma política en las relaciones entre ambos países.

Por último, es evidente que EE.UU. prepara sus recursos militares frente a Irán, aunque hasta que transcurran las elecciones presidenciales es poco probable que se adopten medidas drásticas. Si bien existen otras razones, a las que no es ajena la política del Gobierno israelí, el petróleo también juega aquí un papel importante: tanto por la amenaza iraní de cerrar el estrecho de Ormuz, por donde circula una tercera parte del tráfico mundial de este producto, a las exportaciones en caso de ser atacado, como por la amenaza de imponer restricciones a la exportación iraní de hidrocarburos.

Si la diferencia entre países ricos y pobres en recursos petrolíferos ha sido siempre motivo de conflictos, el constante aumento de la demanda y una oferta cada vez más compleja y reducida solo pueden apuntar a nuevos problemas, causados por la tendencia a recurrir a la fuerza o a la amenaza de fuerza, para hacerse con los valiosos depósitos de petróleo o gas que escasean cada vez más. Atención, pues, a una lucha por la energía, que se avecina implacable.

República de las ideas, 18 de mayo de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/05/18 10:02:9.690000 GMT+2
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2012/05/11 10:19:34.561000 GMT+2

Los viejos generales

Mientras el pasado miércoles, desde la tribuna erigida en la Plaza Roja moscovita, el recién reelegido presidente Vladimir Putin presenciaba el desfile conmemorativo del 67º aniversario de la victoria sobre el Reich alemán, no es difícil suponer algunas de las preocupaciones que pasarían por su mente en esos momentos. Contemplando el marcial espectáculo -en el que este año, como novedad, han desfilado con uniforme de gala los 14.000 participantes, salvo el personal de las unidades acorazadas-, al paso de los grandes misiles estratégicos Topol-M no podría menos de pensar en una importante y próxima cita internacional, estrechamente vinculada con la estrategia nuclear. Se trata de la 25ª cumbre de la OTAN que tendrá lugar en Chicago los días 20 y 21 de mayo, y de cuyas decisiones dependerá en gran parte la estabilidad estratégica mundial en los próximos años.
 
Entre las dos grandes potencias nucleares reina ahora una profunda desconfianza, causada por las discrepancias en torno al sistema de defensa antimisiles que haya de proteger a ambos países y a sus respectivos aliados contra hipotéticos lanzamientos de armas nucleares por terceros países. Según el ministro de Defensa ruso, el sistema que EE.UU. propugna para la defensa antimisiles, del que España formará parte, “va a deteriorar seriamente el sistema ruso de disuasión nuclear estratégica para el año 2020″.
 
La amenaza se considera tan grave como para declarar en varias ocasiones que, de confirmarse su peligrosidad, “Rusia podría atacar preventivamente las instalaciones de radares y misiles interceptadores situadas en la proximidad de las fronteras rusas”. Desde un punto de vista técnico es difícil aceptar la postura rusa, ya que el sistema defensivo propuesto por EE.UU. parece incapaz de hacer frente al variado y potente arsenal nuclear ruso, para anular su capacidad de represalia estratégica. De lo que se trata es, más bien, de no ceder en el forcejeo por impedir nuevos despliegues militares estadounidenses en Europa, o en todo caso utilizar esta cuestión para obtener a cambio ventajas en otras negociaciones con EE.UU.
 
Ni EE.UU. ni Rusia reconocen abiertamente que la hipotética amenaza de un terrorismo nuclear procedente, por ejemplo, de Irán, no deja de ser una ficción parecida a la que a principio de los años 80 impulsó la fantástica “guerra de las galaxias” del presidente Reagan, que haría a EE.UU. invulnerable ante cualquier ataque de la Unión Soviética. Así sucedió también durante la Guerra Fría, cuando el temor a que las divisiones acorazadas soviéticas alcanzaran el Rin en unas pocas jornadas puso en marcha una dinámica que repartió abundantes beneficios en el complejo militar-industrial a la vez que llevaba al mundo al borde del precipicio nuclear.
 
El mal entendimiento entre EE.UU. y Rusia se debe además a la falta de acuerdo dentro de ambos países entre los dirigentes políticos y los militares sobre el modo de establecer un sistema de defensa antimisiles que cubra con aceptable garantía las dos orillas del Atlántico sobre las que se extiende la OTAN, y sobre si es o no posible coordinar esa defensa con la del territorio ruso. La OTAN ha rechazado sistemáticamente todas las ofertas rusas para establecer una defensa antimisiles conjunta del continente europeo, porque esto exigiría entre ambos participantes un mayor nivel de confianza que el actual, a fin de poder intercambiar datos e informaciones operativas.
 
Ante este callejón sin salida, un grupo de generales norteamericanos y rusos propugna abandonar los terrenos de la confrontación militar y esforzarse por alcanzar una cooperación mutua que asegure la estabilidad estratégica entre los dos países. Se trata del llamado “Grupo del Elba”, constituido por varios generales retirados de los ejércitos ruso y estadounidense, así como antiguos altos directivos de sus respectivos servicios de inteligencia: la CIA y la DIA norteamericanas y el GRU y el Servicio Federal de Seguridad rusos. El nombre del grupo se inspira en el del río donde las vanguardias rusas y americanas de dieron la mano el 25 de abril de 1945, enlazando así por vez primera el frente oriental y el occidental, pocos días antes de la rendición incondicional de Alemania.
 
La última reunión del citado Grupo tuvo lugar en Chipre el pasado mes de marzo. En el comunicado final se expresaba la necesidad de que EE.UU. y Rusia se pongan de acuerdo para hacer frente al posible terrorismo nuclear: “El Grupo del Elba reconoce que la estabilidad y la confianza entre las dos mayores potencias nucleares son factores indispensables para la seguridad de ambos países y de todo el mundo. Ninguna de ambas debería intentar prevalecer militarmente sobre la otra, sino que ambas deberían coordinar sus esfuerzos para oponerse a cualquier terrorismo nuclear”. En resumen: la paz que hace 67 años se logró mediante la fuerza, solo podrá conservarse ahora mediante la cooperación y el entendimiento mutuos.
 
Una vez más, son los viejos generales retirados (como aquellos que en los años 80 se alinearon en el grupo “Generales por la Paz y el Desarme”, para oponerse a la descabellada carrera nuclear acelerada por la OTAN) los que tratan de que la razón controle el ejercicio de la violencia, porque conocen muy bien los efectos de ésta. No convendría desoír sus advertencias.

República de las ideas, 11 de mayo de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/05/11 10:19:34.561000 GMT+2
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2012/05/09 10:00:56.662000 GMT+2

Iglesia y Estado en Rusia

La visita de catedrales y monasterios en la vasta extensión del territorio ruso es uno de los atractivos turísticos más frecuentados por los viajeros. Desde Irkutsk hasta San Petersburgo, los circuitos de las agencias de viajes especializadas incluyen templos de todo tipo: desde el llamado "Vaticano ortodoxo", complejo de templos, escuelas y catedrales situado en las afueras de Moscú, hasta las inimitables iglesias construidas en madera, propias de las poblaciones siberianas.

El renacer religioso es evidente en todo el país y no solo llama la atención del visitante sino que suscita también entre los rusos algunos interrogantes. Obispos ortodoxos participan visiblemente en algunas ceremonias oficiales del Estado, y éste coopera con la Iglesia en numerosas ocasiones. Dos son las cuestiones que más se comentan al respecto: ¿qué influencia ejerce la Iglesia ortodoxa sobre el poder político? ¿cuáles son las fuentes de financiación de las actividades religiosas?

Pavel Chachkin es el secretario de economía y ética del Patriarcado de Moscú. Al ser interrogado sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado declaró: "Es cierto que el Estado ayuda a la Iglesia. Pero he de matizar dos cosas: nosotros pensamos que no ayuda lo bastante; por otro lado, no tenemos recursos propios, ya que no somos una organización comercial, a diferencia de la Iglesia católica romana que incluso posee un Estado". Añadió que no es criticable el "financiamiento indirecto" de la Iglesia a cargo de algunas grandes empresas -como Gasprom o Lukoil- que patrocinan actividades culturales, formativas o sociales de la Iglesia: "No lo encuentro escandaloso, aunque se trate de empresas participadas por el Estado".

Los investigadores independientes tienen otros puntos de vista. Nikolai Mitrojin, del Centro de Estudios de Europa del Este de la Universidad de Bremen, muestra cómo la Iglesia apoya lealmente al Estado a cambio de que éste la ayude económicamente. La lealtad eclesial consiste en respaldar al Gobierno en situaciones de crisis, como ocurrió en noviembre de 2011, cuando el patriarca de Moscú acudió a visitar al presidente sirio en plena tempestad diplomática internacional contra el régimen de Bagdad. Según Chachkin, no se trata de un cheque en blanco, pues durante el conflicto con Georgia en el año 2008 la Iglesia rusa mostró su desacuerdo y apoyó sin reservas al patriarca georgiano.

La Iglesia rusa no es solo sostenida por las grandes empresas a sugerencia del Estado (que utiliza este procedimiento para poder suspender la ayuda sin dar explicaciones), como ha revelado Mitrojin. Unas campanas regaladas a un templo próximo a Moscú en 1995 llevaban la inscripción: "Donación de los hermanos de Solntsevo". Esto no sería extraño si los citados hermanos no hubieran sido los componentes de una organización criminal mafiosa, que también financió la construcción de dos iglesias. En la misa del domingo, el jefe de la banda acostumbraba a dar la bienvenida a los fieles en el atrio de la iglesia, al más puro estilo de "El Padrino".

El Estado ruso reconoce oficialmente cuatro religiones: cristianismo, islamismo, judaísmo y budismo, a las que en teoría debería ayudar imparcialmente. Para evitarse problemas, la financiación de la Iglesia ortodoxa rusa recae en las empresas principales a las que se sugieren ciertas donaciones por las autoridades de los diversos niveles administrativos. Siendo idea arraigada en el alma rusa la necesidad de estar siempre a buenas con todo tipo de poder, es un procedimiento de fácil aplicación, aunque implica la posibilidad de todo género de corrupciones cuando el Estado devuelve el favor a la empresa. Musulmanes y budistas reciben especial atención en los territorios donde constituyen una parte importante de la población, como en Chechenia o Kalmukia respectivamente. El judaísmo se financia con patrocinadores, como el conocido millonario Roman Abramovich, y el Vaticano sostiene económicamente a la exigua minoría de sus fieles.

Mitrojin expone que, a nivel local, la venta de cirios (muy popular en los templos rusos) proporciona un 70% de los ingresos de cada templo, que se completan con lo percibido por bodas (unos 80€) y bautizos (40€). Pero la estructura de la Iglesia ortodoxa hace que cada templo o monasterio tenga plena autonomía económica, con lo que la diferencia entre las parroquias moscovitas o petersburguesas y las rurales o campesinas es muy acusada. Muchas de éstas buscan el apoyo de alguna empresa o de los políticos locales, pero como carecen de la influencia de los grandes patriarcados, apenas logran sobrevivir en condiciones miserables. No se puede exigir la imposición de un sistema de caja común, que beneficiaría a los más pobres, puesto que, a diferencia del catolicismo romano, ningún patriarca ejerce autoridad sobre los demás.

En la inestable situación de la política interna rusa, el intercambio de favores entre Iglesia y Estado está todavía en fase de evolución. Pero, a diferencia de España -donde ni la derecha ni la izquierda han sabido trazar la línea de separación entre ambos poderes- y más en la línea tradicional francesa, una Iglesia que se vio revolucionariamente expulsada del núcleo del poder estatal no parece empeñada en regresar a él y se conforma con un equilibrio que facilite su supervivencia, sin imponer por la fuerza sus opiniones a la población ni a los gobernantes.

Publicado en CEIPAZ, el 8 de mayo de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/05/09 10:00:56.662000 GMT+2
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2012/05/08 11:34:37.585000 GMT+2

Anuario del CEIPAZ 2012-2013

Estimados amigos:
 
Ya puede adquirirse o leerse enteramente en Internet el último Anuario 2012-2013 del CEIPAZ (Centro de Educación e Investigación para la Paz), titulado: Cambio de ciclo: crisis, resistencias y respuestas globales.
 
 
En él participo con unas reflexiones sobre "Estados Unidos ante los desafíos de Afganistán e Irak: ¿Un fin de ciclo?", que no incluyo en este blog por su mayor extensión que los artículos habituales.
 
¡Gracias!

Escrito por: alberto_piris.2012/05/08 11:34:37.585000 GMT+2
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2012/04/27 08:55:56.709000 GMT+2

Ofensiva de primavera en Afganistán

El pasado 15 de abril, la guerrilla insurgente desencadenó un vasto ataque simultáneo contra diversos objetivos en la capital afgana y en varias provincias orientales. Fue la primera sacudida de la anunciada "ofensiva de primavera" de los talibanes que, a pesar de haber sido afrontada con aparente éxito por las fuerzas armadas y de seguridad afganas, que aniquilaron a todos los asaltantes, ha dejado en el aire algunos serios interrogantes que es necesario considerar.

Se trató de la mayor operación montada por los jefes talibanes, en coordinación con los combatientes del grupo Haqqani, en los once años de resistencia armada desde que fueron expulsados del poder por la invasión de la OTAN en 2001. Numerosos guerrilleros, provistos de chalecos explosivos, lanzacohetes, coches bomba y armas portátiles, atacaron por sorpresa varios edificios gubernamentales, embajadas e instalaciones de la OTAN, contra los que mantuvieron un tenso enfrentamiento durante unas 18 horas.

La información oficial proporcionada por EE.UU. y la OTAN tras el fin del ataque se ha esforzado por minimizar la importancia de la operación, insistiendo en que todos los atacantes fueron abatidos y que no fue necesaria la intervención directa de las fuerzas aliadas. El Secretario de Defensa de EE.UU. declaró: "No obtuvieron ninguna ganancia táctica. Fueron ataques aislados efectuados con fines simbólicos y no recuperaron ningún territorio, así que resultaron ineficaces".

Estas palabras parecen referirse a cualquier otra guerra menos a la que tiene lugar en Afganistán. Las grandes ofensivas de las dos guerras mundiales del pasado siglo, y las guerras en Corea o Vietnam, se desencadenaban para recuperar o ganar territorio, por lo que el éxito o el fracaso se medían en kilómetros de avance o retroceso; también los partes de guerra aludían al número de cadáveres enemigos abandonados en las trincheras. Nada de esto es de aplicación en la guerra de Afganistán. El ataque de la insurgencia buscaba, por encima todo, poner de manifiesto las debilidades del Gobierno de Kabul y de la OTAN; no pretendía apoderarse del piso que ocupa una embajada en Kabul o el edificio del Parlamento nacional. Y ha alcanzado su objetivo a cambio de las 39 bajas sufridas en la acción.

El ataque ha puesto de relieve la fragilidad de las pomposamente denominadas "zonas verdes" que protegen los centros de mando y gobierno de las fuerzas ocupantes y de las autoridades locales. Si ni siquiera el corazón de Kabul está protegido frente al enemigo ¿qué seguridad pueden garantizar el Gobierno local y sus aliados extranjeros a la población del resto del país? Esto es lo primero que ha venido a mostrar este ataque ante la opinión pública mundial.

En segundo lugar, la repercusión de estas acciones tanto en la ciudadanía de EE.UU. como entre los afganos tiene efectos notables. Si en 2009 una encuesta del Washington Post revelaba que el 56% de los estadounidenses consideraba necesaria la guerra, en marzo pasado este número había bajado hasta el 35%, mientras que un 60% opinaba que la guerra no merecía ya la pena. El ataque del 15 de abril, habrá acentuado aún más estas cifras. Aun sin ganar kilómetros sobre el terreno, la continuada acción guerrillera sí gana las mentes de los dos bandos enfrentados: hace ver a los afganos que ellos son los que seguirán allí cuando las fuerzas extranjeras abandonen el país, y muestra a la opinión pública occidental la inutilidad de la guerra.

Otra debilidad de la OTAN y del Gobierno de Kabul que el ataque ha revelado es la escasa fiabilidad de sus servicios de inteligencia. Con toda seguridad, en la planificación de la operación habrán intervenido varios cientos de personas, incluidos los suicidas que protagonizaron las acciones más audaces en el corazón de Kabul. Se habrían estudiado con detalle las rutas de aproximación y ataque; se habrían distribuido previamente armas, vehículos, munición y medios auxiliares; entre la población local se ocultarían los informadores y los grupos de apoyo. Nada de esto fue descubierto por la CIA ni por los servicios afganos de inteligencia, por lo que la sorpresa alcanzada por los atacantes fue total.

Un dato alentador entre tanto desastre: apenas hubo víctimas civiles, probablemente debido a que los asaltantes buscaban objetivos de muy alta significación y a que las fuerzas de seguridad afgana han mejorado sus procedimientos operativos. No es descartable sospechar que parte de la población, alertada por conductos opacos de lo que se le venía encima, supo protegerse a tiempo.

Así están las cosas en Afganistán, donde los rebeldes perfeccionan sus medios y procedimientos a la vez que lo hacen las fuerzas de seguridad, con lo que se llega a la insólita coyuntura política que algunos definen como "un punto muerto en perpetua escalada".

República de las ideas, 27 de abril de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/04/27 08:55:56.709000 GMT+2
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2012/04/23 08:14:30.569000 GMT+2

El laberinto iraní

El laberinto en el que Israel y EE.UU. están encerrando a numerosos países amigos o aliados -si no al conjunto de todos los Estados- por su empecinada oposición al programa nuclear de Irán, se hace día a día más enrevesado y su salida aparece más lejana e impracticable a cada vuelta de tuerca aplicada contra la economía iraní.

Los precedentes históricos, tanto en el Irán de los años 50 como en el Irak de Sadam Husein, muestran los imprevisibles resultados de utilizar ciegas políticas de sanciones y bloqueos, más impulsadas por la frustración y por el deseo de imponer una voluntad imperialista que por un análisis desapasionado de los factores de cada caso.

En 1953 hubo que recurrir a la CIA para derribar al Gobierno libremente elegido por el pueblo iraní, que resultó poco amistoso con las potencias entonces dominantes en la zona, el Reino Unido y EE.UU., a las que intentó frenar en su afán expoliador de los recursos naturales iraníes, nacionalizando las explotaciones petrolíferas. El bloqueo angloamericano que sufrió el Gobierno de Mosadeq ahogó al país y condujo irremediablemente al golpe de Estado de 1953, que le depuso. Años después, y como consecuencia de esta intromisión foránea en los asuntos iraníes, alcanzó el poder en Teherán el ayatolá Jomeini, quien sembró las semillas de las que ha nacido el actual conflicto.

En la misma zona geoestratégica es necesario observar también el caso de Irak, donde un rigurosísimo régimen de sanciones fue incapaz de acabar con Sadam Husein. Esto forzó el desencadenamiento de una irreflexiva invasión, seguida por una sangrienta secuela de guerras y terrorismo, cuyos efectos siguen lastrando hoy el desarrollo del país y agravando la inestabilidad de esta crítica región.

Si para algo sirven las comparaciones históricas de fenómenos parecidos entre sí, es para alcanzar algunas conclusiones de carácter general. Entre éstas no debería ignorarse el hecho de que en los países donde una oligarquía dispone de valiosos recursos naturales, como el petróleo, puede aprovecharse de las presiones exteriores que, aunque repercutan negativamente en la población, facilitan a los gobernantes excitar los sentimientos patrióticos del pueblo contra lo que se hace aparecer como una injusta agresión extranjera.

Otro efecto de las medidas de agresión económica es el empobrecimiento de las clases medias, por lo que éstas cuentan con menos recursos para apoyar movimientos políticos de oposición. Esto se ha demostrado en el mismo Irán, donde las protestas de la "revolución verde" de 2009 han ido acallándose hasta convertirse en un movimiento de solidaridad en defensa del propio país.

Sin embargo, la obsesión del Gobierno israelí por lo que califica de riesgo absoluto para la seguridad nacional sigue haciendo resonar los tambores de guerra contra Irán. De poco le sirve que el Secretario de Defensa de EE.UU. haya declarado el pasado mes de febrero: "Nuestros servicios de inteligencia confirman que [los iraníes] no han tomado la decisión de desarrollar armas nucleares". Le convendría también tener en cuenta que el dirigente supremo iraní, el ayatolá Jamenei, ya en 2006 y con motivo del aniversario de la muerte de Jomeini, dejó sentadas las bases de la doctrina religiosa respecto a tales armas cuando declaró: "Consideramos que el uso de armas nucleares va contra las normas islámicas. Hemos anunciado esto públicamente". Insistió en que Irán no tenía intenciones de atacar por sorpresa, y que jamás lo ha hecho contra ningún país; dijo que no existía programa alguno para desarrollar armas nucleares y que el pueblo no deseaba poseerlas.

Las continuadas presiones que desde entonces ha venido sufriendo Irán han hecho que aumente el número de iraníes que ven aceptable disponer de capacidad nuclear militar, al menos para estar en la misma situación que otros países. Está en el abecé de la política internacional recordar que EE.UU. invadió Irak para eliminar unas inexistentes armas de destrucción masiva, pero no se atrevió a hacer lo mismo en Corea del Norte, precisamente porque disponía de ellas.

La última encuesta Gallup, realizada entre diciembre y enero últimos, mostró que un 40% de los iraníes consultados aprobaba el desarrollo de armas nucleares, frente al 35% que lo rechazaba y un 24% que no respondió. Sin embargo, casi un 60% apoya el programa nuclear civil, frente a un 20% que lo desaprueba.

Es grande el peligro que corre la comunidad internacional si se sigue estrangulando la economía iraní. Cuando las sanciones se agravan y se convierten en bloqueo, aumentan las posibilidades de una reacción violenta; tanto por parte del Estado acorralado, si el efecto de aquéllas es intenso, como por parte de los países que las imponen, si advierten que son inútiles. Entrando en este peligroso camino, cualquier hipótesis es posible. Desde una guerra de alcance imprevisible y efectos devastadores, hasta una brutal crisis económica causada por un mercado petrolífero desbocado. Conviene no olvidar, sin embargo, que en cualquier caso, entre la muerte y la destrucción, seguirá habiendo sectores sociales que de ellas obtengan nuevos y sustanciales beneficios.

CEIPAZ, 22 de abril de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/04/23 08:14:30.569000 GMT+2
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2012/04/20 10:27:1.105000 GMT+2

Morir en la mar

Los asuntos náuticos, en su versión trágica, parecen haberse puesto de moda en el escenario internacional. Además de la extensa y tan publicitada conmemoración del hundimiento del Titanic, del incidente doblemente italiano (por la bandera del buque y el lugar del siniestro) del Costa Concordia y de la confusa actuación de algunas unidades aeronavales de la OTAN (cuya identificación aún no se ha comprobado), que parece haber propiciado la muerte de 62 emigrantes africanos en aguas mediterráneas -y a la que me referí en mi colaboración de la pasada semana-, acaba de conocerse un nuevo suceso que afecta a un lujoso buque de crucero y que no deja en buen lugar la reputación de su tripulación ni su cumplimiento de las más elementales y humanitarias leyes del mar.
 
Según se lee en el diario británico The Guardian, el crucero Star Princess, de la compañía Carnival Corporation, (también propietaria del citado Costa Concordia) navegó el pasado 10 de marzo en las proximidades de un pequeño pesquero panameño en situación de extrema emergencia, sin detenerse a prestar la requerida ayuda, a pesar de que algunos pasajeros avistaron la embarcación y alertaron a la oficialidad del crucero. Como consecuencia de ello, murieron dos de los tres tripulantes del panga Fifty Cents, de bandera panameña.
 
Hasta aquí, los hechos tal como se conocen en este momento. La manera como han llegado al público implica una cadena de casualidades que no siempre llegan a coincidir, lo que hace sospechar que incidentes de este tipo no son extraños. A bordo del crucero, que realizaba un viaje de placer desde Ecuador a Costa Rica, viajaban tres aficionados a la observación de aves, residentes en EE.UU. Se hallaban en cubierta, provistos de potentes prismáticos, cuando uno de ellos divisó el diminuto pesquero: “Vi una pequeña y extraña embarcación, con una persona que agitaba un trapo sobre su cabeza. La embarcación no se movía, tenía las redes recogidas a bordo y nos preguntamos si podría estar perdida o averiada, y que por eso nos hacía señales”.
 
Informaron del hecho a un oficial uniformado, quien dijo que avisaría al puente. Sin embargo, el crucero siguió navegando. Uno de los observadores comentó que estaban seguros de que la alarma habría sido dada y que el buque no tardaría en virar. Como no lo hacía, decidieron avisar por su cuenta a la Guardia Costera, pero tuvieron dificultades para hacerlo y no parece que su correo electrónico alcanzara destinatario alguno. Supusieron que, al no haber tomado el crucero ninguna medida de salvamento, esto se debería a que ya estaba dado el aviso y se hallarían en marcha las operaciones de rescate del panga.
 
Ahora interviene otro personaje providencial, Don Winner, un periodista inglés residente en Panamá, donde publica en Internet una guía turística del país (www.panama-guide.com). Éste se interesó por la aventura de un joven pescador panameño de 18 años, Adrián Vásquez, que había resistido 26 días, en condiciones increíbles, en un pequeño pesquero a la deriva. Había sido rescatado el 23 de marzo, cerca de las Galápagos, hasta donde llegó tras averiarse el motor de su embarcación el 24 de febrero. Sobrevivió con agua de lluvia y parte de la pesca que tenía a bordo. Cuando fue rescatado, pidió hacer dos llamadas telefónicas: una a su madre, y la otra a su jefe en un hotel panameño, para explicarle por qué no había ido a trabajar durante esos días. ¡Admirable sentido del deber!
 
Cuando uno de los ornitólogos aficionados, la Sra. Meredith, se enteró de que el pescador protagonista de la extraordinaria aventura era el hombre que habían observado pidiendo auxilio el 10 de marzo, desde la cubierta del Star Princess, se puso en contacto con Winner y le envió las fotos que había tomado. Aquel mismo día, por la noche, murió deshidratado el mayor de los tres pescadores, de 24 años, y cinco días después, el más joven, de 16 años. Vásquez tuvo que arrojar por la borda los cadáveres en descomposición. Cuando Winner le mostró la foto tomada desde el crucero, confirmó que se trataba del Fifty Cents.
 
Winner publicó también fotografías de satélite que mostraban la presencia en la zona del Star Princess en la fecha indicada. Un portavoz de la compañía declaró el martes pasado, tras la publicación de este trágico suceso, que estaban desarrollando una investigación sobre el caso y añadió: “Estamos muy entristecidos al saber que se perdieron dos vidas en aquella embarcación, y nuestros pensamientos y oraciones están con las familias de los muertos”, dando una excelente muestra de espíritu cristiano.
 
Tanto en este penoso suceso, como en el del helicóptero y el buque de la OTAN de los que se sospecha que eludieron la obligación de socorro en la mar en el otro incidente citado, existen, pues, investigaciones en marcha. Pero en ambos casos, tuvo que ser una azarosa cadena de acontecimientos la que permitió que salieran a la luz unas conductas supuestamente culpables, atribuibles a algunos profesionales de la mar cuyos códigos éticos parecen haberse degradado peligrosamente. Desde el inmenso Titanic hasta el diminuto Fifty Cents, es como si hubiera distintas leyes del mar para ricos y para pobres. Bien es verdad que el mar no tiene por qué disfrutar de una calidad moral que en tierra ya es poco común.

República de las ideas, 20 de abril de 2012

 

 

 

 


 

Escrito por: alberto_piris.2012/04/20 10:27:1.105000 GMT+2
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2012/04/13 10:19:2.181000 GMT+2

Un varapalo a la OTAN

Por si la OTAN no tuviera ya suficientes quebraderos de cabeza intentando poner fin a una guerra (la de Afganistán) de la que no ve el modo de salir con la cabeza alta, un demoledor informe, redactado bajo los auspicios del Consejo de Europa (CdE), ha venido a deteriorar su reputación. Recordemos, antes de proseguir, que el CdE no tiene nada que ver con los órganos de la Comunidad Europea, y engloba a 47 países de nuestro continente, además de algunos Estados no europeos (EE.UU. y Canadá, entre otros) en calidad de observadores. Su objetivo es promover los valores democráticos y proteger los derechos humanos, a cuyos efectos se sirve del prestigioso Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Un informe negativo avalado por el CdE es un baldón para cualquier organización internacional.
 
El documento elaborado tras nueve meses de investigación pone de manifiesto la falta de coordinación mostrada por los órganos navales de la Alianza entre marzo y abril del pasado año, por cuyo motivo murieron 63 emigrantes en las aguas mediterráneas que la OTAN había declarado bajo su control directo, con motivo de las operaciones militares en Libia. No es la OTAN la única acusada de negligencia en este caso, pues también a Naciones Unidas y a los países mediterráneos se les achaca una grave falta de planificación para atender a un fenómeno previsible: la avalancha de emigrantes causada por la intervención militar aliada en Libia.
 
Un breve resumen de lo que ha sido hecho público comienza en la madrugada del 26 de marzo de 2011, cuando 50 hombres, 20 mujeres y 2 bebés zarparon de Trípoli en una embarcación inflable. Para aumentar el número de pasajeros, se les despojó de las provisiones que llevaban consigo al embarcar. Uno de los nueve supervivientes declaró después: “No cabíamos. Teníamos que ir unos sentados sobre los otros”. Se les había dicho que en 18 horas llegarían a Lampedusa. Dos días después, sin haber avistado la isla, con escaso combustible, aguantando la mar gruesa, mareados y enfermos, cundió el pánico. El patrón ghanés llamó por su teléfono de satélite a un sacerdote eritreo que en Roma se esfuerza en proteger a los emigrantes. Éste se puso en contacto con la Guardia Costera italiana, que declaró la alarma tras establecer con precisión las coordenadas de la llamada de auxilio. Se enviaron avisos a todos los buques situados en las proximidades y al Mando Naval de la OTAN en Nápoles.
 
Un helicóptero militar sobrevoló la embarcación, regresó al poco tiempo y lanzó algunas botellas de agua y paquetes de galletas. Creyendo inminente el rescate, el patrón arrojó al mar su brújula y el teléfono, para no ser procesado en suelo italiano por el delito de tráfico ilegal de personas. Cuando al paso del tiempo nadie acudió en su ayuda, el patrón intentó seguir navegando orientándose por la posición del sol. Se agotó el combustible y la embarcación quedó a la deriva. Las tormentas y el fuerte oleaje fueron diezmando al pasaje. “Cada mañana encontrábamos nuevos cadáveres”, declaró un superviviente.
 
El décimo día de la tragedia vieron un buque de guerra que se aproximó tanto que les fue posible observar cómo los marineros tomaban fotos de la embarcación mientras los emigrantes mostraban en alto a los bebés muertos y los bidones vacíos, para hacer ostensible su penosa situación. El buque se alejó después. Los 11 emigrantes vivos que quedaban a bordo (dos de ellos murieron tras desembarcar) fueron arrastrados por las corrientes y los vientos hasta que el 10 de abril la embarcación varó en la costa libia, tras 15 días de infernal odisea.
 
El autor del informe calificó a esta tragedia como “un día negro para Europa”. Comentó: “Cuando se recuerda la atención puesta en el accidente del Costa Concordia y se compara con los más de 1500 emigrantes muertos en el Mediterráneo en 2011, el contraste es llamativo”. El informe revela también que un buque de la Armada española, la fragata Méndez Núñez, que se encontraba en las inmediaciones de la embarcación a socorrer, debió recibir las señales de alarma y pudo haber intervenido con eficacia para salvar a los náufragos. El Gobierno español niega que la fragata recibiera señal alguna y exige a la OTAN que muestre las pruebas de haberla transmitido. Un buque de guerra italiano y varios navíos comerciales de distintas banderas son también acusados de negligencia.
 
Diversas organizaciones de apoyo a los derechos humanos de los inmigrantes han decidido exigir responsabilidades criminales por denegación de auxilio, y desde el CdE se requiere a la OTAN que facilite toda la información de satélite disponible, que ayude a identificar al helicóptero y al buque de guerra citados en el informe; se la acusa también de falta de cooperación en la investigación del Consejo.
 
Un miembro del CdE ha comentado: “Podemos hablar mucho sobre los derechos humanos y la necesidad de cumplir la legislación internacional, pero si a la vez dejamos morir a la gente -porque no sabemos quiénes son o porque vienen de África- estamos revelando la poca importancia que damos a nuestras propias palabras”. Lo peor del caso es que otras tragedias, como la que ahora ha sido investigada, han venido pasando inadvertidas para todos menos para quienes, cuando buscaban una vida mejor en los vecinos países europeos, han encontrado una muerte evitable en las azules aguas de nuestro Mediterráneo.

República de las ideas, 13 de abril de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/04/13 10:19:2.181000 GMT+2
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2012/04/10 10:00:52.458000 GMT+2

Gernika y la Historia Militar

El próximo 26 de abril se conmemorará con abierta notoriedad el tristemente famoso bombardeo de Gernika, 75 años después de su perpetración. Los que aquel día perdieron a sus amigos o familiares tuvieron después que sorber sus lágrimas largo tiempo -en privado, claro está-, del mismo modo que los deudos de aquellos cuyos cadáveres yacen esparcidos por el territorio español, en fosas desconocidas y con un orificio de bala en el cráneo, solo pudieron manifestar su dolor en la más estricta intimidad durante muchos años.

Si la Historia es una ciencia, es también una ciencia manipulable a voluntad de quienes gobiernan de espaldas a su pueblo y con la complicidad de algunos que se dicen historiadores y son meros turiferarios del poder establecido. En los textos de Historia utilizados durante mi bachillerato, y en diversos documentos a niveles superiores de la enseñanza, hube de estudiar, en un capítulo habitualmente denominado "El mito de Guernica", que esta ciudad "fue destruida por los rojo-separatistas en su cobarde retirada ante las victoriosas fuerzas nacionales".

Devorador impenitente de libros de Historia desde mi juventud, aprendí a lo largo de mi vida profesional que la llamada "Historia Militar" es la más susceptible de ser manipulada con fines muy distintos a los de cualquier ciencia objetiva. Esto es así porque los llamados "mitos bélicos" de casi todos los países se entremezclan con la simbología primordial de las naciones, allí donde éstas beben en sus fuentes imaginarias las viejas leyendas en torno a las que se conforman las "esencias patrias". Reyes, obispos, héroes, mártires, etc., siempre sobre un trasfondo de guerras y violencia, y a menudo sin base objetiva alguna (¿quién cree que el sepulcro del apóstol Santiago llegó flotando a Galicia?), conforman algo que a los gobernantes siempre satisface: un pueblo manejable que no pone en duda los mitos de su pasado y así acepta dócil el presente.

Como ya dejó dicho Platón, los mitos tienen una útil función social. Y como las guerras son las que en último término han conformado la mayor parte de las naciones actuales, los mitos bélicos de la Historia son los más extendidos. Sin embargo, conviene matizar este fenómeno. La mayor parte de los textos de historia militar tienen dos orígenes: por un lado, historiadores profesionales que abordan el fenómeno de la guerra, y por otro, militares -generalmente cuadros de mando- que en ella participan o que la observan con mirada crítica. Una tercera fuente, relacionada con esto pero no propiamente histórica, es la de los relatos bélicos, a menudo los más interesantes y difundidos -y sobre todo, los más abundantes-, porque adornan la presunta frialdad de la exposición histórica con un atractivo texto capaz de seducir al lector.

Contra lo que a menudo se piensa, los militares no aprenden su oficio leyendo historia militar, ya que ésta no describe realmente lo que ocurrió en el pasado, sino lo que los historiadores de la época dicen que ocurrió. Son cosas muy distintas. Ni siquiera Julio César narrando la Guerra de las Galias, que él dirigió, o el mariscal Montgomery describiendo sus campañas en África, Italia o Europa, son de mucha utilidad para los militares del siglo XXI. Si algo se deduce de una lectura metódica y reflexiva de la historia de las guerras es que cada una es un fenómeno único e irrepetible: "La Historia no se repite; los historiadores, sí", se dice con atinada razón. El contexto social, económico, político, cultural, etc., en el que Napoleón invadió Rusia no tenía parangón alguno con las circunstancias en las que Hitler ordenó repetir la operación casi 130 años después. El historiador profesional busca por sistema analogías y parecidos; pero el militar que intente hacerlo, para el mejor cumplimiento de su misión e ignorando los demás parámetros de la época, fracasará inevitablemente.

Algunos historiadores académicos atribuían a Jerjes el mando de dos millones y medio de soldados cuando atacó a Grecia en el 481 a.C., hasta que alguien más versado en la milicia demostró la imposibilidad logística de tal operación. Por otro lado, más de un militar metido a historiador ha atribuido a los caudillos medievales formas de pensar la guerra que solo aparecieron al concluir el siglo XVIII, con la Revolución Francesa. Ni unos ni otros pueden acreditar fiabilidad objetiva. Menos todavía, cuando, como cito al principio, un texto de historia de la guerra se elabora para disimular la verdad, cuando ésta no es propicia a quien lo redacta, o para exagerar los hechos que favorecen a ciertas opiniones o ideologías.

De cualquier modo, los textos relacionados con el hecho bélico siguen siendo de especial interés para la humanidad y requerirán de sus autores la habilidad necesaria para extraer cierto orden inteligible de entre "el miedo, el peligro y la confusión" que Clausewitz ya percibió en toda guerra. Solo así se podrá entender ese fenómeno caótico, imprevisible e intermitente que es la guerra, tan distinto de cualquier otra experiencia humana, que siempre será mejor disponer de narraciones defectuosas o parciales que carecer en absoluto de toda referencia. Parco consuelo, pero consuelo al fin y al cabo.

CEIPAZ, 9 de abril de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/04/10 10:00:52.458000 GMT+2
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