2015/02/20 07:59:20.168170 GMT+1
Un analista político ucraniano, bien relacionado con las altas esferas de su país, recientemente declaraba al diario económico ruso Kommersant que en su opinión la crisis ruso-ucraniana tenía tres posibles salidas.
La primera, para él la más optimista, sería que Rusia dejara de apoyar a las regiones independentistas de Donetsk y Lugansk y que éstas volvieran a reintegrarse al seno de Ucrania, aunque dotadas de un estatuto especial de autonomía.
Conviene señalar que ni siquiera él citaba la anexión rusa de Crimea como algo condenable y, por tanto, obligadamente reversible. Llama la atención el empecinamiento de algunas cancillerías europeas y de EE.UU., cuya miopía histórico-social les hace insistir en reprobar la reintegración de Crimea a Rusia, hecho que rusos y ucranianos aceptan ya como natural e irrevocable.
La segunda hipótesis, considerada la más negativa, consistía en que las fuerzas de ambas repúblicas separatistas renovasen su actividad militar con una intensidad tal que el número creciente de bajas y el coste económico de una guerra agravada indujesen al Gobierno de Kiev a cesar la lucha en el Este.
Basaba esta hipótesis en el hecho de que en los territorios occidentales de Ucrania son ya muchos los que opinan que no merece la pena luchar para liberar a quienes "en lugar de agradecer nuestra ayuda, reniegan de nosotros y nos maldicen". Una derrota militar del Gobierno de Kiev en el frente oriental del Donbass implicaría la desintegración de Ucrania, cuyos efectos en el plano internacional podrían ser muy peligrosos.
Y la tercera posibilidad, que el analista tiene como la más probable, es que la guerra se prolongue sin que ninguno de ambos bandos sea capaz de desencadenar la ofensiva final. En esas circunstancias la situación se convertiría en un conflicto de desgaste, cuyos efectos más negativos sufriría la población civil en ambas zonas. Un empobrecimiento general del pueblo ucraniano sería el resultado de esta opción.
En los círculos militares de Kiev, por otra parte, se opina que las negociaciones pacíficas no conducen a nada. Un alto funcionario del ministerio de Defensa consideraba que la única política posible es prolongar la situación y sostener la guerra, conscientes de que el tiempo juega a su favor y en contra de Rusia. Ésta sufrirá nuevas sanciones y la estrategia más favorable para Kiev es esperar al colapso de los designios rusos.
No es esa la opinión de algunos diplomáticos europeos en la capital ucraniana: "Comprendemos que hay que ayudar al Kremlin a salvar la cara y a salir dignamente de esta situación. Pero nos queda la duda de que si hoy se alcanza un acuerdo sobre las fronteras, mañana nuevos combatientes rebeldes reproduzcan la situación y se presenten ante el mundo con otro hecho consumado". En algunas embajadas de la Unión Europea se considera que las dos zonas en litigio, el aeropuerto de Donetsk y la ciudad de Debaltsevo (abandonada por el ejército ucraniano al escribirse estas líneas), deberían integrarse en la república de Donetsk, sea cual sea la solución adoptada.
El pueblo ucraniano, por otro lado, se ve sometido a fuertes presiones mediáticas. El parlamento de Kiev ha designado oficialmente a Rusia como "país agresor". Un ambiente de exaltado nacionalismo reina en Kiev, donde se proclama que el ejército no combate contra dos repúblicas independentistas sino contra toda Rusia: "Nadie recuerda ya la hermandad que sentíamos con los rusos durante la 2ª Guerra Mundial". La carta de vinos de un restaurante popular de la capital incluye "Vinos del territorio temporalmente ocupado de Crimea". Las banderas de las facciones neonazis ondean por la ciudad. Como en toda guerra civil, la violencia refuerza las tendencias más radicales.
Concluiré este repaso de las opiniones pulsadas en Kiev con la de un sociólogo ucraniano que sospecha que, en último término, poca ayuda cabe esperar de Europa: "Mientras haya guerra nadie invertirá. Y Occidente no parece tener la intención de apoyarnos económicamente, porque el mundo se acabará por aburrir de Ucrania. Los europeos tienen otras cosas de las que preocuparse: la crisis económica, el renacer de los fascismos, Grecia, el extremismo islamista... Ucrania pronto será relegada a la periferia de los intereses europeos".
No es hora de entonar ningún mea culpa, pero conviene recordar que Europa pudo haber intervenido de otro modo al principio del conflicto pero decidió ir a remolque de EE.UU.: sanciones contra Rusia que también dañaron la economía europea.
Esta guerra, iniciada en el Maidán con el apoyo oculto de algunos servicios secretos occidentales, enfrenta dos concepciones de la futura Europa: con Rusia o frente a Rusia. Ni siquiera los países miembros de la Unión Europea han llegado a ponerse de acuerdo en punto tan trascendente.
República de las ideas, 20 de febrero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/02/20 07:59:20.168170 GMT+1
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2015/02/13 07:55:24.076397 GMT+1
Desde que la Polemología se incorporó a las ciencias sociales con el estudio científico de la guerra, el análisis de las causas de las guerras avanzó mucho y, con él, se multiplicaron los centros, institutos y órganos de opinión dedicados a prevenir los conflictos bélicos internacionales.
Son esos factores "polemógenos" o, dicho más sencillamente, "belígenos" los que, al modo de un contador Geiger, que mide la radiactividad ambiental por el número de partículas ionizantes captadas por unidad de tiempo, podrían advertir sobre la mayor o menor probabilidad del estallido de una guerra.
Ni "polemógeno" ni "belígeno" son palabras aceptadas por el diccionario de la RAE, que sí admite el vocablo "belígero" en su condición de adjetivo poético (?): "dado a la guerra, belicoso, guerrero". Pero si la revolución sexual de mediados del siglo pasado puso de moda "erógeno", atribuido a lo que produce excitación sexual, nada tendrían que reprochar los sabios doctores del idioma si utilizo "belígeno", como adjetivo aplicado a lo que produce excitación bélica y puede conducir a la guerra.
Para no cansar al lector con las arideces de la polemología, que tan a fondo desarrolló Gaston Bouthoul, a quien los jóvenes aprendices de la guerra leíamos con sumo interés mediado el pasado siglo, me permito imaginar, a efectos de este breve comentario, el uso de un "beligenómetro" que, como el contador Geiger, al desplazarse sobre el globo terrestre, nos avisa sobre la mayor o menor densidad de factores belígenos en distintas zonas del mundo.
Para nuestra sorpresa, el centro antibelígeno por excelencia, donde el contador marcaría cero, está en Nueva York: es la sede de Naciones Unidas. Recuérdese que el preámbulo de su Carta fundacional establece que la organización fue creada para "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra". Bien está comenzar este simulado recorrido desde el punto originario de la paz, porque a partir de ahí el detector de zonas belígenas apenas va a descansar.
A muy pocos kilómetros de distancia su aguja saltaría con brusquedad al pasar sobre el Pentágono, uno de los centros belígenos mundiales cuya actividad no cesa de crecer. Las fuerzas armadas de EE.UU. han participado en 201 conflictos de los 248 librados tras la 2ª Guerra Mundial, según se informa en un estudio aparecido en la revista American Journal of Public Health. Con no menor intensidad vibraría la aguja al volar sobre Bruselas, donde la sede de la OTAN hierve con los factores belígenos que crearon la Alianza Atlántica e impidieron disolverla cuando desapareció el enemigo que la hizo nacer.
También repartidas sobre EE.UU., otras zonas donde la aguja vibraría corresponden a las numerosas corporaciones armamentísticas cuyos astronómicos beneficios proceden de la fabricación y venta de toda clase de ingenios bélicos, no solo para las propias fuerzas armadas sino con destino a numerosos países del mundo. Pero aunque EE.UU. encabeza la lista de fabricantes de armas, sacudidas semejantes se observarían al mover el medidor sobre otras zonas belígenas de la misma naturaleza, como el Reino Unido, Rusia, Francia, Alemania, China y Suecia. ¿Hay un factor belígeno más activo que la superproducción de armamento y la necesidad de venderlo y modernizarlo a medida que envejece?
La aguja también daría bruscos saltos al atravesar zonas del mundo donde el fanatismo religioso mueve a los seres humanos a destruirse recíprocamente. Libros sagrados, dioses y tradiciones seculares bañadas en sangre, mitos de paraísos prometidos, mártires y confesores han constituido a lo largo de la historia de la humanidad una de las causas más frecuentes de los enfrentamientos armados. No pensemos solo en el islam de hoy: al grito de "¡Dios lo quiere!", proferido por un papa romano, los fervorosos cruzados cristianos protagonizaron unas sangrientas aventuras bélicas que llenaron de ignominia a sus ejecutores.
Los enemigos de entonces son los modernos cruzados del profeta, decididos a imponer a sangre y fuego la ley islámica en los territorios conquistados. El recorrido de nuestro aparato contador desde las costas occidentales de África hasta los archipiélagos del Sureste asiático señalaría los más graves síntomas de odio religioso, el más antiguo factor belígeno de la historia de la humanidad.
La supuesta seguridad nacional basada en la defensa militar a ultranza es otro factor relevante. La aguja marcaría un máximo al moverse sobre Israel. Y las pugnas fronterizas que apenas encubren la lucha por el poder, disfrazada por la posesión de unos territorios, unos islotes o unos supuestos yacimientos petrolíferos, agitarían nuestra aguja desde el Este europeo hasta los mares que bordean a China.
Concluimos este recorrido con la aguja señalando un ruido de fondo permanente: el que acusa las crecientes diferencias sociales y económicas que dividen a la humanidad entre una minoría opulenta y una mayoría miserable y desesperanzada, factor belígeno poco ostensible pero de imprevisibles resultados a más largo plazo.
República de las ideas, 13 de febrero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/02/13 07:55:24.076397 GMT+1
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2015/02/06 08:14:2.950098 GMT+1
Ahora que una masa de aire polar se ha abatido sobre la península, causando el caos circulatorio en gran parte de ella, no está de más recordar la existencia de esos parajes situados por encima del Círculo Polar Ártico, donde se cuecen fenómenos meteorológicos que afectan a gran parte de nuestro hemisferio. Hasta las playas canarias han llegado estos días algunos ásperos ramalazos de la reciente irrupción de la masa polar.
Aunque la zona circumpolar es básicamente un mar helado, al norte del Círculo Polar se extienden territorios habitados de varios Estados a los que el ya inocultable cambio climático, con la consiguiente tendencia al deshielo de lo que venía secularmente siendo un sólido mar helado, ha servido de llamada de atención. Nuevas rutas marítimas, nuevos recursos naturales, nuevas posiciones estratégicas en un cambiante mapa geopolítico en el que, para no perder la costumbre, Rusia y EE.UU. se hallan en bandos enfrentados.
Son ocho los Estados que poseen costas abiertas y habitadas sobre el Ártico. Pero de toda la población mundial que vive al norte del Círculo Polar, más de la mitad (unos dos millones y medio de habitantes) corresponde a Rusia. Para comparar, estas son las cifras correspondientes a los demás Estados: Alaska (EE.UU.) 710.000; Noruega 466.000; Islandia 311.000; Suecia 260.000; Finlandia 184.000; Canadá 120.000 y Groenlandia (Dinamarca) 58.000.
Sobre el Ártico se ciernen otras preocupaciones. Para muchos, se trata de la "última frontera" por definir, aunque sobre estas vastas extensiones circumpolares se hubiera producido el intercambio misilístico de la "destrucción mutua asegurada" durante la pasada guerra fría. En las áridas llanuras siberianas y en los helados desiertos de Groenlandia desplegaban las antenas de los sistemas de vigilancia antimisiles que habrían de alertar del comienzo del caos final de aquella locura nuclear disuasoria en la que la humanidad vivió varios años.
Esta última frontera va a ser el eje central de interés universal a finales de este siglo. Los hielos árticos, según algunas estimaciones, esconden una cuarta parte del las reservas de gas y petróleo todavía por descubrir. Otros afirman que solamente con los hidrocarburos árticos podría funcionar la humanidad tres años completos.
Si las hipótesis del deshielo polar son ciertas, en un par de decenios este océano se convertiría en un pivote del intenso tráfico que vincula a Europa, Asia y América. Por el momento, solo cinco países tiene confirmado el acceso a las riquezas del subsuelo ártico: Rusia, EE.UU., Canadá, Noruega y Dinamarca.
Pero los intereses que se avizoran en el futuro permiten intuir nuevas pugnas; EE.UU. no permanecería indiferente ante la posibilidad de una Groenlandia independizada de Dinamarca que permitiera acceder a las ocultas riquezas de su subsuelo, hoy aplastado por una enorme capa de hielo. Y aunque geográficamente China nada tiene en común con las costas árticas, el gigante asiático no estaría ajeno al conflicto, presto a participar en él. También en este caso Dinamarca sería el trampolín de acceso, con un intercambio de inversiones chinas en Groenlandia y apertura del mercado chino a productos daneses.
Pero ni chinos ni ecologistas son por ahora bienvenidos a las aguas árticas. Éstos últimos crearon un incidente con una plataforma de Gazprom, oponiéndose a las explotaciones petrolíferas árticas, y fueron reprimidos con violencia por las patrullas rusas. La opinión internacional apenas se hizo eco del asunto. En este caso, los intereses rusos y estadounidenses parecen coincidir, pues ambos se oponen a que nuevos actores intervengan en los asuntos del Ártico que consideran privativos.
Cuando un profesor de la Escuela de Altos Estudios Económicos rusa sugirió que el Ártico en su totalidad debería quedar bajo control internacional, según el modelo adoptado para la Antártida, el presidente Putin le calificó públicamente de estúpido. Los más de 22.000 km de costa ártica que posee Rusia le dan un gran peso específico; unido al hecho de que este país vive plenamente integrado con sus regiones árticas, de las que extrae el 95% de su gas y el 60% del petróleo y en las que la población se fue asentando forzosamente desde la época soviética. Dos de las poblaciones más septentrionales del mundo, Murmansk y Norilsk, tienen más de 200.000 habitantes arraigados ya en aquellas arideces polares.
Desde nuestras templadas latitudes mediterráneas, sirvan las incursiones polares de aire helado para recordarnos que en los aledaños del Polo Norte se están planteando nuevos conflictos que afectarán a toda la humanidad.
República de las ideas, 6 de febrero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/02/06 08:14:2.950098 GMT+1
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2015/01/30 07:20:13.708458 GMT+1
¿Se refuerza el terrorismo islámico cuanto más intensamente se le combate con medios militares? ¿Son las prisiones clandestinas un vivero de nuevos y más peligrosos terroristas? ¿Crece su número cuanto más se recurre a ataques con drones o comandos? ¿No hay instrumentos más eficaces para defender a los Estados de esta amenaza?
En 2001, según informes del Departamento de Estado, EE.UU. tenía reconocidos 23 grupos terroristas en todo el mundo. Entre ellos figuraba Al Qaeda, el número de cuyos afiliados se estimaba entre 200 y 1000. Estaba arraigada en Afganistán y Pakistán, aunque se sabía de pequeñas células en otros países, como Alemania y EE.UU., donde precisamente se incubaron los ataques del 11-S.
Tras más de una década de operaciones secretas, vigilancia intensa y masiva de las actividades de la población civil (como revelaron WikiLeaks y Edward Snowden), detenciones y asesinatos selectivos, se han creado 36 nuevos grupos terroristas, incluyendo varias "franquicias" de Al Qaeda. Operan no solo en Afganistán y Pakistán (países donde han surgido 15), sino también en Líbano, Libia, Mali, Marruecos, Nigeria, Somalia, Túnez y Yemen, por citar solo los más significativos.
Atención especial merece la semilla que germinó tras la invasión de Irak y creció y se fortaleció en una prisión estadounidense radicada en ese país, según The Washington Post (04-11-2014): "Camp Bucca fue el espacio ideal para la radicalización de los prisioneros y su más estrecha colaboración y contribuyó a desarrollar la fuerza yihadista más potente de la actualidad", ha dicho uno de los antiguos jefes del complejo penitenciario. Otro mostró su preocupación porque "más que vigilar prisioneros, parecía que estábamos cuidando de una olla a presión donde se elaboraba el más extremado terrorismo".
Lo que nació en Camp Bucca controla ahora, con el nombre de Estado Islámico, una parte sustancial de Irak y de Siria, se esfuerza por crear un califato en Oriente Medio -un sueño inalcanzable al que aspiraban los yihadistas de 2001- y alista en sus filas a unos 30.000 de los más fanáticos terroristas.
En noviembre de 2014, un analista veterano de guerra escribía en The New York Times: "El tiempo pasado en prisión [por los terroristas] acentuó su extremismo y les dio posibilidades de reclutar nuevos seguidores... Las prisiones se convirtieron en universidades virtuales del terror: los radicales más curtidos actuaban de profesores; los otros prisioneros eran los estudiantes; y el personal de las prisiones éramos como los que vigilan una clase cuando el profesor se ha ausentado".
Desde 2001 hasta hoy el terrorismo ha crecido aceleradamente. Pero no menos acelerado ha sido el vertiginoso desarrollo de las fuerzas de operaciones especiales de EE.UU., cuyo personal se ha duplicado desde entonces.
Cuando el general Joseph Votel se hizo cargo de la jefatura del SOCOM (Mando de las fuerzas de operaciones especiales) en agosto de 2014, declaró: "Este mando está en su cenit absoluto. En verdad estamos en la edad de oro de las operaciones especiales". Aunque suene a retórica, la realidad es que, desde los atentados del 11-S, el personal del SOCOM ha crecido desde 33.000 hasta unos 70.000 efectivos.
Los tentáculos del SOCOM abarcan todo el planeta. En 2010 se tenía noticia de que sus tropas actuaban en 75 países; pues bien, según declaró el anterior Secretario de Defensa antes de abandonar el cargo, el SOCOM despliega hoy en más de 150 países; en un discurso pronunciado en agosto de 2014 dijo: "En realidad, el SOCOM y las fuerzas militares de EE.UU. están ahora implicadas internacionalmente mucho más que nunca, en más lugares y con una mayor variedad de misiones".
Las incertidumbres que esto provoca son intensas en todo el mundo. La evolución de la situación internacional, sobre todo en lo relativo al terrorismo islámico, incide muy favorablemente en las fuerzas especiales de EE.UU., que evidentemente disfrutan de su "edad de oro": más personal, más recursos, más medios materiales, más prestigio, más atención en los medios de comunicación... todo ello a causa de la intensificación de la amenaza terrorista. ¿Que sería de esa poderosa estructura militar si desapareciera el terrorismo?
En la película "El lobo" (basada en hechos reales y estrenada en 2004), cuando el infiltrado en la cúpula de ETA propone a sus jefes -de un servicio secreto español identificable como el SECED- un sencillo plan que acabaría con ETA de raíz, uno de ellos se opone: ¿Acabar con ETA? ¿Y qué sería de nosotros entonces? Por muchos cambios de Gobierno que haya, aduce fríamente, "nosotros siempre seremos necesarios".
Algo parecido puede estar ocurriendo con los intereses ocultos de algunos Estados y corporaciones a los que, de insospechados modos, beneficia la existencia de una persistente amenaza terrorista islámica. Desconfiemos, como siempre, de mucho de lo que nos cuentan.
República de las ideas, 30 de enero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/01/30 07:20:13.708458 GMT+1
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2015/01/23 10:18:15.871992 GMT+1
En los primeros días de 1915, ahora hace cien años, proseguía la carnicería sufrida en las trincheras desde que la línea de contacto en el frente europeo quedó casi estabilizada a finales del año anterior, a los pocos meses de iniciada la Primera Guerra Mundial. Se daba el caso de que en un mismo día y en un reducido frente se produjeran doce ataques y los doce contraataques correspondientes, que sembraban el terreno de cadáveres y apenas modificaban las líneas de combate en unos pocos centenares de metros.
En torno a la ciudad belga de Ypres, donde el frente se curvaba en un crítico saliente, se sucedían los inútiles y cruentos intentos de abrir brecha. Un soldado alemán escribía a su casero, con el que mantenía asidua correspondencia: "Vamos a estar aquí detenidos hasta que Hindenburg le dé su merecido a Rusia... Entonces llegará el día de nuestra venganza". Quien esto escribía, veintiséis años después estaría dirigiendo en persona la invasión alemana de Rusia en la Segunda Guerra Mundial: era Adolfo Hitler. Así son los senderos ocultos de la historia de las guerras.
En el bando opuesto, el primer ministro británico, Herbert Asquith, recibió una carta de un correligionario donde le sugería que "sería sencillo y rápido instalar en unos pocos tractores de vapor unas cabinas blindadas donde irían las ametralladoras y los soldados. Utilizados de noche, serían invisibles para la artillería, de cuyos fuegos nada tendrían que temer. Las orugas de los tractores les permitirían cruzar las trincheras y con su peso aplastarían las alambradas y otros obstáculos".
El autor de la carta era Winston Churchill, Primer Lord del Almirantazgo, y en ella se percibe la idea germinal de los tanques o carros de combate, que se empezaron a utilizar, todavía experimentalmente, un año después, y ya masivamente a finales de 1917. Era la misma persona que, ya Primer Ministro, supo mantener vivo el espíritu combativo británico en los años más difíciles de la 2ª G.M., cuando los eficaces carros de combate alemanes habían ocupado media Europa. Tuvo que hacer frente a las mismas armas que él había contribuido a concebir.
En otro oculto sendero de la historia, el 29 de enero de 1915 un teniente alemán avanzaba a la cabeza de su compañía para tomar unas posiciones francesas. Tras atravesar, pistola en mano, las alambradas enemigas arrastrándose bajo ellas y ordenar el avance de sus tropas, vio que ningún soldado le seguía. Volvió reptando bajo el fuego enemigo al punto de salida y conminó a su subordinado inmediato: "Obedece en el acto mi orden, o te mato". La compañía ocupó sus objetivos y el teniente fue condecorado con la Cruz de Hierro, el primer oficial de su regimiento en ganarla. Entre sus compañeros se solía decir: "Donde esté Rommel, allí está el frente". Unos años después, Rommel y sus carros de combate serían la pesadilla de los aliados en el frente norteafricano de la 2ª G.M.
También a comienzos de 1915 se empezaron a intensificar las acciones de bombardeo aéreo entre ambos contendientes. En la noche del 19 de enero cayeron sobre suelo británico las primeras bombas alemanas, lanzadas desde dos zepelines, que causaron la muerte de cuatro británicos. Las últimas bombas enemigas que habían explotado sobre tierra inglesa se habían olvidado en las seculares brumas de la historia.
El Káiser había decidido aumentar los bombardeos contra Inglaterra, dirigidos hacia las bases militares, depósitos de combustible, muelles de carga y cuarteles; pero precisó que deberían preservarse "los palacios y las zonas residenciales". Se pensaba entonces que la guerra sería corta y, sobre todo, todavía no había asomado por el horizonte el fatídico rostro de la que después se llamó "guerra total", la que no distinguiría ya entre soldados y población civil.
Narran los historiadores que el mismo día en que el emperador alemán dictaba la orden de no bombardear palacios, en Londres un agente británico se entrevistaba con mademoiselle de Bressignies, una refugiada francesa que se ofreció para regresar a Lille, donde residía, y pasar información a los ingleses. Es una de las primeras espías femeninas de las que se tiene constancia, aunque apenas dos años después su memoria sería eclipsada por la famosa Mata Hari, que espiaba a favor del bando opuesto.
La francesa volvió a Lille y se hizo pasar por monja en un convento. Recibió los componentes necesarios para montar un transmisor-receptor de radio. Cuando lo armó, advirtió que el generador que lo alimentaba hacía demasiado ruido cuando emitía. En vista de eso, lo activaba solo para recibir órdenes y enviaba sus informes mediante palomas mensajeras. Estuvo operativa dos meses, pero fue descubierta y apresada; aunque pudo tragarse el informe que llevaba consigo en el momento de la detención, fue sentenciada a cadena perpetua y murió anónimamente en prisión poco antes de concluir la guerra. Mata Hari, por el contrario, fue espectacularmente fusilada en octubre de 1917, tras un discutible juicio, acusada de espionaje y rodeada de leyendas que todavía perduran. Las actividades de ambas se estudian en los centros militares de formación de comandos y unidades especiales de operaciones.
Los hechos aquí recordados son algunos de los senderos ocultos de la historia bélica que muestran las sorprendentes relaciones entre algunos protagonistas de los dos últimos grandes conflictos europeos.
República de las ideas, 23 de enero de 2014
Escrito por: alberto_piris.2015/01/23 10:18:15.871992 GMT+1
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2015/01/16 08:00:56.055876 GMT+1
El pasado 20 de diciembre se cumplieron 25 años del comienzo de una operación militar, la primera de una serie de invasiones estadounidenses no relacionadas con la Guerra Fría, serie que todavía no ha concluido. Fue la invasión de Panamá, iniciada el 20 de diciembre de 1989 y concluida el 3 de enero de 1990.
Con el nombre clave de "Causa justa", tenía como supuesto objetivo el apresamiento del presidente panameño, general Manuel Noriega, acusado de narcotráfico. Tuvo un éxito arrollador y en las academias militares de EE.UU. se estudia como una brillante operación, al menos en el aspecto táctico.
Un general, adscrito al Centro de Historia Militar del Ejército de EE.UU., la juzgó como "uno de los más breves conflictos armados de la Historia Militar estadounidense" calificándola como "...una operación extraordinariamente compleja, con el despliegue de miles de soldados y material desde bases remotas... Representó una nueva y audaz era en la proyección de fuerza militar: velocidad, masa y precisión, unidas a una gran publicidad inmediata [cursivas de A.P.]".
El presidente George H.W. Bush (Bush "padre") saludó su brillante final: "¡Gracias a Dios! nos hemos librado para siempre del síndrome de Vietnam". Se refería al humillante recuerdo de aquella vergonzosa retirada de Saigón en 1975 a la voz de ¡sálvese el que pueda!
Libres, pues, del maligno síndrome y llevados por el optimismo de la era "nueva y audaz" por ellos iniciada, los dirigentes de EE.UU. desencadenaron, menos de un año después, la primera guerra de Irak, seguida luego por las conocidas y repetidas intervenciones en Oriente Medio y África. (Una de las consecuencias del irreflexivo intervencionismo occidental en el corazón del mundo islámico la sufrió París la pasada semana).
Pero la invasión de Panamá no fue incruenta. Murieron más de 20 soldados de la fuerza agresora y medio millar de defensores. Sobre las víctimas civiles hay discrepancia: el Southern Command de EE.UU., que dirigía la operación, aludió a unos pocos centenares, pero sin duda olvidó la masacre sufrida en El Chorrillo, un empobrecido barrio de la capital de cuyos habitantes se suponía que eran adictos a Noriega y donde murieron miles de panameños.
Allí no se previno a la población civil; Human Rights Watch denunció que "los invasores no aplicaron la regla de la proporcionalidad ni el deber de minimizar las víctimas civiles". Los helicópteros de ataque que aparecieron tras las montañas no anunciaron su llegada con música wagneriana, y el sismógrafo de la Universidad de Panamá registró 442 grandes explosiones en las primeras 12 horas de la invasión.
Los incendios arrasaron las humildes viviendas de madera y el recuerdo de Gernika o de Hiroshima planeó sobre las humeantes ruinas. Acabada la guerra, los bulldozers excavaron fosas comunes y allí se enterraron los cadáveres: "Sepultados como perros", se dijo entonces.
No solo murieron panameños. Maruja Torres, en El País (22-12-1989), escribió: "'Atrás', gritó el soldado norteamericano de la cara pintada blandiendo su arma. Nos habíamos identificado como periodistas, como huéspedes del Marriot, el fotógrafo Juantxu Rodríguez y yo. 'Sólo queremos recoger nuestras cosas'. No hubo caso. El hotel, como todos, había sido tomado por las tropas de EE.UU. Aquella veintena de marines estaba al borde de la histeria. No había un soldado panameño en los alrededores, sólo periodistas indefensos. Juantxu salió corriendo hacia el hotel disparando fotos, los demás nos refugiamos debajo de los coches. Juantxu no volvió".
En Panamá comenzó el horror de las guerras mortíferas y fatalmente descaminadas. ¡Qué fácil parecía deponer a un Gobierno hostil tras invadir el país! Bastaba declarar que se aspiraba a promover la democracia para enviar las tropas con la mayor publicidad posible. Para atacar a Panamá se prescindió de la ONU y de la OEA (Organización de los Estados Americanos), superfluas ambas en esa era "nueva y audaz".
Así como Sadam fue el hombre de Washington en Irak hasta que cayó en desgracia, Noriega era el hombre de la CIA en Panamá, jugando un importante papel en la oculta red de anticomunistas, dictadores y narcotraficantes que se conoció como "Irán-contra". El Gobierno de Reagan vendía misiles a los ayatolás iraníes y con ese dinero apoyaba a los antisandinistas nicaragüenses. Cuando el tinglado fue denunciado en la prensa y se reveló que Noriega informaba a la Cuba de Castro, el general dejó de ser útil.
Hoy, la "tercera guerra de Irak", emprendida contra el Estado Islámico, de la que los expertos de Washington afirman que durará varios años, es el último resultado de aquella invasión de Panamá, ya casi olvidada, que anunció la "nueva era". La de las guerras preventivas libradas para "extender por el mundo los beneficios de la libertad", pero también los beneficios de las corporaciones industriales más adictas. La de las guerras unilaterales de aquellos iluminados del Pentágono, de cuyos nocivos efectos ni siquiera Obama -supuesto apóstol de la multilateralidad- parece capaz de librarse.
República de las ideas, 16 de enero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/01/16 08:00:56.055876 GMT+1
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2015/01/15 10:21:48.488627 GMT+1
Estimados lectores de este blog:
Acaba de ser publicado el Anuario 2014-1015 del CEIPAZ (Centro de educación e investigación para la paz) titulado "Focos de tensión, cambio geopolítico y agenda global".
Junto con otros investigadores del mismo Centro, que abordan asuntos de gran actualidad e interés para todos los lectores, colaboro en esta edición con un trabajo sobre "Los drones: apuntes sobre una nueva arma de la panoplia bélica mundial" que podéis leer pulsando sobre el título.
El Anuario completo también está a disposición de los lectores en este enlace.
Espero que sea de vuestro interés.
Escrito por: alberto_piris.2015/01/15 10:21:48.488627 GMT+1
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2015/01/10 10:54:51.539868 GMT+1
Queridos lectores de este blog:
Sospecho que el blog está prácticamente en "parada cardiorrespiratoria", por parafrasear el inigualable texto de despedida final que escribió quien lo encabezó durante tantos años.
Con mucho gusto he venido añadiendo a él mis pequeños comentarios publicados en otros medios, con la esperanza de mantenerlo vivo, en recuerdo de Javier.
Pero una simple observación del paciente indica que apenas le quedan síntomas de vida. "El viejo cañón" y "Pedradas" parecen ser los últimos latidos de "Voces amigas".
¿Habrá llegado el momento de dar el adiós definitivo?
¡Que 2015 sea propicio a "los últimos de Filipinas" que queden por ahí!
Agur!
Escrito por: alberto_piris.2015/01/10 10:54:51.539868 GMT+1
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2015/01/08 22:54:8.234554 GMT+1
Si la economía que hoy agita al mundo y perturba las vidas de tantas personas se justifica con fórmulas misteriosas, no menos incomprensibles aparecen también, para muchos españoles, los recónditos aspectos de lo que se da en llamar "política de defensa". Ésta, en líneas generales, viene consistiendo en seguir lo que decide la OTAN, alianza sobre la que España y Europa han descargado la mayor parte de sus responsabilidades militares.
En los albores de 2015 no es superfluo resaltar una paradoja relacionada con nuestra política de defensa. Desde el 1 de enero un destacamento de las Fuerzas Aéreas españolas (cuatro cazabombarderos más el personal y servicios correspondientes) opera desde una base aérea de Estonia, en cumplimiento de una misión que la OTAN denomina "Policía aérea del Báltico". Su fin es proteger a los tres Estados bálticos frente al hipotético -pero muy improbable- peligro de una agresión rusa.
La paradoja se consuma porque ocurre que esa misma OTAN, la que moviliza parte de los escasos recursos militares de nuestro país, no está obligada por el Tratado del Atlántico Norte a mover un solo dedo para la defensa de Ceuta o Melilla, en el caso de que estas ciudades españolas fuesen atacadas.
Pero en la OTAN las paradojas son frecuentes desde su creación, y se multiplicaron cuando el enemigo para el que había sido creada -la URSS y sus satélites- se disolvió pacíficamente, destruyendo la propia razón de ser de la Alianza. La afanosa búsqueda de nuevas misiones que la permitieran seguir con vida la llevó desde la desaparecida Yugoslavia hasta Afganistán, con los inciertos resultados por todos conocidos. Afortunadamente para ella, la Rusia "de Putin" ha venido a insuflarle nuevo oxígeno.
En los despachos de la sede bruselense se habla con insistencia del "expansionismo ruso", con motivo de la reintegración de Crimea a Rusia (proceso tan anómalo ahora como anómala fue en 1954 la transferencia en sentido inverso de la citada península) y el apoyo que presta Moscú a la población rusófona del Este ucraniano, rebelada contra el Gobierno de Kiev.
Si se prescinde de la propaganda otánica, basta la simple observación de la realidad para constatar que, desde que se derribó el muro de Berlín y se desintegró la URSS, no ha sido Rusia la que ha dilatado sus fronteras. Por el contrario, la OTAN y la Unión Europea se han extendido ampliamente hacia el Este, lo que desde Moscú es visto como un preocupante expansionismo occidental.
Claro está que el avance occidental hacia el Este no ha sido impuesto por la coerción ni por la fuerza las armas, ya que los países en él implicados lo han hecho de modo democrático y voluntario; incluso en algunos casos con evidente entusiasmo, producto del recuerdo del imperialismo soviético al que estuvieron sometidos.
Esto no impide reconocer que la evolución de la situación en Centroeuropa pone a los dirigentes rusos en una difícil posición ante su propio pueblo. La sensación de que la OTAN acosa implacable a Rusia y ya está en contacto con su frontera se suma a la ancestral ansiedad de la Rusia histórica por poseer unas fronteras defendibles. En esto inciden unas recientes declaraciones de Putin, denunciando a los "antiguos enemigos" por erigir un "nuevo telón de acero" que se materializa en el despliegue militar de la OTAN y en el sistema de defensa antimisiles europeo (al que España se ha sumado), a los que acusa de amenazar la seguridad rusa.
En el año que ahora comienza apunta otro peligro para la estabilidad europea: el deseo del Gobierno de Kiev de ingresar en la OTAN, todavía no expresado explícitamente pero claramente sugerido en el Parlamento ucraniano. Si se cumpliera, se evaporaría la posibilidad de llegar a un arreglo que conservase la unidad de Ucrania. Este país quedaría atravesado por un nuevo frente, ahora no ideológico sino simplemente estratégico, consecuencia del renovado enfrentamiento entre Washington y Moscú, con la OTAN actuando de catalizador activo.
En este enfrentamiento no solo juegan los factores materiales al uso (economía, recursos, armamento, etc.) sino también otros simbólicos y espirituales que no deben ignorarse. El pueblo ruso se ha sentido engañado por Occidente tras la pacífica disolución de la Unión Soviética, ha conocido la humillación de los años negros de su transición al capitalismo y empezaba a recuperar su perdida autoestima.
La Unión Europea y EE.UU. deberán esforzarse por hacer compatibles sus propios intereses con los legítimos de Rusia, para llegar a un acuerdo que, sin alardes de victoria ni humillantes sanciones, reconstruya en torno a Ucrania una Europa participativa, que aspire a la prosperidad común de todos los pueblos. La OTAN no es la fórmula más adecuada para alcanzarlo.
República de las ideas, 9 de enero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/01/08 22:54:8.234554 GMT+1
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2015/01/01 20:42:3.226207 GMT+1
Mi comentario de despedida al año 2013 en estas páginas digitales ("Sonría, mañana puede ser peor", 27-12-2013) concluía así:
"La capacidad de recuperación que las democracias han demostrado en el último siglo ante unas graves crisis que acabaron con imperios, monarquías y dictaduras, abre un camino a la esperanza. Pero será necesaria una 'radical' renovación del auténtico espíritu democrático para hacer frente al cúmulo de problemas que nos aquejan; una limpieza de las 'raíces' de la democracia, despojándolas de las nefastas excrecencias que han ido corrompiéndolas. Una vez más, todo parece indicar que habrán de ser los ciudadanos corrientes los que hayan de tener la última palabra, ya que muchas de nuestras envejecidas y anquilosadas instituciones políticas se muestran incapaces de hacerlo".
(Con las palabras entrecomilladas pretendía recalcar que el "radicalismo" no es siempre algo peligroso o rechazable: es el esfuerzo por ir a la raíz de cada problema para plantearlo correctamente. Un ejemplo más de vocablo deteriorado por su frecuente uso torticero).
Aunque lo escribí para lectores españoles teniendo en la mente los problemas que aquejaban a nuestro país al comenzar 2014, el último párrafo ha resultado ser aplicable a otros pueblos: muchos "ciudadanos corrientes" se han alzado para hacerse escuchar y, si no pronunciar la última palabra (lo que el sistema dominante todavía les niega), al menos ser capaces de expresar con firmeza su rechazo a las instituciones políticas "envejecidas y anquilosadas", incapaces de hacer frente a los problemas de hoy.
El año recién concluido ha mostrado que, cuando los pueblos exigen cambios, los políticos de los partidos habituales ya no son capaces de engañarles con las retóricas al uso. Además, la difusión de las nuevas tecnologías de comunicación interpersonal ha dado a esos "ciudadanos corrientes" un nuevo instrumento con el que hacer oír su voz y coordinar sus esfuerzos. Videos, imágenes y denuncias circulan por las redes sociales chinas, rusas, españolas o americanas, así como convocatorias para mostrar en la calle el rechazo de la gente a Gobiernos fracasados u opresores.
Esas nuevas tecnologías, por otra parte, han puesto en manos de los Estados herramientas eficaces para acallar las voces disidentes y para amordazar las protestas ciudadanas. Son también las que pueden ayudar a la expansión de los fanatismos en cualquier lugar del mundo y servir de instrumento al terrorismo. Fenómeno social nada nuevo: la invención de la imprenta sirvió tanto para difundir el Quijote como el Mein Kampf hitleriano.
Nada de lo anterior permite ignorar que se ha extendido por el mundo la creciente agitación de muchos pueblos que aspiran a ser más dueños de su destino, enfrentándose al poder del Estado. Tanto sea éste democrático, como dictatorial o tiránico; o incluso falsamente democrático, como hoy sucede con el régimen militar renacido en Egipto tras la fracasada revolución popular de 2011.
En septiembre de 2014 señalé en estas páginas que la irrupción de Podemos en el espectro político español - trastornado tras las elecciones al Parlamento Europeo- y el impacto que su aparición causó en amplios estratos de la sociedad -desde las clases más desfavorecidas hasta la más alta oligarquía financiera- constituían relevantes acontecimientos del año en curso, al que califiqué como "año que presumiblemente va a batir el récord de eventos políticos reseñables en nuestro país".
Si no lo batió, no quedó muy lejos, pues desde la Corona hasta las cúpulas de los partidos políticos y de otras instituciones básicas del Estado experimentaron notables sacudidas, cuyos efectos todavía agitan las dudosas aguas de la política española.
Aguas a las que también perturba el oleaje europeo, donde la crisis económica alienta los extremismos manipulados por algunos políticos que azuzan vagos temores a lo foráneo para disimular su incompetencia o su corrupción. Un proyecto, el de Europa, que nació para asentar los principios democráticos y aumentar la prosperidad de sus pueblos, pero cuyo rumbo parece haberse extraviado por dos sencillas razones que ya apuntaba en el comentario citado al principio:
- la irrefrenable hegemonía del poder financiero sobre el político;
- el descrédito de la política y sus instituciones, consecuencia de lo anterior.
Si se puede aceptar que 2014 ha sido realmente el año de los pueblos insumisos, es de desear que este nuevo 2015 que ahora comienza sea el año de los pueblos que llegaron a rozar con sus dedos ese timón que rige sus destinos y que manipulan impasibles manos extrañas y desconocidas.
República de las ideas, 2 de enero de 2015
Escrito por: alberto_piris.2015/01/01 20:42:3.226207 GMT+1
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