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2016/08/11 19:09:25.294364 GMT+2

Un dos de mayo turco

El pueblo alzado en las calles de Madrid contra el ocupante extranjero el 2 de mayo de 1808 y la ola de patriotismo y religión que sumió a España en un exaltado estado de rebelión son un antecedente histórico del pasado 15 de julio en Turquía, cuando en Estambul y Ankara estalló una revuelta popular para aplastar el intento de golpe de Estado de los militares sublevados contra al Gobierno de Erdogan.

Si el pueblo de Madrid se echó a la calle para evitar que los soldados franceses secuestraran al infante Francisco de Paula ("¡Que se lo llevan!" fue la consigna de los amotinados) y se apoderaran así de toda la familia real, deportada a Bayona, los turcos lo hicieron para impedir el derrocamiento de Erdogan por la fuerza de las armas. Pero el paralelismo termina ahí.

Al contrario de la lucha callejera que en España se fue agravando y complicando al paso de los años, atrayendo la intervención extranjera -en la que llegó a participar el propio Napoleón (que con ello cometió uno de sus peores errores estratégicos), el 15 de julio de 2016 en Turquía fue un conflicto interno que no parece probable haya de sobrepasar las fronteras del Estado ni implicar a otras naciones. Turcos fueron los que pretendieron derribar a Erdogan y turcos fueron también los que rechazaron el golpe militar.

Los "mártires" populares de esa trágica noche fueron sacralizados en el altar de la patria y, por encima de ellos, se elevó la figura protectora de Erdogan, que logró evadir el apresamiento y en difícil situación personal movilizó al pueblo, erigiéndose como el salvador de la democracia y la personificación del más genuino espíritu turco.

En la mente del pueblo se equiparó al padre de la patria por excelencia, Kemal Ataturk, y se le coronó con los mismos laureles que al héroe de la Primera Guerra Mundial que rechazó la invasión aliada tras una larga y sangrienta campaña. Los muertos durante la intentona del 15 de julio han sido honrados al igual que los que perecieron defendiendo la tierra turca en Gallipoli entre abril de 1915 y enero de 1916.

Quizá azuzados desde instancias gubernamentales, circularon rumores y se publicaron noticias que ponían los hilos del complot en manos de intereses extranjeros, presuntamente envidiosos de la política de Erdogan, que tanto estaba acrecentando el prestigio de Turquía, o propiciadores de una guerra civil que debilitara a un Estado que empezaba a influir en su región más de lo que deseaban ciertos poderes foráneos. Y gran parte del pueblo lo creyó a pie juntillas.

La vaguedad de las respuestas occidentales al golpe de Estado y su insistencia, una vez éste desarticulado y apresados los autores, en el respeto a los derechos de los sublevados, hirieron el amor propio del pueblo y le llevaron a cerrar filas con su presidente.

Fue un acto reflejo colectivo, no muy distinto a las manifestaciones populares de apoyo al franquismo en septiembre de 1975, con motivo de la repulsa internacional que suscitaron los últimos fusilamientos del régimen, con condenas del Vaticano y de destacados dirigentes internacionales.

Cuando el 29 de julio pasado Erdogan presidió una ceremonia de homenaje a los que murieron durante el golpe de Estado, su discurso estuvo cargado de xenofobia y chovinismo islámico, una explosiva mezcla de patriotismo turco e islamismo nacional. Llegó a proclamar que él era también un esclavo de Alá y estaba listo para el martirio.

Arrastrado por una retórica similar a la de Franco en 1975, cuando en la plaza de Oriente madrileña afirmó que "lo que en España y Europa se ha armado [tras los citados fusilamientos] obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece", Erdogan preguntó ese día a la multitudinaria masa que le escuchaba enfervorizada si creía que los conspiradores del 15 de julio podían ser musulmanes y turcos. Un estentóreo "¡Nooo!" fue la respuesta, lo que le permitió afirmar: "No. Ellos no tienen nada que ver con esta nación". Con ello se dio a sí mismo carta blanca para iniciar un profunda depuración en las estructuras del país.

Conviene recordar que en Alemania se prohibió la retransmisión pública del citado discurso, en el que Erdogan acusó a un innominado general estadounidense de apoyar a los golpistas y a EE.UU. de proteger al presunto autor intelectual del golpe, el clérigo Fetulá Gulen, residente en EE.UU.

Una de las consecuencias de este dos de mayo turco ha sido un notable cambio en el tablero internacional. El presidente de la Comisión Europea ha declarado que Turquía no reúne ahora condiciones para ingresar en la UE en breve plazo; por otro lado, la tradicional popularidad de que gozaba Europa se ha hundido para la opinión turca mayoritaria. Erdogan se entrevista con Putin y restaura las relaciones ruso-turcas mientras el segundo ejército más numeroso de la OTAN y piedra angular en el despliegue estratégico de la Alianza se ve sometido a una intensa purga. Están cambiando las circunstancias en esa crítica bisagra estratégica que articula Asia y Europa y no puede predecirse el resultado de la transformación.

Publicado en República de las ideas el 11 de agosto de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/08/11 19:09:25.294364 GMT+2
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2016/08/04 19:17:2.032523 GMT+2

Disuasión nuclear: ayer y hoy

Durante el mes de julio de 1946, hace 70 años, el atolón de Bikini en las islas Marshall fue el escenario de las dos primeras pruebas atómicas efectuadas por EE.UU. en el Pacífico, operación que se conoció con el nombre clave de Crossroads (encrucijada). Se utilizaron dos bombas de diseño y potencia (21 kilotones) similares a las lanzadas contra Japón el año anterior: una hizo explosión a baja altura y la otra, bajo el mar.

El objetivo era una vasta escuadra reunida en torno al acorazado Nevada, el único gran buque de guerra que pudo ponerse en marcha y escapar durante el ataque japonés a Pearl Harbour. Además de navíos estadounidenses cuya reparación ya no compensaba, había buques japoneses y alemanes apresados. En algunos se habían encerrado manadas de cerdos, para estudiar sobre sus cuerpos el efecto de la radiación nuclear.

Aparte de la espectacularidad visual de ambas explosiones nucleares (4ª y 5ª de la Historia, las primeras que pudieron ser libremente observadas), los efectos destructivos sobre la flota fueron algo menores de lo que se esperaba, por lo que la investigación científica se orientó por el camino de los megatones, como ya es de sobra sabido.

Estas pruebas fueron una verdadera "encrucijada" en la política internacional y poco después Molotov, entonces ministro de Asuntos Exteriores soviético, declaraba que EE.UU. estaba dividiendo el mundo en dos bandos y pretendía hacerse con la hegemonía mundial mediante la guerra. Empezaba la Guerra Fría.

Fueron también una "encrucijada" para los desdichados aborígenes del atolón que, a pesar de ser transportados forzosamente de uno a otro lugar (como muestra el sello conmemorativo arriba reproducido) y acabar sufriendo los efectos del cesio radioactivo que contaminó la tierra y el océano, fueron ignorados por los medios de comunicación.

Pero la encrucijada más crítica en que dichas pruebas pusieron a la humanidad fue el nacimiento de la "teoría de la disuasión nuclear": amenazar a cualquier posible atacante con la represalia mediante unas armas tan catastróficas que llevarían a la "destrucción mutua asegurada" (MAD en sus siglas inglesas, "loco").

Uno de los padres de la teoría, Bernard Brodie (conocido como el Clausewitz de EE.UU.), tituló así un capítulo de su "Guerra y política": "Las armas nucleares: la utilidad de no usarlas". Afirmaba en él que si la misión de los ejércitos había sido ganar las guerras, en el futuro su propósito habría de ser evitarlas. De hecho, las potencias nucleares han seguido interviniendo en numerosas guerras e incluso han sido derrotadas en ellas (como en Vietnam o Afganistán) sin recurrir al arsenal nuclear aunque el mundo se haya asomado alguna vez al borde del abismo.

Mucho esfuerzo intelectual se ha dedicado a analizar y desentrañar este irracional concepto sobre el que para algunos se basa el equilibrio internacional, aunque equivalga a estar sentado sobre un barril de pólvora cuya mecha nadie ha encendido todavía.

Aún así, en el parlamento británico hace unos días se ha vuelto a discutir sobre la disuasión nuclear con motivo de la renovación de los misiles nucleares Trident que arman los submarinos Vanguard de la flota de su majestad británica. La primera ministra, Theresa May, interpelada por un diputado escocés sobre si estaría dispuesta a autorizar un ataque nuclear capaz de matar a 100.000 personas inocentes, respondió así: "Ciertamente. Y manifiesto a su señoría que la base de la disuasión consiste en que nuestros enemigos sepan que podríamos usarla, al contrario de lo que piensan algunos diputados laboristas, que creen que se puede poseer armas de represalia sin voluntad de utilizarlas".

El líder laborista Corbyn, recordando la potencia nuclear británica (40 armas ocho veces más potentes que la de Hiroshima), preguntó: "¿Qué es lo que nos amenaza que pudiera disuadirse con un millón de muertos?... cuando no hemos podido frenar al Estado Islámico, ni las atrocidades de Sadam Husein, los crímenes de guerra en los Balcanes o el genocidio de Ruanda". Concluyó: "No creo que la amenaza de un asesinato masivo sea el modo de gestionar las relaciones internacionales".

En su respuesta, la primera ministra estimó que sería un abandono del deber reducir o abaratar el programa nuclear británico, que no aceptaría "nada que no cumpla con la misión" y que no estaba dispuesta a seguir el ejemplo de otros países, como Sudáfrica, Argentina o Brasil, que voluntariamente adoptaron el desarme nuclear.

El Gobierno logró aprobar con una gran mayoría (incluidos muchos diputados laboristas) la renovación de los misiles Trident en los cuatro submarinos de la flota que los arman. Su misión estratégica sigue siendo la disuasión nuclear, a pesar de las dudas que este concepto sigue suscitando desde que Brodie lo alumbró en 1945 y el permanente, aunque poco visible, riesgo de seguir viviendo al borde del precipicio, como alertó William Perry en 2015 y comenté en estas páginas el pasado 30 de junio.

Publicado en República de las ideas el 4 de agosto de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/08/04 19:17:2.032523 GMT+2
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2016/07/28 18:27:53.411680 GMT+2

¡Que lo resuelva el Apóstol!

Manuel Azaña fue un político criticado con crueldad por la derecha española, que le atribuyó todas las perversidades imaginables y cuya actividad también sirvió como argumento para justificar la rebelión militar de 1936. Su condición de político maldito se mantuvo durante la dictadura, en la que estuvo proscrita su obra política y literaria. Fue necesaria una visita del entonces presidente del PP, José María Aznar, a Barcelona en 1993, en plena campaña electoral, para cambiar las cosas, pues en una rueda de prensa aseguró que tenía "una profunda vocación azañista", idea que no fue mal acogida por sus seguidores.

Las obras de Azaña se encuentran hoy en las librerías, pero en todo caso cualquier referencia a su pensamiento político debe recordar el poco aprecio que el político complutense mostraba por "sables y casullas", por la nefasta influencia que atribuía a los ejércitos y a la Iglesia católica en la reciente historia de España. Los sables, felizmente, ya no asustan a los españoles, pues han encontrado un encaje adecuado en la estructura del Estado, del que son su brazo armado a las órdenes del Gobierno, como es usual en las democracias modernas.

Las casullas, por el contrario, siguen flotando fuera de sus ámbitos naturales y extendiendo su sombra sobre espacios políticos, educativos, culturales e incluso económicos (recuérdense los conflictos causados por la titularidad de propiedades inmobiliarias).

Todos los años, con motivo de la llamada "Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago" que cada 25 de julio se celebra en la catedral compostelana, se muestra a la vista de los españoles una extraña mezcla de religión y política, una conjunción del Trono ("delegado regio") y el Altar (jerarquía eclesiástica local) al viejo estilo, algo de muy difícil, si no imposible, articulación en un Estado cuya Constitución establece que "ninguna confesión tendrá carácter estatal".

No hay en ella espacio que justifique en España, anualmente y con carácter oficial, una "Ofrenda Nacional" ante un incierto sepulcro —de cuyo contenido existen más que razonables dudas y sobre cuyo origen sólo hay inverosímiles leyendas— en la que se suelen plantear cuestiones políticas que conciernen a los gobernantes democráticamente elegidos.

Hay que reconocer, no obstante, que el arzobispo compostelano tiene pleno derecho a expresarse en su homilía como le venga en gana, pues se halla en terreno propio y nadie está obligado a asistir a la ceremonia contra su voluntad. El que pisa un terreno más resbaladizo es el delegado regio, que a menudo se ve forzado a implorar ante la estatua del Apóstol mercedes o ventajas que dependen exclusivamente de las decisiones políticas que adopte el Gobierno de turno.

En la ceremonia del pasado lunes el delegado regio pidió al Apóstol que los representantes políticos estén "más presentes en la calle" para "ponerse en el lugar de los que viven marginados"; también le solicitó ayuda "para hacer frente al euroescepticismo que tanto nos ocupa y preocupa", según se leía en los medios locales. Es evidente que ambas son cuestiones que deberían abordarse trabajando tenaz e imaginativamente en los ministerios correspondientes, sin esperar a que la solución venga del Cielo, por cómodo que esto pueda parecer.

La figura del delegado regio no sólo tiene difícil encaje constitucional, sino que carece de lógica. ¿Podrían los españoles de religión hindú solicitar que un delegado regio efectuase análogas peticiones a alguna de sus deidades en un templo propio? Los españoles, sean de religión hindú o católica, tienen constitucionalmente los mismos derechos, así como los musulmanes y los creyentes de otras religiones. Por su parte, los españoles que no profesan religión alguna podrían reclamar que la llamada Ofrenda Nacional se denominase Ofrenda Católica, ya que no todos los individuos de nacionalidad española profesan esta religión.

La memoria de la Historia española parece estar sometida a extraños vaivenes en lo que respecta al Estado, puesto que por una parte éste se empeña en mantener cuidadosamente el recuerdo anual de una tradición instaurada en 1634 por el rey Felipe IV, que apenas tiene ya sentido en la España del siglo XXI, y por otra parte se resiste a recordar otros hechos históricos más recientes, de hace menos de 80 años, que afectan a los españoles, todavía vivos, que se esfuerzan por poner en práctica la Ley de la Memoria Histórica promulgada en 2007.

¿Habrá que pedir al Apóstol que actúe como intermediario entre unos y otros españoles, a los que las consecuencias de nuestra última guerra civil mantienen todavía enfrentados en lo que se refiere al inmediato pasado común? Ya que los responsables gubernamentales parece que no acaban de ponerse de acuerdo en lo que la citada ley exige, habrá que acogerse a los poderes celestiales, esos que no necesitan presentarse a elecciones ni pueden ser revocados por el voto popular si fracasan.

Publicado en República de las ideas el 28 de julio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/07/28 18:27:53.411680 GMT+2
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2016/07/21 22:20:13.522884 GMT+2

Dos golpes de Estado: Turquía-2016 y España-1981

Es de sobra conocido en España que el golpista Tejero, una vez ocupado a tiros el salón de plenos del Congreso por sus guardias civiles y tras reunirse con el general Armada, cuando supo quiénes iban a ser los miembros del nuevo Gobierno que sustituiría a sus odiados "políticos" entonces en el poder, se sintió traicionado y engañado. Para él, el único presidente de Gobierno aceptable era el entonces capitán general de Valencia Milans del Bosch, hombre de innegable prestigio en el Ejército y de comprobada lealtad monárquica, que encabezaría una junta militar. No era esa la solución que se le ofrecía.

Ahí puede decirse que se inició la desactivación de aquel golpe que, por otra parte, había alcanzado muchos de los objetivos que no supieron conseguir los recientes golpistas turcos, cuya incompetencia, amateurismo y descoordinación revelaron claramente que no habían leído ninguna de las numerosas narraciones o libros de memorias que generó el 23-F español.

Aquel día, al contrario de lo ocurrido en Turquía la pasada semana, los españoles se refugiaron en sus casas o en los domicilios de los amigos más fiables. El grupo satírico musical "La Trinca" lo reflejó así en una versión de "La danza del sable" que pronto se popularizó:

"Qué noche la de aquel día / aquello fue un melodrama
pasamos la función / todos bajo la cama.
No nos pongamos nerviosos / El pueblo por lo visto
dio pruebas de gran madurez / y una repentina invalidez.
Y así este pueblo tan maduro / ¡qué tragedia, que sainete!
se pasó toda la noche / encerrado en el retrete
escuchando el transistor, / conmovedor".

Los primeros momentos del golpe acallaron cualquier expresión popular de rechazo. El ruido de sables sonaba muy amenazador en aquella España de incipiente y débil democracia, que albergaba los vestigios del franquismo. Los principales resortes del poder se lo pensaron bien antes de actuar. Ningún español salió a la calle a frenar el golpe, pero tampoco hubo ningún capitán general que en cumplimiento de la Constitución pusiera sus tropas a las órdenes del Gobierno legalmente constituido. Una serie de azares, contingencias imprevistas y la inconstitucional intervención televisiva del Rey contribuyeron a desactivar el peligro. Solo entonces los españoles salieron a la calle a festejarlo.

En Turquía las cosas han sido muy distintas. No existió el Milans del Bosch turco. Faltaba una figura tras la que marcharan unánimes los sublevados. Pocos altos mandos se involucraron en la asonada. Ningún partido político les mostró apoyo explícito. Cae por su peso la inverosímil explicación de que los hilos del complot habían sido movidos por un clérigo islamista exiliado en EE.UU., cuya mágica intervención era capaz de motivar a los soldados de unas fuerzas armadas educadas en su misión tradicional como garantes del laicismo del Estado.

En este punto radica uno de los ejes del problema: el soterrado y continuo enfrentamiento entre unos ejércitos nacidos del laicismo kemalista y un poder político hoy orientado hacia la islamización, lenta pero implacable, que ha ido depurando los cuadros de mando militares. Tras el fracaso del golpe Erdogan declaró: "Pagarán un alto precio por esto. Es un regalo de Dios porque nos dará un motivo para depurar el ejército".

Pero hay más cuestiones involucradas en el asunto. Muchos son los sectores más educados de la población turca que consideran a Erdogan responsable de la desestabilización política, por su creciente autoritarismo, la persecución de los oponentes y la reanudación de la guerra civil en el Kurdistán, dando al traste con los esfuerzos pacificadores de los últimos años. Son algunos de los aspectos que pudieron motivar a los militares a creer que las circunstancias favorecerían su iniciativa.

Pero el contacto directo con la población ha sido más eficaz por el Gobierno que por los sublevados, que no supieron explicar sus objetivos. Erdogan, por el contrario, movilizó a la masa popular a través de las redes sociales y con la inestimable ayuda de las mezquitas. Además, subyacen en el fondo del alma turca viejas experiencias sobre la brutalidad de las anteriores dictaduras militares, que a muchos les han hecho detestar a los soldados tanto como a Erdogan.

Ahora Erdogan tiene las manos libres para aprovecharse de una situación que él considera como un voto de confianza popular a su persona. Modificará la Constitución haciéndola más presidencialista y depurará las instituciones del Estado. Si restablece la pena de muerte, sus relaciones con Occidente empeorarán. Los Gobiernos occidentales no han podido menos que alabar el fracaso del golpe porque restableció la democracia nominal, pero lo han hecho sin entusiasmo. La Turquía de Erdogan no podrá aspirar a entrar en la UE y ahora es un incómodo aliado otánico.

El equilibrio de la situación pende de un hilo. Turquía no encuentra su puesto en el crítico lugar geoestratégico en que se halla, apenas posee aliados próximos y aunque Erdogan no ha cometido el error de sentarse sobre las bayonetas del ejército, como explicó Talleyrand, sí reposa sobre las armas de una policía cada vez más militarizada, lo que a efectos de política interior viene a ser la misma cosa. Negros nubarrones nos llegan desde el Bósforo.

Publicado en Republica de las ideas el 21 de julio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/07/21 22:20:13.522884 GMT+2
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2016/07/14 21:22:30.959828 GMT+2

Irak-2003 o la lengua de serpiente

El 18 de marzo de 2003, dos días antes de que se iniciara la fatídica invasión de Irak que tanto contribuyó a sumir al mundo en el caos hoy reinante y de la que uno de sus cómplices (el exprimer ministro británico Tony Blair) ha pedido ahora perdón a las familias de los soldados que en ella murieron inútilmente, escribí en Estrella Digital un comentario titulado "Lengua de serpiente", que a continuación reproduzco en parte:

"El jefe indio expoliado por los invasores decía, en un texto imaginario que se ha hecho muy popular, que el hombre blanco hablaba 'con lengua de serpiente', cuando con palabras engañosas procedía a expulsar a los nativos de sus tierras, a embrollarles con sus razonamientos tergiversados y a encaminarles, en definitiva, por la senda de la extinción.

"La lengua de serpiente ha vuelto a hablar. Esta vez en Azores, por boca del sumo oficiante, el presidente Bush, heredero de aquellos hombres blancos que exterminaron a los pieles rojas, y bien apoyado por sus dos fieles acólitos británico y español. Merece la pena resaltar el comienzo de la declaración oficial de Bush en la cumbre del pasado 16 de marzo: 'El inteligente pueblo iraquí, su rica cultura y su enorme potencial han sido secuestrados por Sadam Husein. Su régimen brutal ha convertido a un país con una larga y orgullosa historia en un paria internacional que oprime a sus ciudadanos, ha iniciado dos guerras de agresión contra sus vecinos y todavía es una grave amenaza para la seguridad de esa región y del mundo'.

"Sin mucho esfuerzo y sin faltar a la verdad, este mismo texto podría transcribirse así, cambiando el sujeto: 'El emprendedor pueblo estadounidense, su polifacética cultura y su innegable potencial han sido secuestrados por un presidente elegido de modo tortuoso, por una mínima parte del electorado y tras vergonzosas manipulaciones. Su camarilla política ha convertido a la ‘tierra de los hombres libres’ en un país donde habita un pueblo asustado y vengativo, que periódicamente es amedrentado por sus dirigentes para que acepte el pisoteo sistemático de sus derechos y libertades. Un país que ha atacado en el pasado a muchos otros, vecinos o no, y que se dispone a iniciar ahora una nueva agresión, injusta e ilegítima, contra Iraq. Un país, provisto de un enorme número de armas de destrucción masiva, dispuesto a utilizarlas si fuera necesario y convencido de poseer a la vez la razón y la fuerza —además del apoyo divino—, que es ahora la más grave amenaza para la seguridad del mundo, en su empeño por someter a la ONU o, en caso contrario, inutilizarla para siempre'.
 
"Bush no quería estar solo ante el peligro. Ante el peligro de destruir el orden internacional laboriosamente ensamblado tras el fin de la Guerra Fría; dinamitar unas Naciones Unidas no suficientemente dóciles ante la voluntad del imperio; introducir en Europa la cuña deseable para mantenerla sumisa y consciente de su impotencia; remodelar a su gusto la OTAN, ya inservible al desaparecer el enemigo que la suscitó; reiniciar una agresión contra Iraq, que nunca ha sido interrumpida desde 1991; e incrementar la lista de países injusta y brutalmente agredidos por las armas estadounidenses. No quería estar solo y, al final, se ha tenido que contentar con la presencia, previsible y humillante, del azorado representante de la madre patria británica y del fiel escudero hispano, ante la mirada dudosa del forzado anfitrión portugués. Son los viejos colonizadores de las Américas, reunidos a toque de campana en una base militar norteamericana, atlántica y portuguesa, para refrendar lo que Washington había decidido ya de antemano.

"Al falso y reiterado discurso de la paz, con el que se trataba de engañar —lengua de serpiente— a las opiniones públicas, se le ha caído la careta. 'Estamos trabajando por la paz', ha sido el hipócrita lema con el que han pretendido adormecernos. Esta guerra estaba en las mentes de los asesores de Bush mucho tiempo atrás. No necesitaban pruebas, ni las pudieron exhibir. Bastaba con blandir el aberrante criterio de la llamada guerra preventiva, que es como se denomina la agresión sin motivo suficiente. Ahora se tratará de justificar, siempre a posteriori, siempre falsamente, la victoria militar que inevitablemente va a producirse. De extender un velo pudoroso sobre las ruinas y los cadáveres. Y de correr, sin aliento, a subirse al carro del vencedor, por si alguna hoja de laurel se desprende de la corona imperial y cae sobre sus cabezas, coronándolas de vergonzosa gloria.
 
"Bien. Ahora Sadam desaparecerá, Iraq será ocupado por los ejércitos vencedores y empezará lo más difícil, lo que las armas raras veces saben construir: la paz estable. Habrá un desfile triunfal en Nueva York, bajo la lluvia de confetis y el tremolar de banderas. Empezará la rapiña de los contratos de reconstrucción de lo previamente destruido y el reparto de los recursos petrolíferos. La ONU y Europa se lamerán las heridas. Los que creían 'haber leído correctamente en el libro de la historia' percibirán que se anticiparon mucho y que la historia, tarde o temprano, dará su veredicto condenatorio a una agresión a todas luces ilegal e injusta. Pero sus ejecutores ya no ejercerán responsabilidades políticas; todo lo más, obtendrán sabrosos beneficios —como ahora Clinton— en aulas y conferencias, impartiendo su honda sabiduría en política internacional. Quedarán las familias iraquíes llorando a sus muertos, los futuros terroristas abrasándose en su odio y planeando venganzas, los pueblos preguntando por qué hay distintas varas de medir en la justicia internacional y los dictadores actuales y venideros comprobando que la razón reside en la fuerza de las armas y buscando el modo de hacerse con ellas".

Fin de la cita. Como puede comprobarse hoy, más de trece años después, no era difícil entonces prever lo que iba a ocurrir. Esto suscita algunas preguntas: ¿Es indispensable mentir para gobernar? ¿Por qué los pueblos comulgan felices con descomunales ruedas de molino administradas por sus gobernantes? ¿Es la 'lengua de serpiente' el instrumento esencial para alcanzar el poder?

(Permítame el lector añadir un recuerdo para el inolvidable Javier Krahe y su canción "Cuervo ingenuo")

Publicado en República de las ideas el 14 de julio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/07/14 21:22:30.959828 GMT+2
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2016/07/07 09:23:1.689929 GMT+2

El coste de la violencia en el mundo

El Institute for Economics and Peace (IEP, Instituto para la economía y la paz) es un centro de investigación radicado en Australia, pero con presencia en otros países, que ha publicado recientemente la décima edición de su "Índice global de la paz" (IGP), una referencia indispensable para cualquier persona interesada en la política internacional y en la conflictividad mundial.

El Instituto ha desarrollado una compleja metodología para estudiar la paz, sus causas y su valor económico. En la medición de la paz se analizan los factores sociales, políticos y económicos que contribuyen a crearla y mantenerla. Pero también es muy significativo el cálculo de la repercusión económica de la violencia sobre la economía, para lo que el IEP toma en consideración diversos tipos de gastos relacionados con la violencia y aplica unos factores multiplicadores para tenerlos en cuenta. Por ejemplo: la violencia influye directamente en los costes hospitalarios y los de la seguridad, estatal o privada; pero también lo hace en forma más sutil y a más largo plazo, como cuando el consumo habitual de las familias, empresas o Gobiernos se hace temeroso, desconfiado o defensivo.

En esta edición, el IGP valora el grado de pacificación de 163 países. Lo hace utilizando unos parámetros sobre el nivel de militarización de los Estados, sus relaciones internacionales y conflictos internos, la estabilidad interior y el grado de seguridad personal, entre otros muchos factores, como los siguientes:
- repercusión del terrorismo;
- refugiados y desplazados internos;
- muertes en los conflictos internos;
- demostraciones violentas;
- percepción de la delincuencia;
- gastos de defensa y personal militar;
- intervención en conflictos exteriores;
- apoyo a las misiones de pacificación de la ONU, etc.

Es interesante resaltar algunas de las conclusiones del informe. Desde un punto de vista global el mundo se ha hecho menos pacífico en el último año transcurrido y, además, ha aumentado la diferencia entre los países situados en ambos extremos de la escala de pacificación.

Encabezan la lista, como los Estados más pacíficos del mundo, Islandia (IGP=1192), Dinamarca, Austria, Nueva Zelanda, Portugal y República Checa (1360), por este orden. En el extremo opuesto, la República Central Africana (RCA), Yemen, Somalia, Afganistán, Irak, Sudán del Sur y Siria (3806) cierran la lista. España ocupa el puesto nº 25 (entre los 163 países evaluados) con un índice de 1604.

Aunque la paz mejoró en casi la mitad de los países considerados y empeoró en la otra mitad, el promedio fue negativo ya que el empeoramiento de unos supera con creces a la mejora de los otros. Los motivos que más influyen en esta negativa valoración global son tres: el terrorismo, la inestabilidad política y las guerras, como en Siria, Ucrania, RCA y Libia.

Considerando las regiones del mundo, la que ostenta el peor nivel de paz es la de Oriente Medio y África Septentrional (OMAS), donde se hallan tres de los cinco Estados que más han bajado en la escala durante 2015: Yemen, Libia y Bahrein. En OMAS, el terrorismo ha alcanzado el máximo histórico; las muertes en combate, el máximo de los últimos 25 años; y el número de desplazados y refugiados no había sido superado desde hace 60 años (desde los conflictos de la descolonización).

Aunque la mayor actividad del terrorismo se concentra en cinco países (Siria, Irak, Nigeria, Afganistán y Pakistán) su acción se extiende y solo 69 de los países estudiados no ha sufrido su impacto. Europa, que en índices anteriores era la región mundial más pacífica, ha visto un notable aumento de las víctimas del terrorismo en los últimos cinco años.

Cerca de 60 millones de personas (una de cada 122) están refugiadas o desplazadas como consecuencia de los conflictos en todo el mundo. El impacto económico anual de la violencia se valora globalmente en unos 13.600 billones (10 elevado a 12) de dólares, que representa el 13,3% del PIB mundial o, lo que es lo mismo, 1876 $ (1688 €) por persona al año.

El informe resalta algunas mejoras globales en 2015: un aumento en la actividad de las operaciones de paz de la ONU; una disminución de los indicadores de altos niveles de policía y servicios de seguridad interna; y un descenso en la militarización.

El informe incluye un interesante esquema: los factores que confluyen en la "Paz positiva", es decir, las conductas, instituciones y estructuras que sostienen la paz:

- Buen funcionamiento del Gobierno
- Distribución equitativa de los recursos
- Espacio saneado para las empresas
- Bajos niveles de corrupción
- Difusión libre de la información
- Aceptación de los derechos de los demás
- Buenas relaciones con los vecinos
- Capital humano de alto nivel

Ahora que en España se debate la formación de un nuevo Gobierno, a los aspirantes a encabezarlo quizá les conviniera repasar lo que el IEP difunde en el informe aquí comentado.

Publicado en República de las ideas el 7 de julio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/07/07 09:23:1.689929 GMT+2
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2016/06/30 19:00:39.869707 GMT+2

Blandiendo las armas nucleares

Se va a celebrar en Varsovia los días 8 y 9 de julio una conferencia cumbre de los países miembros de la OTAN, en unas circunstancias peculiares que crean inquietud sobre los resultados que en ella se alcancen. Un aspecto destacado será la presencia, ostentando -como es habitual- el verdadero poder de la Alianza, de un presidente de EE.UU. en la fase terminal de su mandato y cuyo relevo al frente de la Casa Blanca se presenta peligrosamente incierto.

Otra incertidumbre añadida, no prevista cuando se planeó la conferencia, es el proceso de separación del Reino Unido de la UE, aunque el Secretario General de la OTAN se haya apresurado a declarar que "seguirá siendo un aliado fuerte y comprometido de la OTAN y continuará jugando un papel destacado en nuestra Alianza". Palabras que expresan un diplomático deseo pero eluden describir la realidad de un aliado importante sumido en una profunda crisis interna.

Pero el telón de fondo sobre el que se proyectan las preocupaciones otánicas sigue siendo Rusia. Son numerosas las voces y abundantes los documentos que en el ámbito de la OTAN apuntan a la necesidad de organizarse para contener las supuestas aspiraciones de Moscú, no solo en territorio europeo sino también en los espacios árticos, en el Mediterráneo y en Oriente Medio.

Por otro lado, la OTAN y Rusia comparten ahora un mismo enemigo, el Estado Islámico, por lo que sus relaciones no siguen un patrón idéntico al de la Guerra Fría, en la que la confrontación era total y universal y no había áreas de coincidencia.

Para complicar algo más la cuestión, en un documento usado en la planificación de la conferencia un destacado exdirigente del ministerio de Defensa británico, tras insistir en la necesidad de aumentar los gastos de defensa de los socios de la OTAN y de reforzar su presencia en Europa Oriental, se propone "reformular el papel de las armas nucleares en la estrategia disuasoria de la Alianza y empezar a ejercitar de modo más visible esta capacidad".

¡Ahí es nada! ¡Recordar que las armas nucleares, como el dinosaurio, "todavía están ahí" y que conviene blandirlas de cuando en cuando! ¿Para amenazar al enemigo? ¿Para evitar que se oxiden, física y organizativamente? ¿Para sentirse más seguros?

Aunque en otros documentos manejados también en los despachos de la OTAN se aconseja moderación al referirse a las armas nucleares, para "evitar que se reduzca el umbral de empleo de dichas armas" o al discutir sobre el despliegue de armas nucleares tácticas de EE.UU. en Europa, es opinión extendida entre los estrategas otánicos que la OTAN seguirá siendo una "alianza nuclear" mientras exista ese tipo de armas.

No sería superfluo llamarles la atención sobre las memorias de William Perry, que fue Secretario de Estado entre 1994 y 1997, donde relata su "viaje por el borde del precipicio nuclear" (My Journey at the Nuclear Brink, Stanford 2015) . Basándose en su larga experiencia en las interioridades de la era nuclear (se inició en la investigación científica para la Defensa en 1954), advierte que "hoy, el peligro de una catástrofe nuclear es mayor que durante la Guerra Fría y la mayor parte de la gente ignora felizmente este peligro". Insiste en la opinión de Einstein de que "el poder desencadenado del átomo lo ha cambiado todo, menos nuestro modo de pensar". Modo de pensar que atribuye la seguridad a la presencia de las armas nucleares en vez de tenerlas como factor de inseguridad.

Tiene gran interés la parte del libro dedicada a la crisis de los misiles en Cuba, en la que intervino directamente como analista. Tras el ultimátum de Kennedy que amenazaba con una "respuesta total contra la URSS", escribe que todas las mañanas, al entrar en el Centro de análisis, temía que ese pudiera ser "su último día sobre la Tierra".

Solo la suerte evitó un holocausto nuclear. La humanidad estuvo al borde del abismo. Los transportes soviéticos que navegaban hacia la zona bloqueada iban escoltados por submarinos con torpedos nucleares. Por la dificultad de las comunicaciones navales, los capitanes estaban autorizados a dispararlos sin pedir autorización. Cuando un destructor de EE.UU. ordenó emerger a un submarino, el capitán y el comisario político decidieron utilizar un torpedo. Solo la presencia casual del almirante de la flota en ese mismo submarino evitó el inicio de una guerra nuclear.

También durante esa crisis un avión de reconocimiento de EE.UU. con base en Europa erró su ruta y penetró en el espacio soviético. Rápidamente salieron a su encuentro los cazas rusos y a la vez despegaron desde Alaska los equivalentes norteamericanos. El piloto reconoció a tiempo su error y regresó sin que hubiera intercambio de disparos. Para más complicaciones, el lanzamiento de prueba rutinario de un misil intercontinental esos mismos días desde una base californiana estuvo a punto de ser valorado por la URSS como un ataque de misiles que desencadenaría la respuesta automática. La suerte y Kennedy evitaron la catástrofe.

Perry también critica las decisiones de la OTAN de ampliar su territorio hasta las fronteras rusas y de abandonar el Tratado de misiles antibalísticos firmado por Nixon. Son valiosos consejos de un experto en estrategias nucleares, que vivió consciente al borde del abismo, que no deberían ser ignorados en la próxima cumbre varsoviana de la OTAN.

Publicado en Repúiblica de las ideas el 30 de junio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/06/30 19:00:39.869707 GMT+2
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2016/06/23 18:35:48.130761 GMT+2

Los guerreros natos

El centenario de la Primera Guerra Mundial está teniendo ecos repetidos en muchos de los países que en ella participaron. Exposiciones, conferencias, mesas redondas, libros, ensayos, etc. irán recordando sucesivamente hasta 2018 los acontecimientos de aquella guerra -la primera que pudo calificarse como "mundial"- y las consecuencias que trajeron consigo, de las que algunas siguen marcando la actualidad de hoy, un siglo después.

El polifacético historiador y filósofo alemán Ernst Jünger publicó en 1920, con 25 años, su primera obra, In Stahlgewittern (editada y traducida al español como "Tempestades de acero"), en la que narra sus experiencias personales durante la citada guerra. El título original era algo más complejo: "En tempestades de acero: diario del jefe de infantería de asalto Ernst Jünger, soldado voluntario y después teniente en el 73º Regimiento de Hannover".

Conviene recordar que Jünger puede ser considerado un "guerrero nato", un hombre nacido para hacer la guerra. Con 18 años abandonó su familia y se alistó en la Legión extranjera francesa, en una de cuyas guarniciones africanas adquirió la formación militar básica. Un año después, a finales de 1914, entró en combate como voluntario en el frente occidental europeo y permaneció en activo durante toda la guerra. Participó en numerosas batallas, siempre en Francia, y fue herido en catorce ocasiones. Pudo haber abandonado dignamente el frente como convaleciente de guerra pero siempre prefirió volver a primera línea. Fue el más joven militar alemán que obtuvo la renombrada Cruz Azul prusiana, la máxima condecoración de guerra, conocida como Pour le Mérite. Años después, Jünger se ofreció de nuevo como voluntario durante la 2ª Guerra Mundial, pero no fue aceptado como combatiente debido a su edad.

Una nueva traducción del libro de Jünger acaba de ser publicada por Penguin Classics (Storm of Steel, 2016), con prólogo de Karl Marlantes, que añade interesantes perspectivas de la guerra y los soldados al ya de por sí valioso texto original. La elección del prologuista no ha podido ser más acertada: viajero, deportista, hombre de negocios, multicondecorado combatiente voluntario en Vietnam, su aportación sobre qué es y qué no es un "guerrero nato" ayudará a los científicos sociales a entender mejor el fenómeno guerra y el entorno en que se mueven los combatientes.

Marlantes no se considera a sí mismo un guerrero nato sino un ciudadano al servicio de su país como soldado, pero durante unos años convivió en el cuerpo de marines de EE.UU. con quienes sí lo eran. Les dolía que acabara la guerra de Vietnam y ya soñaban con seguir luchando como mercenarios en Biafra, sin importarles en qué bando: "Todos dicen que la razón está de su parte". Para él, los guerreros eligen el bando donde luchan, y en eso se diferencian de los policías, cuyo bando es siempre el de la Ley. Opina que Jünger luchó por Alemania por la única razón de que había nacido en Alemania, como alguno de sus compañeros en Vietnam hubiera luchado con el Vietcong si hubiese nacido chino.

Se suele reprochar a Jünger que su libro glorifica la guerra, pero en él no se habla sobre las razones de Alemania ni sobre las suyas propias para participar en ella. En la guerra no hay tiempo para filosofías: "Bastante tenía yo también con cumplir con mi tarea y sobrevivir", comenta el prologuista sobre su experiencia vietnamita. Los soldados, "guerreros" o no, solo piensan en seguir vivos y mantener vivos a sus compañeros. No hablan sobre la moralidad de la guerra, sobre las razones de su país ni sobre política internacional: "Lo que queremos es acabar lo antes posible y volver enteros a casa", es la frase sempiterna de los soldados desde que Homero narraba las guerras de su época.

Jünger no era así. Tras una estancia hospitalaria, al regresar a las trincheras su unidad soportaba un intenso fuego artillero y escribió en su diario: "Al atardecer el bombardeo se hizo furioso. Los destellos brillaban ante nosotros. Los escuchas regresaban cubiertos de polvo y alertaban de que el enemigo atacaba. Tras semanas de bombardeo comenzaba la batalla de infantería: habíamos llegado en el momento oportuno". A lo que el prologuista añade: "Para mí hubiera sido el momento 'inoportuno'".

Las memorias de Jünger, por otra parte, se atienen al código de honor del guerrero, que le impulsa a relatar los hechos de modo objetivo e imparcial, dejando de lado las emociones. Ese mismo código le hace respetar al enemigo. Durante la famosa tregua navideña de 1914 se encontró con un joven oficial británico: "Nos hablamos de un modo que mostraba una admiración recíproca casi deportiva, y con gusto hubiéramos intercambiado recuerdos".

Jünger, que murió a los 103 años de edad, ha dejado en este libro un importante testimonio de la guerra y sus actores. Y aunque en su época las estrategias, tácticas y técnicas del fenómeno bélico eran muy distintas a las actuales, la descripción de sus vivencias -como las de las soldados soviéticas que describía Svetlana Alexievich (véase mi comentario del 15-10-2015 en estas páginas)- es una valiosa aportación para comprender mejor lo que es la guerra y, con ello, investigar las formas más adecuadas para que no siga siendo el principal instrumento con el que dirimir los inevitables conflictos que siempre habrán de aquejar a la humanidad.

Publicado en República de las ideas el 23 de junio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/06/23 18:35:48.130761 GMT+2
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2016/06/16 19:07:18.064191 GMT+2

Cortando las cabezas de la hidra

En la masacre de Orlando, suficientemente comentada ya en estas páginas, confluyen varios factores muy distintos y aunque las investigaciones, al escribirse este comentario, no han llegado todavía a conclusiones definitivas, de momento cabe considerar la influencia de estos aspectos:

- La facilidad con que los ciudadanos de EE.UU. adquieren armas personales, incluso armas de guerra.
- La homofobia estimulada desde algunos sectores ultraconservadores.
- El extendido temor -a veces convertido en obsesión- al terrorismo de naturaleza islámica, que se considera el origen de todo mal.
- La discriminación racial.
- El más que probable desequilibrio psiquiátrico del asesino múltiple.

Según que la investigación conduzca por uno u otro camino, las primeras consecuencias afectarán evidentemente a la carrera presidencial en EE.UU. Es opinión extendida que si el motivo esencial fueran las tendencias homófobas o el desequilibrio del asesino saldría reforzada la posición de Hillary Clinton, que propugna adoptar medidas más rígidas para controlar la adquisición privada de armas, causa de tanta mortandad entre la población estadounidense.

Si por el contrario el fundamento de la masacre estuviera en las ideologías islamistas, incluyendo la condena que las leyes mahometanas hacen recaer sobre los homosexuales, saldría reforzado Donald Trump, parte de cuya campaña electoral se centra en fomentar el rechazo a los musulmanes, consecuencia de la extremada xenofobia de la que está infectada su ideología personal y la de sus seguidores.

Por otro lado, pareció algo confusa la opinión inicial de Obama, que calificó lo ocurrido como "un acto de terror, un acto de odio", mezclando dos conceptos heterogéneos. El terrorismo moderno no se basa tanto en el odio como en el frío cálculo político que lo utiliza como un arma más, un eficaz instrumento para desarrollar una estrategia bien calculada, de la que el odio no es el principal motor. Haya sido o no inducido el atentado por el Estado Islámico, lo cierto es que éste hará todo lo posible para obtener provecho mediático, como ocurrió con las ejecuciones públicas y televisadas de rehenes musulmanes y occidentales. Se trata de ahondar el miedo y extender la confusión entre los infieles que han de ser combatidos en la yihad.

A agravar esa confusión también contribuye la popularidad del último teatro de operaciones: Orlando, la sede de Disney World, centro turístico conocido en todo el mundo. Sigue a los anteriores atentados en Bruselas, París y otras capitales europeas que han sufrido los efectos del terrorismo yihadista, ciudades turísticas parte de cuyo éxito se basa en la seguridad que garantizan a los visitantes.

Claro está que la opinión pública, para valorar estos hechos, necesitaría estar bien informada y no dejarse arrastrar por el desequilibrio del que adolecen muchos medios de ámbito internacional. Cincuenta asesinados en Orlando tienen una repercusión mundial infinitas veces superior al de las víctimas, a menudo más numerosas, que con frecuencia se producen en Afganistán, Irak, Siria y otros países de Oriente Medio, a consecuencia de acciones del terrorismo islámico, de las que son también víctimas los seguidores de Mahoma, sean suníes, chiíes o de otras creencias.

En agosto de 1990 se produjo en Puerto Hurraco (Badajoz) un asesinato múltiple que dejó 9 muertos y 12 heridos y horrorizó a los españoles. Si hubiera ocurrido años después, tras la declaración de guerra total contra el terror de 2001, y si se hubieran encontrado en el domicilio de alguno de los implicados vinculaciones, aunque mínimas (un folleto turístico, por ejemplo), con países de Oriente Medio o alguna otra prueba (bastaría un recorte de prensa) que pudiera relacionarlos con la yihad podemos estar seguros de que el citado asesinato múltiple hubiera sido inicialmente atribuido al terrorismo y no a una sangrienta venganza rural que entremezclaba amores fallidos, traiciones, límites catastrales y odios familiares.

Muchas conductas anómalas que a veces se observan en la política internacional tienen su origen en actuaciones que en su tiempo se tuvieron por correctas. Tras los atentados que sacudieron a EE.UU. el 11 de septiembre de 2001, y quizá arrastrada por la enorme resonancia internacional que los modernos medios de información les concedieron, la gran potencia americana cometió un grave error: afrontar un hecho terrorista con la guerra. Hecho que, en otras circunstancias, habría sido perseguido con los instrumentos habituales de la seguridad interior de los Estados y del orden público: policiales, diplomáticos, económicos, etc.

Occidente declaró una imprudente guerra al terrorismo, a un enemigo informe, volátil y fluctuante, a una hidra de innumerables cabezas siempre renacientes, y ahora hay que afrontar las consecuencias de esa guerra y de las que vengan después. Un artículo que publiqué en El Independiente en abril de 1991, acabada la guerra del Golfo, concluía así: "¿Nadie había pensado que el derrotado Irak podría convertirse en un nuevo Líbano? La idea causa pavor en Washington, donde se recuerda Beirut con casi tanto malestar como Vietnam. ¿Cuántas guerras más nacerán de esta que acaba de concluir?". En esas estamos: en un encadenamiento de guerras que favorece más a los fabricantes de las armas utilizadas en ellas que a los pueblos que las emprenden o las sufren.

Publicado en República de las ideas el 16 de junio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/06/16 19:07:18.064191 GMT+2
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2016/06/09 22:14:43.047851 GMT+2

¿Paso adelante en el conflicto palestino-israelí?

Del mismo modo en que se elaboran mapas que muestran gráficamente diversos parámetros relativos a la relación entre el "Hombre y la Tierra" (repitiendo las perdurables palabras del geógrafo Eliseo Reclus) -como la densidad de población, la climatología, la distribución de los cultivos, etc.- cabría preparar un mapamundi sembrado con las imágenes de unos barriles de pólvora de los que asoman chisporroteantes mechas, situados en aquellas zonas del planeta donde las guerras y los conflictos existentes están próximos a sufrir una violenta explosión que los propague fuera de sus confines.

Especialmente concentrados aparecerían esos barriles en la franja que se extiende desde el Mediterráneo hasta el océano Índico, y algo más esparcidos aparecerían en otras zonas de África y del reborde meridional y oriental asiático. En casi todos esos lugares cabría rastrear la historia del colonialismo europeo y los conflictos de la generalizada descolonización que siguió a la 2ª Guerra Mundial.

Estos días el barril a punto de hacer explosión que más concita la atención de la comunidad internacional está situado en Palestina y es también resultado de una descolonización: la del mandato británico sobre ese país y la creación del Estado de Israel. Éste nació apoyado en el mito de "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra", extraído de las promesas bíblicas de Jehová a Abraham, traducidas después por el movimiento sionista en su idea fundacional: "Palestina nos fue entregada por Dios".

De cualquier modo, el caso es que sí existía "un pueblo" en aquella tierra, el pueblo palestino. Así que cuando Lord Balfour publicó en 1917 la famosa Declaración que propugnaba la creación en Palestina de "un hogar nacional para el pueblo judío" estaba colocando en tan crítica y volátil región un peligroso barril de pólvora cuya peculiaridad, como el paso del tiempo ha demostrado, ha sido su capacidad para explotar, reproducirse y volver a explotar, en un infernal ciclo que parece no tener fin.

Poco importa ahora que ese conflicto naciera en la mente de un destacado político inglés a principios del siglo XX, pues ha sido otro político del siglo XXI, esta vez el Presidente francés quien, alarmado ante las previsibles consecuencias de tan enrevesado conflicto, ha dado la voz de alarma convocando una conferencia internacional que ha tenido lugar en París con la presencia de más de 20 Estados, a la que aludí el 28 de abril en esta columna.

Casi a la vez se ha producido una crítica remodelación del Gobierno israelí, claramente orientada al extremismo derechista judío, mientras se observa una creciente y peligrosa polarización de la sociedad, no tanto entre la izquierda y la derecha como dentro de la propia derecha y sobre su actitud ante el imperio de la ley. Polarización que ha afectado a uno de los puntales de la sociedad israelí, las Fuerzas de Autodefensa, que en voz de sus más altos mandos han denunciado una agravación del extremismo, la violencia y el racismo en el pueblo judío.

Netanyahu se opuso abiertamente a la celebración de la conferencia, argumentando que israelíes y palestinos podrían llegar por sí solos a un acuerdo, pero aquélla tuvo lugar y por el hecho de haberse celebrado ha cambiado ya el panorama político en la zona. Aunque el texto francés inicial fue suavizado en algunos de los aspectos más ambiciosos a instancias del Secretario de Estado John Kerry, temeroso de que la dinámica iniciada por Francia pudiera írsele de las manos a EE.UU., el primer ministro israelí se encuentra ahora ante un proceso aparentemente irreversible, cuya próxima etapa está prevista para fines de este mes. En ella, los Estados que asistieron a la conferencia, en especial los árabes, y otros que puedan sumarse organizarán grupos de trabajo para preparar proyectos de incentivación económica y de garantía de la seguridad nacional, así como medidas de creación de confianza que faciliten la reanudación de las negociaciones entre Israel y Palestina.

Todo ello aumentará la presión sobre Israel con vistas a forzar la resolución del problema palestino. También los miembros del llamado Cuarteto (EE.UU., ONU, Rusia y UE,) están a punto de publicar un informe que actualizará la posición de Washington ante este problema y del que algunas fuentes aseguran que será muy crítico con la situación en la Cisjordania ocupada, de la que responsabilizará a Netanyahu y a Mahmoud Abbas, pero que inevitablemente sacará a la luz la reticente y negativa actitud del Gobierno de Israel como la causa principal del estancamiento del proceso de paz.

No sería extraño que Obama deseara aprovechar los últimos meses de mandato presidencial para dejar su huella en la resolución del conflicto y, tanto tras la publicación del informe del Cuarteto como durante la Asamblea General de la ONU en septiembre, los vientos van a soplar muy contrarios al rumbo emprendido por el nuevo Gobierno israelí.

Aunque prever el desarrollo de los acontecimientos en Palestina es cosa por lo general abocada al fracaso, todo parece indicar que un terremoto político se está gestando bajo el suelo de Israel y solo cabe desear y esperar que la razón y el buen sentido iluminen los próximos pasos a dar por los gobernantes de los dos pueblos implicados y los de los Estados que se esfuerzan por alcanzar una solución viable mediante la diplomacia internacional.

Publicado en República de las ideas el 9 de junio de 2016

Escrito por: alberto_piris.2016/06/09 22:14:43.047851 GMT+2
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