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2018/12/06 18:08:52.186572 GMT+1

El error estratégico de Putin en el Azov

Incluso compartiendo las razones históricas y sociopolíticas que apoyaron la integración de Crimea en la Federación de Rusia en 2014, es preciso señalar ahora que el incidente del pasado 25 de noviembre, cuando las autoridades rusas bloquearon el paso de una flotilla ucraniana en el estrecho de Kerch, constituye un serio error estratégico de Moscú, en una época en la que Putin está intentando restaurar una imagen de normalidad en sus relaciones con Europa.

Permítame el lector hacer referencia a dos anteriores comentarios que inciden en el caso aquí tratado. Sobre la reintegración de Crimea al ámbito geopolítico ruso escribí en abril de 2014 ("Esa Ucrania siempre dividida") sobre los antecedentes históricos de Crimea y su estrecha vinculación con Rusia, y también sobre las líneas de ruptura que esa misma Historia había trazado en el seno de Ucrania, donde "Jarkov en el este y Lviv en el oeste eran el centro de dos mundos distintos, políticamente hablando". División que ha creado una situación semibélica todavía no resuelta, que enfrenta a Europa y Rusia.

El pasado mes de mayo aludí a la inauguración de una gran obra de ingeniería civil, el puente sobre el antes citado estrecho de Kerch ("Putin, en camión hacia Crimea"), cuya puesta en servicio ha modificado las condiciones geopolíticas de la zona, puesto que los buques de Ucrania se ven forzados a cruzarlo si desde el mar Negro desean acceder a los puertos del mar de Azov.

Esta perturbación vulnera el acuerdo bilateral aceptado por Rusia y Ucrania sobre la navegación en este mar, ya que incluso la altura libre del puente impide el paso a los buques de tipo "Panamax" y mayores, por lo que, según fuentes ucranianas, los puertos de Mariupol y Berdiansk, abiertos al mar de Azov, perderán un 30% de su actividad comercial.

El cierre físico del estrecho de Kerch permite a Rusia no solo estrangular parte de la economía ucraniana, sino que, como se viene observando desde mayo, las patrullas de guardacostas rusos controlan e inspeccionan los buques ucranianos y de otros países que lo atraviesan.

Parece como si las presiones rusas sobre la libre navegación a través del Kerch tuviesen como fin aliviar el bloqueo terrestre que Ucrania impone a Crimea. El puente, por otra parte, atiende a un aspecto comentado en el artículo antes citado: "Rusia [...] habrá de seguir financiando tanto a la República de Crimea como a la base naval de Sebastopol, dos 'pozos sin fondo' que devoran una parte sustancial de su presupuesto. Financiación por razones esencialmente geopolíticas, cuyo principal objetivo es [...] mostrar que Rusia sigue siendo una potencia a ser tenida en cuenta en el concierto internacional de las naciones".

A estos efectos, aprovisionar Crimea por carretera desde Rusia es más barato que hacerlo por aire o por mar. Pero nadie ha calculado si la agravación de las sanciones contra Rusia, con motivo del incidente, reducirá ese ahorro.

A Ucrania no le conviene abrir en el Azov un segundo frente con Rusia (además del Donbás), pues carece de la fuerza naval necesaria para sustentarlo. Pero la irreflexiva actuación rusa ha cohesionado los apoyos que recibe en Europa y Moscú no puede soñar enfrentarse militarmente a la OTAN en el mar Negro.

Otro pequeño detalle a no olvidar: Un puente similar, construido durante la 2ª G.M., se hundió en seis meses; y a pesar de las alabanzas tecnológicas que el actual ha suscitado, las adversas condiciones geológicas de la zona obligarán a Rusia a invertir muchos recursos en su mantenimiento.

Y no son pocos los analistas que estudian el delicado equilibrio entre Putin y los poderosos oligarcas rusos cuya paciencia se ve puesta a prueba si un incremento de las sanciones congela parte de sus activos o limita sus posibilidades de viajar por el mundo.

Como resultado de todo ello puede ocurrir que las ventajas que a Putin le reporte el tantas veces elogiado puente se vean oscurecidas por las nuevas sanciones, por llevar a Rusia al estatus de paria internacional y reforzar la atracción que la Unión Europea y la OTAN ejercen sobre Ucrania. Ésta, en último término, se orientaría definitivamente hacia el Oeste, lo que significaría un claro fracaso de los planes geopolíticos de Putin.

Publicado en República de las ideas el 6 de diciembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/12/06 18:08:52.186572 GMT+1
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2018/11/29 16:16:45.866139 GMT+1

Las heridas de la humanidad

Sin duda alguna es hoy Yemen la herida más grave que sufre la humanidad y a través de ella se desangra su pueblo ante la ineptitud de los grandes poderes mundiales, faltos de voluntad para detener la sangría. No es la única herida que muestra el deterioro físico y moral de la especie humana, pero sí la más visible en estos días. Hay otra herida más antigua, mal curada y bastante enconada, menos ostensible, pero que paulatinamente va destruyendo a otro pueblo: el palestino.

Ben White es un periodista independiente británico, especializado en asuntos de Israel y Palestina. Su último libro es Cracks in the Wall: Beyond Apartheid in Palestine/Israel, que pudiera traducirse como "Grietas en el muro: tras el apartheid en Palestina e Israel".

Su publicación vino a coincidir con la insistencia del Gobierno de Netanyahu en proseguir la construcción de asentamientos ilegales en la Palestina ocupada; con el desprecio de Trump por el derecho internacional al trasladar su embajada a Jerusalén; y mientras Israel organizaba la expulsión de los palestinos residentes en un poblado de Cisjordania: Jan el Ajmar.

Para White, la presencia de medio millón de colonos israelíes en Cisjordania recalca la imposibilidad de llevar a la práctica la solución biestatal que durante largo tiempo ha sido el eje central de la política de Occidente para asentar la paz en esta región. Según un periodista de la agencia británica Middle East Eye, White "ha escrito la guía más clara que jamás he leído sobre la trágica separación entre israelíes y palestinos. No hay elucubraciones retóricas ni emocionantes anécdotas personales. White argumenta con autoridad y profundo conocimiento [...] sin eludir los juicios difíciles y controvertidos".

Cisjordania, en la realidad pero no en la legalidad, es ya parte de Israel. Y los palestinos que allí residen están sujetos a las leyes israelíes, aunque sea arbitrariamente a través de tribunales militares. Además, un informe de la ONU recopila más de 700 obstáculos que limitan físicamente el movimiento de la población, sin contar las demoliciones, el traslado forzoso de personas y la apropiación de recursos naturales, principalmente hídricos. En Cisjordania los palestinos habitan varios enclaves aislados entre si por carreteras reservadas para israelíes, colonias de asentamientos, muros y zonas militares prohibidas.

Medio siglo de soñar con la quimera biestatal ha permitido a Israel anexionarse Cisjordania de hecho; esta es la principal conclusión del libro. Esa quimera se ha esfumado. White cita las alertas de muchos políticos occidentales e israelíes anunciando que "el fracaso de una solución biestatal lleva a la desagradable elección entre un solo Estado y el abandono de la idea de una democracia judía, o un Estado no democrático con los palestinos como ciudadanos de segunda clase". E insiste: "la perspectiva de una única entidad política donde millones de palestinos carecen del derecho al voto describe la situación actual, no un escenario futuro".

Para el autor, los Acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP fueron perjudiciales para los palestinos y crearon un callejón sin salida. En el "Área C", que es la mayor parte de Cisjordania, se derriban continuamente las viviendas palestinas declaradas ilegales; pero son ilegales porque menos del 2% de las solicitudes de construcción son aceptadas.

Es probable que algunos lectores encuentren exagerado aludir al apartheid y consideren erróneo el paralelismo. Otros quizá creamos ilusoria la demanda de White en pos de un solo Estado donde judíos y palestinos "sean ciudadanos iguales en un hogar compartido", aunque la apoyemos de todo corazón.

Porque pocas esperanzas inspira la reciente noticia (Haaretz, 27-11-18) de que "de Catar a Irán, ninguno de los países participantes en la Conferencia MED2018 [que tuvo lugar en Roma del 22 al 24 de noviembre, para tratar asuntos de interés común en el Mediterráneo] parecía realmente interesado en los palestinos. La normalización con Israel, por el contrario, estaba de moda: 'Es un cambio total del paradigma'". La terrible conclusión la exponía el titular: "La visión de Netanyahu sobre Oriente Medio se ha hecho realidad". Es una peligrosa visión en la que el pueblo palestino no tiene cabida como tal. La herida seguirá abierta y no se puede anticipar lo que pueda suceder después.

Publicado en República de las ideas el 29 de noviembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/11/29 16:16:45.866139 GMT+1
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2018/11/22 17:59:48.621304 GMT+1

Un americano en París: Trump

Algo atosigados por la actualidad política en España (convocatorias electorales, cascada ininterrumpida de nuevos datos sobre la corrupción, exagerada crispación política, síntomas de renacimiento del fascismo y otros aspectos igualmente preocupantes), nuestros medios de comunicación han dejado ya en el pasado la visita de Trump a París con motivo del centenario de la firma del Armisticio que puso fin a las hostilidades en la 1ª Guerra Mundial.

Sin embargo, a nivel internacional y en un panorama de aparente renovación de la guerra fría (como comenté aquí la pasada semana), la presencia de Trump en París tras las elecciones parciales celebradas en EE.UU. ha sido analizada escrupulosamente en los medios estadounidenses.

Su (inevitable) primera metedura de pata tuvo lugar momentos antes de que el avión presidencial tomara tierra en París. Y el modo de hacerlo fue el habitual: un tuit. Escribió: "El presidente Macron de Francia acaba de sugerir que Europa cree su propio ejército para protegerse de EE.UU., China y Rusia. Muy insultante, pero quizá Europa debería empezar por pagar su cuota de la OTAN, que EE.UU. sostiene en gran parte".

Con eso demostró que no había leído las auténticas palabras de Macron, que de ningún modo había sugerido que EE.UU. fuera un enemigo de Europa sino que ésta debería reducir su dependencia militar de EE.UU. Precisamente lo que Trump viene exigiendo desde siempre a sus socios europeos.

A pesar de su constante apelación al amor que siente por sus soldados, Trump canceló la visita prevista a un cementerio con más de 2000 tumbas de marines estadounidenses caídos durante una ofensiva en junio de 1918. El portavoz de la Casa Blanca trató de explicar su ausencia atribuyéndola a la lluvia que dificultaba el vuelo del helicóptero presidencial. Tanto Macron como Merkel y algunos altos dirigentes de EE.UU. y líderes de los demás países acudieron por carretera a la ceremonia, que se desarrolló con la ostensible ausencia del invitado trasatlántico. Más torpe aún fue la explicación del jefe de prensa de Trump que insistió en la gran preocupación del presidente en no perturbar la vida de los parisinos con una caravana de automóviles que alteraría el tráfico rodado de la capital.
 
Los comentarios sarcásticos no se hicieron esperar, y el ministro británico de Defensa dijo que "gracias a Dios la lluvia no impidió que [en la guerra ahora conmemorada] nuestros bravos soldados hicieran su trabajo".

Tampoco asistió Trump al recién inaugurado Foro de París sobre la Paz, creación de Macron para promocionar la cooperación internacional, al que asistieron otros dirigentes mundiales, incluido Putin. En Francia este gesto fue considerado despreciativo y en línea con el poco aprecio que Trump siente por las organizaciones y reuniones internacionales.

Un profesor de Ciencias Políticas neoyorquino ha escrito que "la política, si así pudiera llamarse, de Trump respecto a la OTAN consiste sobre todo en tuits espontáneos, insultos, amenazas, afirmaciones falsas y enormes inconsistencias de todo tipo". El pasado mes de julio, sugiriendo que EE.UU. no tenía por qué defender a la OTAN, dijo: "Supongamos que Montenegro [que se unió el año pasado a la OTAN] es atacado. ¿Por qué tendría que ir mi hijo a Montenegro a defender el país? ¿Por qué?". Enorme estupidez, en tanto que el ejército de EE.UU. es una fuerza de voluntarios y ningún ciudadano estadounidense sería reclutado forzosamente.

Todavía el 12 de noviembre, Trump tuiteó: "Va siendo hora de que esos países muy ricos o pagan a EE.UU. por su gran protección militar, o se protegen a sí mismos... y de que el Comercio sea LIBRE y JUSTO" (mayúsculas de Trump). Para él, lo justo es que EE.UU. tenga superávit con todos los países con los que comercie. Teoría económica de imposible aplicación simultánea a todos los Estados del mundo.

De regreso a Washington Trump se burló de la propuesta francesa, apoyada por Alemania, de crear una fuerza militar europea, afirmando que en 1918 los franceses "estaban empezando a estudiar alemán en París hasta que llegaron los soldados de EE.UU." Un insulto grosero y además carente de base histórica.

Si a esto se suma la simpatía de Trump por los líderes ultraderechistas europeos, como el británico Farage, el húngaro Orban, el polaco Kaczynski, la francesa Le Pen o el italiano Salvini, los europeos tenemos que ver en Trump los síntomas de un peligroso futuro donde el auge de los nacionalismos anticipe una situación crítica para Europa pero también para EE.UU.

Publicado en República de las ideas el 22 de noviembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/11/22 17:59:48.621304 GMT+1
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2018/11/15 17:26:18.034334 GMT+1

¿Hacia una nueva guerra fría?

Analistas políticos de distintos países, expresándose en varios idiomas a través de medios de comunicación de alcance universal, coinciden estos días en la deprimente conclusión de que el manto de una nueva guerra fría está cayendo sobre las relaciones internacionales. Así se expresaba en Wall Street Journal el pasado mes el historiador estadounidense Walter Russell Mead: "Bajo la dirección de Trump, EE.UU. está desencadenando una nueva guerra fría con China", tras aludir a las últimas medidas adoptadas por Washington contra el Gobierno de Pekín.

Pero no se trata solo de China. La señal de partida para abrir nuevas especulaciones sobre este serio asunto ha sido la anunciada decisión de Trump de retirar a los EE.UU. del Tratado de fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF), firmado a finales de 1987 entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.

Este Tratado obligó a la Unión Soviética y a EE.UU. a deshacerse de todos los misiles de medio alcance, (entre 500 y 5500 km), fueran o no nucleares, lo que eliminó los entonces llamados "euromisiles", destinados a sembrar el caos y la destrucción sobre territorio europeo. Supuso un gran respiro y propició el final de aquella guerra fría que, entre otros efectos, condujo a la desaparición de la propia Unión Soviética.

Es cierto que algunas decisiones recientemente tomadas en Washington, Moscú y Pekín inducen a pensar en una nueva guerra fría. Pero es necesario no confundirse. No será una "renovada" guerra fría, sino "otra" muy distinta. En poco se parecerá a la anterior y las lecciones extraídas de aquella de poco servirán ahora. Quizá solo coinciden ambas en un aspecto: los tres países citados están en plena carrera de armamentos y buscan la adhesión de otros países aliados que les respalden.

Esta guerra fría ya no será bipolar sino tripolar, y en esto radica la principal diferencia. La que ha sido hasta ahora superpotencia inigualable (second to none! America first!), es decir, EE.UU., afronta dos enemigos en vez de uno, lo que implica una mayor complejidad del mapa geopolítico resultante: las líneas de enfrentamiento son muchas y aumentan los posibles focos de guerra "caliente".

También esta nueva guerra fría se diferencia de la anterior porque cada vez es más imprecisa la frontera que separa la paz de la guerra. Se está desarrollando un tipo de "guerra con otros medios", entre los que se encuentran las presiones económicas y comerciales y los enfrentamientos en el espacio cibernético, que constituyen una explosiva combinación.

El forcejeo cibernético se agrava día tras día. Desde aquel ataque que en 2010 paralizó las máquinas iraníes de enriquecimiento de uranio se sabe ya que el ciberespacio es crítico para la vida de las naciones, que influye en el comercio, la industria y las comunicaciones, pero también puede convertirse en una jungla donde se roban secretos, se difunden falsedades y se influye sobre la opinión pública, pudiendo afectar a los procesos electorales democráticos y al normal funcionamiento de las instituciones estatales.

Aunque los tres países citados se enfrentan entre sí, sus acciones de ciberguerra también se ramifican por todo el planeta y afectan a otros Estados: Corea del Norte e Israel, por ejemplo, conocen bien su desarrollo y efectos, aunque no se trate de grandes potencias.

La humanidad afronta hoy una inestable situación de guerra fría tripolar, donde la ciberguerra o la guerra comercial podrían transformarse en una guerra real de imprevisibles consecuencias, dada la enorme capacidad militar en juego, incluida la nuclear.

La insistencia de las tres potencias para demostrar su fuerza, naval o aérea, en zonas de conflicto es un dato que agrava el problema, porque la voluntad de "mostrar decisión" puede hacer que algunos dirigentes políticos lleven al mundo a una situación parecida a la que, años atrás, lo puso al borde del holocausto, cuando unos misiles rusos aparecieron en Cuba. Entonces hubo un Kennedy sensato y bien asesorado y un Jruschef pragmático y realista que evitaron lo inimaginable.

No se puede estar más de una vez al borde del abismo sin acabar cayendo en él. Sería deseable que Trump, Putin y Jinping hubieran aprendido la lección.

Publicado en República de las ideas el 15 de noviembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/11/15 17:26:18.034334 GMT+1
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2018/11/08 17:37:14.710348 GMT+1

Las últimas horas del II Reich

Aunque el armisticio que ahora hace un siglo puso fin a la 1ª Guerra Mundial entró en efecto "a las once horas del undécimo día del undécimo mes" (cuyo aniversario se celebrará solemnemente en varias capitales mundiales el domingo próximo), los hechos que lo aceleraron de modo irreversible tuvieron lugar justo dos días antes.

En la mañana del 9 de noviembre de 1918, los delegados alemanes que habían de firmarlo llegaban en tren al bosque de Compiegne, donde se reunirían con los negociadores aliados, encabezados por el general Foch, su jefe supremo militar.

Casi a la misma hora, el káiser, en el Cuartel General de Spa, sumido entre dudas y vacilaciones, ironizaba ante uno de sus almirantes: "Mi querido almirante, la Marina me ha dejado bonitamente en la estacada". La Marina Imperial había sido el juguete favorito de Guillermo II, con la que había imaginado derrotar el apabullante dominio británico de los mares.

Si la Marina ya no le era fiel, ¿podría contar todavía con el apoyo del Ejército? Llegó a creer posible recuperar Alemania dirigiéndolo no contra el enemigo sino contra los revolucionarios de Kiel, Munich y Berlín, restaurando el orden y ahogando la revolución.

El general Groener, quien, como vimos en el comentario de la pasada semana, pocos días antes había sugerido el sacrificio personal del káiser, le disuadió asegurándole que ningún ejército le seguiría, ningún soldado haría fuego contra los revolucionarios. Guillermo II vivía sus últimas horas como emperador en un mundo irreal. Incluso imaginó regresar a Berlín, a la cabeza del Ejército. Groener fue tajante: "El ejercito volverá a su patria en tranquilidad y orden, mandado por sus generales y jefes, pero nunca tras al emperador. Ya no le apoya".

Esa misma mañana llegaron a Spa nuevos mensajes. La guarnición de Berlín desertaba en masa; el Canciller, príncipe Maximilian, anunciaba la abdicación del káiser y el nombramiento de un Consejo de Regencia. Poco después, él mismo también dimitía como Canciller y dejaba el poder en manos del dirigente socialista Ebert. Otra rama del socialismo, dirigida por Liebknecht, declaraba establecida la República Soviética Alemana, a la vez que Scheideman proclamaba una República Socialista. En la tarde del mismo día 9, tras una jornada de desengaños e inútiles especulaciones, el káiser decidió exiliarse.

En Compiegne, la delegación alemana pretendía obtener un alto el fuego inmediato, que permitiera aplastar la revolución en Alemania, aduciendo el peligro bolchevique que se cernía sobre Europa. Foch fue inamovible: "No cesarán las hostilidades hasta la firma del armisticio".

El ejército alemán estaba diezmado y nada podía hacer para influir en el final de la guerra. La última ofensiva aliada, iniciada a principios de agosto, había hecho perder a Alemania la cuarta parte de sus soldados y la mitad de sus cañones. Contra lo que luego adujo la propaganda nazi, no fueron la revolución en la retaguardia ni las intrigas políticas las que trajeron la derrota, sino la clara superioridad de las armas aliadas.

El 10 de noviembre el káiser huyó de Bélgica a Holanda, país que había permanecido neutral, y no volvió a pisar en su vida suelo alemán. Así acabaron cinco siglos de reinado de la dinastía Hohenzollern en las tierras prusianas.

Por fin, a las 5.10 horas de la mañana del día 11 se firmó el armisticio que impuso el alto el fuego con duras condiciones para el bando derrotado. No fue el único armisticio de esta guerra sino el último, tras los que habían silenciado las armas de Rusia (diciembre 1917), y los firmados por Turquía (30 octubre 1918) y Austria (3 noviembre).

Mientras el general norteamericano Pershing consideraba un error no haber proseguido la ofensiva hasta aniquilar el poder militar enemigo ("temo que Alemania no advierta que le hemos dado una paliza"), el general alemán Von Einem proclamaba a sus tropas: "Ha cesado el fuego. No hemos sido vencidos y estáis terminando la campaña sobre territorio enemigo".

Las condiciones del Armisticio fueron duramente agravadas en el Tratado de Versalles, firmado en junio de 1919, que encerraba en su articulado las semillas de la 2ª Guerra Mundial y del nacimiento y auge de la Alemania nazi. Pero de momento, la humanidad, desangrada y harta de guerras, creyó que el conflicto ahora concluido habría de ser "la última guerra de la Historia", y prefirió cerrar los ojos para vivir los "locos años veinte".

Publicado en República de las ideas el 8 de noviembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/11/08 17:37:14.710348 GMT+1
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2018/11/01 17:26:49.633747 GMT+1

Hace un siglo: el ocaso del káiser Guillermo II

Ahora hace un siglo, el diario madrileño "La correspondencia de España", fechado el domingo 3 de noviembre de 1918, incluía un suelto en primera página, titulado "Firma de la abdicación", donde se aseguraba que "según noticias procedentes de fuentes dignas de crédito, el Kaiser [sic] firmó la abdicación el miércoles, después de la conferencia de príncipes confederados celebrada en Berlín (agencia Radio)".

Las fuentes del diario no parecían dignas de tanto crédito, porque el 30 de octubre, es decir, el mismo miércoles en el que se aseguraba que el káiser había abdicado, éste se había trasladado desde Berlín a Spa, la ciudad belga donde residía el Cuartel General Imperial.

En Berlín se venía discutiendo sobre la abdicación de Guillermo II en su hijo y la creación de un Consejo de Regencia. Entre las élites dirigentes predominaba la opinión de que el emperador debería sacrificarse para conservar la dinastía, a pesar de que la revolución se propagaba por todo el país y la fortuna no sonreía a las armas imperiales, batidas y en retirada.

El ministro del Interior de Prusia, Drews, viajó ese mismo día a Spa para proponer al emperador su abdicación y la respuesta de éste no dejó lugar a dudas: "¿Cómo puede ser que usted, como oficial prusiano, haga compatible esta misión con el juramento prestado a su rey?" (Guillermo II era emperador de Alemania y rey de Prusia).

El mariscal Hindenburg apoyaba al káiser en su determinación a no abdicar. Cuando Drews abandonó Spa, el historiador británico Martin Gilbert narra cómo el general Groener, que había presenciado la entrevista, sugirió otra solución: "El káiser debería marchar al frente, pero no para pasar revista a las tropas u otorgar condecoraciones, sino para buscar la muerte. Debería ir a una trinchera que esté bajo la plena furia del combate. Si muere allí, sería la mejor muerte imaginable. Si resultase herido, los sentimientos del pueblo alemán hacia él cambiarían totalmente". A Hindenburg le pareció una mala idea; no se conoce la opinión del propio káiser.

Así que no solo no abdicó el 30 de octubre, sino que el 1 de noviembre, a un emisario del príncipe Maximilian von Baden, Canciller del Reich, que ya había informado a EE.UU. de la disposición de Alemania a firmar un armisticio, respondió así: "Ni en sueños voy a abandonar el trono por culpa de unos centenares de judíos y unos miles de obreros. Dígaselo así a sus jefes en Berlín". El káiser vivía ya de espaldas a la realidad alemana.

También España vivía de espaldas a esta guerra, inmersa en sus propios problemas, pero hubo un poeta español que coincidió con la sugerencia del general Groener en una oda que comenzaba con un desmedido elogio al káiser:

"Fue Emperador.
"El pueblo, bajo su férrea mano,
"Llegó a la excelsa cumbre.
"Su aliento soberano
"Fue impulso vigoroso, magnífico y triunfal,
"Que iluminó las ciencias, las letras y las artes,
"Y en marcha arrolladora llevó por todas partes
"El juvenil latido del alma nacional".

El poema proseguía lamentando el desprecio y el vacío creado en torno al derrotado emperador cuando abdicó:

"La humanidad entera le persigue y le acosa
"Y ni en la España noble, rebelde y generosa,
"Se oye una voz de aliento ni un eco de piedad".

Y concluía proponiendo un remedio a la situación con estos enfáticos alejandrinos:

"Pero es que nuestro pueblo jamás ha comprendido
"Que un rey se ciña humilde la argolla del vencido
"Y marche tras el carro triunfal del vencedor.
"Sino que con sus fieles se lance a las trincheras,
"Desnudos los aceros y en alto las banderas,
"Para salvar, muriendo, la Patria y el honor".

El káiser, para unos figura mítica y para otros un tirano despreciable (para el que Lloyd George, primer ministro británico, proponía la horca) pocos días después -como tendremos ocasión de comentar- se exilió a Holanda, país que había permanecido neutral durante la conflagración.

No salvó "la Patria y el honor" pero sí su propia vida, lo que le permitió conocer la ocupación hitleriana de su país de acogida y murió en 1941, en una Holanda que estaba empezando a sufrir los horrores de la bota nazi y las sangrientas purgas de las SS contra la población judía.

Nota: Una película británica de 2016, que no pasará a la historia de la cinematografía, retrata los últimos días del káiser en su refugio holandés de Doorn, dentro de una sencilla trama de espionaje: The Exception ("El último beso del káiser"), con una convincente interpretación del veterano Christopher Plummer.

Publicado en República de las ideas el 1 de noviembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/11/01 17:26:49.633747 GMT+1
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2018/10/25 18:27:38.950578 GMT+2

Democracia e inmigración en Europa

El pasado 12 de septiembre se produjo un hecho insólito en el Parlamento Europeo, cuando se votó, por primera vez en la historia de la CE, la activación del artículo 7 del Tratado de Maastrich. El país objeto del debate fue Hungría y el motivo, el repetido incumplimiento de derechos y prácticas democráticas por su actual Gobierno.

Hay que recordar que el citado artículo establece que el Parlamento "podrá constatar la existencia de un riesgo claro de violación grave por parte de un Estado miembro de los valores contemplados en el artículo 2". Cuando esto sucede, se pone en marcha un proceso que puede llevar a la suspensión de algunos derechos del Estado miembro acusado.

Por su parte, el artículo 2 dictamina lo siguiente: "La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías". La libertad de prensa y el funcionamiento imparcial y justo del sistema electoral son aspectos que, a juicio de la mayoría de los parlamentarios europeos, están en peligro en el país del Danubio. Así lo ha querido señalar el Parlamento, para proteger las esencias democráticas inherentes a la CE.

Pero eso no ha sido todo. En fechas posteriores, como ocurrió el pasado viernes, el Tribunal de Justicia Europeo paralizó la reforma del Tribunal Supremo de Polonia en un auto que ordenaba a Varsovia suspender las decisiones adoptadas al respecto, mantener en su puesto a los jueces afectados por la reforma y suspender cualquier nuevo nombramiento. La democracia otra vez en peligro.

Y como colofón, la denominada "Comisión de Venecia", que es el órgano consultivo de la CE en asuntos de derecho constitucional, expresó oficialmente su preocupación por las modificaciones que el Gobierno de Rumania tenía previsto introducir en su legislación básica.

A pesar de tan claros indicios de un evidente deterioro democrático en el seno de la UE, para algunos pueblos y sus gobernantes siguen siendo la inmigración y sus peligros el argumento que se maneja sistemáticamente para forzar la opinión pública. Gracias a ese temor, artificialmente exagerado, han alcanzado el poder Viktor Orbán en Hungría y Matteo Salvini en Italia.

Y lo que es más peligroso: la retórica populista que crece en Europa se prepara para asaltar el Parlamento en las elecciones de mayo de 2019. Esa retórica que oculta que la inmigración es necesaria para sostener una Europa progresivamente envejecida y donde los pueblos, sistemáticamente engañados, sobreestiman siempre el número real de inmigrantes que cada país acoge, como muestran las encuestas.

Los europeos hemos de entender que la inmigración no destruye nuestra cultura o nuestro modo de vida, cultura y vida que han ido evolucionando a lo largo de la rica historia europea. Pero desmantelar los instrumentos que permiten que los ciudadanos actúen en democracia, entre los que se halla la libertad de prensa o la justicia imparcial y no sometida al poder ejecutivo, es el verdadero peligro al que hemos de enfrentarnos los europeos. Una vez más, es lo de siempre: la democracia frente al autoritarismo de unos dirigentes iluminados.

Cuando los europeos demócratas hayamos de votar el próximo año, habremos de esforzarnos en no centrar solo nuestro discurso sobre las virtudes del multiculturalismo o la solidaridad humana. Tendremos que insistir, sin olvidar lo anterior, en que es la democracia la que está en peligro en Europa y, con ella, los elementos que permiten a los pueblos hacer frente a los abusos del poder.

Los populismos europeos centrarán el debate en el fantasma de la inmigración. Los demócratas europeos contraatacaremos exigiendo, como lo permite el artículo 7 del Tratado de la Unión, respeto a los valores esenciales de la democracia, que ya hoy están siendo torpedeados en varios países europeos.

Publicado en República de las ideas el 25 de octubre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/10/25 18:27:38.950578 GMT+2
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2018/10/18 17:23:52.349713 GMT+2

Las discutidas reminiscencias de Hitler y Franco

Coincidiendo con la polémica que se ha desencadenado en España sobre el futuro destino de los restos mortales de Francisco Franco, se viene detectando en Alemania el temor a que los grupos de extrema derecha intenten convertir las ruinas de Berghof, la residencia de descanso de Adolf Hitler, en un destino de peregrinación para neonazis nostálgicos, como publicaba The Guardian Weekly (05-10-18).

Situado en los Alpes Bávaros, muy cerca de la frontera austriaca, el chalet conocido como Berghof tuvo una gran vinculación con la vida del dictador nazi. Durante la 2ª G.M. fue su segundo puesto de mando, tras la Cancillería del Reich en Berlín. Aunque en él se planificó el Holocausto y se discutieron detalles de la guerra y de otras atroces brutalidades, también sirvió como bucólico escenario de montaña para populares imágenes de un Hitler relajado que jugaba con su perro, acariciaba niños y recibía a dignatarios extranjeros, donde Eva Braun actuaba como anfitriona de los gerifaltes nazis que ocupaban villas vecinas.

Bombardeado en los últimos días de la guerra, en 1952 el Berghof fue definitivamente arrasado, por decisión del Gobierno de Baviera, y su solar plantado con árboles de rápido crecimiento que ayudaran a olvidar los terrenos donde paseó el genocida y ocultaran los restos arquitectónicos de sus cimientos.

En 1999 se instaló no lejos de él un Centro de Documentación, un pequeño museo para recordar la barbarie nazi y contribuir a frenar la afluencia de nostálgicos que deseaban visitar la "casa de Hitler". En sus alrededores hay cruces gamadas trazadas en los árboles y los letreros indicativos son pintarrajeados a menudo con simbología hitleriana. Con al auge de la extrema derecha en Hungría y la República Checa, han empezado a llegar autobuses turísticos de ambos países para visitar lo "que queda de Hitler".

Para contrarrestar esta peligrosa tendencia, el Instituto de Historia Contemporánea de Munich, del que depende el Centro, ha decidido ampliarlo dotándole con 21 millones de euros. Su director, Mathias Irlinger, cree que ya no se puede ignorar el problema: "No basta con señalar que aquí vivió Hitler, si a la vez no se insiste en que en el mismo lugar se decidió invadir Polonia [desencadenando la 2ª G.M. con su horrible secuencia de muerte y destrucción] y se planeó el Holocausto".

En la ampliación del museo se intenta crear una conexión entre la imagen de Hitler como un cordial anfitrión que visitaba la Ópera de Salzburgo y la del criminal que llevó la muerte a millones de europeos. Se resaltará, por ejemplo, la historia de Dora Reiner, una vecina de la localidad que las SS calificaron como judía y, en consecuencia, fue enviada a Munich y luego a un campo de concentración en Kaunas. Se exhibirán los documentos pertinentes, incluyendo el que revela cómo fue víctima de un fusilamiento masivo nada más llegar a Lituania. Como detalle macabro, se mostrará un recorte de la prensa local que anuncia que sus pertenencias han sido puestas a la venta.

El pasado año visitaron el museo 170.000 personas. Aunque el personal que lo atiende debe responder a las preguntas de los visitantes, también necesita detectar a los que acuden por motivos tortuosos: "A veces nos es difícil. A los skinheads [cabezas rapadas] se les identifica fácilmente, pero hay gente más astuta... saben cómo provocar, cómo plantear preguntas difíciles e iniciar discusiones que es tedioso rebatir".

Irlinger cree que todavía los alemanes solo han empezado a hablar del pasado: "Hubo un primer momento, al acabar la guerra, cuando mucha gente deseaba olvidar...  Luego vino la segunda generación, con las protestas estudiantiles de 1968 y el pueblo empezó a hacer preguntas. Pero nadie recordaba sitios como el Berghof, con las amables imágenes de Hitler. La tercera generación va a estos sitios. Podemos contemplar ahora la propaganda nazi; tenemos fuerza suficiente para ello. Y tenemos la obligación de recordar y permanecer alerta".

Franco y Hitler fueron aliados y compartieron ideologías y prácticas dictatoriales. Las variables circunstancias históricas les llevaron a distintos destinos, pero su recuerdo sigue encendiendo pasiones y sentimientos que es preciso sacar a la luz para que ambos pueblos, españoles y alemanes, reconozcan su Historia y puedan seguir su camino. En este proceso, Alemania va adelantada y en España convendría observar lo que allí se hace para reconciliar el hoy con el ayer.

Publicado en República de las ideas el 18 de octubre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/10/18 17:23:52.349713 GMT+2
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2018/10/11 18:25:58.461217 GMT+2

La 'jungla' Euro-Atlántica (y II)

Las "tres reglas de la jungla", a las que aludí en mi comentario de la pasada semana, pudieran parecer una exagerada simplificación, propia de una popularización periodística, o un simple toque humorístico.

Algo parecido a lo que a comienzos de los años 50 del pasado siglo nos comentaba un profesor de la Academia General Militar, que resumía toda la táctica y la estrategia militares, desde Sun Tzu hasta Mao, pasando por Maquiavelo, Clausewitz y Fuller, en tres axiomas que, según él, bien aplicados, servirían para ganar todas las batallas:

1) Amagar y no dar.
2) Quien da primero da dos veces.
3) Ver sin ser visto.

Solía añadir un erudito colofón, en latín: Audaces fortuna juvat; con lo que completaba su breve manual de táctica y estrategia para uso universal.

Pues bien, las "reglas de la jungla" le han permitido al director de la ELN extraer unas útiles conclusiones que pueden ayudar a los dirigentes europeos en la toma de decisiones.

Una primera recomendación es evitar la verborrea o el apresuramiento para encuadrar los problemas de seguridad, que requieren reflexión. No basta con preguntarse cómo conservar, restaurar o crear una arquitectura europea de seguridad, pues la cuestión es más compleja que esto.

La complacencia en estos asuntos es peligrosa. ¿Basta con creer que, desaparecidos al paso del tiempo Trump y Putin, volverán las cosas a su anterior situación? Hay que pensar si a las grandes potencias les sigue conviniendo reproducir la guerra fría en el siglo XXI, apoyándose más en el poder militar que en otros aspectos de la seguridad, como las reformas económicas o las inversiones domésticas.

La tercera conclusión obliga a ser mucho más precavido ante las consecuencias de las acciones propias. ¿Está seguro Trump de que los rusos sabrían distinguir entre un arma nuclear de baja potencia y otra de gran potencia, si ambas forman parte del arsenal de EE.UU.? ¿Había pensado Erdogan en las consecuencias económicas y políticas de derribar un caza ruso en 2015? ¿Qué podría ocurrir si otro caza ruso da una pasada sobre un buque de EE.UU. en el Báltico?

Como cuarta sugerencia, se recomienda dedicar más esfuerzos para entender a los adversarios y comprender mejor el entorno de seguridad. Esto afecta a todos: grandes y pequeñas potencias. Muchas de ellas adquieren información, pero son menos las que la comprenden; y todavía menos las que toman decisiones acertadas basándose en ella. "Los animales de la jungla lo hacen mejor", comenta Adam Thomson.

Como corolario de lo anterior, hay que reforzar el diálogo sobre seguridad con los adversarios potenciales; no se les va a convencer para que cambien de posición, pero esto ayudará a entender mejor la situación y abrir posibilidades de negociación.

Como sexta y última conclusión, hemos de respetar la ecología de la jungla. Es una jungla, sí, pero es la nuestra. La jungla euroatlántica acoge peligrosas fieras y el mayor número de armas nucleares de todo el mundo, pero también alberga invaluables reservas de historia, diplomacia, formas de actuar y de entenderse, con las que poder mejorar la seguridad mutua.

El director de la ELN concluye así: "Son recomendaciones muy generales, pero muy prácticas. Estamos en una época de la vida en nuestra jungla en la que ningún hechizo mágico de un brujo podrá concedernos más seguridad. Solo la paciente puesta en práctica de un planteamiento distinto de nuestra ecología de seguridad y su sostenibilidad podrán hacer las cosas menos costosas y peligrosas".

Esta claro, tras todo lo aquí comentado, que se necesita un nuevo modo de pensar, que lamentablemente parece no llegar a los dirigentes políticos y militares, que hacen lo de siempre: aumentar los gastos militares, multiplicar el número de armas y soldados, su potencia destructiva y su expansión sobre la superficie del planeta. A esto contribuyó mucho la fatal decisión tomada por EE.UU. en 2001 de combatir el terrorismo por medios militares, en vez de utilizar recursos de otra naturaleza, más eficaces en este tipo de lucha.

Militarizar la lucha contra el terrorismo ha sido el gran error que, por un lado, ha contribuido a extenderlo y, por otro, ha distorsionado el viejo axioma de que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Hay que descubrir otros modos de funcionar y hemos de agradecer a la European Leadership Network su contribución a este empeño.

Publicado en República de las ideas el 11 de octubre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/10/11 18:25:58.461217 GMT+2
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2018/10/04 19:10:3.257166 GMT+2

La 'jungla' Euro-Atlántica (I)

El director de la llamada Red europea de liderazgo (European Leadership Network, ELN), Sir Adam Thomson, organización sin ánimo de lucro a la que he aludido ya en anteriores ocasiones, escribió la semana pasada un artículo cuyo título, traducido a nuestro idioma, era: "La seguridad en la jungla Euro-Atlántica: tres reglas para la supervivencia".

La ELN existe, según se anuncia en su página web, "para construir una mejor seguridad mutua en una Europa amplia, desde Lisboa hasta Vladivostok", y agrupa a unos 200 dirigentes europeos que "trabajan para proporcionar soluciones realistas a los desafíos políticos y de seguridad".

Merece la pena reseñar algo de lo que Adam Thomson propone en el citado artículo, que empieza dando por sentado un evidente aumento de la inestabilidad en el ámbito euroatlántico y la desaparición de los criterios permanentes que permitían compartir una cierta sensación de seguridad. 

En lo relativo a Rusia cree que sus intereses de seguridad se basan siempre en la desestabilización de los demás. Y en lo que él llama "el mundo trumpiano" advierte que un cierto grado de desorden favorece los intereses de EE.UU., cuya estrategia para desequilibrar a aliados y enemigos se basa "en mover constantemente los palos de la portería, cambiar de táctica y de exigencias y en constantes alteraciones".

En el panorama mundial, por otro lado, surgen problemas que ponen en peligro la seguridad euroatlántica y requieren atención: el casquete polar ártico se funde; la emigración ilegal irrumpe desde África o Asia; el islamismo sufre mutaciones y surgen nuevos terrorismos; e incluso nacen tecnologías que pueden ser muy destructivas y expandirse con rapidez.

Por todo ello "el estado de seguridad" es versátil y obliga a un continuado esfuerzo de adaptación. La sensación de estabilidad que dominó Europa al concluir la guerra fría ha desaparecido y ahora sería aconsejable aplicar lo que denomina "las reglas de la jungla" que se resumen en tres:

1) Observar lo que los demás hacen, no lo que dicen. El discurso de la defensa suele ser hiperbólico en la mayoría de los Estados; tanto para tranquilizar a la propia población como para aparentar fortaleza ante el exterior. (Recordemos, en España, la retórica oficial y privada que nació a la sombra del "incidente de la isla Perejil"). La mentira forma parte de ese discurso. (Aquí la memoria española nos llevaría al accidente del Yak-42 en Trebisonda). La realidad suele ser menos chirriante y las crisis con las que de vez en cuando se asusta a la población para hacerla más dócil suelen tener arreglo.

2) La acción produce reacción: los animales de la jungla pueden ser racionales pero no siempre razonables. Los ataques traen consecuencias imprevistas. Toda precaución es necesaria antes de tomar una decisión, sobre todo si puede ser vista por los demás como agresiva. En la jungla se sobrevive permaneciendo fuerte y pasando desapercibido, pero hay que pensárselo dos veces antes de aplicar la fuerza.

3) No alardear. En la jungla, no basta con prestar atención a los adversarios (regla 1) y ser precavido ante las consecuencias de las acciones propias (regla 2). Para sobrevivir no se debe alardear de la capacidad propia de supervivencia ni creer que se está al tanto de la situación. Rusia nunca ha entendido a la OTAN, como EE.UU. y sus aliados desconocían Afganistán o Irak y lo han pagado caro. Incluso Europa no acaba de entender que el 42% de los votantes registrados en EE.UU. valoran positivamente a Trump.

Dejo aquí la exposición general de la situación, para continuar la próxima semana con las conclusiones prácticas que propone el director de la ELN, para poder abordar, de un modo menos costoso y peligroso que el actual, el problema de esa seguridad que nadie ni nada puede garantizar hoy.

Publicado en República de las ideas el 4 de octubre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/10/04 19:10:3.257166 GMT+2
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