Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2019/02/14 18:14:0.445720 GMT+1

Una condena por sedición en la América Española

Entre los antecedentes dieciochescos del proceso independentista de las colonias españolas en América, en el que luego brillaría con luz propia "El Libertador" Simón Bolívar, figura el llamado "movimiento de los Comuneros" que se alzó en armas en el Virreinato de Nueva Granada.

No era un alzamiento indígena en exclusiva -escribe J. Ignacio Lacasta en su "Simón Bolívar", Ed. Pamiela, 2018, de donde extraigo los datos de este comentario- porque incorporaba a pequeños propietarios y esclavos negros. Cerca de Bogotá se concentraron unos 20.000 sublevados que al grito de "¡Unión de los oprimidos contra los opresores!" llegaron a poner en peligro a las autoridades españolas.

Ante el riesgo de que la capital cayera en manos de los sublevados, se firmaron unas Capitulaciones que desactivaron la rebelión porque satisfacían muchas de las más que razonables peticiones de los insurrectos.

Pero así como los Reyes Católicos incumplieron las Capitulaciones firmadas con Boabdil en 1491 para la rendición de Granada, en cuanto el cardenal Cisneros pudo manejar a su gusto la política de la Corona en el derrotado reino nazarí, lo que los comuneros de Nueva Granada habían firmado antes de dejar las armas y disolverse fue simplemente ignorado por las autoridades españolas. También en este caso se contó con la colaboración de la Iglesia en la figura del arzobispo Caballero y Góngora, apoyado por las élites criollas locales.

Desactivado el movimiento, comenzó la represión. José Antonio Galán, Capitán de los Comuneros y su principal dirigente, fue juzgado por sedición. La sentencia de la Real Audiencia decía:

"Condenamos a José Antonio Galán a que sea sacado de la cárcel, arrastrado y llevado al lugar del suplicio, donde sea puesto en la horca hasta que naturalmente muera; que bajado se le corte la cabeza, se divida su cuerpo en cuatro partes y pasado el resto por las llamas, para lo que se encenderá una hoguera situada delante del patíbulo, su cabeza será conducida a Guaduas, teatro de sus escandalosos insultos; la mano derecha puesta en la plaza del Socorro; la izquierda en la Villa de San Gil; el pie derecho en Charalá [su lugar de nacimiento] y el pie izquierdo en el lugar de Mogotes, declarada por infame su descendencia, ocupados todos sus bienes y aplicados al Real Fisco, asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre".

Sepa el lector que esta sentencia se firmó en 1782, siendo rey de España Carlos III, al que Lacasta considera "monarca positivo en tantas otras iniciativas ilustradas, pero que no toleraba ni aguantaba la menor desobediencia ni discrepancia". Y como el citado arzobispo Caballero y Góngora fue nombrado Virrey tras la sublevación para que pudiera desarrollar su tarea represiva, "el condigno castigo de los delincuentes en las pasadas alteraciones de ese Reino", fue preciso solicitar al Papa que fuera exonerado temporalmente de su condición sacerdotal.

Algo ha evolucionado la sociedad durante los siglos posteriores al episodio aquí comentado, cuando la justicia se mostraba brutalmente cruel, tratando de ser ejemplarizante, y donde el poder del Rey y el de la Iglesia se entrelazaban sólidamente para preservar sus privilegios, instrumentando un aparato judicial hecho a su medida.

Sobre estos residuos históricos reposa la latente desconfianza que en muchos pueblos y en muchas culturas suscitan los estamentos judiciales, sus códigos y sus maneras de hacer.

Publicado en República de las ideas el 14 de febrero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/02/14 18:14:0.445720 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2019/02/07 19:20:11.886982 GMT+1

Reflexiones de un veterano diplomático

Hans Blix (Upsala, 1928) es un veterano diplomático sueco que durante su larga carrera en el ámbito de la política internacional ha desempeñado muy diversas funciones. Durante 16 años fue el responsable de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, donde obtuvo uno de los mayores éxitos de su carrera al contribuir a la desnuclearización de la República Sudafricana, que en 1993 destruyó seis armas nucleares y paralizó la construcción de una séptima, tras firmar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Pero cuando saltó a las primeras páginas de los medios de comunicación fue tras ser nombrado jefe del equipo de inspectores de la ONU que había de controlar las condiciones del desarme impuesto a Irak tras la llamada "Primera Guerra del Golfo" (la invasión de Kuwait por Sadam Husein).

Durante 2002 la comisión inspectora que él dirigía revisó todas las instalaciones iraquíes que pudieran ser capaces de contribuir a la construcción de armas de destrucción masiva. Las reiteradas inspecciones no lograron descubrir nada que confirmara las insistentes sospechas de los Gobiernos británico y estadounidense. Los sucesivos informes de la comisión contradecían las mentiras y falsas pruebas con las que EE.UU. y sus aliados pretendían encontrar una razón para invadir Irak.

Hans Blix ha declarado recientemente que EE.UU. no buscaba desnuclearizar Irak sino derribar a sus gobernantes. Se amenazó a los inspectores de la ONU para que "no declarasen la inexistencia de armas de destrucción masiva, so pena de ser desacreditados en el Consejo de Seguridad". (El mismo Consejo ante el que Colin Powell protagonizó en febrero de 2003 aquella vergonzosa sesión basada en suposiciones sin pruebas que sí le desacreditó para siempre).

En 2003 se inició la ansiada guerra y ni siquiera las tropas invasoras pudieron descubrir nada que incriminara al derribado Gobierno iraquí en la fabricación de armas nucleares. La prensa de EE.UU. desató una campaña de desprestigio del diplomático sueco, lo que a la larga solo puso de relieve su estricta profesionalidad al servicio de Naciones Unidas.

En una reciente entrevista, Hans Blix ha condensado algunos aspectos de su larga trayectoria política volcada en gran parte en el control del armamento nuclear mundial. Al ser preguntado sobre su idea y el papel que la diplomacia puede jugar en el mundo actual, declaró que su "reflexión general tras una larga vida en la diplomacia es una a la que vuelve constantemente: la importancia de evitar la humillación".

La esencia de la diplomacia, afirma, es: "Primero, mejorar las relaciones entre los Estados y los grupos, hacerlas mejores y más provechosas. Segundo: evitar los obstáculos, evitar toda exacerbación y conflictividad. Y tercero: cuando surgen los conflictos, mitigarlos, reducirlos y resolverlos. Aunque he de aceptar que no todos los conflictos pueden ser resueltos diplomáticamente".

Pero insiste que en todo caso no se debe humillar al adversario, pues no se logra nada con ello y solo se le hace más irritable. Cuando se trata de alcanzar soluciones hay que evitar el vocabulario cargado de segundos significados y utilizar conceptos neutros: "En las relaciones humanas, la humillación es muy peligrosa".

Concluye afirmando: "La diplomacia es una actitud fundamental ante la vida. Es una filosofía que afirma que todos podemos vivir juntos. Nunca hay que humillar a nadie, jamás".

Las reflexiones del nonagenario diplomático son más que nunca necesarias allí donde el enfrentamiento político conduce a utilizar calumnias, insultos, bromas de mal gusto y desplantes proferidos en las sedes parlamentarias que deberían ser, precisamente, los templos de la diplomacia política donde esforzarse en poder "vivir juntos". De momento, nuestros parlamentarios parecen ignorar esta idea, largamente elaborada por quien mucho ha observado, y a menudo aprietan el acelerador de los insultos denigrantes hacia quienes mantienen opiniones distintas.

Publicado en República de las ideas el 7 de febrero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/02/07 19:20:11.886982 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

2019/01/31 18:23:30.308628 GMT+1

Chomsky escribe a Trump sobre Venezuela

A raíz del rápido reconocimiento del autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, por el Gobierno de Trump, el conocido profesor y analista político estadounidense Noam Chomsky escribió una "Carta abierta al Presidente", suscrita también por setenta destacados intelectuales, historiadores y expertos en política del continente americano.

Ante el aluvión propagandístico que ha aplastado gran parte del pensamiento occidental, describiendo con indelebles tintas negras al presidente Maduro y vistiendo con ropajes de pureza al líder de la oposición y presidente de la Asamblea Nacional, no parece superfluo poner al alcance de los lectores españoles algunos aspectos que la citada carta contiene.

Sobradamente se ha tratado "lo de Venezuela" en estas páginas digitales por otros expertos comentaristas, de modo que no insistiré en el proceso que ha llevado a la actual situación, bien conocido por los lectores.

Sin embargo, a modo de comparación y antes de entrar en materia, bueno es recordar que en la tarde del 17 de julio de 1936, se inició en España un golpe de Estado militar que, al no ser prestamente aplastado por el Gobierno, degeneró en una guerra civil a la que, sin necesidad de ponerle adjetivos, hemos de hacer responsable de gran parte de los serios problemas que aquejan hoy a la sociedad española.

Con otros modos y circunstancias, el 23 de enero de 2019 la autoproclamación pública de Guaidó como presidente interino de Venezuela también ha marcado en este país el inicio de un golpe de Estado cuyas consecuencias hasta ahora solo pueden aventurarse.

Todo indica que el responsable inicial y directo de lo que ahora pueda suceder es el presidente de EE.UU., responsabilidad a la que se sumarán los Estados que le secunden en su anunciado propósito, que no es otro que derribar al actual Gobierno venezolano.

Para Chomsky, "la polarización política de Venezuela no es nueva; el país está dividido desde hace tiempo por fracturas raciales y socioeconómicas. Pero la polarización se ha profundizado en los últimos años". Sostiene que bajo Trump se ha acentuado la retórica agresiva contra el Gobierno de Venezuela, sugiriendo acciones militares y calificando al país, junto con Cuba y Nicaragua, como una "troika de tiranía". Los innegables errores de gobernanza de Maduro y su Gobierno se han visto agravados por las sanciones económicas estadounidenses, que son ilegales para la Organización de Estados Americanos, la ONU y la propia legislación interior de EE.UU.

La decisión de Trump "ha acelerado fuertemente la crisis política venezolana con la esperanza de dividir a sus fuerzas armadas y agravar la polarización de la sociedad, forzando a la gente a tomar partido". Si se prosigue en esta dirección, anuncia Chomsky, el resultado más probable será "el derramamiento de sangre, el caos y la inestabilidad".

Advierte también que no es fácil que un bando derrote al otro. Algo parecido ocurrió en España en 1936, cuando ni el Gobierno pudo aplastar la rebelión militar, ni la parte sublevada de los ejércitos fue capaz de hacerse con el poder. Una cruenta guerra fue el resultado. Detalla Chomsky que en el ejército venezolano hay 235.000 combatientes de primera línea y al menos 1,6 millones en las milicias. Muchos de ellos combatirán, no solo en defensa de la soberanía nacional -algo muy embebido en el pensamiento latinoamericano- frente a lo que se percibe como una agresión dirigida por EE.UU., sino también para protegerse de la probable represión que padecerían si tiene éxito el golpe de Estado.

Sin olvidar los resonantes fracasos de EE.UU. cuando ha pretendido cambiar por la fuerza el régimen de un país (como en Libia, Irak o Siria) y teniendo presente la historia moderna de Iberoamérica, Chomsky coincide con gran parte del pensamiento no sumiso ante los intereses de EE.UU. al afirmar que "la única solución es un acuerdo negociado, como ha ocurrido en el pasado en América Latina cuando las sociedades polarizadas eran incapaces de resolver sus discrepancias mediante elecciones".

Concluye el politólogo estadounidense diciendo que la comunidad internacional debería "apoyar las negociaciones entre el Gobierno de Venezuela y sus oponentes para que el país pueda finalmente salir de su crisis política y económica".

Publicado en República de las ideas el 31 de enero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/01/31 18:23:30.308628 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

2019/01/24 18:33:33.854326 GMT+1

El éxito de la tecnología represiva israelí

Según escribe el investigador y periodista australiano Antony Loewenstein en The New York Review of Books (4/1/ 2019), durante los años en que Netanyahu ha gobernado Israel, este país se ha convertido "en una potencia tecnológica que orgullosamente promociona sus herramientas de ocupación [de los territorios palestinos] en los mercados doméstico y global".

Netanyahu declaró hace poco que "el poder es lo más importante en política exterior. Hablar de 'ocupación' es una sandez. Hay países que han conquistado y expulsado pueblos enteros y nadie ha dicho nada. La fuerza es la clave y marca la diferencia en nuestra política respecto al mundo árabe". Y concluyó afirmando que cualquier arreglo de paz con los palestinos solo saldrá adelante con "intereses comunes basados en el poder tecnológico".

En la represión contra el pueblo de Gaza, por ejemplo, ese poder tecnológico se ha mostrado ya en dos aspectos. Por un lado, en la llamada "valla inteligente", construida por una empresa que también puja para participar en el muro de Trump frente a México. Se la anuncia como "probada en la lucha real para evitar la infiltración de palestinos".

Otro nuevo artefacto también utilizado en Gaza es el "Mar de lágrimas", un dron capaz de lanzar granadas lacrimógenas sobre los manifestantes. Su fabricante ha recibido muchos pedidos y está siendo probado por la agencia "Frontex", que controla la entrada en Europa de inmigrantes y refugiados.

Según el famoso denunciante Edward Snowden, fueron dispositivos diseñados por una empresa israelí los que permitieron seguir el recorrido del periodista saudí supuestamente descuartizado en el consulado de su país en Estambul, introduciendo un programa conocido por Pegasus en el teléfono de uno de sus contactos, otro exiliado saudí residente en Canadá.

También otra empresa israelí, estrechamente vinculada al Gobierno (antiguos jefes del Mossad son sus consejeros), espió a las mujeres que acusaron de agresiones sexuales al magnate cinematográfico Weinstein. Actividades de análogo cariz desarrolló la misma empresa para apoyar al autoritario Gobierno húngaro y para desacreditar a miembros del Gobierno de Obama en relación con el tratado nuclear con Irán.

Aunque son muchos los Estados que desaprueban la ocupación israelí de Palestina, no vacilan en recurrir a los sistemas de vigilancia y espionaje de compañías israelíes. Según The News York Times, el Gobierno mexicano lo hizo para controlar a los colegas de un periodista de investigación que fue asesinado, así como a abogados defensores de los derechos humanos o activistas contra la corrupción.

Un informe de la agencia británica Privacy International, dedicada a estudiar los quebrantamientos de la privacidad en Gobiernos y empresas, publicado en 2016, registró la existencia de 528 compañías especializadas en seguridad, inteligencia y espionaje; de ellas 26 eran israelíes, lo que pone a este país en cabeza de la clasificación mundial en relación con el número de habitantes.

La publicidad se basa en que muchos regímenes autoritarios en el mundo desearían copiar el modo como Israel controla a la población palestina: armas, instrumentos de represión y artefactos de espionaje. La ocupación de Palestina ha hecho prosperar a las empresas implicadas en ella. En 2017 solo EE.UU. superó a Israel, que dedicó cerca de 1.000 millones de dólares a las firmas de ciberseguridad y que es el segundo país en firmar contratos internacionales en este campo.

Solo una sensación de repugnancia por la opresión del pueblo palestino (no muy distinta de la que en su tiempo sufrió el extinto régimen del apartheid sudafricano) tiene visos de frenar el éxito internacional de los dispositivos tecnológicos de represión fabricados en Israel. Un experto en el comercio de armas de este país cree que la ocupación es más obstáculo que ventaja en este aspecto, y no son pocos los empresarios del ramo que resaltan la frustración de algunos clientes por el fracaso israelí en aplastar definitivamente la resistencia palestina y muestran rechazo a la política israelí, que se mueve hacia una anexión definitiva de los territorios ocupados.

Por mucho que pueda extrañar, cualquier aspecto del comercio a la larga acaba estando sometido a presiones de índole ética y moral que no cabe ignorar.

Publicado en República de las ideas el 24 de enero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/01/24 18:33:33.854326 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2019/01/17 18:32:46.625525 GMT+1

Trump engaña con el dinero de los héroes

Hace ya bastantes años recordaba a mis lectores cómo el escritor romano Flavio Vegecio Renato, en su clásico tratado de finales del siglo IV sobre las instituciones militares, aludía a que los soldados de las legiones romanas solían guardar la mitad del importe de sus pagas en el lugar donde estaban concentrados los lábaros, banderas o estandartes de sus unidades.

En la traducción de ese texto que en 1764 hizo Jayme de Viana para los "Señores cadetes del Regimiento de Infantería de las Reales Guardias Españolas" lo explicaba diciendo que "un soldado que ve la suerte de su caudal unida a la de su bandera, la mira con amor y la defiende con mayor empeño en las batallas, porque es regular en los hombres cuidar mucho de aquello en que está puesta su fortuna".

Pero si esta desmitificación de la simbología militar (amar a la bandera porque a su lado se guarda el dinero) no parecía suficiente razón para entender a los legendarios legionarios romanos, añadía que esa costumbre estimulaba el ahorro, pues los soldados no malgastarían sus denarios "en cosas vanas y superfluas con los compañeros de rancho, porque la mayor parte de los hombres, y principalmente los pobres, gastan cuanto tienen".

La vinculación entre valor guerrero en el combate, remuneración personal satisfactoria y ahorro patrimonial para el futuro es algo muy antiguo en la historia de los ejércitos, aunque suele disimularse bajo una simbología mitificada, marciales arengas y actitudes de aparente desprecio por todo lo material, en contraste con la gloria inmarcesible que dan los honrosos hechos de armas.

Esta duplicidad no es fenómeno exclusivo de la milicia. Hemos visto también en España cómo algunos de los que viven en contacto estrecho con el poder político enseguida se sienten acuciados por la necesidad de crearse "un pequeño patrimonio", justificando con su desinteresada -cuando no heroica- entrega al servicio público los tortuosos e ilícitos medios a los que recurren para enriquecerse.

Dinero y fama heroica no parecen haber hecho malas migas a lo largo de la Historia, como los ejércitos napoleónicos retirándose de España con un sabroso botín expoliado en palacios y templos o los gloriosos tercios españoles cobrándose las pagas atrasadas durante el saqueo de Amberes. Los héroes también necesitan cobrar.

Pues en este delicado terreno del dinero de los héroes ha irrumpido Trump a trompicones, como suele hacerlo a menudo, a raíz de la subrepticia visita de tres horas que efectuó a Irak, para felicitar el Año Nuevo a los soldados allí estacionados.

Como en ocasiones anteriores, recurrió al juramento, esta vez para asegurarles que, tras duro forcejeo con ciertos altos mandos militares (cuyos nombres no citó), había logrado para sus tropas un 10% de aumento del sueldo para 2019.

Las palabras del presidente fueron, más o menos, en este tono: "Me dijeron [los altos mandos], saben, que podría ser menor [el aumento de los haberes]. Podríamos dejarlo en 3%. Podríamos dejarlo en el 2%. Podríamos dejarlo en el 4%. Yo les dije: 'No, que sea el 10%. Que sea más del 10%'". Trump también dijo que "en más de diez años" no habían tenido ningún aumento, no solo tan cuantioso como el suyo, sino ningún tipo de aumento. Y regresó a Washington tan campante.

La realidad pronto salió a la luz: el último aumento de haberes, de un 2,4%, había tenido lugar en 2018; y anualmente se habían venido produciendo incrementos durante las tres últimas décadas. Para el nuevo año 2019, el aumento ya aprobado es del 2,6% (no el 10% que Trump anunció a las tropas). De uno u otro modo, esos "altos mandos militares" se salieron con la suya y Trump se apuntó de una sola tacada tres rotundas mentiras: que había logrado un aumento del 10%; que para ello había tenido que forcejear con los mandos militares; y que nunca antes se habían producido aumentos de sueldo.

Tres mentiras en tres horas de visita a sus héroes guerreros en Irak. Esto no debería extrañar porque, según The Washington Post, Trump mintió cerca de 6000 veces durante 2018 (15 al día), tres veces más que en 2017. Y parece que, no habiendo leído a Vegecio, el presidente ignora que con el dinero de los héroes no se debe jugar.

Publicado en República de las ideas el 17 de enero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/01/17 18:32:46.625525 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2019/01/10 17:45:21.677959 GMT+1

Habla Trump

No es fácil imaginar las interioridades de las reuniones que Trump mantiene con su gabinete, aunque leyendo sus innumerables tuits y escuchando alguna de sus intervenciones televisadas, el público español puede hacerse una cierta idea. Por eso, me parece interesante reproducir algunos fragmentos publicados de la reunión ministerial que tuvo lugar el pasado 2 de enero, según informaciones de The Associated Press.

Me centraré en dos momentos de la citada reunión: una flagrante mentira y una insoportable perorata. Trump mintió desvergonzadamente cuando dijo que había cesado al Secretario de Defensa, Jim Mattis. En realidad, Mattis anunció su dimisión el 20 de diciembre, como protesta por la decisión presidencial de retirar las tropas desplegadas en Siria, aunque aseguró que podría seguir en el cargo hasta finalizar febrero.

Trump dijo que no le había gustado la actuación de Mattis en Afganistán y que preferiría que los talibanes y el Estado Islámico [ISIS] hubieran luchado entre sí. Y se exaltó, a su estilo: "¿Por qué Rusia no está allí [en Afganistán]? ¿Por qué Pakistán no está allí? ¿Por qué nosotros estamos allí? ¿Estamos a 6000 millas de distancia? Pero, no me importa... Pienso que yo hubiera sido un buen general". (Mejor que Mattis, parece insinuar)

Hablando sobre Siria el excéntrico presidente lanzó una larga perorata que se reproduce aquí lo más fielmente posible, a pesar de la retorcida sintaxis original: "Nosotros deseamos proteger a los kurdos, a pesar de todo [él manifestó su sospecha de que están vendiendo petróleo a Irán], deseamos proteger a los kurdos. Pero yo no deseo permanecer en Siria para siempre. Hay arena y hay muerte. Cuando nosotros destruimos al ISIS... si no lo hacemos ¡ay! entonces todos dicen que ellos vendrán a nuestro país, bueno, esto es cierto para un pequeño porcentaje, pero ¿saben ustedes a qué otro sitio van a ir? A Irán, que odia al ISIS más que nosotros. Irán a Rusia, que odia al ISIS más que nosotros. Así que nosotros [los] destruimos y luego leo que si nos retiramos Rusia se pone muy contenta. Rusia no es feliz. ¿Saben ustedes por qué no son felices? Porque a ellos les gusta que nosotros destruyamos al ISIS, porque lo hacemos para ellos. Y para Asad. Y también destruimos al ISIS para Irán.

"Y ya que hablamos de Irán, aunque a la gente no le gusta: los hechos. Irán es un país muy diferente de cuando yo me convertí en presidente. Irán, cuando yo fui presidente, tuve una reunión en el Pentágono, con un montón de generales, eran como de una película, de mejor aspecto que Tom Cruise y más fuertes, y tuve más generales que lo que nunca he visto y estábamos al fondo de ese increíble salón. Dije que es el salón más grande que jamás he visto.

"Vi más tableros de ordenador que los que yo pienso que se fabrican hoy. Y todos los lugares de Oriente Medio y otras partes que eran atacados, eran atacados a causa de Irán. Y me dije ¡guáu! miras a Yemen, miras a Siria, miras a todos los sitios, Arabia Saudí estaba asediada, todos lo estaban: quiero decir que querían Yemen porque tiene una gran frontera con Arabia Saudí, y es por lo que ellos están allí, cierto. Pero todos los sitios estaban asediados. Y yo hice una pregunta: ¿cómo se frena a esta gente?

"Están por todas partes. Tienen mucho dinero, el presidente Obama les acababa de dar 150 billones de dólares, y les dio 1,8 billones en metálico, todavía no me lo imagino, aviones llenos de dinero, en metálico, digo, desde cinco países diferentes. ¿Saben por qué desde cinco países diferentes? Porque nosotros no teníamos dinero suficiente.

"Les voy a decir la verdad, eso no está en mi ADN. No sé cómo la gente permitió eso en mi posición, que sucediesen esas cosas. Ya no dejamos que pasen más. Yo podría ser la persona más popular en Europa. Yo lo podría ser, podría presentarme a cualquier cargo si lo desease. Pero no lo deseo. Yo deseo que la gente nos trate con imparcialidad y no lo hacen. No es así, no se trata de puntos de vista".

Respire hondo el lector al concluir tan increíble parrafada emitida en el curso de un reunión al más alto nivel gubernamental de EE.UU. ¿Está Trump hablando a unos escolares de enseñanza primaria o a unos políticos cuyas decisiones pueden repercutir en toda la humanidad?

Sobra cualquier comentario, pues las palabras de Trump hablan por sí mismas sobre su capacidad mental y su contacto con la realidad que le rodea.

Publicado en República de las ideas el 10 de enero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/01/10 17:45:21.677959 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2019/01/03 18:00:40.284748 GMT+1

La inteligencia artificial en la guerra futura

La inteligencia artificial (IA) no es el último grito del progreso tecnológico. La lavadora doméstica se sirve de ella: sabe que primero ha de recibir la ropa; luego, llenar de agua el recipiente; después, repetir diversos ciclos de lavado, según el programa elegido, antes de centrifugar la carga y, por último, evacuar el agua y detenerse. La decisión humana solo interviene en la iniciación del proceso y es la IA embebida en la tecnología del aparato la que lo desarrolla y lleva a cabo.

Pero el asunto puede ir más allá. Como ya apunté en el comentario de la pasada semana, la IA se cierne ahora sobre el campo de batalla y puede encarnarse en los más diversos ingenios bélicos con consecuencias impredecibles. Es precisamente en la imprecisa frontera entre las decisiones humanas y las decisiones que toma la IA donde surge un problema de difícil planteamiento.

Es ya imaginable un campo de batalla donde numerosas armas robóticas controladas por IA se enfrenten entre sí a un ritmo tan rápido que el jefe militar sea incapaz de seguirlo. Los mandos de unidad se verán obligados a servirse de dispositivos inteligentes que les ayuden a decidir qué tipo de armas han de utilizar, dónde y contra qué objetivos.

Este sistema puede aceptarse para armas convencionales pero presentaría un grave riesgo si se tratara de usar armas nucleares. Y sucede que las FAS de EE.UU. desde finales de 2017 están experimentando una transformación que las orienta más hacia el combate contra ejércitos como los chinos o rusos, equipados con todo tipo de armamento, que contra insurgentes dispersos y mal armados, como en la guerra contra el terrorismo.

Para ese tipo de guerra habrá que utilizar armas diversas y complementarias, como aviación, misiles, artillería, carros de combate, etc. que, en su mayor parte robotizadas, habrán de operar con muy poco control humano directo y siguiendo las rápidas vicisitudes de un combate en el que los jefes militares se limitarán a establecer las líneas generales de la operación. Serán las armas "inteligentes" las que decidirán el modo concreto de adaptarse al cumplimiento de la misión, tomando con rapidez múltiples decisiones a bajo nivel que son las que determinarán el resultado de la batalla.

La rapidez en la toma de decisiones y en la ejecución de lo decidido será esencial para la supervivencia. Los combatientes humanos pueden ser rápidos pero los robots inteligentes les superarán y podrán reaccionar con acierto ante situaciones complicadas. En 2017 un alto mando militar de EE.UU. informó al Congreso sobre la adopción de la IA que "aportará una gran velocidad y precisión al mando y control, mientras que la robótica actuará en un complejo teatro de operaciones donde las máquinas se enfrentarán entre sí, en el espacio y en el ciberespacio, donde la rapidez es esencial".

No es extraño que en la actualidad se esté desarrollando una carrera en el campo de la IA entre EE.UU., Rusia y China (en la que también participan Israel, Corea del Sur y el Reino Unido), que no es sino la continuación de otras anteriores: ametralladoras contra caballería, acorazados pesados antes de la 1ª G.M., los cazas contra los bombarderos o la búsqueda de la desintegración nuclear para convertirla en arma.

Habrá que aceptar que los seres humanos no son tan fiables y seguros como los robots dirigidos por modernos sistemas de IA. Pero, al contrario que éstos, poseen dos importantes capacidades: la de poder observar desde una amplia perspectiva lo que sucede en el entorno donde operan y la de ser capaces de establecer relaciones empáticas con el adversario. Esto puede resultar crítico en lo que se refiere a las armas nucleares.

Si el conflicto de los misiles cubanos hubiera sido conducido por los perfeccionados algoritmos de un sistema "inteligente" de guerra nuclear, estas líneas nunca hubieran visto la luz. Pero hubo dos actores humanos -los presidentes Kennedy y Jruschef- que establecieron contacto personal y tomaron las decisiones definitivas, gracias a las cuales podemos hoy analizar las ventajas y los inconvenientes de la IA aplicada a los artefactos bélicos.

Publicado en República de las ideas el 3 de enero de 2019

Escrito por: alberto_piris.2019/01/03 18:00:40.284748 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2018/12/27 18:00:13.209689 GMT+1

2019: otro año de guerras

Al concluir 2018 y asomar el nuevo año, muchas hipótesis se suelen hacer sobre el cariz que éste presentará, a tenor de las preocupaciones personales de cada futurólogo diletante.

En España, en el ámbito de esas hipótesis se incluirá forzosamente (para nuestro hondo pesar) el conflicto irresuelto en Cataluña, seguido a distancia por otros problemas acuciantes, como el paro, la precariedad, la pobreza, el descrédito de varias instituciones básicas para la democracia española, la penosa situación de la mujer en muchos ámbitos sociales, la crispación política que ahoga, y a veces envilece, el normal ejercicio parlamentario y algunas otras más, sin olvidar entre estas las idas y venidas de los presuntos "famosos" cuyas vicisitudes traen a mal traer a amplios sectores de la población y que tanto hacen prosperar al llamado periodismo rosa.

Pero hay algo que no atrae mucho la atención popular y con lo que siempre acertará el aficionado a anticipar acontecimientos futuros: 2019 será otro año de guerras. Apostar a esto es una apuesta ganadora.

No merece la pena esforzarse intentando adivinar dónde tendrán lugar esas guerras. Conviene hacerlo, naturalmente, porque sus efectos se abatirán sobre unos u otros pueblos y se extenderán en una u otra dirección, siguiendo las líneas que indica la geopolítica de cada momento.

Hay que subrayar que en el desencadenamiento y sostenimiento de las varias guerras que hoy, ayer y mañana se extienden por el mundo hay una causa general: la expansión y el acelerado progreso de la industria armamentística en un planeta al que no es exagerado tildar de "militarizado".

Es fácil pensar así observando a EE.UU., donde la "Estrategia de defensa nacional" (NDS), aprobada el pasado mes de enero, se conoce como "2+2+1". Es una estrategia que prevé poder combatir a la vez contra dos grandes potencias (Rusia y China), dos intermedias (Irán y Corea del Norte) y un adversario "permanente" (terrorismo).

Además de lo anterior, el programa de modernización del arsenal nuclear, que viene desde la era Obama, consumirá la increíble suma de 1.600 billones de dólares (entendiendo aquí el billón al estilo europeo, como un millón de millones) en los próximos tres decenios: la planificación en el armamento nuclear se hace a muy largo plazo. No se ha encontrado el modo de utilizar el gran poder disuasorio del arma nuclear contra el cambio climático, y la previsible evolución de éste haría inútiles tantos esfuerzos para finales de este siglo si antes no se adoptan drásticas medidas, como escribí en la pasada semana.

Conviene alzar la mirada más allá de EE.UU., porque el gasto militar universal no parece haber sufrido los efectos de la crisis económica en muchos países. Rusia y China han venido aumentando sus presupuestos militares a la zaga de EE.UU. Japón adquirirá sus dos primeros portaaviones desde la 2ª G.M., más nuevos aviones y armas de última generación. Arabia Saudí invierte en armamento cerca del 9% de su cuantioso PIB y otros países alcanzan el 10% (Alemania, China, Corea del Sur, India).

La oferta armamentística no ha quedado rezagada respecto a la demanda y se ha extendido a nuevos horizontes: inteligencia artificial, ciberguerra y robótica avizoran provechosos espacios abiertos en los enfrentamientos bélicos.

Los grandes consorcios cuyos beneficios se basan en artefactos bélicos se frotan las manos y discuten estos días sobre si la agravación de alguna de las guerras en curso les sería o no beneficiosa: las guerras "pequeñas" les son muy provechosas, pero si crecen y se desmandan pueden crear obstáculos a la libre y caudalosa cascada de ganancias que esperan.

Así pues, amigo lector, de lo poco que puede asegurarse sobre 2019 es que el espectro de la guerra seguirá ensombreciendo el desarrollo de la humanidad. Y amplios sectores de ésta seguiremos buscando los resquicios por donde pueda aflorar la paz de la que tanto se habla con floridas palabras en estos días festivos.

Publicado en República de las ideas el 27 diciembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/12/27 18:00:13.209689 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2018/12/20 17:50:8.989964 GMT+1

Ciencia y Política ante el cambio climático

Al encender el ordenador para escribir el texto que ahora está ante los ojos del lector, se abrió en la pantalla una ventanilla que indicaba el número de gramos de CO2 no emitidos a la atmósfera gracias a haberlo mantenido en posición de "hibernar" durante unas horas, en vez de dejarlo encendido.

Ignoro en qué parámetros se basa el cálculo de esa información pero sí sé que es el modo científico de abordar los problemas del cambio climático. Si el resultado no fuese correcto, se cambiarían las fórmulas hasta mejorarlo. Dejando aparte las constantes universales, la ciencia avanza siempre sobre parámetros mejorables.

Aludiendo al modo de abordar el grave problema del cambio climático y sus consecuencias para la humanidad, escribí la semana pasada que esta cuestión se plantea en un terreno "puramente pragmático y evaluable" y que "los intereses políticos tienen poco que decir al respecto, salvo embrollar y obstaculizar las necesarias medidas reparadoras".

Esto es así porque, en política, el dirigente X puede decir públicamente que Y es golpista y Z fascista, ya que ninguno de ambos términos tiene definición científica y cada cual les da el significado que prefiere. De ese modo, aumentan las audiencias de los medios de comunicación criticando al "golpista Y" o al "fascista Z", información rápidamente asimilada por el público desinformado, desbocada y distorsionada en las redes sociales y de nefastas consecuencias para cualquier democracia.

En la 24ª sesión de la Cumbre del clima celebrada la pasada semana en Polonia, para desarrollar el llamado "Acuerdo de París" y exponer el informe elaborado por la Ciencia (el grupo de expertos conocido como IPCC) sobre la previsible evolución de la climatología mundial, hemos presenciado el choque entre Política y Ciencia al que arriba aludo.

Los delegados de los casi 200 Estados asistentes a la conferencia no llegaron a ponerse de acuerdo en las drásticas medidas que sería necesario empezar a aplicar ya, según el informe del IPCC, para evitar alcanzar un peligroso punto de no retorno en la temperatura del globo.

En los últimos cuatro años se han alcanzado las más altas temperaturas jamás registradas y las emisiones contaminantes siguen aumentado, a pesar de que deberían reducirse a la mitad antes de 2030. Las acciones correctivas deberían multiplicarse por cinco para evitar que el calentamiento rebase 1,5º sobre la referencia inicial, que es la temperatura media en la época preindustrial.

Ahora el calentamiento real es ya de +1º, pero la Organización Meteorológica Mundial advierte de que el calentamiento podría alcanzar de 3º a 5º en 2100, lo que sería la catástrofe total. En ese caso, ya no podría frenarse el progresivo calentamiento aunque se redujeran las emisiones. Se prevén aumentos del nivel del mar entre 0,74 y 1,8 m. "El mar seguirá subiendo durante siglos -anuncia el Centro Oceanográfico de Liverpool- aunque se estabilicen los gases de efecto invernadero. Podríamos experimentar el mayor nivel de los océanos en toda la historia de la civilización humana".

Si a la pérdida de fértiles territorios litorales se une el previsto crecimiento de la población mundial, que en 2100 podrá superar 11.000 millones de habitantes, la supervivencia de la especie humana estará en grave peligro. Un anticipo de ese futuro se observa hoy en Somalia, donde las sequías han aniquilado el 70% del ganado y provocado la emigración de miles de familias. Sudán y Kenia no le andan muy a la zaga.

Desde los círculos científicos se reprocha que se viene advirtiendo de este peligro desde hace más de 30 años, sin que se haya hecho nada al respecto: "Si entonces se hubieran empezado a tomar pequeñas medidas el problema sería hoy bastante menor". La Política no se fió de la Ciencia. Y es de temer que cuando empiece a hacerlo sea ya demasiado tarde.

EE.UU. es responsable de un tercio de las emisiones que calientan el globo y Trump ha anunciado que se retira del Acuerdo de Paris. En la cumbre polaca le han apoyado Rusia, Arabia Saudí y Kuwait en su rechazo del informe del IPCC, que exige reducir en un 45% las citadas emisiones antes de 2030. Por esta razón, y con cierto sarcasmo de matiz científico, el ambientalista estadounidense Bill McKibben escribió en The New Yorker: "En consecuencia, la política particular de un país [EE.UU.] durante medio siglo habrá cambiado la historia geológica de la Tierra".

Publicado en República de las ideas el 20 de diciembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/12/20 17:50:8.989964 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

2018/12/13 18:09:25.675577 GMT+1

¿Resolverá el Pacto de Marraquech el conflicto migratorio?

No es preciso estudiar la "Teoría de la resolución de conflictos" para saber que hay tres tipos de conflicto en el plano de los pueblos y las naciones.

De entrada, existen los conflictos que pueden resolverse dentro del ámbito y las posibilidades del mismo Estado que los padece (conflicto "intraestatal"). Por ejemplo, en España podríamos mencionar la necesaria actualización de la Constitución, como se ha puesto de relieve en las recientes celebraciones conmemorativas; o la conveniencia de articular de mejor modo las naciones o nacionalidades que componen España. Si pasamos a Bélgica, se observa que viene preocupando a sus Gobiernos el modo de mantener unidas y vinculadas las dos principales comunidades lingüísticas que la conforman. Podrían añadirse varios ejemplos similares.

El segundo grupo lo conforman los conflictos que implican a más de un Estado ("pluriestatales"). De este tipo es, por ejemplo, el contencioso territorial que implica a Bolivia y Chile respecto a la salida al mar que históricamente añora Bolivia y que Chile no parece estar dispuesto a ceder. También el ya tan popular Brexit, que en un ámbito puramente británico solo podría resolverse mediante el llamado "Brexit duro", pero que forzosamente implica a los demás Estados de la Unión Europea si se trata de lograr una salida negociada y ordenada.

Por último, el tercer grupo lo constituyen los conflictos que afectan a la mayoría de los seres humanos, por no decir a la humanidad entera: conflictos "universales". Entre estos hay dos de gran calado:

(1) el cambio climático y sus consecuencias;
(2) los desplazamientos humanos forzados por las condiciones de vida en algunas regiones del planeta y su repercusión en los países de acogida.

El primero es de naturaleza especial, porque requiere el apoyo de la ciencia en muchas de sus ramas, desde la botánica hasta la física de partículas. Se plantea, pues, en un terreno puramente pragmático y objetivamente evaluable, el único en el que puede hallarse el modo de amortiguar sus temibles efectos. Los intereses políticos tienen poco que decir al respecto, salvo embrollar y obstaculizar las necesarias medidas reparadoras.

Por el contrario, el conflicto generado por la emigración/inmigración de seres humanos es un problema con insoslayables raíces morales y humanitarias, en el que la política tiene la última palabra. Para plantearlo es inevitable entrar en los terrenos de la historia, la economía, la estadística, la sociología y hasta la sanidad. Son enormes las posibilidades de enredarse en disputas y enfrentamientos, de recurrir a la mentira y a la difusión de datos falsos, sea por motivos electorales o simplemente por ambición política.

Para resolver o, por lo menos, para plantear los diversos aspectos que presenta este conflicto, se ha aprobado a principios de esta semana en Marraquech, bajo los auspicios de la ONU, el Pacto Mundial para la Migración, adoptado por los representantes de más de 150 Estados, entre los que está España.

El texto consensuado contiene una veintena de principios básicos, de hondo sentido común, que pueden contribuir a resolver el conflicto. Fueron discutidos durante un año y medio de negociaciones entre más de 180 países. Pero están redactados de modo que los Estados firmantes pueden adoptar la decisión que deseen sin verse forzados por el acuerdo, que además no tiene carácter vinculante.

Como era de esperar, los Estados donde dominan los partidos y las políticas de extrema derecha se han negado a firmarlo esgrimiendo a menudo razones que nada tienen que ver con el texto aprobado: EE.UU., Italia, Austria, Polonia, Hungría, Israel o Australia entre otros. En ellos, la xenofobia se ha impuesto al respeto por los derechos humanos de los migrantes. No por huir de la guerra, el hambre, la miseria o la persecución, o simplemente por anhelar una vida más segura en otro país, han de ser privados los emigrantes de sus más elementales derechos. Así lo expone el artículo 13 de la Declaración Universal: "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país".

Es de desear que la cumbre de Marraquech no se convierta en otra declaración de buenas intenciones sino que ayude a frenar la permanente sangría de los innumerables seres humanos que trágicamente mueren cada día buscando una vida mejor.

Publicado en República de las ideas el 13 de diciembre de 2018

Escrito por: alberto_piris.2018/12/13 18:09:25.675577 GMT+1
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)