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2012/09/21 09:33:28.916000 GMT+2

Las noticias desdeñadas

Salvo casos excepcionales, quienes en los medios de comunicación comentamos periódicamente la actualidad internacional (hoy, quizá, Israel; mañana Rusia; después Egipto o Indonesia… etc., saltando con sorprendente facilidad de un punto a otro del globo terráqueo) no lo hacemos escribiendo nuestros textos desde los respectivos países, tras haber entrevistado a dirigentes políticos o militares, como bien sabe cualquier lector. Eso es misión de los corresponsales o los enviados especiales, algunos de los cuales viven en persona las vicisitudes que narran, incluso jugándose la vida en ello, aunque no faltan los que, con mejor o peor estilo, reproducen lo que leen o escuchan en los medios locales, cosa que también podrían hacer desde su domicilio sin más que conectarse a Internet.
 
Hoy, muchas fuentes informativas están disponibles hasta en la piscina de un hotel de veraneo. Por eso, aparte de unos conocimientos básicos sobre el material con el que trabajamos, cierta experiencia personal en las relaciones internacionales, dominio de algunos idiomas, afición por la Historia y todo lo que ésta nos enseña, y quizá, además, una inherente curiosidad intelectual por los procesos que a nuestro alrededor se desarrollan, la materia prima esencial para nuestro trabajo son las informaciones difundidas por los medios internacionales, que debidamente comparadas y contrastadas producen el resultado buscado: un comentario, naturalmente subjetivo, que busca arrojar una luz distinta sobre lo que ya se conoce.
 
El problema se complica cuando esos medios de comunicación de alcance internacional, de prestigio y fiabilidad probados, no cuentan todo lo que saben, o lo cuentan sesgadamente. O cuando, sin merma de su real independencia frente al poder, creen hacer un mejor servicio a sus lectores filtrándoles la realidad según otros intereses, no solo los meramente informativos.
 
Encontrar el modo de soslayar esos vericuetos requiere cierto esfuerzo, pero no es imposible. Siempre hay fuentes poco o nada contaminadas, que sirven informaciones más acordes con la realidad que las predominantes en los grandes medios informativos. Como en muchos otros asuntos informativos, EE.UU. suele llevar la delantera en esto: tanto en la capacidad de sus medios de gran difusión, como en la existencia de otros, minoritarios, capaces de poner el dedo en la llaga cuando hace falta.
 
Uno de estos últimos sometió a sus lectores a un breve cuestionario para mostrar cómo la creación de opinión pública está sujeta a efectos ajenos. Basándose en lo publicado por los medios de mayor difusión, mostró cómo han pasado prácticamente desapercibidos tres aspectos que afectan seriamente a la política exterior de EE.UU.: 1) EE.UU. controló el 78% del comercio mundial de armas en 2011, seguido a distancia por Rusia, con un 5,6%; 2) Aunque parezca extraño, es en Australia donde está la base estadounidense de aviones sin piloto (drones) de gran radio de acción que más vuelos ha operado entre 2001 y 2006; y 3) Hace unas semanas, 200 soldados de la Infantería de Marina iniciaron en la costa occidental de Guatemala operaciones armadas contra el narcotráfico.
 
Aunque los dos primeros informes confirman una doble realidad ya conocida por muchos analistas (EE.UU. como motor invisible de numerosas guerras, y su intensificada presencia en el Pacífico), la tercera debería suscitar preocupación en cualquier comentarista, a tenor de la ya larga historia del intervencionismo militar en Centroamérica por motivos de todo tipo: desde las concesiones bananeras iniciadas en el siglo XIX hasta el narcotráfico de hoy. Y permite sospechar que la política internacional de Obama sigue la muy tradicional línea de recurrir a la fuerza como principal opción, o a la amenaza de la fuerza cuando el consenso internacional o la diplomacia no producen efectos inmediatos.
 
Pues bien, todo lo anterior apenas ha suscitado interés en EE.UU. y ha pasado desapercibido para la opinión pública. La encuesta así lo demostró. Sin embargo, como escribía al respecto Tom Engelhardt en una de esas fuentes informativas independientes a las que antes he aludido, EE.UU. sigue siendo el único país capaz y plenamente dispuesto a luchar en toda clase de guerras religiosas, económicas, políticas o de cualquier naturaleza a escala global. Ningún otro país o grupo de países puede competir contra ese “monopolio de la guerra”. Pero el pueblo de EE.UU. vive de espaldas a esa realidad, despreocupado de tantos conflictos desencadenados en su nombre. Los ataques mediante drones controlados a distancia, los ejércitos profesionales, la subcontratación de fragmentos de violencia estatal a empresas privadas y otros aspectos de la moderna estrategia de EE.UU. han hecho la guerra invisible para la mayoría de la población. Concluye Engelhardt: “La guerra: es lo que nosotros hacemos con más frecuencia y a lo que menos atención prestamos; algo muy deplorable”.
 
Sirva, pues, este comentario para sacar a la luz algo más que deplorable: el peligro que representa la mayor superpotencia militar del planeta capaz de desencadenar guerras sin que eso les preocupe mucho a sus ciudadanos. ¿No es una perspectiva inquietante para el resto de la humanidad?

República de las ideas, 21 de septiembre de 2012

 

 

 

 


 

Escrito por: alberto_piris.2012/09/21 09:33:28.916000 GMT+2
Etiquetas: guerra eeuu | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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