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2007/03/08

Orquídias

A veces, cuando la perplejidad que me produce el comportamiento de los hombres excede los límites de mi paciencia –amplia, sin embargo–, opto por tratar de relajarme dejando la mente en blanco. Contribuyo a ello fijando mi atención en cualquier objeto instrascendente, mínimo, neutral: un punto cualquiera del horizonte, la caja abierta de un cedé que no identifico, tal rinconcito de una foto, o de un dibujo, o de un cuadro, la prenda que dejé en el respaldo de una silla, la factura del teléfono que abandoné sobre la mesa de la cocina... Miro el objeto dispuesto por el mero azar, me centro en él y dejo que el tiempo fluya mientras mi mente salta caprichosamente de un pensamiento en otro, escapando con prudencia de cualquier peligro de reflexión atenta.
Divago y, en la medida en que pienso en todo, no pienso en nada.
Ayer estaba en casa –da igual qué día leas estas líneas: imagina uno cualquiera– y, recién atacado por uno de esos estados de perplejidad excesiva, me senté sobre la cama del dormitorio y, dispuesto a dejar que mi calma mental regresara por sus propios medios, me quedé mirando fíjamente una orquídea que tenemos sobre una pequeña mesita, junto al gran ventanal que nos desahoga la vista –bastante, por fortuna– dejándonos ver varios kilómetros del cielo de Madrid.
Me sorprendió lo hermosa que estaba. Hasta el punto que me decidí a fotografiarla. Hela aquí:



Pero mis estados de meditación de tipo zen macarrilla me duran a veces lo que mi cuerpo de jota me permite, que no es demasiado. Según estaba pensando en la bella orquídea que crece junto a mi lecho me acordé de otra, no del todo igual, que capté con la cámara de mi teléfono el verano pasado en el barrio de Benalúa, en Alicante, según salía de la radio. Fue esta orquídia:



Según lo veí, me dije: «¡Si serán brutos! ¡La orquídia!». Pero, de repente, se me encendió una lucecita. «¡Oh Kalikatres sapientísimo!» –me dije–. «¿Y de dónde te has sacado tú que estos honrados tenderos de Benalúa querían escribir en tu lengua materna?» De modo y manera que, según llegué a casa, me abalancé sobre un diccionario de català-castellà. Y allí me topé con lo que casi se me escapa, con grave peligro para mi sentido del ridículo. Leí: «Orquídia. f. BOT. Orquídea.»
Así que en este caso el casi-gazapo había sido cosa mía. Aunque no del todo porque, como me señala un amigo, escribieron el letrero en eso que algunos consideran que es el valenciano, que viene a ser como el catalán, pero con castellanismos en tropel. Porque deberían haber escrito «L'Orquídia», con apóstrofo.
El caso es que no se puede decir que me librara por los pelos, porque carezco de eso, pero cerca anduve.
Lo que me dio para otra meditación zen, destinada en este caso a eludir el vértigo que me produce a diario –varias veces al día, en realidad– la posibilidad de pasarme de listillo y demostrar lo poco que sé de casi todo.
Por fortuna, eso es algo que me aterra sólo cuando pienso.

Escrito por: ortiz.2007/03/08
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2007/03/01

Espición, el Acranifio



En una de las frecuentes y laboriosas excursiones que hago por la Red para documentar tal o cual extremo, he acabado recalando en una revista llamada La Coronelía, editada por el Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey número 1 del Cuartel General del Ejército (nombre que me suscita de inmediado un par de dudas. La primera: ¿habrá un Rey número 2? Y la segunda: ¿quién o qué es inmemorial, el Regimiento o la Infantería?)
El recorte que se ve aquí arriba corresponde a la página 11 del número de junio de 2003 de La Coronelía. En él comprobamos que el editor, que no el autor del artículo, no tiene ni idea de quién pudo ser Publio Cornelio Escipión, llamado El Africano, razón por la cual se anima a rebautizarlo en el título como «Espición».
«¡Una simple errata!», me dirá alguien. Pero no. Porque, si uno se va a mirar el índice del número, que figura en la página 3, se encuentra con que allí también el editor nos avisa de que en la página 11 hay un artículo sobre Espición.
Hombre, que un fontanero, un periodista o cualquier otra persona poco instruida desconozca quién fue este afamado miembro de la familia Cornelia, vale. Pero que todo un coronel editor de revista tan principal como La Coronelía no sepa quién fue el vencedor de Asdrúbal y de Aníbal, asentador del dominio romano sobre esta nuestra Hispania, es imperdonable del todo. Es imperdonable que no sepa quién fue Escipión... y que tampoco sepa leer, porque el artículo repite el nombre de Escipión hasta el aburrimiento.

Escrito por: ortiz.2007/03/01
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2007/02/24

Ignorantes


Dice el Libro de Estilo de El País:

«Ignorar. Es un anglicismo emplear este verbo con el significado de ‘no hacer caso de algo o de alguien’.»

Pondré una frase que ilustra sobre el mal uso del verbo en cuestión. Ésta, por ejemplo: «El País ignora su propio Libro de Estilo». En el sentido de «no hacer caso de algo o de alguien».

Escrito por: ortiz.2007/02/24
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2007/02/11

Lapidación lapidaria

Título de portada de la edición digital de La Voz de Galicia del 11 de febrero de 2007:


Es importante precisar que fueron lapidadas a pedradas, no vaya a ser que alguien se piense que fueron lapidadas de cualquier otra manera, lo que sería impropio de una lapidación como Dios manda.

Escrito por: ortiz.2007/02/11
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2007/02/11

A favor del cambio climático



O sea, que los coches, tiesos, pero los comercios, bares y cines tendrán que despilfarrar energía, si sus propietarios no quieren enfrentarse a la ira de los inspectores. (El  Pais.com, 11 de febrero de 2006, 08:00 h. Un par de horas después el subtítulo ya aparecía corregido.)

Escrito por: ortiz.2007/02/11
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2007/02/07 07:00:00 GMT+1

¡Vaya par de panzas!



Lo menos que puede decirse es que este par de ciudadanos tienen panzas resistentes. Y grandes.

Escrito por: ortiz.2007/02/07 07:00:00 GMT+1
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2006/12/20

Ekaizer, el encapsulador

Casi me olvido. Lo tenía por aquí, en una fotocopia de muy baja calidad (hacía juego con el contenido). Salió en El País a comienzos de mes. Era una entrevista con el presunto «número dos» del Ministerio español de Asuntos Exteriores, Bernardino León, que apareció firmada por Ernesto Ekaizer. Estaba escrita en una especie de exótico spanglish, entre pedantón y porteño. Erratas y pifias de puntuación al margen, muy propias del periodismo de calidad que se usa en Madrid, la entrevista alcanzaba cumbres estelares, como la que reproduzco a continuación:

«El pasado martes, León se reunió en Bruselas con otros dos pesos pesados (sic) de la diplomacia estadounidense (...), para comenzar a prepara (sic) el viaje de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice a Madrid (...) Antes de Navidades, León viajará a Washington para confeccionar la agenda. "Comenzamos con el desacuentro en Irak. Pero hemos acordado que Irak quedara encapsulado. Y así es", explica León.»

Ni explica León, ni explica Ekaizer.

¿En qué consistió el desencuentro en (¡en!) Irak? ¿Quedaron citados el señor León y la señora Rice en algún lugar de aquel país y no se encontraron?

Al margen de lo cual: ¿cómo se encapsula un país, es decir, cómo se logra que un país se encierre en cápsulas?

¿Y para qué?

¿Y cómo cabe constatar que «así es»?

Puestos a preguntar: ¿lee alguien en El País  lo que escribe Ernesto Ekaizer antes de que se mande a la rotativa?

Y si sí, ¿quién?

Y si no, ¿por qué?

Escrito por: ortiz.2006/12/20
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2006/11/23

Miserable (según Google)

Viernes, 17 de noviembre de 2006, 13:15 de la tarde. Recibo un correo electrónico en el que me sugieren que entre en Google, escriba en la barra de búsqueda la palabra «miserable» y pinche en el apartado «Voy a tener suerte».

Me aseguran que me espera una sorpresa.

Lo hago y me sale lo siguiente:

 
¡Caray con Google!

Escrito por: ortiz.2006/11/23
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2006/11/17 11:45:00 GMT+1

Tsunamín

El 15 de noviembre de 2006, en el informativo de las 14:30, la Cadena Ser informó del peligro de que Japón sufriera un tsunami. La edición digital de El País hizo lo mismo poco después.



La Ser precisó que, pese a haberse detectado olas de 40 cm. (!), no se tenía aún noticia de que se hubieran registrado «daños de importancia». Lógico: una ola de ese tamaño no puede causar daños ni en los castillos de arena que levantan los niños en la orilla de las playas.

¿Qué clase de burocratismo general puede llevar a que un disparate semejante pueda pasar por todos los escalones intermedios, desde el teletipo hasta la web o hasta el micrófono, sin que nadie, incluyendo quien finalmente lo mecanografía o lee, se dé cuenta del ridículo que están haciendo?

Escrito por: ortiz.2006/11/17 11:45:00 GMT+1
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2006/10/07

Un conductor ebrio y «mamao»

Este fue el titular:



Y éste, el texto de la noticia:

LORENZO MARINA

 PALMA.‑ El Mercedes negro hizo caso omiso a las seriales de alto. Los policías comunicaron que un vehículo se había saltado el control y se daba a la fuga a toda velocidad. Unos metros más adelante lograron interceptar el coche fugitivo. El conductor se resistía a abrir la puerta. Cuando los policías lograron abrir, su acompañante seguía ensimismada practicándole una felación.

Sobre las cinco de la madrugada, el control de los antidisturbios de la Unidad de Intervención del Cuerpo Nacional de Policía y los agentes de la Policía Local habían convertido la avenida de Joan Miró en una suerte de embudo, a la altura de Porto Pi.

Las medidas de seguridad se han multiplicado desde que la Familia Real se encuentra en pleno pasando sus vacaciones estivales en Mallorca.

Los controles aleatorios son uno de los principales dispositivos. Antidisiturbios con sus fusiles y agentes de la Policía Local desvían a todo aquel coche que consideran sospechoso.

Tal fue el caso del Mercedes negro. El conductor no respetó las señales que le hacían con los conos luminosos los policías. De hecho, siguió su veloz carrera como si tal cosa. La voz de alarma se disparó entre los policías.

El siguiente control fue mucho más expeditivo. Los policías interceptaron el coche fugitivo y tomaron precauciones. Cogieron sus armas y las amartillaron. Mientras tanto, el conductor del coche, un mallorquín de 31 años, se resistía a descender del automóvil.

En un principio, los policías sospecharon que el conductor se encontraba completamente solo. No fue así. La cabeza de la mujer que le acompañaba, una joven del Este, se encontraba entre las piernas del conductor.

Ni siquiera las sirenas, los avisos por megáfono y el nutrido dispositivo policial apostado en plena avenida de Joan Miró lograron, en absoluto, que la pareja interrumpiera el apasionado encuentro sexual en el coche.

El conductor del automóvil se resistió a abrir la puerta del Mercedes. Fueron los propios policías los que abrieron el coche. La mujer continuaba practicándole la felación al conductor, desnudo de cintura para abajo.

A continuación, los policías conminaron a los ocupantes del Mercedes a que descendieran del automóvil. El conductor no pudo apearse del vehículo al tener los pantalones a la altura de los tobillos. Una vez que el hombre se abrochó los pantalones y la mujer se incorporó, los policías le hicieron soplar, esta vez, al conductor.

El control de alcoholemia corroboró algo que ya era muy evidente a simple pista. El conductor se encontraba conduciendo bajo los efectos del alcohol. A continuación, los policías detuvieron al conductor por un delito contra la seguridad en el tráfico.

(El Mundo / El Día de Baleares, jueves 27 de julio de 2006)


Escrito por: ortiz.2006/10/07
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