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2005/04/20 07:00:00 GMT+2

Un lugar en la cumbre

Buscado o no, fruto de una conspiración planificada o resultado de un caprichoso giro del destino -en su momento habrá que volver al análisis de cómo se ha gestado esto-, el hecho es que Euskadi se ha metido en un brete.

Empecemos por el diagnóstico.

Los tres partidos que respaldan a Ibarretxe han logrado el 44% de los votos. En cualquier otro lugar y momento, eso se consideraría un éxito total. De contar con el apoyo -factible- de Aralar, el porcentaje se elevaría al 46,3%. Tómese como referencia, por el aquel de comparar: Zapatero llegó a la Presidencia del Gobierno de España con el 42,6% de los votos. Aznar obtuvo la mayoría absoluta en 2000 con el 44,5%. En 1998, el propio PNV consiguió la victoria con el 28%.

Dicen: «Pero Ibarretxe había pedido un respaldo masivo para su plan, y no lo ha obtenido.»

Claro que no lo ha logrado, pero no porque el electorado lo haya considerado extremoso, sino porque el 12,5% lo ha tenido por demasiado tibio. Hagan cuentas los que se dicen constitucionalistas: sumados quienes han apoyado a Ibarretxe y los que no lo han hecho porque lo querían más audaz, estamos ante casi al 60% del electorado.

Otra cosa es que las matemáticas parlamentarias den de sí lo que dan y que se vea mal qué gobierno podría trenzarse con los mimbres resultantes del domingo.

Hay desde hace tiempo una disputa sorda -no demasiado sorda, en realidad- dentro del PNV, que enfrenta a quienes consideran que la primacía nacionalista en la comunidad autónoma precisa de un acuerdo con el PSOE, semejante al que funcionó en los tiempos de Ardanza, y quienes entienden que eso supondría retornar a un pasado no muy glorioso de reparto de prebendas y de conchabanzas varias, que dejaría intacto el conflicto nacional y no permitiría avances reales ni en la pacificación ni en la normalización de la vida política vasca. Estos últimos prefieren intentar una ampliación de las alianzas dentro del campo abertzale, propiciando el acercamiento al trabajo institucional de la gente de Batasuna -se llame como se llame- y favoreciendo por esa vía el destierro de la violencia política.

Es una tensión interna que ya se hacía notar en el pasado, pero de modo más tenue, debido a que la autoridad moral de Ibarretxe dentro del PNV se tenía por indiscutible. Pero parece que desde el domingo ya no lo es. O eso creen algunos.

El PNV es el PNV y su circunstancia. Al margen de sus disensos internos, ha de contar con que una parte de sus diputados electos no son suyos, sino de EA, que tiene sus propios criterios. Igual que EB. Igual que Aralar. Supongo que sabrá que hacer nuevos amigos está muy bien... siempre que no sea a costa de quedarse sin los de siempre.

Los buenos montañeros lo tienen asumido: nunca hay que ceder a las prisas de quienes sólo piensan en llegar a la cumbre para hacerse la foto.

Javier Ortiz. El Mundo (20 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/20 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: elecciones el_mundo ea pp pnv ehak euskal_herria 2005 aralar pse eb ibarretxe euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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