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2005/04/28 06:00:00 GMT+2

Objeción de conciencia

Al PP le parece bien que los alcaldes pertenecientes a su partido se nieguen a certificar matrimonios gays.

Vamos a ver. Cuando alguien asume el cargo de alcalde, se compromete a atenerse a las leyes vigentes, y a aplicarlas. Y si la ley dicta que los alcaldes deben cursar las peticiones casamenteras de las personas que lo soliciten en forma debida, sea su sexo el que sea, a ellos no les queda más narices que hacerlo. Les guste más o menos.

Si el PP fuera un partido propenso a la insumisión contra el Estado, no diría nada. Respeto mucho a los insumisos. Pero la gente del PP, Acebes mediante, suele transitar por las antípodas. Resulta tirando a chocante que el mismo partido que ha coreado el procesamiento de tres miembros de la Mesa del Parlamento Vasco porque se negaron a aplicar una sentencia del Tribunal Supremo que interfería en terrenos que no son de su competencia -según el criterio de los procesados, respaldado por el de un buen número de reputados juristas y avalado en último término por la Fiscalía General del Estado- predique ahora que se incumpla una ley que podrá gustarle más o menos, pero que es inequívoca y que, a efectos procesales, no tiene vuelta de hoja.

Insisto: no me cuesta nada aceptar que haya personas a las que la aplicación de una determinada ley les fastidie de lo lindo. Lo acepto: si hay alcaldes del PP que no quieren sancionar matrimonios homosexuales, están en su derecho.

Pero no como alcaldes. Si sus convicciones más íntimas les impiden colaborar en una ceremonia así, si consideran que hacerlo los colocaría en una senda de degradación moral comparable a la que llevó a algunos a cerrar los ojos ante el horror de Auschwitz, como ha dicho el cardenal emérito de Barcelona, Ricard María Carles -supongo que sin pretender con ello enlodar la memoria de Pío XII-, entonces nada les impide mostrar su perfecta coherencia y dimitir del cargo.

Imagínense ustedes lo que sucedería si hubiera alcaldes que se negaran a colaborar con la Iglesia católica por razones de principio, en rechazo de su comportamiento, y que no le permitieran usar las calles para procesiones, por ejemplo. Pondrían el grito en el cielo.

¿Dimitir? ¿Asumir las obligaciones del cargo? Sólo a ellos les corresponde evaluar qué pesa más en la balanza de sus devociones: si el bastón municipal o el hisopo episcopal.

Admito que, si optaran por la dimisión, me tomaría en serio su objeción de conciencia. Porque los gestos de desobediencia que acarrean un perjuicio para los propios intereses materiales son los inequívocos. Recordemos el ejemplo que dieron los muchos jóvenes que hace no tanto se avinieron incluso ir a la cárcel para mostrar su rechazo a las armas.

No les pido que se dejen llevar a la arena del circo para que los leones los destrocen. Sólo que demuestren que se toman su fe más en serio que su sueldo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de abril de 2005) y El Mundo (30 de abril de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/28 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: pp apuntes insumisión homosexualidad matrimonio 2005 españa el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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