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2005/08/21 06:00:00 GMT+2

Humorista de derechas

El estreno de la película Ninette, dirigida por Garci sobre guión basado en la obra teatral Ninette y un señor de Murcia, de Miguel Mihura, ha puesto de actualidad dos viejos temas muy dados a la polémica: el de la relaciones de la literatura, de un lado, y del humor, del otro -o del mismo, según los casos-, con las posiciones ideológico-políticas de quienes se han dedicado o se dedican a tales menesteres.

La tesis según la cual la ideología de los autores «no tiene nada que ver» con el contenido de su obra es boba como ella sola. Toda ideología es deudora de una determinada concepción del mundo. Quien percibe la realidad de una manera concreta, habla, escribe o actúa, impepinablemente, a partir de esa visión, sea o no consciente de ello.

Ocurre -y ése es asunto muy otro- que luego la obra puede tener más o menos calidad, o carecer de ella por completo, con independencia de que su autor sea acérrimo defensor del orden establecido o desee con furia incontenible que muera Sansón con todos los filisteos. Hay ejemplos a puñados. Para lo primero, siempre me quedo con el de Quevedo, para no tener que referirme a ningún vivo: insoportable en su actitud política, genial con la pluma en ristre.

Otro punto de polémica: las ideas políticas y el humor. «La derecha no tiene sentido del humor», dicen algunos. Otra tontería. En rigor, la gente bien cuenta con muchos más motivos para reír que la perteneciente a la legión de los apurados. Después de una buena comida, con café y copa, cualquiera se siente mucho más dispuesto a imaginar situaciones divertidas y a fabricar juegos de palabras desopilantes que tras hacer cuentas y comprobar que no le llega para pagar el alquiler de la casa y el colegio de los niños. El maltratado por la vida puede tener un gran sentido del humor, sin duda, pero sus condiciones de existencia le empujan más bien hacia el humor negro (o cenizo, si hace al caso) y el sarcasmo.

Mihura perteneció a una generación de humoristas bien instalados -unos desde la cuna, otros con el paso del tiempo-, capaces de mostrar con desenfado tanto el lado más absurdo y disparatado de las situaciones como los dobles sentidos y equívocos del lenguaje. Junto a él, Muñoz Seca, Tono, López Rubio, Neville (republicano acomodaticio), y el desternillante Enrique Jardiel, a quien la fortuna acabó dándole la espalda, lo que no le hizo ninguna gracia («Si queréis los mayores elogios, moríos», llegó a escribir).

Todos ellos fueron o devinieron franquistas, por vocación o por interés. Nada más ridículo que pretender disfrazarlos ahora de demócratas clandestinos.

Lo que salva a esa generación de escritores y dramaturgos nada dramáticos, lo que la hace interesante, es que supo mirar la vida sin solemnidad, con ganas de burlarse de todo, incluida su propia sombra. Lo cual favorece mucho la simpatía. En todos los sentidos de la palabra.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de agosto de 2005) y El Mundo (22 de agosto de 2005), salvo la nota inferior, publicada únicamente con el apunte. Hemos publicado aquí la versión del periódico. El apunte se titulaba Mihura, humorista de derechas. Subido a "Desde Jamaica" el 24 de julio de 2017.

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Escribe Haro Tecglen sobre el franquismo del autor de Tres sombreros de copa (ver «Mihura» en El País de ayer, página 69) y vuelve a insistir en su ya obsesivo argumento según el cual «una dictadura se distingue porque obliga, porque no da libertad de elección».

Haro recurre a esa idea con frecuencia, sea refiriéndose a otros, sea para justificar su propio pasado y explicar las loas a Franco y a José Antonio Primo de Rivera que escribió de joven.

No por mucho insistir en el argumento lo convertirá en convincente. Las dictaduras coartan la libertad de elección de las personas y trasforman en trágicas decisiones que no tendrían por qué serlo. Lo que no pueden, porque no está en su mano, es convertir en sumiso lameculos a quien se niega en redondo a ello. En la España de la posguerra, todo escritor antifranquista no encarcelado se vio en la obligación de elegir: o dedicarse a otro oficio para ganarse el pan, o tomar el camino del exilio... o someterse y ponerse del lado del régimen del caudillo victorioso. Sí había libertad de elección.

Siempre hay libertad de elección. Ocurre que a veces tener principios sale muy caro.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/08/21 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: humor el_mundo haro_tecglen miguel_mihura derecha izquierda 2005 españa apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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