Aún recuerdo de tus ojos el color de las cebollas
y el humo que por tus labios parecía decir cosas
como la de que tu altura la de la barra del bar,
una vez fuiste más lejos, allí no volverás.
Pepe “el tortuga”
y lo que digan de ti, te la suda.
Tiene un don especial,
ése que nadie sabe,
ése que pocos más sabrán.
Que se jodan como Herodes
comidos por los gusanos,
que con mimo amamantaron,
quienes pisaron tu alma
como un chicle en el asfalto
porque siguen siendo tuyos:
años, tu orgullo y tu culo…
A veces puede salirte mal
y otras veces peor
y todavía has tenido suerte comparado con...
¡Bien por el Dios de los perros
que es el que mejor te entiende!
¡Bien por lo que no te callas!
¡Bien por lo menos por verte!
Paseando el otro día por un par de bares, descubrí que salía de ellos sin oler y sin olor. Habrá quien piense que reprimir el deseo de los fumadores es reprimir la libertad. De algún modo puede verse así. Pero ese argumento sería más cierto si hubieran bares donde se leyera el siguiente cartel: SÓLO FUMADORES. En ese caso, vale. Me prohibirían la entrada explicitamente y no habría problemas.
La realidad es que yo casi había dejado de ir a bares porque ya no podía aguantar el pestazo (años tragando). Y si encima no había otro sitio que un bar para pedir un bocadillo... y las veces que me quedaba fuera de cualquier local con mis hijos por el tabacazo... De hecho, el viernes pasado entramos con los críos a un local donde jamás habría imaginado poder hacerlo y nos comimos unas tapas la mar de bien. Parece que la ciudad ha multiplicado las alternativas gastronómicas para los padres... ¿Será esa la conciliación de la que tanto se habla?
Lo que no quedará nunca fuera de un bar será el sentimiento de soledad, en eso esta canción no queda desfasada, no se puede expulsar a los tristes o a los desesperados, sería poco rentable, el derecho de admisión los acoge. El individualismo social nos ofrece este último confesionario. Tampoco parece rentable poner un letrero que rece: SÓLO SOLITARIOS. Afortundamente.
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