A pelo y sin condón...

¡Ay amigos! ¡Ayudadme con este terrible mal!
Me entran ardores, extraños temblores
y no lo puedo evitar,
con vergonzosos espasmos sale en diarrea mental,
soy débil, lo reconozco, y entonces...

¡Escuchadme! ¡Es un problema! ¡Y bien grave! ¡De verdad!
Leo con su nombre billetes, oigo en su nombre matar
o torturan en su nombre o en su nombre desprecian, humillan, castran
y roban la libertad
y ¿qué creeis que me ocurre?
Que se empieza a desatar en mi vientre una tormenta
que ya no me deja en paz hasta que...

No me corto porque temo reventar
o algo peor,
me desahogo de un grito
¡ME CAGO EN DIOS!
Y además de mi razón tengo ligeras sospechas
de que si él (¿ella?) existiera haría lo mismo que yo.

Que las palabras sólo son palabras cuando tienen significados tan diferentes para según quién. Buen negocio el de la religión, que con tanta habilidad usa de ellas para justificar una cosa y su contraria, mientras que su referente, Dios, no dice ni pío. Venden un producto ante el que el comprador no tiene queja posible ni OCU que lo ampare. El sueño de los publicistas. Y por si quieres oirlo (no hay efectos especiales sino que va más bien suave) pincha aquí (()).