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2012/09/17 22:48:31.119000 GMT+2

Perder la esperanza

Ahora que los interesados palmeros marcan el ritmo de los elogios a Esperanza Aguirre, conviene recordar que el acceso de la llamada Thatcher española al estrellato político aconteció tras una curiosa e indecente deserción en las filas socialistas. Es muy probable que sin el tamayazo, Esperanza Aguirre no hubiera pasado de ser aquella discreta ministra  que protagonizaba numerosas anécdotas…digamos culturales. Cualquier biografía de la lideresa que no cite aquel aberrante episodio se convierte, inequívocamente, en una hagiografía, del corte y estilo de las que le gustan a doña Esperanza. No en vano, uno de sus mayores “aciertos” ha consistido en saber manejar a buena parte de los medios de comunicación, consciente de que la vida -la política-  le iba en ello. Y no me refiero únicamente a Telemadrid, donde la escandalosa manipulación ha sido una constante durante todo su mandato. Aguirre ha sabido repartir los caramelos entre algunos dóciles y serviles escribas y amanuenses de la propaganda, es de suponer que con IVA, aunque no pondría yo la mano en el fuego. Así pues, el mayor logro político de doña Esperanza Fuencisla vino derivado de la ausencia de dos supuestos socialistas durante la votación que debía convertir a Rafael Simancas en presidente de los madrileños. “Fue un problema, en todo caso, del PSOE”, dicen algunos. No, fue un problema de la democracia. Y fue, por encima de todo, una violación  de las más elementales normas de la  democracia. Sin embargo, Esperanza no pudo alcanzar su sueño. Sus peleas en el barro con Alberto Ruiz-Gallardón evidenciaban que su objetivo se encontraba mucho más alto. Ella contemplaba con tristeza y envidia aquel triunvirato aznarista  del que acabó  brotando Rajoy. El dedo de Josemari decidió, y Aguirre se llevó las manos a la cabeza, como tantos otros entonces. Aznar, o quizá convendría decir el envanecido y miserable ego de Aznar,  había promovido una rifa que  premiaba al timorato y absorto Rajoy. La sucesión de la derecha, al estilo de los feriantes: qué alegría,  qué alboroto, ha tocado otro perrito piloto. Solo que Rajoy era un premio, paradójicamente, con castigo. Con el paso de los años,  Esperanza fue afianzándose en el cargo, fue dominando la escena política madrileña, repleta de cadáveres socialistas. Se mostró como una chica lista, hábil en el fango, imperturbable, llevando consigo siempre ese trébol de cuatro hojas que le hizo salir indemne de un accidente de helicóptero, de otro de automóvil y no sé de cuántas otras desdichas, incluido un atentado en la India. Aguirre se mostró despiadada con la oposición, brutal y desmedida con los sindicatos, acérrimos enemigos de su liberalismo made in Pedro Schwartz. También tuvo como contrincantes a los profesores y a los trabajadores de la Sanidad. Esperanza cruza ahora el rubicón, o eso dice ella, con grandilocuencia y ese habitual envanecimiento cesarista reservado a los más grandes egos. En la hora de la despedida, dice que de lo que más orgullosa se siente es de haber implantado la educación  bilingüe en los colegios de la Comunidad de Madrid; y aquello de lo que menos orgullosa se siente es de sus meteduras de pata. Es un saldo trampa: lo primero es peor que una metedura de pata. Es, sencillamente, falso. No existe tal educación bilingüe. El bilingüismo sigue quedando reservado a familias con rentas altas, capaces de pagar centros de estudios donde se encuentra verdaderamente implantado ese sistema. En uno de ellos estudió ella. En uno de ellos estudiaron sus hijos. Llega, en fin, un adiós inesperado, el de una mujer que se merendó crudo el término maquiavélica, una política dañina para su Madrid, una figura desbordante de ambición, un insaciable animal político, de esa política carcomida, repleta de espejos mágicos, pócimas secretas y cajas con doble fondo. Al final de la travesía, tras el clamor de los votos, llega la reflexión, el instante de la verdad, frente al espejo. Dominada por la soledad, Aguirre será consciente de que los refranes fenecen devorados por su propio esoterismo y la débil credulidad; allí se dará cuenta de que la esperanza no es lo último que se pierde. Afortunadamente. 

Escrito por: Jean.2012/09/17 22:48:31.119000 GMT+2
Etiquetas: esperanza_aguirre madrid pp rajoy aznar | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

Un calificativo que pretenden darle a esta oportunista es la de inteligente. La cuestión está en si deberíamos llamar inteligente a todos los que eligen el camino fácil del discurso populista y ramplón, de las ideas sencillas y fáciles de exponer cuando lo que tiene enfrente, que es el estado social de derecho es una estructura delicada y compleja que a la mayor parte de la población siempre le parecerá defectuosa, precisamente porque está en su ser el no alcanzar nunca la perfección. Atrincherarse en la demagogia del chiste fácil, del chascarrillo ingenioso no es inteligencia, es una habilidad comparable a la del que sabe hacer girar una pelota sobre la punta de la nariz o saltar a través de un aro, sólo que con algo de inglés y un poco de barniz de cultismos de hace siglos que siempre impresionará a los más vagos de cada patio.

Escrito por: P. Salterra.2012/09/18 09:28:58.766000 GMT+2

Se va la que "siempre" tenia razón, pues hoy decia blanco y mañana negro. Se va la que "siempre" hizo lo que quiso, pues nadie se atrevió a toserle detras de la cabeza. Se va la que "siempre" supo manipular a tod@s los que tenia cerca y coaccionar a los que tenia lejos. Esperanza, hasta "siempre".

Escrito por: @FranVillares.2012/09/18 09:49:21.855000 GMT+2

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