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2008/12/21 12:12:6.570000 GMT+1

Fidalgo

Creo recordar que mi primer día como asalariado fue el 13 de diciembre de 1988. Un día después, los principales sindicatos españoles le plantaron una huelga general al gobierno de Felipe González. García Márquez definió a la perfección la postura, el talante y el modus vivendi del nefasto González con los sindicatos: “Felipe aparenta que oye, pero no hace ni puto caso”. Dicho vulgarmente: Se la soplaba todo.  Ahora, Felipito Tacatum, como lo llamaba mi abuela, es un burgués de cuidado, un recaudador agasajado, un hombre que busca, encuentra y logra favores. El sindicalismo ha sido atacado por fuera y por dentro. Las amenazas externas han machacado a los sindicatos de clase; muchas grandes empresas han utilizado todo tipo de métodos, algunos de los cuales han resultado en las formas poco menos que pinochetistas. Los sobornos y la coacción han hecho mella en las filas de los grandes sindicatos. ¿Todos tenemos un precio? El problema ha sido que algunos lo tenían demasiado bajo. La promesa de la promoción, del sobrecito extra o de la subida salarial surtió efecto en no pocas ocasiones. ¿Hay alguien que no conozca algún caso? Los sindicatos verticales, el sindicalismo amarillo, el que se sustenta en trepas, chivatos y chusma sin ética hizo su agosto mes tras mes durante años. La transición se merendó el sindicalismo. Con todo, algunos siguieron defendiendo con dignidad y principios (términos en desuso en los días que corren) sus tareas como representantes laborales. Los trabajadores, acongojados por las empresas para que no se sindicalizaran, perdieron la confianza en los delegados sindicales. Miedo y desconfianza, demasiadas barreras. Felipe anestesió a los dos principales sindicatos del país; después utilizó el descabello. Aznar se encontró a unos líderes (¿?) sindicales mansos. Y el esoterismo saltó al ruedo en las relaciones entre sindicatos y Gobierno. ¿Cómo, si no es mediante la seudociencia, se puede explicar que el Secretario General de Comisiones Obreras fuera amigo de José María Aznar? Es algo revelador, significativo. Algo rotundo. Surrealismo en botella. Alguien que dice defender los intereses de los trabajadores no puede hace manitas (políticias) ni maniobras orquestales en la oscuridad con quien durante ocho años los menoscabó con saña. Es como si el exorcista de la peli le diese un beso en los morros a la niña poseída, o como si Drácula se comiese una sopa de ajos. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Pero claro, lo de Fidalgo y Aznar lo han visto muchos ojitos. Demasiados. Igual ahora el espigado amigo de Aznar encuentra empleo como conserje en la sede de FAES. Dicen que ahí pagan bien.

Escrito por: Jean.2008/12/21 12:12:6.570000 GMT+1
Etiquetas: faes comisiones_obreras fidalgo felipe_gonzález transición garcía_márquez aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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