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2011/03/10 23:07:22.206000 GMT+1

El metrobús y los miserables

Que el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid desconozca la existencia del metrobús es algo más que una mera anécdota. Se trata de una nueva muestra de desvergüenza política, marca de la casa. Es una errata colosal, un manchón de insidia y pasotismo macarra, una metedura de pata antológica, digna del museo del cerrilismo militante. El caciquismo se abre paso en los tiempos de las redes sociales y las descargas llamadas piratas. Tipos como este Juan Ignacio Echeverría son quienes se han puesto un parche en el ojo, una pata de palo y arropándose en la bandera de la calavera se descojonan del viajero, del paria, del currito y de la madre que parió a Engels.   El gobierno regional de Esperanza Aguirre nos tiene acostumbrados a ello. Sentados en el lugar donde les han enviado los ciudadanos con sus votos, desprestigian sin sonrojo ni vergüenza política la labor que les ha sido encomendada. Se toman a coña las críticas de la oposición, que dormita y paga penitencia por desmanes cometidos en el pasado, tamayazos al margen. José Ignacio Echeverría debería hacer las maletas y marcharse a su casa o donde lo coloque su partido. Si la palabra dignidad tuviese sentido en la política de los dos grandes partidos políticos de este país, este señor renunciaría mañana al cargo. Pero el atrevimiento de esta especie de supervivientes y acomodados políticos acostumbrados al compadreo y a la mofa del vulgo les impide conjugar el verbo dimitir. Si Camps no encuentra las facturas de sus trajes, no importa; si a Fabra le toca la lotería haciendo añicos la teoría de las probabilidades, no importa; si Ana Mato sólo sabe que no sabe nada, no importa, y así hasta el infinito y más allá del agnosticismo salvaje. “Trabajamos para los ciudadanos”, nos dirán, anestesiando la máquina de la verdad que cada votante lleva en sus adentros. Los ciudadanos no somos sino pretextos, simples monigotes de usar y tirar en un juego al que no nos invitan más que una vez cada cuatro años.  Somos medios para justificar su fin último, raíles por los que transportar su estatus. Somos los miserables de Víctor Hugo sin las barricadas ni el espíritu de lucha y rebeldía; somos los que nos tragamos el brebaje de los Thenardier sin protestar, simplemente porque lo anuncian en la tele. Somos la legión de pringados, enzarzados en discusiones estériles, aglomerados en listas de espera, en tediosas burocracias y en un consumismo irracional. Pobre Madrid. Pobre capital de los olvidos, de los desmanes y los abusos; pobre ciudad sitiada por la desidia, la ignorancia y el descaro de los especuladores y los mentirosos; pobres madrileños caídos en su propio olvido y en las ilusiones ópticas de unos politicastros que se esconden en el doble fondo de la caja de un mago con malos trucos. Será que el metrobús sólo existe en nuestra imaginación. Será que quizá no somos más que idealistas, navegando rumbo a Ítaca. Allí quizá encontremos políticos dignos de ser políticos. Sea como sea, algunos seguiremos huyendo de quienes no quieren ver la realidad,  incluyendo en ésta un pequeño y simple billete de transporte al que ayer negaron tres veces antes de que cantara el gallo.

Escrito por: Jean.2011/03/10 23:07:22.206000 GMT+1
Etiquetas: engels ítaca esperanza_aguirre marx metrobús los_miserables fabra victor_hugo juan_ignacio_echeverría camps ana_mato thenardier comunidad_de_madrid | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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